Los 70 fueron una época llamativa y experimental para el rock. Los Beatles se habían separado, Elvis Presley atravesaba su ocaso creativo y Jimi Hendrix se había convertido en leyenda. El rock and roll, aquel sonido que había cautivado al mundo una década antes, parecía perder fuerza frente al auge del punk, el disco y los nuevos experimentos sonoros de artistas como David Bowie o Gil Scott-Heron.

Sin embargo, en medio de ese desencanto, dos canciones se alzaron como los últimos himnos del rock clásico en el corazón de la década. La primera llegó en 1976, cuando Paul McCartney, ya lejos de los Beatles, recuperó la esencia del pop melódico con "Silly Love Songs". Con su banda Wings, el músico británico volvió a los primeros fundamentos del género y conquistó el número uno del Billboard Hot 100 durante cinco semanas, un logro notable en un panorama dominado por el soul y la música disco.

Durante un tiempo, ese éxito pareció marcar el techo del rock en los años 70. Pero en los últimos meses de la década, una nueva banda californiana irrumpió con fuerza. En agosto de 1979, The Knack publicó "My Sharona", una mezcla de energía punk, riffs y un estribillo tan energético como pegadizo. El tema escaló rápidamente al primer puesto de las listas estadounidenses y se mantuvo ahí durante seis semanas consecutivas, convirtiéndose en la canción de rock que más tiempo permaneció en el número uno durante toda la década de 1970.

"My Sharona" no solo destronó a McCartney en longevidad, sino que también se transformó en el single más vendido de 1979 en Estados Unidos. Su sonido y ritmo la convirtieron en el emblema de una nueva generación que necesitaba un nuevo tipo de rock que sea más directo y urgente. Doug Feiger, líder y vocalista de The Knack, explicó años después la clave del éxito: "Tenía 25 años cuando escribí la canción, pero lo hice desde la perspectiva de un chico de 14. Es una canción honesta sobre un adolescente”, declaró.

The Knack - My Sharona (1979)
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