Desde el lanzamiento de su ya canónico Esquemas juveniles (2006), Javiera Mena fue apartándose de sus tendencias de cantautora acústica para adentrarse de lleno en la clase de tecno-pop que reinaría una década más tarde. Consagrada hoy como una de las artistas de mayor peso en Latinoamérica, la pionera chilena ha logrado acumular una discografía nutrida de influencias como el house y el euro-dance de los 90, sin jamás perder la canción como eje central.
Espejo (2018) es su cuarto álbum de estudio y encuentra a una Mena mucha más madura, pero sus meditaciones intimistas no advienen en detrimento de su costado discotequero sino que entran en diálogo con él. Mientras anticipamos su presentación en el Konex este domingo 20 de enero, conversamos con la diva trasandina sobre el estado de sus proyectos y su más reciente trabajo discográfico.
¿De qué maneras Espejo dista de tus trabajos anteriores?
Me he tomado más o menos tres años y medio entre un disco y otro. Creo que se nota bastante una diferencia de trabajo a trabajo. En el caso de Espejo, si lo comparás con el referente directo que es Otra era, es un disco un poco más calmado en cuanto a tempos. Es más de mid-tempos y las letras son más introspectivas que en Otra era, que era un disco para afuera. Esa es la gran diferencia con el referente más cercano, pero también creo que se conecta con un disco del 2010 que tengo que se llama Mena que es un poco más tranqui, como dirían en Argentina.
Aparecen muchas alusiones al autoanálisis y la introspección, en temas como “Dentro de ti” y en el mismo título del disco. ¿Descubriste algo acerca de vos misma en el proceso de mirar hacia adentro para componer Espejo?
Sí, absolutamente. Hacer música es muy sanador también. Yo creo que, en general, cuando los artistas tenemos inquietudes en la vida, poder depositarlas en un disco es algo maravilloso. En mi caso, al hacer estas letras descubrí que hablaban de lugares ya incómodos, como la soledad y el silencio. Aprendí y me atreví también a hablar de estos temas que son inquietudes que tengo desde hace mucho tiempo. Creo que todos los seres humanos la tenemos, esta cosa de mirarse hacia adentro y decir: “¿en qué estoy?”. Hace tiempo he tocado estos temas en mi música, pero nunca como hilo conductor quizás. Ya estaba presente el tema cósmico y el tema espiritual, pero en este disco lo abordé al cien por ciento sin ningún temor. Eso significa Espejo también.
¿Cuál es tu relación con la espiritualidad y cómo lográs conciliarla con la tecnología y con este mundo sobre-estimulante en el que vivimos?
Por un lado yo creo que van de la mano. Toda esa información que tenemos de países que practican la meditación, por ejemplo, se deben a la híper-conectividad. Por otro lado, este estado espiritual es lo más natural que puede haber y tampoco tiene una carga de iluminación ni mucho menos. Creo que nosotros siempre estamos teniendo estas pequeñas revelaciones a lo largo del día sin ser personas muy espirituales o que hayan hecho mucho retiro. La espiritualidad va muy de la mano con la era en la que vivimos hoy, a pesar de que estar híper-tecnologizados pueda ser una gran desconcentración. Nos puede desconcentrar de quienes somos nosotros mismos. Pero a la vez, usándola bien, puedes llevar una vida con mucha información de lugares lejanos que te pueden aportar como humano occidental.
Acabás de conducir el episodio de Bios de Gustavo Cerati. ¿Cómo se materializó eso?
Fue una invitación que me hicieron desde la productora y de National Geographic. Ya haciendo el documental y conociendo a las personas, me contaron los chicos de Cerati que también la familia y sus amigos querían que fuera yo. Fue algo hermoso para mí enterarme. Entonces sí, fue una combinación entre la productora y su grupo cercano que decidieran que fuera yo.
¿Descubriste algo nuevo sobre Gustavo en el proceso de preparación para el episodio? ¿Encontraste algún punto de conexión entre en él y vos o entre sus formas de hacer las cosas?
Sí. De todas maneras, ya sentía una conexión con Gustavo de antes. Me gusta mucho cómo arma las canciones y la poesía que tiene. Me fascina cómo habla de la seducción y del erotismo. Sentí una conexión por inspirarse en la espiritualidad también. Lo que me di cuenta gracias al documental, escuchando su obra y particularmente el último disco, con el arte que tiene y ese ojo donde se ve el cosmos adentro, es que él también era muy estudioso de diferentes religiones antiguas. A mí me interesa mucho recorrer la historia pero desde el lado mítico, de los mitos y las religiones. Eso lo tenía Gustavo y ahí sentí un punto de conexión muy fuerte. Él más que nada ligado a la cábala, y yo me he inclinado hacia el budismo.
Con cada lanzamiento que pasa devenís más extrovertida, pero hacés pop desde un lugar bien intimista. Siendo el pop un género al que se lo asocia a lo frívolo, ¿a qué crees que se debe el estigma?
Hoy venía escuchando “Like a Prayer” de Madonna en el taxi, y es una letra increíble, súper introspectiva, que habla del misterio de la vida. Hay muchas letras de Michael Jackson que considero que son pedazos de poesía. Son canciones curadoras. No le veo el lado superficial al pop. Quizás a cierto pop que estilísticamente tiene que ver con la superficialidad. Creo que puede tener que ver con que está metido en la industria y eso le da ese toque como de venderlo muy ansiosamente. Quizás por ese lado puede ser: por el lado de la forma más que el fondo. Para mí, el pop de fondo es muy potente y al final por eso le llega a tanta gente.
Ahora estás bajo el respaldo de Sony y no modificó tu forma de componer, ¿pero notás algún cambio sustancial viniendo del mundo de la autogestión? ¿Te sentís más liberada o presionada de algún modo?
Es una experiencia súper buena. Tengo un equipo de apoyo aquí en Sony Sur tanto en Argentina como en Chile. Si bien hemos logrado varias cosas, la estructura que yo venía trabajando desde la autogestión se mantiene. Es como ser socia de Sony, porque trabajamos a la par. No es como que ellos me hubiesen absorbido y yo estuviese sola con ellos, sino que siguen mi estructura y así lanzamos de muy buena manera. Me han dejado libertad artística absoluta porque claro, yo era una artista que ya tenía cuatro discos entonces a ellos les interesaba el proyecto tal como era. Alguna gente me decía: “vas a firmar con una disquera y el proyecto va a cambiar un montón”, pero no, al contrario, respetan mucho mis decisiones. Trabajamos en conjunto y son un respaldo maravilloso, sobre todo para hacer giras promocionales.
¿Encontrás algún rasgo característico que defina a la escena musical chilena, ya sea en lo estilístico y puramente musical o incluso en la ética de trabajo?
Aparte de ser chilenos… (risas) Quizás esto no dice bastante, pero creo que somos más pequeños y eso nos da una garra chilena que puede tener que ver con lo introspectivo. Sonoramente, un tipo de música que tiene que ver conmigo también puede ser la cosa tecno-pop. Salieron varios títulos en los 2000s. Está presente el tecno aquí, y bueno, están Los Prisioneros como la banda más importante de acá con una dosis fuerte de ítalo-disco. Todos hemos bebido de eso también, quizás sea por ahí. La melancolía ítalo-disco. Quizás hablo mucho de mí, pero he visto mucha gente con ese alma y espíritu.
¿Qué estás escuchando en la actualidad?
Me gusta mucho el sello Pato Carlos, un sello chileno de house en el que están Diego Morales y Alejandro Paz. También las argentinas Ibiza Pareo, tengo muy buena onda con ellas. Yo soy muy tecno y house, pero cosas más nuevas como Gianluca también me gustan, que son más de la escena trap pero incorporan muchos otros estilos. Está interesante lo que hacen. De las cosas más internacionales, me gustó muchísimo el último disco de Robyn. La verdad es que yo soy muy de los ochenta y escucho compilados de ítalo-disco. Estoy un poco pegadita ahí. Creo que nunca voy a poder salir.
¿Tenés alguna canción propia favorita?
Uy, les tengo mucho cariño a cada una. Quizás si me demoro entre disco y disco, también es por eso: les dedico mucho tiempo. Una favorita se llama “Escalera” y está contenida en el disco Espejo. La voy a tocar el 20 en una versión más tecno. Creo que tiene mucha onda argentina también, como del house argentino y el sello Cómeme.
Giraste con Kings of Convenience y hace unos años Erlend Øye hizo un cóver de “Esquemas juveniles”. ¿Mantienen contacto?
Sí, Erlend es un amigo y siempre lo veo. Siempre viene a Chile y lo veo de vacaciones en alguna playa. El año pasado estuvimos en el sur. Tenemos muy buena onda y él está viniendo todo el tiempo así que siempre nos vemos, sí.
¿Cómo viene la preparación del show? En una entrevista dijiste que ibas a dejar las coreografías y me intriga saber cómo vas a abordar un recital tan grande.
Un buen espectáculo puede hacerse de diferentes maneras. El caso que estoy presentando ahora tiene que ver no tanto con la danza quizás pero sí con la misma música: le he dado un upgrade súper potente a lo que está sonando y estoy tocando más. He trabajado un montón la parte musical. Si el otro show era un ballet, este es más orquestal. También estamos trabajando la parte visual, todas las visuales han sido hechas por una artista especialmente. Quizás es menos performático que lo que estaba presentando antes, pero tiene mucha performance en la parte de las luces y en la parte visual. Hay una propuesta muy potente. Estoy bastante contenta porque tuve que agarrar más las riendas. Antes lo dejaba un poco de lado para que la danza hablara. Ahora me he tenido que obligar a levantarme más y estar más arriba.
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Javiera Mena se presenta el domingo 20 de enero en Ciudad Cultural Konex, entradas disponibles. Más información.