Desde hace ya más de diez años, Nahuel Briones viene plasmando su ecléctico mundo sonoro en una infinidad de canciones tan cercanas como sensibles con el mundo que lo rodea. Ya sea solo o acompañado, el músico y productor tiene una facilidad nata para trasladar con eficacia lo tumultuoso del plano emocional a lo que sus canciones se encargan de expandir. Eso quedó evidenciado en sus discos publicados hasta el momento: El cruce de los unders (2015), Guerrera/Soldado (2017), El nene minado (2018) y su más reciente lanzamiento, Milagros inútiles (2022), disco que actualmente se encuentra presentando.
En este nuevo material, Briones se valió de todo el tiempo que le brindó la inercia y estaticidad de la pandemia para experimentar e ir detás de de una musicalidad mutante, inmersiva y multiforme que sirva como viaje de escape al polo más intenso del inconsciente colectivo. Para eso, se puso a explorar efectos, texturas y ruidos logrando algo que, a primera instancia, parecía no encajar pero que con el diario del lunes se consolida como su material más cautivante hasta el momento.
Milagros inútiles nació de la didáctica obsesiva y de la reflexión contemplativa, pero también surgió como una reivindicación a las cosas simples y bellas de la vida, esas que realmente importan. “Ahora se ve mucho esta movida discursiva política en los medios sobre que todo lo que no genera dinero no sirve para nada -dice Nahuel en conversación con Indie Hoy antes de su presentación el jueves 20 de julio en CC Konex-. Pensar la vida entera a través del lente que dictamina qué es útil y qué no, respecto de si da guita o no, excluye los milagros bellos de la vida: el arte, la música, juntarse con amigos, el amor. El disco habla de todas esas cosas que para el sistema parecen inútiles”.
Con su ojo crítico excepcional, un manto de paisajes sonoros a su disposición, y la improvisación desprejuiciada más afiliada que nunca, Briones compuso un sinfín de canciones de las cuales solo sobrevivieron siete para este disco. Una medida justa que no desentona, y que sigue un hilo coherente al compás de un pop rock insurgente que no pasa desapercibido y se encarna con sus melodías magnéticas. Lo social, lo individual, lo irónico, y lo real, todo tiene un despliegue y una vuelta de tuerca en Milagros inútiles, un álbum dedicado a lo verdaderamente significativo.
Milagros inútiles habla en parte sobre la idea de lo útil enlazado con lo netamente comercial, algo que parece estar muy enraizado dentro de la música también, por lo menos en los géneros donde realmente hacen hincapié en los números, las reproducciones y el alarde. Aunque siempre se habló de plata en la música, se volvió una temática muy naturalizada dentro de la industria actual también. ¿Qué opinión tenés sobre eso?
Mirá, yo en esto no quiero responder como un viejo choto, pero a mí me repele totalmente la idea esa de contar o de exponer en un mundo tan desigual lo que podés hacer con la plata. A ver, tampoco me gusta la careteada esa de “soy del pueblo” o “soy del barrio” cuando en un punto ya no los sos. Me parece que está bien reconocerlo. Ahora, relacionar que la vida es mejor porque puedo gastar un montón de plata y que resulte como mensaje a mucha gente a la que le cuesta llegar a fin de mes, me parece feo. Yo entiendo la parte aspiracional de querer pegarla, lograrlo y festejar. Pero la realidad es que muy poca gente está ahí, inclusive dentro del mundo del arte o de la música. Igual, si pasa pasa, es re lindo que alguien pueda hacer plata haciendo canciones. No tengo ningún problema con que un músico logre eso si estamos dentro de este mismo sistema. No puedo decir que estoy en contra, simplemente no me gusta esa actitud. Como durante mucho tiempo consumí música que su mensaje era provocador y buscaba generar algo incómodo, cuando veo algo nuevo que lo logra lo banco. Pero el chiste de decir “me compré este collar y puedo hacer tal cosa y me subí a mi Lamborghini”, a mí me da mucha paja. Me parece una grasada total.
Una cosa que llama la atención del título es la palabra “milagros”. En tus canciones, siempre dejaste entrever una mirada crítica hacia la región, no como una cuestión basada solamente en la fe, sino también con una cuestión institucional con la figura de la Iglesia y todo lo que eso conlleva…
Sí, es verdad, pero porque creo que hay algo que cambió en mí este último tiempo y es que ya no juzgo todo de la misma manera: religión, iglesia, fe. Antes me parecía algo estúpido y ahora le tengo un poco más de respeto, supongo. Años atrás era más pendejo y bobo con esas cuestiones. Si bien no es algo que me conmueva ni me llame, entiendo que para mucha gente es un motor para hacer algo lindo por el mundo y está perfecto. Y sobre la palabra “milagros”, no encontraba otra que pudiera estar a la altura o que pudiese levantar la bandera de esas cosas que no pasan por lo racional. Otra cosa que me divierte es que cuando hay un accidente y muere poca gente dicen que es un milagro, me parece una locura, es como negar la catástrofe. También hay algo negador en los milagros.
Recién hablábamos sobre las cuestiones materiales que aparecen en la música y, en relación a eso, recientemente hubo un debate bastante grande sobre si los artistas deben o no involucrarse en las cuestiones sociales. Siendo un músico que suele expresar sus reflexiones y críticas, ya sea en canciones o redes, sobre temas como la desigualdad o la violencia institucional, ¿qué opinión tenés sobre el tema?
Yo creo que los artistas no tienen por qué involucrarse. Si tienen el deseo de hacerlo, me parece que puede estar bueno, y si no tampoco hay problema. Parece que ahora tenés que tener una opinión para todo. Pero si no les vibra, no les vibra, no siento que haga falta. Igualmente, creo que beneficiás más a la cuestión desde tu propio arte, desde lo que dicen tus canciones, que desde lo netamente discursivo. No con temas panfletarios, pero sí que estén empapados con lo que pasan en el planeta y la visión que tenés de todo eso que te rodea. Por ejemplo, lo que pasa en Nicaragua o en El Salvador con Bukele, el conflicto bélico entre Rusia y Ucrania. Que te interese un poco el mundo. Como consejo, a cualquier artista le diría que eso es positivo. Yo creo que hay muchos artistas muy comprometidos, inclusive de la nueva camada como Paco Amoroso, Wos o Duki, que si por ahí no expresan una opinión en su música, lo hacen después en otro contexto.
Expresar una opinión puede, desde el punto de vista marketinero, afectar -o no- la imagen que se tiene del artista en cuestión. De hecho, varios de ellos trabajan con un equipo de comunicación que los aconsejan o se encargan de elegir qué contenido publicar y qué no. ¿Creés que la mirada pública también influencia a involucrarse con ciertas cuestiones?
Estoy seguro que es así, porque también hay algo de una intolerancia muy grande que tenemos todos. No hablo solamente de la famosa grieta, me refiero a esa cosa de sacar pecho por redes y bardear a la gente, o comentarle cosas, o decir “esto es una mierda”. Todas esas peleítas medio escolares pero con adultos. También pienso que hay un montón de gente que, por ejemplo, tiene la sensibilidad para apreciar la música de Fito Páez pero no se lo permite porque él es kirchnerista, o porque dijo tal cosa en algún otro momento. Para mí, todas las expresiones que no tengan como foco exterminar, dañar o discriminar, son aceptables. La idea que hay cosas que se pueden decir y cosas que no para mí es una garcha. Ahora, entiendo que en ese contexto donde hay mucha gente con ganas de cancelarte, no lo vas a exponer en redes.
Por otro lado, cuando una figura pública o reconocida expone su opinión sobre algo, es muy probable que del otro lado le respondan y no todos están preparados para lidiar con las críticas. Imagino que a vos te habrá pasado un montón de veces, ¿cómo lo manejaste?
Creo que nunca hablé de esto. Simplemente tengo el privilegio de que el hateo me de gracia, me divierte. Igual, hay algunos comentarios que hacen y que tienen algo de verdad y son esos los que más me duelen, porque me exponen. Creo que ese tipo de comentarios tienen muchas más posibilidades de herirme que cualquier otro porque hay algo que descubrieron y que capaz no quería que vieran. Alguna que otra vez me asusté con una amenaza muy violenta, pero por lo general no les doy bola.
Pasaron muchos años desde la salida desde El nene minado, y en el medio, teniendo en cuenta la pandemia, habrán pasado una infinidad de cosas en tu vida que marcaron el rumbo de la composición en Milagros inútiles…
Me venía pasando ya con los últimos dos discos anteriores, Guerrera/Soldado y El nene minado, sobre todo en este último, que llegué con un agotamiento personal y artístico de los discos tocados por bandas. No sé cómo decirlo, pero tenía ganas de que el próximo álbum que hiciese fuera como de otro mundo diferente al que puede ver el público en vivo. Entonces, para el trabajo de Milagros inútiles me propuse hacer un disco que fuera como un videojuego o una realidad virtual. Que se sienta como estar dentro de un cuadro. Y me di cuenta que para llegar a ese resultado necesitaba mucho tiempo de experimentación sampleando cosas, cortando audios, generando los sonidos de los sintetizadores, procesando las guitarras… Todo ese proceso de búsqueda fue lo que de alguna manera retardó el lanzamiento del disco. La verdad es que la pandemia, por otro lado, fue muy productiva porque compuse una infinidad de música que en circunstancias comunes no hubiese podido. De todas esas cosas que escribí surgieron las siete canciones que componen Milagros inútiles.
En esa búsqueda aparecen guiños, referencias, texturas y sonidos que transforman al disco en una locura inclasificable, pero que atrae desde el primer minuto. ¿De dónde sacaste toda esa información?
Hay muchísimos samples, pero casi ninguno quedó como el original. No solo no quedaron con el tono verdadero, sino que además los usé para componer. Por ejemplo, toda la intro de “Sitcom” es un cuarteto de saxos de Philip Glass al que fui recortando como notitas y golpes y sonidos del saxo y cambiándolos de tono y la verdad que no se terminó pareciendo en nada a la versión original. Algo que me pasa con samplear, y como tengo cierta facilidad con eso, es que a los samples los uso más como si fueran un teclado. Me gusta el sonido de algo y lo incorporamos para toda una melodía. También hay muchos samples de videos de YouTube desconocidos.
El disco arranca con uno de esos samples en la canción “Marciano abandonado“, un tema también que habla de “no envejecer como los ídolos que llevás tatuados”, y esta especie de patrón que es volverse más facho con el paso de los años. ¿Creés que es algo inevitable?
Creo que siempre está bueno hacer el ejercicio de ver en qué sos el reaccionario o el conservador del futuro. Yo recuerdo cuando fueron las marchas por el matrimonio igualitario y había mucha gente en contra, que decía que eso iba a romper y destruir la familia. Por ejemplo, y esto va más allá de si uno está favor o en contra, yo siempre jodo a mis amigos más progres respecto de qué pasaría si, de repente, empezaran a venir las columnas del orgullo incestuoso. Varios se espantan, les parece un horror, y me responden cosas como que eso es terminar con los lazos familiares o cosas parecidas a las que planteaban los que estaban en contra del matrimonio igualitario. Yo no estoy diciendo qué es lo que me interesa a mí particularmente, pero la idea de extender las libertades individuales y colectivas me agrada. No me gusta la gente que le dice a los demás lo que tienen que hacer. Eso me parece ridículo. Me parece que, si bien muchos artistas fueron contestatarios en su época, el mundo va cambiando y ahí ves que en algunas cosas algunos eran personas conservadoras pero nunca tuvieron la posibilidad de hablar de eso. Y cuando sí tuvieron la chance de hacerlo, parecían unos cavernícolas tremendos.
Esa idea se repite en parte también en la canción “El gemelo que encerramos en el sótano” y la frase “junto con tu juventud se fue tu esencia”…
En esa canción hay algo de la letra que, para mí, es la actitud que tomamos la clase media o media-alta, los ricos y los millonarios respecto de la indigencia. Como muchas otras personas, veo gente en la calle y no hago un carajo para que eso cambie. Eso me sorprende. No lo hago yo, mis amigos, ni la gente más católica que conozco. Por ahí alguno va a repartir comida, o lo que sea, pero no estamos haciendo nada concreto para que eso deje de suceder. Lo naturalizamos. Con esa canción quería lograr que todos puedan escuchar ese nivel de exclusión. Por eso es “el gemelo que encerramos en el sótano”: son una parte nuestra que muchas veces no queremos ver. Si bien es un problema social, a mí me cuesta ver lo social sin lo individual, entonces pienso que un poco de responsabilidad tenemos. Si pudimos parar el mundo un año y medio por una pandemia, podemos para un poquito el tiempo para que la gente que no tiene nada pueda tener algo, una vida digna.
En “Internet nos cagó” parece toda esta cuestión del uso que le damos al internet hoy en día, la posverdad, las fake news y la manipulación de la información por parte de los medios de comunicación. ¿Qué es lo que más te pesa de internet?
Primero quiero decir que jamás podría estar en contra de internet porque sería como estar en contra del oxígeno. Lo que me sucede con internet en este momento es que pareciera que las búsquedas son cada vez menos exitosas. Buscás algo específico y cuesta llegar, porque primero te aparecen todas las páginas que pagaron para aparecer en el inicio. Entonces, ya lo que estás viendo es como una especie de shopping de la información, donde te ponen las cosas que, según ellos, te van a interesar a vos porque el algoritmo ya se las aprendió. Te volvés un pelotudo bárbaro. Esa es la parte que me parece súper nociva y dañina: que de pronto en tu computadora o en tu celular haya un mundo que parece estar creado exclusivamente para vos. Se transforma en un espacio totalmente individual, donde solo se refuerzan las ideas de uno con las cosas a las que le dio like. Me parece un poco peligroso porque así se genera una población más boba y menos curiosa. Lo fascinante de internet cuando apareció era esa cosa caótica que tenía y ya no tiene. Para mí, internet está en un momento de pulverización total del contenido de la cultura, del arte, de la información y se enfoca solamente en el contenido chatarra constante.
Hace unos años publicaste “Bases y condiciones” con Chano, una canción que ya venía de la época de El nene minado. ¿Cómo se dio esa fusión de universos casi antagónicos?
Cuando hice la canción me pareció buena idea flashearla y sentía que a él le iba quedar muy bien. Entonces me puse medio insistente con tratar de ubicarlo y, que en todo caso, él dijera que no. Finalmente, pude dar con él y le dije que tenía una canción que me gustaría que escuchara y que, si le gustaba, me encantaría que participe. Y a partir de ahí solo puedo decir cosas bellas porque siento que fue muy generoso. Cuando grabamos vino al estudio muy bien predispuesto y súper contento con que lo produjéramos y le tiráramos indicaciones. En ningún momento sentí que lo estuviese haciendo como compromiso o para sacárselo de encima. Es más, cuando terminamos la primera toma, que no había salido tan bien, propuso hacerla de nuevo. Estaba realmente metido. Me ha pasado de trabajar con otros artistas con mucha menos exposición que él que resultaron ser completamente pedantes.
Este 20 de julio tocás en la Sala Auditorio del Konex con banda completa y junto al grupo Hijxs Malones. ¿Qué podés adelantar del show que tienen preparado?
Hace cinco años que no tocamos con el público sentado y surgió poder volver a hacerlo junto a los Hijxs Malones, que es una banda que produje y donde tocan dos de mis músicos. Siento que se va a dar una cosa familiar y me encanta que mi público los puedan escuchar. Si bien no tenemos nada concreto preparado, yo ya tengo la idea de que tiene que ser un concierto distinto por el solo hecho de que la gente va a estar sentada. Así que seguro vamos a preparar algo especial.
Nahuel Briones se presenta el jueves 20 de julio a las 21 h en CC Konex (Sarmiento 3131, CABA) junto a Hijxs Malones, entradas disponibles a través del sitio de Konex. Escuchá Milagros inútiles en plataformas de streaming (Bandcamp, Spotify, Tidal, Apple Music).