Mariano Abelenda es guitarrista y cantante de Fiero, una banda con una década de experimentación musical encima a través de texturas y ritmos difíciles de etiquetar. La frenética propuesta instrumental de sus primeros discos, con teclados y máquinas de ritmo en la primera línea de batalla, fue otorgando con el tiempo espacios al baile y el sonido valvular.
Pero ahora Mariano se encuentra disfrutando de la paz de su jardín -orgulloso de la casita del árbol que tiene-, con un sombrero campestre y poca batería en el teléfono, hablando con Indie Hoy sobre el último lanzamiento discográfico del grupo: Hachazo.
La propuesta, resultado de los indicios que fueron surgiendo en trabajos previos, es una invitación al zapateo sin distorsiones exageradas. “Metralleta” abre la placa con su cabalgata sónica y el bajo de Sebastián Villegas que golpea tan fuerte como un bombo. La percusión bailable a cargo de Sebastián Corso no le escapa a la ductilidad cuando el reggae y los ritmos latinos se escurren en “Manguera“.
El álbum es ecléctico y democrático, y la dulzura de “Maquina de fallar” (donde probablemente el multifacético Mateo Tassara tenga gran responsabilidad) se diluye rápidamente con la suciedad barrial de “Es lo de menos“, con un final al mejor ska irascible.
Su último lanzamiento es del 2018, ¿cómo fue volver a un estudio de grabación después de tantos años?
Estuvo muy bueno, para nosotros siempre es hermoso estar ahí. Y en esta ocasión había cierta madurez que se notaba en cómo generar el momento para ir al estudio y aprovecharlo al máximo. No siempre es fácil, estás encerrado en un lugar donde las horas corren y es caro, podés llegar a padecerlo. A nosotros ya nos pasó de llegar al estudio con un montón de ideas y en el medio te terminás embarullando.
¿Les pasó eso con algunos de sus discos anteriores?
No con uno en particular, pero sí en algunas jornadas del álbum anterior [Cuero, 2018]. Teníamos todo muy armado y dejamos al azar un par de cosas. Habíamos ganado varias jornadas de grabación con la participación en Camino a Abbey Road, salimos segundos y ganamos horas de estudio acá. Teníamos cosas muy preparadas y otras que dejamos al azar, invitamos gente y en algunos momentos la situación se complicó.
Para esta ocasión, la banda decidió cambiar la fórmula: nada quedó librado a la suerte y se habilitó un solo cupo para invitados. Los exhaustivos ensayos dieron su fruto, Fiero necesitó de apenas tres jornadas para registrar Hachazo: “Cada uno sabía lo que tenía que hacer en cada etapa de grabación y lo que iba a necesitar”, comenta Mariano.
Catriel Cavarriella, quien no solo es amigo de la banda sino que compartió escenario con el bajista Sebastian Villegas y Omar Mollo en la agrupación MAM, los ayudó con el armado del set de baterías y el traslado de los instrumentos. Para el segundo día, la placa estaba casi terminada y apenas faltaban algunos arreglos vocales o un postergado solo de guitarra.
Pero lo anecdótico sucedió unas horas después -a las 2 de la mañana exactamente- cuando Mariano disfrutaba en su casa lo que acababa de suceder en el estudio. “Vi que Ariel Minimal estaba conectado y lo invité a que participe en la grabación de un tema -recuerda-. Le compartí la letra, le encantó y al otro día estaba en la sala con nosotros. Es el único invitado que tuvimos”.
La elección de la canción, “Reloj de fuego“, fue un acierto en cuanto a registros, una espiral anárquica en la que el líder de Pez encuentra los espacios para desplegar su fuerza vocal.
¿Por algún motivo en especial no se dio la participación de Catriel en la grabación?
No era la intención. No nos parecía correcto hacerlo tocar temas que no conocía, y la invitación surgió en el momento. Le pedimos ayuda muy sobre la hora porque necesitábamos a alguien que nos diera una mano con el sonido de la bata y Catriel se copó sin dudarlo. Estuvo todo el día con nosotros y fue muy divertido.
¿Las ganas de volver al estudio aparecieron con el lanzamiento del disco en vivo Crudo que publicaron el año pasado?
En realidad, la idea de sacar un disco siempre estuvo, pero nos pasaron varias cosas. Después de Cuero hubo cambios en la formación y tuvimos que rearmarnos, ir encontrando la forma de nuevo. Ahí aparece un as de espadas que es Mateo, sangre joven y multiinstrumentista. La pandemia también afectó los tiempos y los proyectos que teníamos como grupo. Necesitábamos volver a afianzar la formación para encarar las composiciones y por suerte el año pasado lo pudimos lograr. Se grabó con canciones que se venían construyendo hacía tiempo y con algunas nuevas.
Desde su primer registro instrumental, Trueque en pelotas de 2011, hasta ahora, hubo un cambio fuerte en la búsqueda musical, más cercana al formato canción. ¿Hay algo nuevo que los haya influenciado musicalmente en este último tiempo?
Cosas que uno escucha hay miles, pero no sé si tienen que ver con lo que terminamos tocando. Hace tiempo escucho a los Fother Muckers, una banda chilena que me encanta. Mac DeMarco ni hablar. Y los clásicos siempre vuelven; J.J. Cale nunca dejo de escuchar, sigo todo lo que haga Mark Knopfler, estuve escuchando mucho los primeros discos de Dire Straits. En la sala tocamos lo que nos da ganas en el momento. De hecho, ya tenemos casi cocinado uno nuevo porque Hachazo se terminó de grabar el año pasado y desde mayo que estamos trabajando sobre algunas ideas instrumentales. De alguna manera, volvimos al principio. Estamos jugando en la sala probando dos baterías y evitamos el uso del pedal, en una búsqueda más natural del sonido. Es re bailable, instrumental y se va a llamar Minutas.
El título de su siguiente disco pareciera representar la acelerada alquimia que se genera en el estudio. La inmaculada proliferación que en determinados momentos otorga la inspiración y la conexión con el entorno. El guitarrista lo cataloga como “comida rápida y buena”. A veces se necesitan años para que la creatividad asome la nariz, y en algunos casos pareciera no querer irse. Según Mariano, “ahora no podemos parar. Una vez que empezamos a divertirnos, no sabemos cuándo se termina ese viaje”.
Con más de 10 años de trayectoria, el formato establecido para la composición fue migrando. Fiero pareciera mutar cada vez que decide entrar a un estudio de grabación. Para Mariano, “la inspiración surge de las improvisaciones”. La banda actualmente decidió incursionar en la idea de trabajar con dos baterías en simultáneo, algo difícil de amalgamar si los golpes a los parches no se ensamblan de manera armoniosa. “Hacía tiempo que tenía en mente la idea de trabajar con dos sets de batas, pero había que trabajarlo para encontrar la articulación correcta y que no se vaya todo al carajo”, aclara el cantante.
Fiero prefiere la incertidumbre antes que el anclaje a un estilo determinado. Su forma de evolucionar es mediante el cambio, una metamorfosis imprescindible para la supervivencia del grupo. Aunque algunos ortodoxos probablemente disienten del riesgo que conlleva la vacilación, Mariano prefiere aferrarse al deseo genuino. “Un disco te mantiene en una búsqueda constante -concluye-. No hay una forma correcta de posicionarse, a mí me encanta cambiar. Quién te dice y el año que viene sacamos un disco stoner”.
Escuchá Hachazo de Fiero en plataformas de streaming (Spotify, Tidal, Apple Music).