Cuatro años después de la salida de So Sad So Sexy, Lykke Li volvió a juntarse con el productor Björn Yttling para crear su trabajo más íntimo. Eyeye es un álbum audiovisual con ocho canciones etéreas e hipersensoriales que buscan resumir una vida de obsesiones románticas.
“Quería que el disco tuviera la intimidad de escuchar una nota de voz con una macrodosis de LSD”, expresó la artista sueca en un comunicado de prensa. Para lograr su cometido, decidió grabar con pocos elementos en su departamento en Los Ángeles, California, donde reside desde hace varios años. No hubo metrónomos, ni auriculares, ni instrumentos digitales involucrados. Tampoco hubo un micrófono para voz, sino uno para batería con el que las voces fueron registradas inmediatamente después de haber sido compuestas, con el ánimo de conservar la frescura y la emoción del momento en que fueron creadas. “Quise hacer algo muy íntimo, muy personal -asegura Li en conversación con Indie Hoy-. Quería transmitir el espacio en el que estaba yo, los paisajes, las atmósferas. Es por eso también que la grabación del disco no fue en un estudio. En un estudio puede haber muchas personas, mucha presión, y las energías pueden mezclarse, y no quería eso. Quise conservar lo íntimo”.
Esa intimidad que busca transmitir Li se refleja en canciones que parecen susurros desembarcando en el oído en medio de un sueño; una nube en la que la voz es la guía para visitar con los ojos cerrados un paisaje difuso, expansivo y sumamente confesional que transita entre diferentes y profundos estadios del dream pop. “Siempre he sido honesta, en todos mis trabajos -aclara la artista-, pero siento que a medida que más vivo en esta tierra, a medida que más experiencias transito, más me conozco, más me perdono, más me amo y todo eso es información nueva sobre mí que se refleja en este disco”.
La asesoría y amistad de Björn Yttling -con quien trabajó en su LP debut, Youth Novels (2008), y luego en I Never Learn (2014)- fue esencial para lograr la estética y la fuerza emotiva que caracteriza el nuevo trabajo. “A Björn lo conocí cuando yo tenía 19 años -recuerda-. Es muy especial lo que pasa cuando trabajamos juntos. Siento que, de alguna manera, cuando estoy con él soy capaz de escribir mis mejores canciones. Este álbum es muy mío, es lo que siempre quise hacer, y Björn fue muy importante en ese proceso. Fue el barco que me ayudó a llegar a ese lugar”.
Eyeye es un palíndromo con el que Lykke Li quiso dar cuenta de lo circular de la vida, de la repetición constante. Apoyándose en este concepto, tanto las composiciones musicales como las piezas visuales de un minuto dirigidas por Theo Lindquist giran alrededor de los bucles mentales en torno al amor y las relaciones, pero no para continuar con el patrón de desamor que ha marcado los cuatro -y ahora cinco- discos de Li, sino más bien para confrontar por fin esta constante y dejarla ir. “Creo que estoy lista para romper con mi propia repetición y perfeccionar el círculo para crear un nuevo equilibrio y armonía”, asegura.
La parte visual de la nueva entrega de la compositora es un lujo que quiso darse. “Parte de la belleza de este álbum radica en que podés cerrar los ojos y ver tu propia película, pero quisimos agregarle una nueva capa, un nuevo círculo, un nuevo mundo para explorar”, cuenta. Así, los siete clips que acompañan las canciones son loops que potencian el sentido global de Eyeye, evocando los mundos de fantasía y repetición que se desatan internamente, y llevando el trabajo de Lykke Li a una nueva dimensión creativa y conceptual que la tiene entusiasmada y feliz. “Fue hermoso trabajar con Theo Lindquist -cuenta-. Nos conocimos hace 15 años en Londres y encontrarnos luego de tanto tiempo, ambos viviendo en la misma ciudad, fue un gran regalo. Pudimos pasar mucho tiempo durante la pandemia hablando sobre el concepto del disco y de los videos. Tuvimos varios momentos juntos para lograr una colaboración real, para empujarnos mutuamente, no podríamos haberlo creado por separado”.
Los videos cuentan con una estética de cine arte europeo y fueron protagonizados por la misma Li y el actor Jeff Wilbusch, reconocido por su papel de villano en la serie de Netflix, Poco ortodoxa. “Estaba muy nerviosa y asustada antes de filmar, porque Jeff es un actor increíble y yo no soy actriz -admite Li-, pero cuando lo hicimos fue hermoso. Es difícil sentirse fuera de lugar en un espacio donde todos están tan presentes y todos prestan su atención de una manera tan especial. Fue una experiencia increíble, linda, divertida y difícil, también. Fue todo eso y estoy feliz con el resultado final”. Ya con el álbum estrenado, Lykke Li se prepara para comenzar una gira en septiembre. Mientras tanto -y muy inspirada por el trabajo de artistas como Marina Abramovic, Cindy Sherman y Pina Bausch- planea crear una instalación en la que convivan las músicas del nuevo álbum y sus respectivas obras visuales.
Escuchá Eyeye de Lykke Li en plataformas de streaming (Bandcamp, Spotify, Apple Music).