A lo largo de una década de carrera, Nunca Fui a un Parque de Diversiones transitó por los senderos más diversos. Desde la originalidad de su nombre trascendió que con cualquier relieve es posible que eleven la multilateralidad de la apuesta, de la misma manera que con cualquier pozo nos pueden hundir hasta el fondo para ahogar las penas. El presente los encuentra explorando el lado más espinoso del punk, las modulaciones electrónicas y, a su vez, afilando su talante experimental para cruzar sus propias barreras y nadar en los mares de la psicodelia sideral.
Sin embargo, Paranoia for export -su tercer álbum publicado en noviembre- es un disco terrenal hasta la médula. Las estéticas que reflejan la bruma del futuro son el móvil ideal para poner sobre la mesa debates urgentes de nuestra realidad o, simplemente, un corazón desangrándose, latiendo al ritmo de una resistencia anárquica en búsqueda de la libertad absoluta.
“Fue un momento de transición desde muchos aspectos -cuenta el cantante y guitarrista Manque La Banca en conversación con Indie Hoy acerca de la acrisolada transformación de la banda-. La banda arrancó con un disco mucho más luminoso, con una explosión de vida que es Mover canival, y acá fue trabajar directamente la otra cara”.
Paranoia for export devela el ímpetu camaleónico del trío argentino al adoptar las atmósferas, texturas y colores de un tiempo distópico para saturarlas hasta el máximo punto de fervor. Junto al productor Ariel Schlichter, crearon una obra violenta, rabiosa y futurista en medio del caos global de la pandemia y el auge de la ultraderecha. Un repertorio de ocho canciones eclécticas que nos invita a enfrentar el fin de una era y a soñar con el cálido resplandor de un nuevo amanecer cromado. Hay que destruir para volver a construir.
En el último año estuvieron separados entre Bariloche, La Plata y Berlín, y ahora se reunieron para la gira presentación de Paranoia for export. ¿Qué significa para ustedes esta oportunidad de volver a conectarse artísticamente?
Eso es tremendo. Tuvimos la primer fecha en Bariloche y se siente como reencontrarse con otras personalidades propias. Es un reencuentro con distintas partes de une misme. Aprendimos a tocar juntes. Con Antu [La Banca] somos hermanes que vivíamos en la misma casa y conocemos a Joshua [Zenz] desde la secundaria. Es un momento muy emotivo y sanador, es reencontrarte con cosas muy primarias en la gestación de las ideas.
¿Qué ideas y procesos estuvieron presentes al crear un disco tan ecléctico como Paranoia for export, gestado durante el período más estricto de la pandemia?
En pandemia nos quedamos atrapadas con Antu en Berlín. Antu se había armado un estudio con Maqueta [Ariel Schlichter] que sirvió como nuestro refugio. Quisimos laburar la integración electrónica con la ejecución en vivo de los instrumentos, construir una electrónica que no fuese repetitiva, sino que fuese modulando a lo largo de la música. Y las letras están muy vinculadas al contexto, se trató de soltar la lengua con ciertos temas para combatir la situación de un virus. La conspiración de repente estaba mal vista, pero todos la atravesamos de alguna manera y la empezamos a reprimir también para llevar adelante una salida. El espacio de la música y el arte estuvo buenísimo para poder sacar lo que teníamos adentro.
“C.D.G.”, o “Cheto de garca”, fue el primer single que publicaron con una impronta muy combativa. Hay un sentido reaccionario frente a lo abrumador de la época, el hecho de que la música electrónica sea un ánimo de resistencia es algo muy significativo en Berlín. ¿Qué absorbieron del contexto?
Sí, totalmente. Hay mucho aguante, una movida under muy activa que funciona. Bandas que se mantienen en el circuito sin el uso de redes sociales. Obviamente con todo el apoyo de lo que son estos países que tienen una cantidad de dinero importante gracias a que explotan a otros países, eso siempre está claro. Sin embargo, hay una tradición de que el lugar que ocupan las bandas es sumamente importante y hay mucho despliegue. En ese sentido fue un buen aprendizaje. Y creo estando afuera, estando lejos de la familia y de les amiguis, toda esa distancia se hizo muy presente en el disco. También estar tan cerca del conflicto, ahora con la guerra de Ucrania y los bombardeos volvió la sensación de la pandemia.
Lo político siempre estuvo presente en su banda, a tal punto que hay canciones como “Tu cara” en donde una historia de amor desdobla con elocuencia social una mensaje de empoderamiento: “Siempre serás más fuerte que la yuta”.
Eso estuvo muy claro siempre, tanto Antu como yo en nuestros proyectos solistas. Lo que hacemos son canciones que trascienden el género porque experimentamos por donde nos interesa. Nosotres somos personas muy sensibles. A mí me suele pasar con las películas también, no puedo pensar el arte desvinculado del contexto social.
En un momento tan distópico que los llevó a explorar sonidos futuristas, ¿qué otro tipo de ideas extendieron la narrativa del álbum?
La tapa del disco es medio Black Mirror, porque la bola de cromo tiene un concepto detrás que nadie lo lee. La bola vendría a ser como el celular del futuro, llega en una cajita de delivery, la abrís, apretás un botón y empieza a explotar. La estás explotando y la gente se comunica a través de eso. Habíamos pensado toda una situación para un video que no llegamos a hacerlo, donde ves todo el recorrido de una familia, desde el momento en que reciben la cajita y en esta bola, que es una especie de ojo, oráculo, ves caos, crisis y destrucción total al punto tal que se destruyen las ciudades y vuelve la naturaleza. La bola sigue sosteniéndose en el aire siendo testigo del cambio de la humanidad total. Había algo con eso, destruir para volver a construir. Esa idea futurista de los dispositivos que van a ser testigos de nuestra propia transformación a otro tipo de humanidad.
Teniendo en cuenta tu cinefilia y tu carrera como cineasta, ¿qué películas o directores sentís que nutrieron el imaginario del álbum?
No soy muy fan de ningún género en particular, pero sí de algunos directores. Cronenberg me encanta, la última, Crimes of the Future, me voló la cabeza. También me gustan más las películas de ensayo y cine de autor como las de Miguel Gomes, mucho hibridaje entre la ficción y el documental. Después soy muy fan de Kelly Reichardt, es la cineasta que hizo Wendy y Lucy. First Cow es tremenda. Creo que ahí hay un hilo conductor entre les cineastas que te nombré, hay un trabajo sobre ese contexto social que te permite entender que en la humanidad se construye y se teje con esos vínculos. Por eso creo que hay algo en lo que hacemos que está vinculado, no tanto en la cuestión de los géneros en sí mismos, sino en ciertos conceptos.
Veo que está lo futurista de Cronenberg, lo híbrido entre ficción y documental de Gomes, y también la conexión con la naturaleza de Reichardt. Esto último es muy importante para la banda teniendo en cuenta que, además de Berlín, Bariloche deja impregnado sus paisajes. En “Miles de metales”, un track ecocontestatario, abordan problemáticas súper importantes a nivel nacional. ¿Qué nos podés contar sobre esa canción?
Paranoia for export es un disco en sí que le habla a la cultura argentina en realidad. No deja de salir de ahí. Me encanta lo de ecocontestatario. Ese tema lo compuso Antu con una rabia, una ferocidad y una rapidez buenísima. A veces a Antu le salen algunas canciones en unos minutos y las graba muy rápido, y yo acompaño todo el proceso. Está muy bueno, tenemos mucha libertad. Por ejemplo, en este disco muchas cosas las presencié desde un sillón; eran más mis ideas, las palabras, y Antu iba ejecutando la maquinaria de la producción. Hay algo ya del despojo del ego con la banda. No hay mucho enrosque en ese sentido, no es que cada cual tiene que aportar algo sí o sí. Esa canción surgió de Antu con toda esa rabia frente a la mega minería y esa problemática de que sea quien sea que gane las elecciones es algo que se debe hacer algo ya. Incluso, políticamente hablando, ahora pienso que es algo imposible de frenar la mega minería. El próximo paso que hay que hacer es ver qué dinero heredamos para el país. Por eso utilizamos la canción para discutir y poner temas en debate. Ahora veo que hay un resurgimiento de ganas de discutir entre las nuevas bandas que aparecen en la escena y me entusiasma mucho.
¿Cómo ves la escena independiente actual y qué bandas te llaman la atención?
En la escena argentina volvieron a aparecer el punk y el grunge. Entré en sintonía con una juventud que está enojada y tiene ganas de sacar para afuera un montón de sentimientos a través de la música, y me siento re a gusto con eso. Mora y los Metegoles me encanta, somos amigas de ella. Dum Chica también me voló la cabeza.
Al presentarse de forma tan esporádica, para el público se genera algo de ritual por la seguridad de no poder ver a la banda en cualquier otro momento. Siendo una propuesta que no le tiene miedo al cambio, ¿qué tienen pensado para el vivo?
Hicimos unos ensayos en Bariloche, que fue el armado del recital, y fue muy power. Muchas ideas se sintetizaron al punto tal en que hay momentos que, por ejemplo, hacemos cosas hasta más de raperos te diría. Hace un montón de tiempo que venimos sacándonos prejuicios de encima. Pero hace mucho no tocamos en Capital, creo que eso es especial. Cambió mucho todo, pero se mantiene el hilo conductor de la psicodelia. Es muy loco sostener. Hay algo de la rutina, que puede ser cotidiana o se puede construir una vez al año, pero sostener esa rutina una vez al año hace que en la insistencia sobre una idea vas viendo cómo se va transformando. También va pasando a otro plano, porque obviamente no es algo que hacemos por el dinero. Hay algo de ofrecerle al pequeño grupo de personas que nos siguen esa insistencia y ser consecuente con esta idea, y eso se va mutando. Es una experiencia muy loca.
¿Cómo valoran la riqueza de la distancia y los contrastes de realidades al componer el universo de la banda? A pesar de tener proyectos solistas, ¿qué aspectos consideran que mantienen la esencia característica de Nunca Fui a un Parque de Diversiones?
Creo que Nunca Fui a un Parque de Diversiones siempre es el caballito de batalla que se la juega más y lleva las ideas al extremo. Como con un tema de ocho minutos en Spotify, por ejemplo. En la banda todo es posible. Y esa sensación te da una libertad en términos muy amplios que me parece fantástica. También producimos nosotres, y entonces hay algo de andar armándolo desde un lugar muy personal, utilizando nuestros propios tiempos. No dependemos de otras personas, nos da esa libertad también. Creo que es eso, Nunca Fui sería el caballito de la experimentación, el que va adelante en la primera línea. A propósito de que lo nombraste, “Tu cara” perfilaba más para Manque Le Blanc, pero lo puse sobre la mesa y gustó. Vamos haciendo filtrajes de cosas que por ahí tenían una línea más solista, pero al final pertenecen a la banda. Hay algo muy importante en ese sentido: nos dimos cuenta de que las canciones no van a parar nunca. Es algo que está latente, es un motor de vida. Salen solas caminando, no hay mucho enrosque. Es darle la rienda suelta a estas combinaciones.
Nunca Fui a un Parque de Diversiones se presenta el viernes 9 de junio a las 22 h en Centro Cultural Richards (Honduras 5272, CABA) junto a Pielcitta y Tobey, entradas disponibles a través de Passline. Escuchá Paranoia for export en plataformas de streaming (Bandcamp, Spotify, Tidal, Apple Music).