El vidrio de un acuario se quiebra, liberando un río de lágrimas que un volcán se encarga de evaporar. Una máscara de miel se derrite y revela la esencia de un enigma sagrado. Las teclas del piano se rompen y el dolor fluye como una cascada de lava, sin necesidad de palabras, hasta convertirse nuevamente en agua. Dentro del universo poético de Luz de perla, Anyi se embarca en un viaje introspectivo y transformador para explorar los misterios divinos de la existencia.
El segundo álbum de la artista mendocina fue creado en uno de los años más trascendentales y significativos de su vida, y cada canción es un testimonio de la alquimia personal que experimentó durante ese período. Con las emociones a flor de piel, Ángela Aparicio se deja guiar por la intuición y sus versos sugestivos se adhieren en un trance hipnótico, transitando desde la pureza pop hasta la danza electrónica, del ardor del trap al hechizo del synthrock. Luz de perla nos sumerge en un crisol sonoro, fusionando elementos oscuros y brillantes para sondear las dualidades de la vida, bailando entre el cielo y la tierra.
Elegido como uno de los mejores discos argentinos de la primera mitad del año por Indie Hoy, el sucesor de Crucero cristal (2019) deja en la superficie a aquella joven que llegó a la música de forma didáctica, para encontrarnos con una madurez inquieta que se revela de forma caleidoscópica. Anyi nos imanta a fundirnos en un sueño psicodélico, presentando un disco más ritualista, cargado de pasión y nostalgia, donde la melancolía desborda a cuenta gotas. Este nuevo trabajo destila menos inocencia, develando a una artista con una expresión afectiva más radiante y poderosa que nunca. Una foto mientras se prende fuego.
“Yo creo que Luz de perla expone un crecimiento personal muy grande, en cuanto al manejo de mi energía y la forma de encarar el canto con menos miedo -cuenta Anyi en conversación con Indie Hoy, mientras se prepara para la presentación en vivo del disco este fin de semana-. Hay una cuestión más adulta, pero sigue naciendo desde la misma fuente humana y errante que soy, solo que con info actualizada y más herramientas adquiridas. Podríamos decir que Crucero cristal fue un vómito más inocente y en este nuevo álbum pude estar un poco más en los detalles y cuidar más las palabras”.
Luz de perla salió en abril. ¿Cuál fue el impacto emocional después del lanzamiento y cómo influyó el proceso en tu desarrollo personal?
Sigo procesándolo. Además de la salida del disco, tuve una mudanza. Ambas situaciones significan muerte y nacimiento. Ha sido todo muy intenso y hermoso, estoy muy agradecida. Luz de perla comenzó luego de haberme vuelto loca escuchando la música de Elmalamía. Le escribí y me dijo que justo estaba por venirse a vivir a Buenos Aires. Sentí que íbamos a entendernos bastante y así fue. Le comenté acerca de la idea de encarar un álbum. Me encontraba con muchas canciones y combustible de sobra. Arrancamos la producción con “Música bailando”, la hicimos en un día. Hubo una conexión musical muy buena y genuina. Veníamos bien arriba, pero en el medio falleció mi abuela, que fue una persona sumamente importante en mi vida. Me golpeó bastante fuerte y viajé a Mendoza. Ella me acompañó mucho de chica, me llevaba a los teatros, a escuchar a la orquesta, me sentaba en el piano, hacíamos viajes juntas. Infinita sabiduría, aprendizaje y protección. Fue todo muy duro, pero mágicamente bello. Desde chica hubo mucha muerte en mi vida, empezando por mi papá que falleció en un accidente de autos cuando yo tenía cinco años. Siempre fue una temática el integrar la muerte como parte de todo. Aunque cada partida se siente diferente, al fin y al cabo todo es lo mismo. Inevitablemente, Luz de perla se tiñó de todo esto y dejé que fluya. Lo quiero mucho, refleja uno de los años más transformadores de mi vida.
Es muy conmovedor saber que dedicaste el disco a la memoria de tu abuela. ¿En qué medida la música te ayudó en tu proceso de sanación y pudo brindarte consuelo?
Creo que no está dedicado solamente a ella sino también a Coste y Pablito [dos amigos], que también se fueron el mismo año. Cuando entré a la casa vacía de mi abuela por primera vez y me encontré a solas con el piano de cola, me senté, puse a grabar con el celular, empecé a tocar todas las teclas y lloré a través del piano. En esa improvisación tuve una conexión muy profunda y me dejé llevar. Siempre le tuve un respeto inmenso a ese piano y me costaba acercarme a él. Ese día fue todo muy suave y amable. Cuando volví a Buenos Aires, le mostré a Elmalamía lo que había grabado y le produjo un par de texturas por encima muy lindas. Así nació “Chau te voy a extrañar”.
Cuando llega esa canción, se siente un corte abrupto en la escucha del álbum. ¿Qué significado tiene para vos esa parte que se percibe como intensamente catártica?
La música es un lugar donde yo sano mis heridas y expongo muy al desnudo lo que siento. Al principio me daba mucha cosa sumar ese tema, sentía que era una canción muy corta mambo y que podía generar incomodidad ya que no a todo el mundo le gusta entrar en contacto con esa energía. O al menos no en cualquier momento. Es un golpe inesperado, un corte abrupto como vos decís, y creo que la vida es eso: construir un castillo de arena y ver cómo una ola lo destruye de un segundo al otro. Entendí que entregarse al desnudo termina siendo hermoso, sobre todo cuando te enterás de que esa canción acompañó o afectó positivamente a alguien más. Podrá ser el tema más salteado, pero él está ahí para cuando lo necesites. Resultó ser una pieza fundamental para el disco y le tengo mucho aprecio. Estoy contenta de haberme animado a sumarlo a la lista, me parece espectacular ver cómo las personas lo reciben y lo hacen propio. “Volví a escribir poesía, gracias”, “Anyi gracias a tu música pude llorar”. Llorar es algo muy importante, es como hacer caca o cualquier cosa. Algo que tiene que salir. Cuando no lloramos o no movemos la energía, se estanca y nos enfermamos o pasan cosas. Saber que mi música ayuda en ese sentido es muchísimo para mí, este disco tuvo mucha catarsis. Llegando al final, se sumó [la poeta] Flavia Calise y me ayudó a terminar de escribirlo, a ponerle el barniz. Ella fue una pieza fundamental, la amo. La alquimia que hubo entre las dos fue muy especial y estoy eternamente agradecida.
¿Podés explicar la razón detrás de la elección del nombre del álbum y cómo se relaciona metafóricamente con la idea de la perla?
Estaba bastante perdida con el nombre. Hay muchas anécdotas, pasó por varios nombres. Al principio le quería poner “Corazón y blanco” y después “Entre el cielo y la tierra”, pero entendía que solo eran pasos previos hasta el nombre final. Un día me junté con Celina Jury, una amiga de Mendoza con la que compartí mis primeros recitales. Ella tiene una lectura muy particular de las cosas, siempre me deja pensando. Cuando le mostré el álbum me dijo: “Crucero cristal es un viaje por la superficie, cerca de la costa. Luz de perla se mete verdaderamente en lo profundo y oscuro, a buscar la perla más brillante para traerla hacia arriba. Vos tenés la capacidad de hacer eso”. Estaba con muchas cosas en mente y mi cuaderno para escribir estaba lleno hasta los bordes. El disco ya estaba listo y solo faltaba ponerle nombre. Decidí relajarme, comprarme un cuaderno en blanco para ponerme a escribir y ver si así bajaba algo nuevo. En la primera página llegué a la palabra “Luz” y la subrayé. Acto seguido mi mano solita sin pensar escribió “de perla”. Y listo, no mucho más, lo dejé así. Sentí algo adentro. Al empezar a analizarlo observé que todo se conectaba ridículamente, sobre todo con lo que me dijo Celi. Investigué cómo se creaban las perlas y me dio mucha ternura porque tenía bastante sentido. Cuando a la ostra ingresa alguna piedrita o algo que invade y lastima, el molusco genera el nácar para protegerse. Entonces, una perla no es más que una herida o infección cicatrizada. Mientras más herida, más perla.
¿Cómo fue el proceso con Elmalamía para plasmar tus sentimientos íntimos de forma precisa en el disco?
Fue muy mágico porque nos entendimos muy rápido y creamos una gran confianza. Siento que él sabe perfectamente manejar este tipo de energías densas y fue un gran compañero en el proceso. Yo estaba bastante golpeada por la vida. Los temas son muy distintos entre sí, el disco es ese collage que soy y todos los estados por los que fui pasando. Elmalamía pudo acompañar de manera muy amable, paciente y profesional. Supo leer muy bien mis ocurrencias, producirlas rápidamente y también proponer ideas brillantes. Hubo mucha experimentación. Fuimos simplemente andando y creando en la marcha de forma súper entretenida e intuitiva.
Hay contrastes muy efusivos en términos sonoros. Por ejemplo, “Máscara de miel”, el tema con Isla Mujeres, devela la cara más poderosa y feminista del disco. ¿A qué responde esta segunda colaboración juntas teniendo en cuenta tu participación en su último álbum?
“Máscara de miel” nace estando en Mendoza en un post operatorio muy doloroso que tuve que pasar bajo efectos de mucho Tramadol y Dolten. Me imaginé en una hoguera como una analogía de estar en un escenario siendo yo misma. Yo soy yo, soy esto y estoy acá, en este escenario. No voy a dejar de ser yo por vos. “Sacame una foto mientras me prendo fuego”. Acá estoy. A la hora de grabarla sentí que, con mi voz sola, no se terminaba de armar. Necesitaba mucha más fuerza. Las invité a las chicas y se convirtió en una canción de brujas. Me encantó. Hablábamos con Elmala sobre la idea de tener un tema en el disco que sea pesado y manija, que tenga esa cosa de descarga poguera. Y terminó siendo este.
En la recta final del álbum, se percibe una energía refrescante con la participación de Doppel Gangs en la canción “Pista viva“. ¿Cómo surgió esta colaboración y qué aporta a la experiencia emocional considerando tu amistad com Simón Saieg?
Lo de “Pista viva” fue todo súper improvisado. A mí me faltaba solamente un tema para completar Luz de perla, quería que sean 11 canciones en total. Tenía muchas opciones, pero ninguna me parecía acorde para el disco. Un día nos juntamos con el Simón y me mostró una idea que tenía: “En esta fiesta todos hablan nadie baila, hay un acuario bajo la escalera”. ¡Me encantó! Le agregué unas cositas, la llevé al estudio y le mostré algunas referencias a Elmala. La canción se hizo de una, tiene solo dos acordes. Fue un juego muy simple y divertido, trajo mucha frescura. En el orden del disco, “Pista viva” viene después de “Chau te voy a extrañar”, para sacarte de ese bajón. “Rompamos el vidrio”, es romper el acuario de las emociones, liberarse y abrirse ante el mundo, bailar sin vergüenza ante los demás. Tiene un sentimiento de buscar comunidad, de unir poderes entre todxs, de disfrutar de la vida porque literalmente todxs nos vamos a ir. Quedó bastante al pie esa canción ahí, me encantó sumarla al relato y sobre todo integrar algo que no nació de mí.
¿Y qué nos podes decir sobre la colaboración con Simona en “Soy un volcán”?
Pasó lo mismo con Simona, son como hermanxs para mí. ¿Qué más lindo que colaborar con ellxs? En el caso de “Soy un volcá” con Simona, fue todo a distancia a través de videollamadas. Me mandó su parte en un audio de WhatsApp y me enamoré. Ponerte a pensar que dejaste música en este mundo con tus amigxs es muy conmovedor. Me encantó que aporten su pedacito y le sumen esa frescura tan necesaria. En un principio, el disco no iba a tener colaboraciones, pero me dejé llevar y todo tuvo sentido, fue perfecto.
¿Qué papel desempeña la espiritualidad y la astrología en tu vida? ¿Cómo creés que se relaciona con las temáticas que exploraste en el disco?
Hace varios años comencé a tomar distintos tipos de terapias, desde acupuntura hasta psicoanálisis, y mucho budismo inculcado por mi mamá. También hay algo de mis amigas astrólogas y tarotistas. Hice ayahuasca, sound healing, flores de Bach, masaje shiatsu y no sé cuántas cosas más. Fui tomando herramientas de todos lados y divirtiéndome. No me tomo nada tan en serio en verdad, me sirve para jugar a la vida. Todos los caminos llevan a lo mismo, el encuentro con lo que soy. Exponer música que nace desde un lugar tan del corazón al desnudo es fuerte y genera tensiones, cuesta e incomoda, pero intento entregarme y compartirla porque cuando lo hago suceden cosas bellísimas. No sé, no quiero intentar entender nada desde la mente, solo sentir. Cuando el otro escucha, todo cobra sentido, me quedo con eso. Para sacar este disco me ayudó bastante la idea de ¿qué cosa puedo yo poner al servicio en este mundo? ¿Cuál es mi fruto? Hoy son las canciones, quizás en otro momento se me da por hacer películas.
Anyi se presenta este sábado 5 de agosto a las 20 h en Niceto Club (Av. Niceto Vega 5510, CABA) junto a Mora y los Metegoles y Barbarelle, entradas disponibles a través de Passline. Escuchá Luz de perla en plataformas de streaming (Spotify, Tidal, Apple Music).