En adelanto al show que brindará en el Teatro Ópera de la mano de la productora Indie Folks, nos pusimos al día con Erlend Øye y el estatuto actual de todos sus proyectos.
Voy a empezar con una pregunta general y después procederé con algunas más específicas. ¿Qué puede esperar la audiencia de Buenos Aires de tu próximo show?
Pueden esperar que toque una amplia variedad de canciones, tanto de mis discos solista, como de Kings of Convenience y Whitest Boy Alive. Pero sí, también material nuevo que no se ha oído antes y que van a conformar un disco futuro.
¿Cómo surgió la idea de tocar en una ciudad como Córdoba? Los artistas de talla internacional no suelen ir ahí, lo que es una pena porque hay una audiencia consolidada por fuera de ciudades capitales como Buenos Aires.
Ya había viajado a Latinoamérica en el pasado, así que la idea este año era mayormente visitar lugares más pequeños. No tengo nada nuevo que promocionar, entonces me pareció un buen momento para llevar mi música a ciudades más chicas y hubo un organizador de Córdoba que se acercó con una propuesta razonable.
Lanzaste música bajo una gran gama de géneros que incluyen desde el dance al folk. ¿Hay algún nexo temático alrededor del cual gire tu repertorio, independientemente del género?
El género no me importa demasiado. La escritura detrás de la canción es más importante. Yo sé que podría tranquilamente alterar una canción para que se vuelva electrónica o country o reggae o lo que tengas ganas. Es fácil cambiar eso, pero la historia de la canción es algo más preciado para mí.
Es gracioso que menciones la electrónica porque yo te considero una suerte de pionero en el sentido de que cuando empezaste a principios de los 2000’s, fue bastante innovador y le abrió muchas puertas a figuras que procedieron a hacer lo mismo. ¿Qué otra cosa te gustaría intentar en la cual no hayas incursionado? ¿Hay algún territorio musical que sentís que tiene potencial pero no ha sido explorado lo suficiente?
En los últimos años, he empezado a tocar con un ukelele, y desde entonces empecé a escuchar cosas nuevas. Creo que hay mucho por descubrir en la música acústica siendo inspirada por la electrónica. Quizás sea técnica, pero para mí sí hay una diferencia entre loopear un sonido y tocarlo en vivo. Hacer música en vivo pero inspirada por la modalidad de la música electrónica es un campo en el que todavía quiero trabajar.
Con Kings of Convenience, hiciste mucha música folk. ¿A dónde crees que se dirige el género? ¿Te parece que la fórmula se agotó, o que hay un próximo paso para esa clase de música?
Creo que mucho de lo que llamamos música folk es aburrido. Después de que salieron los Kings of Convenience, hubo una camada de artistas que fueron, no sé, sensibles pero aburridamente sensibles. Hay un montón de dolor personal, sí, pero lo que carecen es el ritmo. Me refiero la forma rítmica, percusiva de tocar la guitarra. Hay tantas maneras interesantes de tocar una guitarra pero debo decir que mucho de lo que llamamos música folk no me entusiasma en lo más mínimo. Sólo es gente imitando cosas que ya sucedieron. Y quiero agregar que en la música folk, lo que llamás música folk, lo lírico es muy importante. Y ya no hay tantos buenos letristas. No hay. Es un género complicado porque encima tenés que escuchar a lo que la gente canta y cómo lo canta.
¿Quiénes son tus letristas favoritos/as?
Una de mis grandes inspiraciones es Red House Painters. No todo lo que hace Mark Kozelek me llega, pero gran porcentaje de lo que hace sí. Amo a Leonard Cohen. Me encanta demasiado Suzanne Vega. Alguien como Bob Dylan… Esas cosas ya no están. Ya no hay Bob Dylans. Quizás en el mundo del rap.
El primer disco de Kings of Convenience fue titulado Quiet is the New Loud, lo que funciona casi como una declaración de principios. ¿Te parece que eso se sostiene hoy en día? ¿Cuáles son las cosas que te resultan punk o subversivas?
Siento que si fuera a lanzar un álbum con mi nuevo material solista en este instante, me encantaría volver a llamarlo Quiet Is the New Loud. Sigo creyendo que la quietud es algo muy poderoso. Muy ocasionalmente sucede que una cantidad de gente va a un show y están en silencio en conjunto. Y más todavía con los celulares. Es cada vez más difícil, porque tenés que ser muy bueno para poder concitar la atención del público. Pero hay un poder genuino ahí. Más que el que hay en tocar música ruidosa, y forzar a la audiencia a escuchar porque no tienen elección. Deben hacerlo, porque la música está tan fuerte que no hay nada que hacer más que prestar atención. Sigo creyendo que lo más difícil es tocar música en un ambiente donde toda la gente debe participar.
¿Cómo lidiás con ese desafío como intérprete?
Me resultó difícil en Montevideo, toqué ahí hace dos semanas. Me costó porque había un bar abierto durante el show, y si bien la gente que compró entradas fue muy atenta y respetuosa, el bar estaba abierto y el personal iba de acá para allá, y podía percibir que no les importaba nada lo que estaba sucediendo. Eso puede arruinar mucho para mí. Hay una gran diferencia si todo un público está prestando atención, o si todos menos cinco personas lo hacen. Si tenés a un fotógrafo o fotografa dando vueltas en frente del escenario, eso puede distraer a la gente. Así que sí, es difícil. A veces debo hallar la forma de dirigirme a la gente durante el show, y es algo difícil de hacer sin convertirte en un pesado que sermonea. A veces fallo. A veces tengo éxito.
Escuché que querías curar un festival de música. ¿Eso es un deseo o algo en lo que estás trabajando?
He estado muy interesado en festivales de música, pero lamentablemente mis oídos ya no son lo suficientemente buenos como para poder hacerlo. Tenía muchas ganas, pero si quiero hacerlo, debo estar ahí. Quiero ir a festivales por la gente que asiste, pero no podría disfrutar la música.
Serían mejor si fueran un pícnic gigante.
(Risas) Hoy por hoy, lo que me encantaría hacer es algo que me sucedió en Santiago. Fue hermoso. Sólo era gente junta, un montón de artistas que sabían tocar instrumentos acústicos cantando en un cuarto pequeño y sabiendo cómo tocar sin amplificación. Por supuesto, un escenario así nunca podría contar con más de treinta personas. Pero fue precioso. Había mucha gente con talento. Había una chica chilena, que se llamaba Niña Tormenta. Le está yendo muy bien, lo organizó y un montón de gente de su círculo estaba tocando. Eso es algo que me encantaría hacer.
Mencionaste tu audición. ¿Influyó de alguna forma en la disolución de Whitest Boy Alive?
Fue mitad y mitad. Un cincuenta por ciento fue mi oído y el otro cincuenta por ciento porque simplemente no había mucho más para hacer juntos. Las canciones nuevas que estaba haciendo y las ideas que estaba teniendo se situaban en un área completamente distintas y al resto de la banda no les entusiasmaba. A mí me inspira lo nuevo. Tenés que ir a donde te inspirás. Yo me inspiro descubriendo nueva música, y ahí es hacia donde voy. No puedo quedarme quieto, porque eso mataría la inspiración que conduce a mis canciones.
Rotaste a lo largo de un montón de ciudades y países. ¿La geografía o atmósfera de un lugar dado informa o determina la clase de música que hacés ahí? ¿Te pasa, por ejemplo, que mirás a tu discografía y decís: “este es mi disco Londres, y este es mi disco Berlín”?
Seguro. Depende mucho de la gente a tu alrededor y de la que te rodeás. La música que les gusta. Eso me influye porque me conduce a preguntarme por qué les atrae determinada cosa. ¿Por qué les gusta esto? Hm. ¿Por qué estas canciones son similares? Escuchemos un poco más de cerca. ¡Ah! Ok. Ahí entiendo. Tenés que indagar más profundo. Aprender de lo que aprecia alguien más es algo que me inspira. Por ejemplo, amo salir a bailar, pero uno no puede decidir la música que van a pasar entonces hay que adaptarse. Hago mi mayor esfuerzo para disfrutar lo que está sonando. En Argentina en el 2007, los DJs sólo ponían cumbia y yo no conocía esta música entonces lo primero que hice fue intentar aprender al respecto. En Italia, particularmente, la gente no escucha necesariamente música italiana. Al menos la gente con la que yo salgo. Pero después sí, por supuesto, cuando me mudé a Italia, aprendí mucho y eso inspiró mis canciones nuevas.
¿Qué cosa específica de Italia te inspiró a mudarte allá, si no te molesta que pregunte?
Es un muy buen país. Aman la comida. Noruega no ama la comida, así que quería, mientras estoy vivo, experimentar el vivir en un país donde la gente ame la comida.
Mirando al futuro, y ya que mencionaste a Italia, sacaste un tema en italiano hace unos años y escuché que estás preparando un disco entero en ese idioma, ¿es verdad?
Sí. Lo estuve intentando. Es que últimamente no ha sido una gran prioridad para mí. Estos últimos años me los pasé intentando hacer el nuevo disco de Kings of Convenience. Esa fue la prioridad.
¡Qué bueno! ¿Cómo está quedando?
Bueno, de hecho las canciones ya están todas escritas. Son buenas. Todavía ni las tocamos estando de gira. No grabamos el disco aún. Por muchas razones, pero principalmente porque vivimos en lugares distintos y nuestros estilos de vida son tan divergentes que es difícil combinar agendas.
¿Podemos esperar al disco para el 2018?
No, no lo creo. Me estoy tomando un descanso, pero al margen. Terminás un disco y es lanzado mucho más tarde, como siete u ocho meses después. Así que hay que esperar.
Erlend Øye se presenta esta noche en el Teatro Opera (Av. Corrientes 860, CABA). Entradas en venta mediante Ticketek.