Casi tres años atrás, poco antes de que el mundo se partiera en pedazos a raíz de lo que significó la pandemia a nivel global, el nombre de Franzizca estaba empezando a sonar fuerte en la escena local de electrónica. Si bien la explosión de la DJ detrás de la fiesta Techno Moon parecía una cuestión inminente, pasó lo que pasó.
Tras la imposibilidad de suscitar la sinergia entre la pista y la cabina, Franzizca junto a su colega Juampi Bermani encontraron distintas maneras de instruirse, reinventarse y contribuir al cambio de paradigma en la escena electrónica local para que hoy podamos hablar de la Techno Moon como uno de los eventos más interesantes de la noche porteña. Esto se debe gracias a valores y decisiones que exceden a cualquier tipo de ponderación musical, mientras evidencian el compromiso social y calidad humana que nutre su propuesta cultural.
“Lo que realmente me llena es lograr un concepto artístico que genere que la fiesta deje maravilladas a las personas”, asegura Franzizca en conversación con Indie Hoy, y al instante enfatiza: “Apuesto a transformarme con la marca y no que sea siempre lo mismo”. Romper con los estereotipos. Romper con el machismo. Romper con los tabúes. Romper todo y empezar de nuevo.
A sus veintidós años, la DJ encabeza una camada de artistas de música electrónica que responden a los cambios del ambiente anclados en las luchas políticas actuales: Trascender el presente al que arribamos para alcanzar una sociedad más justa e igualitaria, libre de violencia y discriminación. Después de nadar contra viento y marea, Franzizca sabe que detrás de la diversión, incluso en la traslación del lema “sexo, drogas y rock and roll”, se esconden un sinfín de abusos y la más peligrosa desinformación.
Romper con lo establecido es el resultado de un conjunto de acciones con la intención de conseguir una recompensa externa y, por ende, mejorar lo existente es una motivación divina. La elocuencia y aptitud disruptiva impulsan la creatividad en el mecanismo interno de su disposición estética frente al público. Tan audaz como voluble, el ascenso meteórico de Franzizca la llevó a extralimitar la oscuridad inherente al hard y acid techno que distinguió sus inicios, para experimentar con un amplio abanico de géneros que va del house, detroit, break e industrial hasta el post-punk y cold-wave, sin menguar su sello autoral.
Al día de hoy, no tiene ninguna intención de encasillarse en el cumplimiento de su mandato, sino de revolucionar su arte en todo el sentido de la palabra con frescos contrastes de melomanía y una tenacidad desmedida en la defensa de creencias ideológicas y emocionales. Tras su reciente gira europea y su presentación en la edición local del festival Mutek, hablamos con Franzizca acerca de su interés por cruzar la música y lo político.
¿Cuál fue tu primer cercanía a la música?
Desde los 6 años que toco el piano. Una vez fui al cumpleaños de una amiga de mi mamá, me puse a boludear en el piano y mi mamá dijo “vas a ir a clases de piano”, y yo acepté sin problema. Fui hasta los 12, ahí empecé el curso de ingreso para el colegio y lo dejé. En el medio tuve otro acercamiento cuando canté en un coro de niños en el Teatro Colón, tenía 10 años. Después fui mutando hacia la guitarra y el canto, a los 16 empecé full música electrónica. Ahí me di cuenta de que quería hacer eso. También me encanta la música clásica y acústica.
¿Cómo definirías tu proceso de experimentación para abarcar distintos géneros musicales?
Calculo que a todos los artistas les pasa que cuando van desarrollando su arte conocen más música. Cuanto más adentro estás de lo que te gusta hacer, más géneros conocés, y se amplía mucho más el espectro. Siento que es muy difícil ser fundamentalista y quedarse con lo primero que experimentaste cuando tenés un mundo entero. Intento no cerrarme diciendo “yo hago esto y listo”. Cuando armo mis sets selecciono temas que me gustan. Siento que la tarea del DJ es hacer que eso encaje en un set con una lógica sin importar qué género sea. Esa es un poco mi filosofía a la hora de tocar, experimentar por muchos estilos. No soy partidaria de los sets de un mismo género, me lima un poco la cabeza aunque no digo que esté bien o mal, es un gusto personal. Por eso me gusta ir variando, la búsqueda en mis sets sobre todo se enfoca en generar en el público una sensación de descubrimiento y asombro al escuchar algo que nunca escuchó y nunca se esperaba escuchar. Ese es el objetivo al que más me gusta llegar, que el público se sorprenda, que disfrute y baile, que se lleve un tema, un sonido, un momento. Eso hace que la gente se acerque a la música electrónica y no que quede solo en el hecho de ir a bailar o drogarse, sino que se interesen más allá de lo superficial.
¿Preparás los sets según el lugar?
Soy bastante desorganizada, pero también bastante organizada. Mi forma de acción se basa en la memoria absoluta. Cuando era chica y tomaba clases de piano, mi profesora me enseñaba mucho a memorizar los temas para cada vez sentirlos mejor. Así mismo, cuando me llega una fecha analizo el contexto y el tipo de estilo antes de aceptarla. Puede que no la acepte porque no me gusta, pero si la acepto, analizo el publico, el género, el artista que toca antes y el que toca después. En base a eso llevo mis pendrives con cinco mil canciones y decido en base al conocimiento de mi música y el track que siento adecuado para la pista en cada minuto que va pasando. No soy una artista que prearma sus sets y tampoco me encasillo en lo que es la fiesta porque le estaría quitando la sorpresa al público. Me doy cuenta más o menos por dónde va, pero también experimento. Creo que esto es lo que te hace crecer como artista, no limitar al publico. Por prejuzgarlo podés sacarle una experiencia re piola.
¿Cuánto lugar tiene la improvisación y el azar en lo que hacés?
Eso es algo que no se puede pensar tanto antes, sino que lo vivís más en el momento. Es divertido, a prueba y error. Pongo un tema que creo que puede llegar a funcionar, pero que no estoy tan segura, pruebo la repercusión de eso y, si veo que es buena, sigo un poco más, y si no va pruebo por otro lado. Es sentir al público, lo que va y lo que no. Uno tiene que hacer lo que quiere teniendo en cuenta al público, debe tratar de ser lo más ameno para todos, pero sin perder su esencia. Soy DJ porque me gusta aprender del público. No me gusta la jerarquía de ciertos lugares donde la disposición del lugar es apartar la cabina del DJ lejos del público. El intercambio que se genera en un evento lo tomo como un espacio de aprendizaje y enseñanza tanto para el público como para mí.
¿Cómo fue el crecimiento de la Techno Moon?
A los 17 estaba estudiando producción, y a los 18 empecé a tocar con la Techno Moon que acaba de cumplir cuatro años en agosto. Empezamos con la fiesta, en principio, porque queríamos tocar. La idea fue crear un ambiente donde nadie se sienta incómodo ni juzgado, simplemente que sea para bailar y disfrutar, un ambiente cuidado junto a nuestras ganas de hacer arte. Y eso a la gente le gustó. En un principio no supimos qué fue lo que hacía que la gente se acerque, lo comenzamos como un hobbie, pero cuando se convirtió en un trabajo fuimos identificando lo que funcionaba y lo que no, en qué debíamos profundizar y qué cosas cambiar, con mirada crítica, lo que hizo que no nos quedáramos estáticos y empezáramos a crecer. Un pensamiento puede mutar según lo aprendido. No es lo mismo tocar en un centro cultural para cien personas que en un boliche para mil quinientas. No porque sea mejor o peor, sino que son experiencias distintas. Nuestra idea siempre fue aprender para mejorar, no quedarnos con lo que funciona y listo. Sino movernos, estar atentos a nuestro público, a cómo va creciendo junto a nuestro crecimiento. La gente cuando nos hace críticas no nos las hace desde un lugar ofensivo ya que sabe que nosotros reaccionamos frente a eso.
La Techno Moon propone grandes cambios en el paradigma de la música electrónica al poner sobre la mesa ciertos debates que permanecieron tabú durante generaciones pasadas. Para arrancar con uno de estos tópicos, ¿qué piensan acerca del prohibicionismo?
Tanto Juampi como yo creemos que el prohibicionismo no conduce a ningún lado. Hay cosas que existen de manera masiva y que son parte de la cultura. Hay que llevarlas por buen camino que no es el de la prohibición, porque de esta manera se genera la desinformación, haciéndolo peor e incitando a que sea malo, y esto provoca el mal consumo y los excesos. Nosotros estamos a favor de las políticas que fomentan el cuidado, la conciencia y el acceso a la información. Juampi se inscribió para hacer el curso de PAF, una agrupación de reducción de daños que estuvo presente en nuestras últimas dos fiestas. Es un grupo con un puesto que te recibe si necesitás información acerca del consumo o intentan ayudarte si te sentís mal.
Además, cuentan con protocolo de acción ante casos de violencia de género…
En un momento fuimos conscientes de que ya no teníamos una fiesta chica en la cual, como productores, podíamos ayudar a cualquier persona que se nos acerque. Para eso, todo el equipo tomamos un curso de capacitación y creamos un grupo especial que acciona en casos de violencia de género y violencia en general. Son tres chiques que trabajan de eso. Hubo oportunidades en las que la gente nos dijo que los re ayudaron. Son personas en las que Juampi y yo confiamos, están preparadas para eso. No solo vamos por el crecimiento artístico de nuestra marca, sino también por revolucionar y cambiar cosas en la escena. Es un movimiento artístico y también político. La gente y la escena necesitan un cambio que ya se está dando.
Otro de sus grandes aportes fueron las distintas acciones que hicieron con el objetivo de combatir el machismo en la escena electrónica. ¿Qué virtudes y riesgos conlleva involucrarse de esta manera?
Es complicado porque siempre fue todo muy dominado por hombres. Siento que las bandas o artistas que hacen canciones con letra tienen más acercamiento a lo que es un discurso político, una militancia desde ese lado. Cantar algo con un mensaje explícito es transmitir un mensaje mucho más social. La música electrónica está más alejada de la política. Por lo general, a la gente que está metida no le interesa. Con esto no digo que su cultura no incentive el movimiento político, bien lo podemos ver en el pride masivo de Alemania. Digo que el arte es político y a mucha gente le choca un montón, incluso amigos míos. Sin embargo, entiendo que el respeto también se basa en entender otras posturas y pensamientos. Yo creo que no solo se trata de hacer lo que sentís, sino de comprender que estamos dentro de un contexto. El arte es re social, lo que hace que nos valoremos. Cuando entra en juego lo político vemos el arte rentable como cualquier profesión. Es un trabajo. En la electrónica, como es tan abstracta la música, no conocés a la persona, no tenés un indicio de cómo es esa ni del mensaje social que quiere dar. El mensaje se da desde un contexto y un ambiente. Cuando vas a la Techno Moon, por más que no haya una letra que sea cantada, lo sentís porque hay un trabajo por detrás. También hay mucho mensaje previo. Cuando me preguntan cómo hacer para crear un ambiente cuidado, desde el principio les digo que empiecen a comunicar desde antes del evento. Si vos generás la imagen de una marca que es “descontrol, hoy nos re drogamos, free para pibas”, hacés que el ambiente no llegue a buen puerto.
¿Cuáles son tus influencias por fuera de lo musical?
Lo que tiene que ver con crear, comunicar y cambiar cosas desde un ámbito político fue por mi colegio. Estudié en el Carlos Pellegrini y Juampi en el Nacional Buenos Aires. En cuestión a personas, Ofelia [Fernández] era la presidenta del centro de estudiantes cuando yo estaba, íbamos al mismo año. La conocí, era una de las presidentas más jóvenes, ella estaba en cuarto año cuando lo fue por primera vez y por lo general son los de quinto o sexto. Vos la veías y era como que se llevaba el mundo puesto, hablaba y era una locura, siendo una pendeja, tenía 16 años. Ahí entendí cómo el discurso, la información y la forma de decir las cosas puede penetrar tanto en la gente. Como figura política femenina, ella. Eva Perón también me parece un flash, en un momento en el que nadie se animaba a romper contra una injusticia ella saltó y le terminó costando la vida.
¿Recordás cuál fue tu despertar político?
Mi despertar político no vino con mi carrera sino que vino antes, cuando entré a mi colegio. Antes iba a una primaria católica, todo lo que no soy ahora, era pro vida, homofóbica, con una mente muy cerrada. Cuando entré al Pelle [Escuela Superior de Comercio Carlos Pellegrini] me mostraron lo que era un centro de estudiantes y quedé flasheada. Al segundo año ya era nada que ver a cuando entré. Ahí me empezó a interesar mucho la política. Era muy tímida, lo sigo siendo, en ese momento nunca me animé a mostrar un discurso para tanta gente, pero siempre me interesó mucho. Era delegada e iba a las reuniones y demás. Siempre estuvo la política presente, con mis amigas lo hablábamos. En el Pelle no importa si militás o no, estás metido en política porque así funciona, muy poca gente es la que no le interesa la política estando en ese colegio. Empezamos a hacer la Techno Moon porque no nos sentíamos cómodos con la escena que había. Salíamos a las fiestas de nuestro colegio que eran otro flash y pensamos en crear esto mismo que está acá a nivel techno.
¿Qué nos podés contar acerca del proyecto paralelo que lleva tu nombre completo, Francisca Miller?
Fue un momento de full cuarentena, full dark. No me estaba encontrando con el techno más convencional, entonces me propuse otra cosa, otro flash. Es una complejidad mayor porque lleva más emoción en la estructura del tema. Va a ser algo más esporádico en mi vida, no es algo constante como Franzizca, sino que va a tener sus momentos.
¿Cómo terminaste tocando Noruega?
Llegué ahí porque el año pasado empezamos a estar en contacto con un DJ que se llama Espen, productor y DJ argentino que vive en Noruega. Me dijo que si iba para allá que le avise porque quería bookearme para uno de sus eventos. Le comenté que al año siguiente iba a Europa y arreglamos para que me presente en su ciclo. Me comenta un poco mas de la producción, y me pregunta: “¿te coparía tocar con Bjarki?”, y yo tipo “¡Obvio!”. Es un de mis referentes a nivel producción musical. Se dio y fue un flash, porque es un país con una cultura completamente distinta. Entendí cómo es la música electrónica allá y me sorprendí. Pensé que el publico europeo iba a ser más tranca por la fama que tiene el público argentino de agitar un montón, pero allá también es así. Creo que la demostración de euforia de las personas tiene que ver mas con el nicho o la fiesta que con el país o continente. Siento que en Argentina es lo mismo, hay fiestas en las que se re agita y otras en las que no. Siento que no tiene tanto que ver con el publico en general o la cultura del publico, sino que depende de qué te moviliza.
¿Qué diferencias notaste?
El tema del sonido, lo técnico. Toqué en un lugar para 200 personas y había un sonido de festival para dos mil. Esto en Argentina no pasa ni en pedo. En cuanto a lo que es tecnología y logística técnica, hay diferencia. Lo mismo nos paso en Escocia, fuimos a un lugar con un barcito arriba y de repente nos encontramos que había un sótano para unas 100 personas con un sonido bestial, increíble. Eso sí es una gran diferencia. Después, lo que es organización, siento que siempre hay fallas en todos lados, no existe la perfección ni en los niveles más profesionales. Por ejemplo, fuimos a un festival en Barcelona que para llegar a comprar en la barra tardabas tres horas. La mayor diferencia es la tecnología, es mucho más avanzada ya sea en luces, proyecciones, puesta en escena, sonido, escenario. Todas estas cosas son mucho más pro, el resto de las cosas siento que son bastante parecidas. Otra diferencia es que la música electrónica está instaurada hace muchos mas años, por lo que esta más arraigada a la cultura y eso permite que haya más difusión y disposición por parte del Estado a incentivar o facilitar la realización de eventos.
Recientemente estuviste en Hör, una de las cabinas más emblemáticas de Berlín. ¿Qué tal esa experiencia?
No te voy a mentir, la verdad estaba muy nerviosa y al principio me costó estar relajada. Sin embargo, al final del set lo disfruté plenamente. Las personas de ahí tuvieron conmigo un trato muy amoroso y me hicieron sentir cómoda. Creo que este tipo de plataformas de difusión de artistas aportan mucho a la escena mundial y merecen todo nuestro apoyo y respeto.
¿Cuál es la premisa al elegir artistas para tu sello, Austro Records?
Con Juampi elegimos artistas mediante la escucha de sus producciones. También pensando en cuál es el objetivo que tenemos en el sello para, en base a eso, ir a buscar un artista. Por ejemplo, si queremos un EP bien techno sabemos cuál artista va, ahí lo convocamos. Los lanzamientos que hacemos entre demo y demo son muy completos. Ahora estamos viendo de hacer uno más experimental, como si fuera un EP más raro tal vez y eso lleva tiempo. Trabajamos con Julián Príncipe que nos está ayudando, también con Pepi Lucero. Estamos ampliando el equipo de trabajo en cuanto al sello.
¿Cómo te preparás para tus presentaciones en festivales masivos como el Primavera Sound y La Nueva Generación?
Me siento muy honrada por estar dentro del line up en tremendos festivales y me estoy preparando para dar un gran show. También creo que en un festival la gente va a ver a varios artistas, a muchos géneros. Entonces tengo en la cabeza mostrar la joyita, lo que mayormente funciona y tal vez pinchar un poquito de algo raro. Es el momento en el que tengo que hacer una síntesis de lo mejor.
¿Cómo describirías el cambio en la escena electrónica durante los últimos años?
En cuestiones personales, lo padecí bastante. Y a su vez, aprendí muchísimo. Al principio era muy radical en muchas cosas, intensa y extremista. Me peleé con muchas personas, no me arrepiento porque siento que tuvo su efectividad. Hoy en día aprendí que hay que ser un poco más medida, hacerlo desde una comunicación consciente y tranquila. No ir tanto al choque, romper y pelear, sino ser más sensato. Desde ese lugar se llega a mucho más. En su momento, paralelo a lo que me sucedía, estaba el feminismo a nivel país que era mucho más radical, de ir al choque, la revolución y el extremo que es necesario para romper con una realidad. Ahora creo que estamos en otro contexto en el cual hay que ir desde el lugar de la comunicación y la información. Hablar desde el lugar que uno tiene y expresar lo que le parece que está bien. Si en mis colegas veo algo que está mal se lo digo, pero desde un lugar de entendimiento y empatía con el contexto en el que está. No generar un conflicto, porque lo que sucede cuando nos comunicamos desde un lugar violento es que producimos un alejamiento y falta de entendimiento. Construí mucho más cuando le expresé a otro desde un lugar de diálogo y comprensión, que desde un lugar de enfrentamiento. Hay que llegar a un equilibrio donde la gente se sienta bien y disfrute sin entrar en pánico por situaciones que no deberían generarse en ningún lado.
Franzizca se presenta el sábado 17 de septiembre en el festival Techno Moon, entradas agotadas.