Aterciopelados es una banda imprescindible de la escena musical latinoamericana de los últimos veinte años. En cada producción, su rock-pop-folk de protesta fue delineando una identidad única hasta convertirla en la banda más exitosa y trascendente de Colombia. Sin embargo, en los últimos trabajos discográficos, ha demostrado no poder o no querer salir de su zona de confort. Clarosucura, su octavo disco de estudio, suena, con más o menos variaciones… a un disco de Aterciopelados.
La identidad de un grupo ligado a un sonido, a una poética, a una imagen, constituye un logro. Por ejemplo, uno puede reconocer una película de Wes Anderson por la paleta de colores. El problema en los colombianos está, cuando esa identidad se repite una y otra vez y las proclamas que antes sonaban frescas, ahora suenan gastadas y las fórmulas ya son harto conocidas por el público. La evolución en el sonido es perceptible, pero la intensidad se pierde con el paso de los minutos. Esto es lo que pasa con éste nuevo albúm.
Producido por Cachorro López, Claroscura está compuesto por doce canciones y un tributo a Juan Gabriel, “He venido a pedirte perdón”. La chilena Ana Tijoux aporta su voz en “Play” y Jorge Celedón, el cantante de música vallenata, en “Ay ombe (vamo´a relajar el pony)”. La intervención del ex guitarrista de Los abuelos de la nada fue muy “chévere”, en palabras de Echeverri, quien quedó muy satisfecha con el producto.
El octavo disco de la banda cafetera pone fin a un hiato de diez años sin editar canciones nuevas. El anterior trabajo, Reluciente, Rechinante y Aterciopelado, editado en 2016, funcionó como un grandes éxitos en vivo. En todo ese tiempo, Andrea Echeverri y Héctor Buitrago, estuvieron entretenidos en proyectos solistas; él editó Niños Cristal (2014) mezclando rock y electrónica y con un fuerte mensaje ecológico y ella Ruiseñora (2012), tercer trabajo discográfico en soledad, de fuerte impronta feminista.
La portada de este nuevo aporte de Aterciopelados presenta a Echeverri y a Buitrago inmortalizados como en una pintura surrealista que Dalí se olvidó de presentar, recargada con múltiples objetos que se podrían analizar con un diccionario de símbolos (ella tiene de hecho tres manos y su compañero solamente una). Cada músico, desde su costado, representa lo claro y lo oscuro (perceptible en el cielo, en la vestimenta) tal como mencionó Echeverri en una entrevista: “Héctor es claro porque no toma, no fuma, es vegetariano, tiene toda una propuesta de activismo alrededor de lo ancestral y la ecología; y por el otro lado estoy yo que soy oscura”.
Así como sucede con Café Tacvba, conjunto que uno asocia con melodías muy alegres pero cuyas letras muestran, muchas veces, un costado oscuro (“Déjate caer”, “Cometer suicidio”); con Aterciopelados pasa algo similar. Sus melodías son coloridas y animadas, pero la mayoría de sus letras explicitan un mensaje de protesta, acusan a los estereotipos, alertan el aumento de la contaminación, rechazan el machismo, promueven la ecología, discuten la importancia que la sociedad le otorga al cuerpo, revalorizan lo ancestral y aceptan la muerte, siempre con la mujer en el epicentro de la escena. Las temáticas habituales o con otras palabras, sus caballitos de guerra ya conocidos.
“Cuerpo” es una electro cumbia en sintonía con “Futuro”, de Café Tacvba de Jei Beibi (2017), en especial por el beat y la cadencia. En 1998 Andrea cantaba en la canción “Estuche”: “Mira la esencia, no las apariencias / 90-60-90, suman doscientos cuarenta / Cifras que no hay que (no) tener en cuenta (oye)”. En “Cuerpo” se pregunta “¿Para qué sirve mi cuerpo? / Para mirarme al espejo y compararme con la diva del momento”. Tanta bandera contra lo físico, hace que uno se pregunte hasta qué punto no le pesa a la cantante el no haber tenido la suerte de un cuerpo escultural. Las canciones hacen demasiado ahínco en defender esa seguridad amenazada constantemente en esta era de la imagen y de la valía de los likes. “Piernas” comienza diciendo “Aunque tenga celulitis, amo mis piernas”. Continúa: “Yo amo mi culo aunque sea blandito”.
Uno de los elementos que le resta puntos a Claroscura es su intención doctrinaria. La poesía insiste mucho en la ideología a seguir y las líneas son muy herméticas. La consecuencia de la falta de fisuras en el mensaje, es la pura obturación. De este modo, el efecto es el contrario al buscado. En “Ay ombe (vamo´ a relajar el pony)“, le hacen cantar a Jorge Celedón entre sonidos de acordeón: “Hoy agacho la cabeza ante la grandeza de la mujer”. En “Despierta mujer” insiste: “Mujeres ustedes tienen el poder / Júntense, únanse, no se peleen”. Supongo que el nuevo contexto mundial, con el Me Too a la cabeza, las agrupaciones feministas, la influencia de las redes sociales y las marchas para la igualdad de la mujer, resignifican el mensaje de Aterciopelados pero la lucha es siempre la misma, la que iniciaron desde Con el corazón en la mano (1993) y desde entonces el mensaje es un patrón. Casi todo el disco gira en torno a ésta temática, y lejos de movilizar, termina siendo reiterativo. En “Tumbao” aclara: “No me voy a callar (…) no me voy a quedar quieta”. En la letra “Manifiesto colibrí” se cita a sí misma; encontramos frases de “Florecita Rockera” (1995) y de “La pipa de la paz” (1997). La última canción antes del remix de Juan Gabriel es la más desgarradora y pesimista del disco. En ella Echeverri habla de la proximidad de la muerte, de cómo el tiempo deteriora el cuerpo, enturbia sus facultades. El tono oscuro llega al climax, cuando lamenta “La cuenta es regresiva para ser de los gusanos la comida”.
Musicalmente no presenta grandes innovaciones. “Tu amor es” empieza con un piano y unos sintetizadores y explota en un sonido netamente noventoso con palmas incluidas. “Soñemos con un bosque” presenta una especie de carnavalito que remite a esas melodías chamánicas que tan bien saben actualizar con charangos y flautas. “Duo” quizás sea la canción más experimental del disco, con una base entre Depeche Mode, Babasónicos y Gossip, innovadora para la banda bogotana. “Show” suena como cualquier banda no mexicana que busca acercarse a la música tradicional de los mariachis, así como La renga hizo en “Psilocybe mexicana”, de Despedazado por mil partes (1996). “He venido a pedirte perdón” suena como un remix hecho por Miranda! para El disco de tu corazón (2007).
Claroscura, con ese adjetivo en versión femenino, sentando desde esa vocal su resistencia estética, es un álbum orgánico que no desentona con la discografía de Aterciopelados, pero que no logra escapar de la melancolía. Echeverri dijo recientemente que el objetivo de la banda era sonar “cero nostálgicos”, pero a juzgar por el resultado, no pareciera existir distancia entre el dicho y el hecho. La intención por alejarse del pasado se vuelve algo infructuosa a lo largo de las 13 canciones, aunque se mantengan fieles a su esencia. No encontramos potenciales hits como “Baracutana”, “Rompecabezas”, “El álbum”. Sin embargo, a esta altura de su carrera, sumamente consagrados, pueden prescindir de “Florecita Rockera”, porque la primavera siempre vivirá en el espíritu de Aterciopelados.
Aterciopelados – Claroscura
2018 – Sony Music
01. Play (feat. Ana Tijoux)
02. Cuerpo
03. Tu amor es
04. Ay ombe (Vamo’ a relajar el pony) (feat. Jorge Celedón)
05. Tumbao
06. Soñemos un bosque
07. Dúo
08. Despierta mujer
09. Manifesto Colibrí
10. Piernas
11. Vieja
12. Show
13. He venido a pedirte perdón (Remasterizado)