Tregua es la cachetada que corta la inercia. No hay calma ni alivio en estas nueve canciones: lo que suena es un ruido que se mete en la piel y no se va. Varese, el dúo marplatense de música electrónica, prende la maquinaria como si fuera un arsenal con bajos que retumban en el pecho, guitarras que se clavan como vidrios rotos, sintetizadores que empujan la noche hasta el límite. Es un disco que se entrega entero, sin respiro intermedio.

Tregua es una declaración de principios. La palabra apareció primero como una intuición, casi fría, pero pronto se volvió imprescindible para describir tanto un estado íntimo como colectivo. Manuel Tello lo explica así: “Hay necesidad de una tregua con el sistema mismo que nos está quemando con los cinco laburos que tenemos todos, las 5.000 horas que pasamos en redes sociales, toda la información que consumimos. Al final del día estamos hechos mierda. Entonces ‘tregua’ puede definir una necesidad muy actual”.

Para la banda, esa pausa también se lee en clave social y política: las guerras, la situación en Argentina, la vorágine que atraviesa la vida cotidiana. Sin embargo, Manuel aclara que no se trata de rendirse, sino de generar un espacio alternativo: “Nuestras fiestas son eso: un lugar donde uno se viste como quiere, habla con quien quiere, sin presión estética ni de moda. Queremos que sea un espacio de tregua frente al sistema que te obliga a ser de una manera”.

Esa mirada se trasladó a la música del nuevo disco, donde los nueve tracks laten entre la densidad nocturna, la pulsión física y la introspección emocional. Si Uno (2023) se trataba de explorar el krautrock y los paisajes cyberpunk, en Tregua buscaron consolidar su sonido. Gonzalo Rojas lo resume: “Es un disco que mira más hacia Varese que hacia otros lugares. No es tanto una cuestión de influencias directas, sino de profundizar en lo que somos”.

La propuesta es más amplia y sólida: hay canciones rockeras, un corte más lento con atmósfera cyberpunk, pasajes techno e incluso momentos instrumentales que no temen lo experimental. “Nos dejamos llevar por nuestra propia intuición”, agrega Manuel. “Quizás en Uno todavía estábamos encontrando el sonido; ahora sentimos que todos los temas están muy sólidos y tenemos ganas de tocarlos en vivo”.

Varese, 2025. Foto: Ignacio Chinchilla
Varese. Foto: Ignacio Chinchilla

En el laboratorio de Tregua hubo un tercer integrante invisible pero decisivo: Juan Cruz Marino, productor que acompañó al dúo desde sus inicios. “Juan nos conoce desde el minuto cero,” dice Manuel. “Él me enseñó a usar Ableton y a producir. No fue un productor externo, se apropió de la música y devolvía una visión que era Varese pura, como si nos sacara las palabras de la boca”. Esa cercanía permitió un proceso fluido y orgánico. “Nos juntábamos los martes de verano, con un vinito, y todo salía. Siempre nos íbamos con algo resuelto”, recuerda Gonzalo. “Fue un proceso corto, de noviembre a marzo, muy intenso pero placentero. Nada de discusiones eternas ni mil estudios: todo fluyó con naturalidad”.

Tregua respira nocturnidad, no como cliché sino como espacio vital. “La noche es el campo de batalla. Es el lugar en el que suceden las cosas”, afirma Gonzalo. Pensado para ser escuchado y tocado en ese territorio, el álbum encuentra su sentido en la desconexión de lo diurno: la búsqueda de una tregua es posible cuando todo lo demás baja la velocidad. Es un disco que se muerde, que se transpira, que se enciende en la fricción de las madrugadas, donde nace el cruce entre placer, exigencia y nocturnidad. Oídos abiertos, cables cruzados y miradas que encuentran en un loop o en un riff la salida a la tensión del momento. Lo que suena nace del cuerpo, vibra como un pacto sellado en la noche con el vértigo como única brújula.

De ahí también la importancia de su presentación en Niceto Club trasnoche, con un show audiovisual diseñado como una experiencia completa: luces, visuales y DJs para prolongar el viaje. “Estamos lejos de la noche boba, de salir por salir,” dice Manuel. “Nos volvimos más selectivos con los proyectos, con los lugares a los que vamos. Queremos que nuestra propuesta nocturna sea una de esas en las que realmente vale la pena estar”.

El costado audiovisual de Tregua no fue un simple adorno, sino un territorio donde Varese se animó a expandir su lenguaje. No era lo que les salía más naturalmente y hubo varias personas tirando de la cuerda, sobre todo Azul Paci Palmas y Tobías Gegundez, con quien colaboran desde hace tiempo. Esa dinámica colectiva hizo que lo visual no quedara como una traducción literal de la música, sino como un universo paralelo que dialoga con ella. 

Gonzalo suma otra clave: “Queríamos ser más precisos con la imagen, con el concepto. Y también mostrar cómo lo que nos atraviesa en lo cotidiano se refleja en lo artístico. Por eso hay elementos de IA, porque está presente en nuestra vida, no solo como moda tecnológica sino como síntoma de época”. Lo interesante es que Varese no cae en el fetiche de lo nuevo, sino que utiliza la herramienta como recurso expresivo. “La intervención de la inteligencia artificial está puesta en función de una mejora, de algo interesante, no es porque sí”, aclara Manuel.

Ese cruce entre presente y distopía conecta a la banda con una sensibilidad ciberpunk. No en el sentido de la estética vacía, sino como mirada crítica sobre la relación entre tecnología, poder y subjetividad. Los singles son un buen ejemplo. Marcas habla de la realidad nacional. “El concepto de las cadenas es la pérdida de libertad” dice Manuel. “Y justo en un momento donde se habla tanto de libertad, vivimos cada vez más esclavos: del trabajo, de las redes, del qué dirán”.

Varese - VIP (Video Oficial)

En “VIP”, en cambio, la lupa se posa sobre la adicción a la distinción. La tapa combina un precinto hospitalario con uno de exclusividad nocturna, en alusión a la fetichización del “ser distinto”. “Hoy todo el mundo quiere ser VIP, estar donde no están los otros. Pero si entrás, te das cuenta que es un bajón: nadie la pasa bien. Y los que están afuera tampoco. Es una paranoia tremenda”, cuenta Manuel. Rojas lo completa: “Incluso una salida, que debería ser un momento de goce, termina convertida en un espacio productivo. Todo el tiempo estás pensando qué mostrar, qué subir, con quién estar”.

Ahí aparece la verdadera potencia de Tregua: poner en jaque esos rituales sociales y virtuales que nos asfixian. Si la música electrónica suele pensarse como evasión, Varese la carga de contenido crítico sin perder el pulso bailable. Manuel lo resume con claridad: “Tenemos la electrónica a nuestro favor, es un género de moda, pero lo hacemos a nuestra manera. No buscamos entrar en un hashtag. Si no sos honesto, la música se va para atrás. Lo más lindo sería que dentro de 20 años podamos escuchar este disco y decir: che, hicimos lo que queríamos hacer”, se ilusiona Manuel.

Varese horizontal 2025
Varese. Foto: Ignacio Chinchilla

Escuchar Tregua por primera vez es entrar en un territorio pensado para romper la escucha automática. Gonzalo lo explica así: “No será lo que más está de moda, no es un disco para un challenge de TikTok, pero sí busca interpelarte. Queremos que no pase de largo, que genere algo. Aunque sea que digas ‘no me gusta’, pero que digas algo”. En tiempos dominados por la lógica algorítmica —esa que te encadena a playlists infinitas que no dejan huella—, la apuesta de Varese resulta casi contracultural: un álbum que pide ser escuchado entero, de principio a fin, con sus giros, contrastes y quiebres.

Manuel suma: “Los primeros tres o cuatro temas buscan lo frenético, que te metas rápido. Pero no desde la lógica de las redes, de mantenerte consumiendo, sino para que viajes con nosotros”. Ese frenesí convive con canciones como “Vértigo” o con piezas más tranquilas y melódicas como “Caer”, el último tema en resolverse y que, paradójicamente, terminó siendo de los más celebrados. “Fue el más Frankenstein de todos, pero algo tenía. La gente lo escuchó y le encantó”, cuenta Manuel.

La convivencia entre potencia y pausa se refuerza con los instrumentales, como “Melatonina” o Sí o sí”, que nacieron de la experiencia en vivo, siendo pasajes dentro de sus sets que subían la energía del show. Hay también momentos de fuerte carga emocional. “Dejar todo” partió de una base de Juan Cruz Marino, pensada para otra colaboración, pero terminó convirtiéndose en uno de los temas más representativos del disco. “Es cancionero, tiene guitarras, pero a la vez carga un peso novedoso”, dice Manuel. Esa mezcla de canciones con músculo pop, instrumentales atmosféricos y electrónica frenética demuestra que Varese no se piensa solo como canción, sino como un ecosistema sonoro.

Varese - Dejar Todo (Video Oficial)

El presente de Varese no se limita al estudio. Tras la presentación en Niceto, el plan inmediato incluye giras por Córdoba, Rosario, Mar del Plata, Paraná, Tucumán, La Plata, Mendoza y Buenos Aires, con un horizonte que apunta a Uruguay, Chile y, en 2026, a España y Alemania. Una travesía que entusiasma tanto como intimida: “Es un piletazo, pero está en los planes. En Barcelona sabemos que tenemos aguante, y en Alemania también hay gente escuchando. Queremos dar ese salto”, dice Manuel.

La conclusión surge del equilibrio entre proyección y memoria del recorrido. “Venimos de Mar del Plata, después La Plata, y ahora Capital. Todo cuesta: sobrevivir, estar lejos de la familia, armar contactos de cero. Llegar a este punto, poder hacer una gira nacional, tocar en Niceto… es movilizante. Y más a nuestra edad, porque no somos pibes. Pero lo que nos sostiene es que no nos sentimos secos: tenemos mucho por decir, muchos lugares por recorrer, mucha música para sacar”, confiesa Manuel. Tregua es un pulso de vitalidad, la certeza de que el horizonte sigue abierto y las noches esperan ser conquistadas.

Varese se presentará el viernes 12 de septiembre a las 23:30 h en Niceto Club. Entradas disponibles a través de Passline, 20% de descuento para socios de la Comunidad Indie Hoy.

Escuchá Tregua en plataformas (SpotifyTidalApple Music).

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