No son muchas las bandas que pueden condensar en su música, el sonido de una época y de un lugar en particular. Los años 2000 fueron testigos de una nueva “british wave” y, con ella, de una nueva forma de hacer y de consumir música en el mundo, atravesada por los parámetros británicos. Pero fueron pocos los músicos de aquellas latitudes que quedaron en pie después de que la ola pasó y el agua bajó. Hot Chip es de las bandas que no solo se mantuvo a flote, sino también avanzó y adaptó sus creaciones al vertiginoso correr de los años, siempre manteniendo una impronta propia.
Así, los oriundos de Londres llegan a Buenos Aires por cuarta vez en el marco de la gira de presentación de su octavo disco titulado Freakout/Release, publicado en agosto de este año. “Cada vez que venimos a la Argentina es diferente -reflexiona Owen Clarke en conversación con Indie Hoy, tecladista y pieza esencial dentro de la composición eléctrica de la banda-. Tienen una cultura muy rica y eso hace que cada presentación y cada experiencia fuera de los shows sean distintas. Es siempre una sorpresa”.
Los últimos shows de la banda en nuestro país fueron en el marco de diferentes festivales, compartiendo escenarios con artistas como Phoenix, Mika, Scissor Sisters y The Chemical Brothers. Esta vez el C Complejo Art Media será exclusivo de Hot Chip, situación que se da cada vez con menos frecuencia en el panorama local actual de la industria musical. Y es que hay bandas que al tocar en lugares chicos o medianos generan una atmósfera particular con una densidad justo en el ambiente. Al tocar para públicos masivos en campos abiertos, estas bandas diluyen en mayor o menor medida esa cualidad. El sonido de Hot Chip entra en esta categoría y experiencias como la del pasado septiembre en la London Brixton Academy, lo comprueban: la banda eligió realizar cuatro recitales y convocó en cada noche a 5.000 personas, un número récord para la agrupación también compuesta por Al Doyle, Felix Martin, Alexis Taylor y Joe Goddard.
“La principal diferencia está en los niveles de energía -opina Clarke-. En un festival hay una máquina, un aparato que te envuelve. Entrás al festival, encontrás a tus amigos, vas de acá para allá viendo cosas, cosas que quizás no querías ver pero tus amigos sí y es todo un poco caos. Y en eso radica la diferencia de energías, lo cual no es malo. Pero cuando es tu propio show, hay una anticipación al evento, la gente solo va a ver algo en particular y esa energía se vuelve inmensa. En estos shows podemos controlar más la atmósfera y así, por ejemplo, tocar versiones más largas de nuestras canciones. Igualmente nos encantan ambas cosas y por eso tocamos en festivales monstruosos”.
El este de Londres está fuera de los mapas turísticos convencionales. Esta parte de la ciudad alberga tanto a financieros y tipos de negocios, como a bohemios y artistas de todo tipo. Pubs clásicos y comida cosmopolita, graffitis y migrantes caracterizan al este de Londres por igual. Allí, Hot Chip desde 2019 tiene su nuevo hogar y allí surgió el octavo álbum de la banda. Relax & Enjoy (“Relajate & Disfrutá”) es el nombre del estudio de grabación que montó Al Doyle en el pintoresco este londinense. “Es como estar en una sala de juegos -describe Clarke-. La maquinaria, los sintetizadores, la velocidad con que trabajamos y el espíritu de unión que allí se forma son las mejores cosas de tener un propio estudio“.
Y es que los Hot Chip rara vez no produjeron su propio material. Una de esas excepciones fue el álbum anterior, A Bath Full of Ecstasy, realizado en conjunto al fallecido productor Philippe Zdar -reconocido por su trabajo con Cassius, Phoenix y Franz Ferdinand, entre otros-. A diferencia de Freakout/Release, el disco de 2019 tenía un sonido más popero y un tanto épico. En esta nueva producción, en cambio, Clarke y compañía se acercaron nuevamente a su línea clásica y retomaron esa polarización entre ritmos bailables y letras melancólicas. Durante las once canciones la banda bucea en las profundidades de los sentimientos más oscuros, en estrecha relación con los tiempos pandémicos en los que grabaron.
“La sensación es que todo lo que era familiar se fue -relata Clarke-. Ese fue el sentimiento durante la grabación que buscamos transmitir en el disco. Queríamos comunicarnos con la gente porque durante la pandemia estuvieron estas restricciones para hacer cosas, para ver a los que querías… Las cosas adquirieron otro tenor; las palabras, las intenciones, todo adquirió otro peso y el mundo se volvió negro o blanco, lo cual es un problema, tener que estar a favor o en contra. Yo pienso que lo importante es la conexión entre las ideas y las emociones, y a la vez esa es la parte humana que se vio afectada”.
Desde sus primeras composiciones, Hot Chip ha buscado reflejar los sentimientos de la época en la que viven. “El sentimiento nervioso causado por los problemas, esa distorsión cortante, también estuvieron presentes en la producción del disco -agrega Clarke-. Entonces, canciones como ‘Not Alone’ se trataron de emociones simples y concentradas que sirven para resistir a los asfixiantes cambios constantes que aparecen cada vez más en el mundo, para resistir a esas voces internas que resaltan todo el tiempo lo negativo. La idea es que, a través de estas canciones, esos sentimientos se expandan y le ganen a esas voces internas”.
La idea de crear una sensación de resistencia interna se ve también en la canción “Eleanor” y en su divertido videoclip. Allí se puede observar a una mujer de plastilina enfrentándose contra la adversidad de situaciones fallidas en su rutina. Todo transcurre de mal en peor hasta que el personaje se da cuenta que es parte de un videoclip de, justamente, los Hot Chip en plastilina. A partir de allí, Eleanor toma el control de su vida y supera los obstáculos con creatividad y ludismo. “Es casi una canción nostálgica -admite Clarke-, pero el video de este personaje que se da cuenta que su vida es un artificio le da un giro a la idea”.
Con más de 20 años de experiencia en uno de los corazones de la industria musical, Clarke es una palabra autorizada que sintetiza de manera poética su visión sobre la música actual: “Yo me pregunto siempre por las cosas que estamos perdiendo. Hay algo que tenía el hecho de lanzar una canción hace unos años, se producía una especie de ‘momentum’ en el que la canción aparecía y tenía cierta continuidad. Hoy todo pasa por el formato TikTok, esporádico, efímero. El sentimiento de hacer canciones para hacer algo bueno por el planeta se está perdiendo. Todo se siente muy artificial, no se hacen cosas sin ponerlas en internet. A nosotros nos encanta el contacto, por eso seguimos apostando a los shows y haciendo giras”.
Uno de las canciones que se ha convertido en un clásico de los shows de Hot Chip es el cover que realizan de Beastie Boys y su milenaria “Sabotage”. Pero la banda ha también realizado covers de artistas de diferente índole a lo largo de su carrera, e incluso se animaron a reversionar a Shakira. Sobre la creciente influencia de la música en español, Clarke no está exento y opina: “La música es un lenguaje y lo principal de un lenguaje es el impacto. La lengua castellana tiene un impacto muy particular y hoy en día los cantantes de pop masivo son todos en ese idioma. Esto es grandioso, es parte de la evolución de la música”.
Hot Chip se presentará el jueves 10 de noviembre a las 21 h en el C Complejo Art Media (Av. Corrientes 6271, CABA) con show de apertura de Valdes; las entradas disponibles a través de AreaTicket también incluyen acceso a la fiesta Polenta al finalizar el show. Escuchá Freakout/Release en plataformas de streaming (Spotify, Tidal, Apple Music).