Con una poderosa voz y aura enigmática, Francisca Gil sentó las bases de su sello distintivo bajo el seudónimo de Chita. Con una fragilidad austera, sin escrúpulos ni melodramas, la cantautora porteña se dedicó a abordar la frivolidad e incandescencia del desamor como uno de los temas centrales del repertorio. Con letras apasionantes y testimoniales manifiesta la potestad del espíritu femenino atravesando un amplio abanico de géneros que abraza R&B, neo soul, future bossa, pop y reggaetón, entre otros. Así fue que durante estos últimos años, Chita demostró su ingenio seductor e imponente para plasmar emociones y pensamientos en ebullición, generando empatía con el contrapeso armonioso de su canto.
Su tórrido disco Encanto (2019) atesora un cúmulo de experiencias de melancolía, soledad y desventura, a fin de subsanar las heridas y procurar el destierro provisorio en su alma. Desde la reconfortante “Poder en mis manos” hasta el cierre lacerante de “Nada más que hablar”, sus canciones atraviesan diferentes escenarios, ritmos suaves y apacibles imantando clímax bailables y escurridizos. El primer álbum de la artista alcanza intensidades celestiales pero también bajadas muy profundas, corrientes de misterio y agua fría, con timón a lo desconocido.
Su anteúltimo lanzamiento, “Dwele”, es una bocanada de aire fresco que muestra una Chita dispuesta a abrir su corazón para afianzar sus raíces R&B, luego de haber experimentado por diversos horizontes. Atrapante y aniquilador, dueño de una elocuencia visceral que fluye cabalmente de principio a fin. Sin embargo, hay dolencias que jamás desisten ante la poesía, solo amortiguan la caída hacia el abismo y dulcifican la canalización de las miserias. Por la misma línea, su más reciente single, “Entre los dos”, desdobla la apuesta de su antecesor con una tenacidad inquebrantable que agita el avispero. Guiados por un beat ardiente, los vestigios de una guerra sentimental con el pasado levitan en una atmósfera etérea repleta de estrellas centelleantes que pueden apagarse, pero nunca perder el equilibrio al filo de la vulnerabilidad interpretativa.
Mientras se prepara para su flamante presentación el sábado 30 de julio en el Teatro Vorterix, hablamos con Chita sobre su camino hasta acá.
En “Dwele” decidiste hacer un guiño a uno de los máximos referentes del soul y R&B, Andwele Gardner. ¿Recordás cuando sentiste el flechazo por este artista estadounidense? ¿Cómo surgió la idea de utilizar este recurso desde el título?
Me gustó hacer ese guiño porque justo Andwele Gardner es un artista bastante under del soul. Lo conocí hace mucho tiempo, entre mi adolescencia y mis veinte, porque tenía un amigo que era muy melómano y él me lo mostró. Después adelantamos todo el disco hasta ahora que me empecé a juntar con Emme y con Benja [Lopez Barrios], las personas con las que estoy haciendo este nuevo álbum, y para el cual hicimos este tema. Son casi padres del R&B, entienden el género como nadie, lo cual es difícil de encontrar acá en Argentina particularmente. Desde el minuto cero pensamos que el concepto tenía que ser muy R&B. Emme es una genia, porque cuando escribió la canción puso “Duele”, pero con “W”. Y ya que estamos volviendo al R&B, el guiño a Andwele quedó redondo.
El R&B siempre estuvo en todo lo que hiciste como parte de tu esencia, pero ¿qué significa volver a las raíces?
Siento que no me he alejado tanto, aunque sí obviamente estuve experimentando con otras cosas. Pero ahora estamos volviendo a la pureza del género. Se siente muy bien la verdad, honestamente es lo que más fácil me sale, porque es lo que más he mamado de chiquita. Ya no se siente tanto como una prueba, sino algo que va caminando firme ya que es un género en el que me siento muy a gusto.
¿Qué podés adelantar acerca del nuevo disco?
Te spoileo un poquito. Lo estamos laburando, el disco va a salir en dos partes. La primera probablemente a fin de año, mi ideal sería en noviembre. Lo más importante, y lo que más quise destacar de este disco, es que sea full R&B. Quiero sacarme las ganas de hacer un disco que suene completamente así.
A lo largo de tu obra describiste distintas etapas y procesos ligados a los vínculos afectivos. ¿Cómo analizás el crecimiento personal que se ve reflejado en tus canciones? ¿Y qué sucede cuando tenés que desdoblarte en otros sentimientos?
Se nota que fui atravesando diferentes etapas. Al principio siento que era más vulnerable por las cosas que habían pasado. Escribir sobre vínculos afectivos es algo muy del género, el R&B siempre son canciones de amor o desamor. Es loco porque lo que más fácil me sale es escribir. Pero definitivamente siento que hubo un cambio desde que empecé, era más chica también y con el tiempo fui creciendo. Ahora no estoy en un estado de desamor y las cosas van cambiando. Creo que mi música es bastante transparente en ese sentido.
Hubo varias interpretaciones de “Poder en mis manos”, una canción que habla sobre la fuerza de seguir adelante tras las adversidades del corazón. ¿Qué sentís cuando un tema de desamor que escribiste se desdobla a una cuestión sociopolítica teniendo en cuenta la coyuntura actual de la lucha feminista?
Me encanta enterarme de situaciones así. Justo “Poder en mis manos” no es de las canciones más conocidas, así que es lindo saber que hay otra gente que conecta con la canción. Y sobre todo me encanta cuando sucede en un grupo de chicas. Cuando me entero de estas cosas, no quiero decir nada que sea muy cliché, pero honestamente cuando uno se entera de estas cosas se da cuenta que es para lo que se trabaja. En el arte, si la persona que está del otro lado no puede conectar, hay algo que no está funcionando. Me pone muy contenta saberlo, porque cuando la escribí con la idea de que genere eso en otra persona. Sobre todo en mujeres quizás por el contexto que tiene, así que me hace sentir que se realizó.
Así como hay adhesiones positivas en las interpretaciones del público, ¿cuáles son los riesgos, o miedos quizás, de dejar todos los sentimientos sobre la mesa en una canción?
La verdad es que hay veces que me siento un poco expuesta. Cada persona que hace música tiene su forma de ser, hay gente que se puede meter en personajes para escribir, pero a mí no me sale eso, me sale escribir cosas autorreferenciales. Y no siempre está tan bueno, porque hay veces que la gente no conecta con esas cosas. Por ejemplo, cuando salió mi canción que se llama “Lo que hace conmigo”, que habla sobre celos, había gente que me criticaba, lo cual yo lo entiendo. No todo el mundo tiene las mismas dolencias, o siente las mismas cosas. Pero al no ser una música tan liviana, porque pongo mucho de las cosas que me pasan, vas a tener gente de los dos lados.
En esa canción porque dejás expuestas tus debilidades en un papel que vos misma criticás. Hasta incluso lo ponés en palabras cantando “Tus ojos me están volviendo loca, yo no quiero ser así”.
Totalmente. Aparte, lo que quizás la gente no sabe es que cuando escribí la canción era una parodia. No era tanto porque yo sentía celos. Fue una situación muy pava, y me acuerdo que me había llamado la atención mi actitud de en vez de ir a decirle a la persona lo que me pasaba. Como hoy en día con todo lo del amor libre está mal visto, yo me lo guardé para adentro. Y un día se lo comenté a una amiga y me retó, no podía creer que me estaba guardando mis emociones. Tenía que ir y, no de mala manera, hablar con la otra persona. Fui y se lo dije, y recuerdo que fue muy liberador. Ahí empecé a escribir la canción, en parte buscando que sea algo más liberado y que la gente se pueda sentir cómoda diciendo lo que siente sin que sea algo tabú. Porque hoy en día parecería que es un poco tabú y no hay nada peor que no poder contar las emociones. Ahí te las guardás y cagaste.
Además del R&B estuviste experimentando con distintos géneros, como tu labor junto a Lito Vitale en el homenaje a Gilda. ¿Qué representó para vos esa experiencia?
Cuando me convocó Lito dije que sí sin dudarlo. Imaginate que habiendo crecido escuchando a Gilda lo que más quería era reinterpretar una canción. Él te entregaba todas la versiones, pero él me la sugirió y yo le dije que obvio. Aparte es una de las canciones que más he escuchado de ella. Me advirtió que iba a ser un track diferente a la original y ahí empezamos a laburar sobre una producción que me mandó. Fue un proceso muy lindo, ameno, y quedé tan contenta que hasta lo toco en mis shows en vivo.
Tu EP debut es de 2018. Cuatro años, y una pandemia de por medio, no es poco, hablando en retrospectiva, ¿qué podés reflexionar acerca de esas primeras canciones que marcaron tu destino?
Me gusta esa pregunta porque no me preguntan sobre ese EP. Le tengo mucho cariño y sobre todo mucho respeto. Lo hice a mis veinte años. A medida que fue pasando el tiempo me di cuenta de lo privilegiada que fui de caer en las manos correctas. Todo fue por haber conocido a gente. [El baterista] Guille Salort me presentó a Nico Cotton, productor del disco. Si bien todas las canciones son full mías, esa era una época en donde yo componía todo. Nico aportó un sonido muy sólido que hizo que las cosas terminen sonando mejor. Por otro lado, me pasa que hay con algunas canciones que ya no conecto tanto. No de una mala manera, sino porque fui creciendo y me fueron pasando otras cosas. Y hay algunas canciones que las veo como algo más aniñado, por ejemplo “Algo más”. Son canciones que a la gente les gusta mucho y obvio voy a tener que seguir tocando, pero no es una canción con la que cien por ciento conecto. Y aún así es una obra que le tengo mucho amor.
La persona seria y misteriosa que aparece frente al micrófono parece muy distinta a la divertida y hasta a veces aniñada que se muestra en redes sociales. ¿Cuánto trabajás en construir todo lo que involucra a la performance sobre el escenario?
Le meto mucho laburo porque es algo que hay que súper pulirlo. En mis primeros shows quizás sí había potencial, pero no era lo mismo. Igualmente yo desde que tenía cinco años siempre fui un personaje. Cuando era chica me encerraba en mi cuarto a jugar esto que soy hoy. Yo pienso que viene definitivamente de ahí. Mi mamá siempre se ríe porque le parece lo mismo. Ahora profesionalmente me dedico muchísimo a mejorarlo porque es algo súper difícil. Hasta te digo que hoy en día, con todo lo que pasó, tengo mucho más techo para escalar. Todavía falta para llegar a un nivel de experta, pero seguimos trabajando en eso.
¿Y a vos te cuesta disociar a Chita de Francisca?
Todo esto es un análisis que hago ahora, no sé qué habrá de real y qué no. Siento que es un personaje que armo porque es jodido subirse a un escenario. Creo que en cada carrera hay momentos. Pero quizás cuando no sos tan conocida, y muchas veces tenés que llamarle la atención a la gente que está del otro lado, lo vas laburando en función a eso. A mí este personaje serio me funciona, y es algo que todavía me gusta mantener.
Tenés un trabajo muy fino en tus letras, ¿cuáles considerás como influencias en la escritura?
Antes leía muchísima poesía y se veía reflejado en mis primeras canciones, las letras son más solemnes. Me gustaba mucho Federico García Lorca, Marguerite Duras. Ahora estoy escuchando mucha música de otra época. Me estoy reconectando con esos discos que me gustaban cuando era más chica, toda esa música que descubrí por mi padre, él me mostró a Louis Armstrong. También escucho mucho Nancy Wilson / Cannonball Adderley, es un disco de jazz increíble. Nancy Wilson es una de mis cantantes preferidas. Y también con bastantes discos de R&B que no había escuchado, y que Benja me fue pasando porque tiene una cantidad de data para tirar al techo. Así que estoy metiendo bastante de eso con el objetivo de que le sirva al disco.
¿Por qué te parece que tu propuesta congenió tan bien desde el principio con lo que se estaba gestando en la nueva escena musical?
Justo cuando llegué acá y saqué mi primer EP, por casualidad se dieron cosas muy bonitas. Yo estaba yirando por afuera y cuando volví acá se dio todo muy naturalmente. Fran Azorai, él tocaba antes conmigo y nos conocemos desde el colegio, me presenta a Guille Salort y empezamos a tocar juntos. Guille me presenta a Nico Cotton, y por él lo conozco a Juan Ingaramo y ahí se empieza a gestar algo. En ese momento recién estaba empezando la nueva industria. Creo que si bien mi música al principio era bastante inocente, yo lo veo de esa manera por más que haya canciones muy lindas, lo veo más naif, se me hizo un lugar en la escena porque era una propuesta dentro de Argentina que en ese momento no se estaba escuchando. En 2017 o 2018 estaban sonando los grandes de siempre, Babasónicos y Fito Páez, ahí fue cuando empezaron aparecer varias propuestas nuevas como Juan Ingaramo, Conociendo Rusia. Ahí en el medio caí yo. Esa es mi teoría, te puede gustar o no, pero creo que era una propuesta al menos.
Eso derivó en tu relación con artistas referentes de la escena urbana, Cazzu es una de estas. Tu colaboración en “Conversación”, le suma mucho al color de R&B que ofrece su disco Una niña inútil. ¿Cómo se originó este vínculo entre las dos?
Nosotras nos conocimos por esa canción. Ella durante la cuarentena empezó a hacer un disco de R&B, y tuvo la amabilidad de llamarme para decirme que quería que esté. Ahí me invitó a su casa y la conocí en persona. Siendo Cazzu pudo haber llamado a cualquiera y me llamó a mí. Me sentí muy halagada. Me hizo escuchar la melodía en su casa, tomamos mates hasta cualquier hora y la hicimos ese mismo día a la canción. Es una de mis favoritas, quedé súper contenta. A partir de ahí me empecé a llevar re bien con Cazzu, a vernos muy seguido, y en un momento le dije que debería conocer a Larita, que es una genia. Entonces las presenté, empezamos a juntarnos las tres y salió “Dándote”.
Chita se presenta el sábado 30 de julio a las 21 h en Teatro Vorterix (Av. Lacroze 3455, CABA), entradas disponibles a través de All Access. Escuchá “Entre los dos” en plataformas de streaming (Spotify, Tidal, Apple Music).