“Siento que el mundo del que yo vengo, el de antes, el de esa rusticidad cancionera, es mucho más afirmativo”, dice Paula Trama, mientras gira la cabeza y sus rulos bailan con la inercia del movimiento. Se toca el mentón porque piensa un segundo y renueva su respuesta: “Sí, si tuviste que hacer un mapa personal de lo que siento, diría que es un territorio súper afirmativo, y algo de este nuevo momento que ingresa es como más de la indefinición, la pregunta, el clima, la textura, como una neblina musical sensual”.
La cantante, guitarrista y ahora saxofonista de Los Besos habla a través de una videollamada. Como si fuera un flashback de los peores momentos de la pandemia, la forma se mezcla con el contenido y Paula dice que el futuro está ligado a ese pasado reciente en que ya no podían ensayar, que no podía llevar las canciones con la guitarra para que crecieran con el aporte de todes. Lo hicieron a distancia un tiempo, y cuando se empezaron a flexibilizar las restricciones de encuentros, Paula se empezó a juntar en dupla con el tecladista Peta Berardi para componer desde las teclas.
“Hay más espacio para la música y menos para las palabras”, dice. Es como si las circunstancias particulares llevaran a una composición particular para la dinámica común de Los Besos. Las canciones que llegaron, que algunas aún están en “modo gourmet”, es decir que tienen partes grabadas pero todavía están en proceso de producción, las están grabando en El precioso, el estudio que montaron. Es la primera vez que grabarán sin deadline, con todo el tiempo del mundo. “Es un momento nuevo y tiene que ver con que la instancia de producción ya no sea estar yo sentada con el cuaderno y la guitarra sino que hay un intercambio ahí de otros materiales que se ponen en juego”.
Y parte de ese juego no solo está en la forma de la concepción de las canciones nuevas o del modo de producción del disco, sin tiempo, sino en el vivo. Los Besos son una banda que disfruta de la sala de ensayo y del estudio de grabación, pero los vivos fueron cobrando otra jerarquía interna. Ahora se preparan para tocar en el Festival Mutante este sábado 4 de junio en el C Art Media con una formación nueva y única, o como Paula lo llama, “banda extendida inestable”. Es que dos de sus integrantes estarán de viaje un tiempo y en el escenario del venue de avenida Corrientes se subirán Eduardo Chueco Ferrer en coros (de El Asesino del Romance) y Rosa Nolly en saxo (a quien conoció cuando les tocó dirigir el concierto “Me nació este amor”, el #7M pasado, por el Día de la Visibilidad Lésbica que hubo en el Centro Cultural Kirchner).
Los Besos, esa banda que tardó ocho años en grabar su hit “La cascada de su pelo enredado“, y que tiene la vieja costumbre de tocar las canciones en vivo una y otra vez antes de llevarla al disco, y donde en los recitales la gente canta de memoria lo que todavía no fue grabado. Los Besos, esa banda o ese lapsus espacio-temporal, casi a contrapelo de lo que la industria musical dispone ahora, donde hay pre-saves y una maquinaria en torno al estreno. Los Besos, esa banda que presenta las canciones a su público como materia de desarrollo, como una propuesta musical que se completará a través del cuerpo y la escucha del espectador, cuando hay un ida y vuelta. Y esa posibilidad de edición que deja abierta Los Besos a la performance en vivo, a la recepción de su música por parte del público, es algo que se puede traspolar a la poesía oral, a las artes visuales y del movimiento, a las que incluyen al otro en su propia composición. Algo que Paula Trama tiene incorporado desde esos pasados de poeta (ella viene de las Letras), cuando decía que sus primeras canciones eran música que acompañaba sus poesías.
De esos límites habla David Byrne en su libro Cómo funciona la música: en este siglo estamos tan acostumbrades al sonido de las grabaciones que queremos que las bandas suenen igual cuando están arriba del escenario, ajustadas como máquinas, sin espacio para la experimentación o la interrupción de lo no-planificado. El cantante de Talking Heads dice que tenemos una escisión ideológica: “¿Debería una grabación tratar de representar la realidad lo más fielmente posible, sin adiciones, coloración o interferencias? ¿O son las inherentes distorsiones sónicas y las innatas cualidades de la grabación un arte en sí mismo?”.
Paula Trama parece contestarle con la historia de Los Besos: “Creo que el escenario cambia las canciones en el proceso del estar ahí. Eso lo hablamos mucho en relación a cuán necesario es que las canciones pasen por el escenario antes de grabarla, antes de que vayan a un disco, pero no porque no las disfrutemos o porque no estén vivas en el ensayo -porque sí tienen una vida y de hecho es uno de los espacios que más disfrutamos el ensayo-, pero el show y la sensación de lo que pasa por un cuerpo colectivo, eso transforma la canción, sin duda”.
¿Y cuánto lo modifica? Para ella es una cuestión de identidad colectiva, la banda es lenta para grabar y se suelta a esa experiencia. “Yo siento que cuando estoy en el estudio y cuando esa canción tiene el componente más místico del público, como del calor ese que ya lo viste, ya lo viviste, es como un instrumento más que se suma a la grabación”. El público como un lago, hace de espejo donde escucharse y hace de agua transformadora, que empapa, que bendice. “Hay algo de la oreja del otro y de la de la escucha de eso que ocurrió que te hace verte y escucharte como con un nivel de filo y de atención, y como que llega el cuerpo de una manera más clara que cuando estás solamente emitiendo”.
El cambio de escenario puede afectar la música no solo en las composiciones futuras o en la puesta en escena, sino también en la proyección de la banda en su pasaje hacia lo popular. El paso de los escenarios indies, del toque en una presentación de un libro de poesía, una pequeña fecha en un centro cultural, al Quilmes Rock en horario central. ¿Pero cómo cambia por dentro, hacia el interior de Los Besos?
“Se fue armando la fantasía”, contesta Paula. La incorporación del vestuarista y estilista Federico Castellón armó un espacio de juego que Los Besos tomó como esencial para producir shows a escala cada vez más ambiciosa. “En un escenario grande podés sonar como querés y se pueden ver en detalle algunas cosas que en los más chicos no se registran, más desde lo sensorial”. Habla de proyectarse en una idea, en un concepto más global de show. “Cuando tenés un escenario súper cheto es el momento de expandir eso y creo que es como una fiesta. La fiesta de tocar tiene que ver con esto de estar montades, estar siempre buscando un personaje nuevo y una interacción entre esos personajes que vamos armando en el escenario y lo que les pasa a las canciones, que no te pasa con la joggineta en el ensayo. Ahí se arma esa cosa teatral que pone a la fantasía en un lugar nuevo de interacción con la música”.
De esas canciones de “rusticidad afirmativa”, donde tenía una pata en la poesía y otra tímida, apenas apoyada, en la música, Paula Trama dejó su nombre de lado cuando se armó la banda, cuando dejó de conocer a todas las personas que estaban ahí escuchando sus canciones. Los Besos se conformó como una banda y el público se amplió junto al traspaso de pequeños y tesoros EPs a los discos que fueron un trampolín de popularidad: Helados verdes (2017), Copia viva (2018) y Matemática sentimental (2019). “Lo más particular, para mí, es el sostener y transformarse en conjunto a lo largo de doce años. Ese es para mí el mayor misterio, sostener los vínculos a medida que vamos revisándonos y transformándonos. El misterio de la intimidad”. La magia de la grupalidad y de la amistad, mezclada con brillos, melodías y una autora que sostiene la canción a fuerza de poesía y voz.
Los Besos se presenta este sábado 4 de junio en el Festival Mutante en C Complejo Art Media (Av. Corrientes 6271, CABA), entradas disponibles a través de Ticketek. Escuchá su última canción, “En la arena“, en plataformas de streaming (Bandcamp, Spotify, Apple Music).