La segunda década nocturna del siglo XXI marcó un cambio en la manera de vivir y comprender la noche. El auge incipiente de las redes sociales, que habían aparecido hacia fines de la década anterior (con Facebook como emblema), impactó de lleno en las subculturas juveniles. Con el paso de los años, estas comenzaron a buscar primero un lugar de reconocimiento en lo digital, para luego trasladar sus conceptos y prácticas al campo de lo real. Así, muchos movimientos resultaron efímeros, pero dejaron huellas visibles.
Un caso emblemático de esta transformación del habitus, como diría el sociólogo Pierre Bourdieu, fue la fiesta Bresh: un fenómeno que alcanzó una masividad inusitada, incluso a nivel internacional, a partir de una idea de producción atravesada por la lógica del capitalismo tardío del entretenimiento e impulsada por Jaime James, conocido artísticamente como Louta. En paralelo, Niceto Club mantuvo su lugar central en la agenda nocturna porteña: continuó trayendo artistas de culto del exterior y sostuvo su concepto de fiesta a través de ciclos como Invasión o el clásico Club 69. Palermo, por su parte, sumó espacios modernos con vocación artística como Avant Garten, La Tangente y Liverpool Club.

Las redes sociales, sin embargo, aceleraron los tiempos. La masividad que antes tardaba años en consolidarse en Buenos Aires antes de expandirse al resto del país, empezó a propagarse en cuestión de meses. Esto permitió el surgimiento y la rápida circulación de voces underground y nuevas escenas, que adquirieron identidad estética a escala nacional. En ese contexto, las grandes fiestas electrónicas como Wartime o Moonpark fueron quedando anacrónicas y elitistas.
Las propuestas frescas del primer lustro provinieron de sellos independientes como Laptra, Triple RRR, Estamos Felices y Fuego Amigo Discos. A esa red la productora y sello discográfico Indie Folks, que además de su labor local trajo al país artistas destacados de la nueva escena norteamericana, británica y australiana, coronando su trabajo en 2015 con el festival Music Wins, el primer encuentro internacional independiente de escala masiva en Argentina. Hacia la segunda mitad de la década, emergieron artistas de zona norte que encontraron un espacio en el Ciclo Jalea, todos los jueves en Martínez, como Bandalos Chinos, Silvestre y la Naranja o Delfina Campos. Esa misma impronta estética y generacional fue llevada a la masividad por Joaquín Speroni a través de los festivales Buena Vibra.
También fue clave en la década el Ciudad Cultural Konex, que se consolidó con festivales y propuestas diversas, entre ellas su ciclo de los lunes, Día Bomba, a cargo de la agrupación La Bomba del Tiempo. En paralelo, el Club Cultural Matienzo se transformó en un punto de encuentro con una programación constante de actividades, especialmente sus ciclos de música. Hacia 2016 apareció La Confitería, que abrió en una casona de Colegiales y se sumó rápido a la vida nocturna porteña.
La aceleración de los tiempos que trajeron las redes sociales no solo impulsó a artistas emergentes en Buenos Aires, sino que también transformó la vida nocturna en el interior del país. De pronto, la escena de locales y ciclos se federalizó: distintas provincias comenzaron a sostener propuestas propias, a la vez que recibían artistas porteños e internacionales. Córdoba fue uno de los focos más visibles. Con espacios como Club Belle Epoque, Club Paraguay o Casa Babylon, la ciudad consolidó una noche diversa y moderna, donde convivieron proyectos como Un Día Perfecto para el Pez Banana, Francisca y los Exploradores, Benigno Lunar y Juan Ingaramo.

En Chaco y Corrientes, por primera vez se celebró esa mezcla entre modernidad y raíz local, con bandas como Las Liebres, Mencho, Caretas del Arte y Libélulas. Su impacto se potenció en lugares que se volvieron referencia: El Manosanta en Chaco y Casa Miranda en Corrientes. El norte también vivió su propio sacudón indie. Aparecieron artistas como 12 Pesitos Dub, Bort o Feli Colina, mientras que espacios como Casa Tomada en Jujuy ofrecían una alternativa distinta y contemporánea para la noche de la región. Pero el boom de bandas del interior quizás tuvo su punto más visible en Mendoza, con la explosión del llamado "manso indie". Grupos como Mi Amigo Invencible, Perras on the Beach y Usted Señalemelo lograron proyectarse desde la provincia cuyana hacia todo el país, marcando un nuevo capítulo dentro de la música emergente nacional.
La noche de los años diez modificó hábitos y costumbres que parecían inamovibles desde hacía medio siglo. La seducción nocturna pasó a ser más digital que corporal, más icónica que figurativa. Los nichos y subgéneros de fiestas se multiplicaron al calor de las estéticas y relatos que circularon en redes, especialmente desde el segundo lustro. Podría pensarse la década en dos mitades: una primera etapa en la que el celular no condicionaba tanto los shows ni los eventos, y una segunda donde todo se organizaba en torno a él, acelerando fenómenos, personajes y escenas. Tal vez esa fue la última gran reinvención de la noche antes del silencio y la incertidumbre que impuso la pandemia en 2020.
A partir de un trabajo de campo con entrevistas a dueños y productores de distintos puntos del país, en Indie Hoy recorremos los diez espacios que marcaron la nocturnidad argentina entre 2010 y 2020.
10. Casa Tomada

Ubicada en San Salvador de Jujuy, Casa Tomada abrió sus puertas en julio de 2013 con una varieté de body painting y artes circenses, coronada por un show de bandas. Desde entonces, fue un punto de encuentro para propuestas muy diversas: folclore, rock, pop, tango y fusiones varias. Su estética colorida refleja el universo interior de su fundadora, Agustina Patchman, y con el tiempo se volvió un lugar de paso obligado para artistas locales y nacionales.
Por su escenario pasaron figuras como El Pity de Las Pastillas del Abuelo —que solía aparecer de sorpresa—, Juanjo Rojas de Chernobil, Yataians, Los Reyes del Falsete, 12 Pesitos Dub, Hugo Lobo de Dancing Mood, Guillermo Mármol de Eterna Inocencia, New Rusia a la Vinagrét, Kumbia Queers y Karma Sudaca, entre muchos otros. Hoy sigue funcionando en la calle Ramírez de Velazco 253, en pleno centro jujeño.
9. Liverpool Club
Ubicado originalmente en la calle Arévalo, en Palermo, Liverpool Club abrió en 2009 y al año siguiente comenzó a producir ciclos musicales. Desde el inicio, rescató —como su nombre lo indica— la tradición británica del pop y rock. Entre sus propuestas se destacaron fiestas temáticas como Brit Sound, All Inclusive y VHS 80, donde sonaban The Smiths, New Order, The Jam, Blur u Oasis. También brillaron ciclos como Club Shake (hoy realizado en La Tangente), centrado en el northern soul; Latin Fun, con vinilos de los 60 y 70; y la Fiesta Nacional, que reunía solo música argentina, desde 2 Minutos hasta Babasónicos.
“El concepto musical iba desde los años 60, con especial énfasis en la cultura mod, hasta llegar al pop inglés de comienzos de los 2000”, recuerda David, uno de sus dueños, en conversación con Indie Hoy. Hoy continúa activo en su nueva sede de la calle Cabrera 4255, también en Palermo.
8. El Manosanta
En la ciudad de Sáenz Peña, Chaco, El Manosanta abrió en 2009 y rápidamente se convirtió en un espacio clave para la escena local. Ese mismo año comenzaron a presentarse músicos chaqueños en formato acústico y, al poco tiempo, llegaron bandas de Resistencia y Corrientes. “El estilo musical del local siempre fue el no comercial: apostar por bandas alternativas y emergentes”, recuerda su fundador, Beto Benega, en conversación con Indie Hoy. La estética acompañaba esa idea: primero con un aire feng shui de tonos crudos, luego con murales y grafitis que le sumaron color. La programación combinó música con comedia, consolidando un ambiente propio.
En 2012 el proyecto dio un salto: por primera vez se cobraron entradas y comenzaron a llegar artistas emergentes de Buenos Aires, como Los Reyes del Falsete o Valentín y los Volcanes. A la par, la labor del DJ Ursa Minor abrió las puertas a la música electrónica, con ciclos como "Gorillaz vs Blur" o "Illya Kuryaki vs Café Tacuba", donde la pista se volvió protagonista. Durante la década pasaron por su escenario nombres como Benito Cerati, Juan Ingaramo, Banda de Turistas, Flopa Lestani, Bandalos Chinos y El Plan de la Mariposa. Hoy sigue activo en su sede original, en la calle 9 entre 14 y 16, en Sáenz Peña.
7. Willys Bar
Willys Bar abrió el 5 de diciembre de 2008 en Luján de Cuyo, Mendoza. Nació como un emprendimiento familiar poco después de que su fundador, conocido como El Paila, regresara de una gira por México con su banda. Con el tiempo, él mismo fue tomando la dirección del lugar y definiendo su espíritu. Aunque su raíz fue el rock, el bar se abrió a múltiples géneros: pop alternativo, tango y sobre todo las zapadas improvisadas, gracias a que contaba con backline propio. La idea, según explica su dueño en conversación con Indie Hoy, siempre fue “cerrar la grieta de estilos” y crear un espacio donde lo importante sea “escuchar buena música, pasarla bien y tomar un buen trago”.
La estética del lugar fue cambiando con los años, pero su rol como refugio de la comunidad musical mendocina se mantuvo firme. Por allí pasaron figuras como Willy Crook, Carca, Jimmy Burns, Leo Genovese, Claudette King (hija de B.B. King), Karamelo Santo, Willy Quiroga, Alejandro Medina, Claudio Gabis, Yataians, Mi Amigo Invencible y Pablito Molina. También se recuerdan las históricas jam sessions que reunieron en el escenario a músicos de distintas generaciones y estilos. Hoy sigue activo en su sede de siempre, en la calle Mitre 1371 de Luján de Cuyo.
6. Miranda Club Social

A comienzos de la década, Sandro Pertini heredó la casa de su abuela en la ciudad de Corrientes. En 2015 decidió abrir allí el Club Social Miranda junto a su familia, con un happening bautizado Occupy Catamarca —idea de Teresa Abelenda—, que convocó a músicos, artistas, amigos y curiosos a ocupar la casa y darle nueva vida. Desde entonces, el proyecto creció con Pertini como productor y curador, acompañado por Titi Baggini y Otto Mesa en la gestión, hasta conformar un equipo amplio y diverso. Por sus espacios pasaron recitales, fiestas, reuniones, un bodegón de comidas familiares, un canal de streaming, bautismos taoístas, cumpleaños, casamientos e incluso celebraciones patrias. Más allá de las actividades, Miranda fue sobre todo una comunidad paralela dentro de la ciudad: no importaba la edad ni el origen, lo esencial era compartir lo que allí sucedía, hasta que el guardia lanzaba el clásico grito de “¡No se van más!”.
La música, seleccionada por Pertini, combinaba amplitud y criterio. Durante toda su existencia, el club ofreció alojamiento a los músicos invitados bajo la consigna de que, aunque aún no hubiera público masivo para esas propuestas, era el camino para construir algo auténtico. La escena local —con bandas como Mencho, Las Liebres o Galácteos— tuvo un papel clave, y de allí nació un boom correntino de productores que impulsaron ciclos con música en vivo y DJs. La estética del lugar fue creciendo de manera orgánica. La antigua casa familiar se transformó en una construcción diáfana y blanca, con biblioteca, balcones, terrazas y patios de distintas improntas: el blanco, el de piedra y el privado.
Entre esas paredes convivieron fiestas pop, funk, trash, electrónicas o queer, en palabras de Sandro: “Todo tipo de fiestas”. Por Miranda pasaron artistas como Banda de Turistas, Las Sombras, Conociendo Rusia, Morbo y Mambo, El Estrellero, Gativideo, Benito Cerati, Juan Ingaramo, Francisca y los Exploradores, Perras on the Beach, además de figuras como Pedro Saborido y Rodrigo de la Serna. El espacio cerró definitivamente durante la pandemia, dejando un vacío en la contracultura correntina que todavía persiste.
5. Casa Babylon

En 2001 nació Casa Babylon Club Social y Cultural, un espacio que desde el comienzo apostó por una programación diversa. Su dueño, Esteban Tazziolli, recuerda que los jueves se realizaba Córdoba Revienta, dedicado a bandas locales; los viernes quedaban para las fiestas electrónicas; los sábados combinaban shows y propuestas temáticas, y los domingos se transformaban en El Living, un ciclo que mezclaba meriendas con folk y noise experimental. Durante los primeros años, la curaduría estuvo a cargo de los propios dueños junto a Andrés Oddone. Pronto se sumaron otros ciclos que marcaron una época: Paraíso Retro, Stand Up Comedy (semilla de Sindicato de Maravillas y Peroncho), Back to 90s, La Cumbre de la Cumbia, Noches de Fox, La Nueva Generación y Undertones!.
La estética inicial se inspiró en Puta’s Fever y Casa Babylon, los discos de Mano Negra ligados al ideario alterlatino y periférico de la banda en la que tocaba uno de los dueños. La difusión empezó con fanzines y flyers mensuales distribuidos en universidades y locales, sumados a la clásica volanteada y la pegatina en la calle. Más tarde llegaron la cadena de mails y, con el tiempo, las redes sociales. El escenario de Casa Babylon recibió a figuras como Manu Chao, Dead Kennedys, The Skatalites, Jonathan Richman, Don Carlos, Juana Fe, Dennis Bowell, Vader, Miss Bolivia, Altocamet, Alejandro Sokol, Los Violadores, Todos Tus Muertos, Peligrosos Gorriones, No Te Va Gustar, Tan Biónica, Los Natas, Los Caligaris, Los Cafres, Sudakaya, Paulo Londra, El Plan de la Mariposa y Diego Ro-K, entre muchísimos otros. Además, durante tres veranos organizaron el Festival Internacional Carlos Paz.
Hoy, más de dos décadas después, Casa Babylon sigue en pie en su histórica sede de Bulevar Las Heras 48, en Córdoba Capital. El lugar se define como un espacio lúdico para la difusión, la experimentación y el entretenimiento, sin restricciones de estilo, estética, ideología o género. Como sintetiza Tazziolli: “Pasa de todo, todo el tiempo. Pasan los años, pasan los jugadores, pero la base es siempre el underground”.
4. Club Paraguay

Club Paraguay abrió sus puertas el 31 de mayo de 2014, de la mano de Emanuel Díaz y Federico Fresco. La idea era diferenciarse de los espacios nocturnos que buscaban nombres europeos o del llamado “primer mundo”: “Paraguay nos gustó mucho fonéticamente y la representación de la triple frontera y la selva; por eso nuestra bajada es: Mercado Paralelo de Emociones”, explica Federico en conversación con Indie Hoy. Rápidamente se consolidó como sala de conciertos y discoteca, dedicada a la música local, nacional e internacional. Al principio programaron bandas en vivo en horario trasnoche; tras el primer año incorporaron doble turno: presentaciones en vivo de 19 a 23 horas y fiestas en el horario nocturno, buscando ofrecer una experiencia distinta a la de otros locales de Córdoba y cortar con los vicios de la nocturnidad.
“Buscamos que la experiencia tanto del público como de los artistas sea la mejor, con buena calidad técnica de sonido y especialmente buen trato humano”, agrega Federico. En materia estética, trabajaron con diseñadores gráficos como Freshcore y George Manta, y hoy cuentan con su propio equipo creativo encabezado por Lionel Atahualpa. Por su escenario pasaron artistas como Miami Horror, Lee Scratch Perry, Javiera Mena, Pussy Riot, Robert Glasper, CocoRosie, El Mató a un Policía Motorizado, Marilina Bertoldi, Louta, Emmanuel Houvilleur, Peligrosos Gorriones, Bandalos Chinos, La Delio Valdez, Nathy Peluso, El Kuelgue, Indios, Willy Crook, Deborah Nixon, Gillespi y Vapors of Morphine, entre muchos otros. Actualmente, Club Paraguay sigue activo en la calle Marcelo T. de Alvear 651, en el barrio de Güemes, Córdoba.
3. La Tangente

Ubicada en el barrio de Palermo, en la calle Honduras al 5500, La Tangente abrió con una fiesta el 21 de diciembre de 2016. En febrero de 2017 comenzó oficialmente su programación de bandas, ciclos y fiestas. La idea, según Victoria Ferreira, directora de programación, era no limitarse a géneros ni a modas pasajeras, ofreciendo un espacio diverso y abierto a todo tipo de propuestas musicales. El concepto clave del lugar es que “suene y se vea bien”, y la estética acompaña esa filosofía. Los concurrentes suelen decir: “Si suena bien, está en La Tangente”, en referencia al cuidado sonido a cargo de Pablo Gómez.
Por su escenario pasaron artistas como Juana Molina, Marilina Bertoldi, Kevin Johansen, Conociendo a Rusia, Ca7riel, Peces Raros, Dante Spinetta, Louta, El Zar, Juan Ingaramo, Mi Amigo Invencible, Las Sombras, Isla de Caras, Peligrosos Gorriones, Daniel Melero, Richard Coleman, Rosario Bléfari, Matías Aguayo y Chico Trujillo, entre muchos otros. Hoy sigue activo en su sede original, manteniendo su espíritu de lugar de referencia para la música en vivo y la escena independiente de Buenos Aires.
2. Avant Garten
Avant Garten se fundó en julio de 2016 y desde sus primeros días fue pensado como un espacio que combinara música alternativa, encuentros creativos y una programación curada con paciencia. Según Agustín Schelesinger, uno de sus fundadores, los ciclos y residencias se fueron consolidando de manera gradual: “Comenzamos los miércoles trayendo artistas internacionales —la mayoría residentes en Europa— amigos que viajaban, talentos locales y otros más emergentes”, cuenta en conversación con Indie Hoy.
La música electrónica que predomina en Avant Garten es alternativa, con énfasis en house y sus derivados: minimal, breakbeat y UK garage. La mayoría de las presentaciones de DJs se realizan en formato vinilo, ya sea con música nueva o con viejas joyas olvidadas. Entre sus ciclos más destacados se encuentran Mittwoch, los miércoles con música underground en vinilo; Tropischen, los jueves, con una mirada latina fusionada con house y disco; y Freestyle, que mezcla estilos en formatos live y DJ sets.
“El concepto de Avant Garten es que el lugar sea un punto de encuentro para la comunidad creativa, donde lo más importante es la música y el entorno en que sucede —agrega Agustín—. Se genera un diálogo entre artistas y público; la idea es que Avant sea su casa, un espacio sin grandes pretensiones ni lujos, un tributo a lo que nos moviliza: la música”. La estética del espacio se inspiró en los viajes de Agustín a Berlín, ciudad que para su generación representaba la vanguardia de la música electrónica. Conceptos de lugares como Club der Visionaere se adaptaron al contexto local: Avant Garten fue el primero en Buenos Aires en crear un biergarten original debajo de las vías del tren, utilizando materiales nobles como hierro, cobre, madera y acero inoxidable.
Entre los artistas internacionales que pasaron por Avant Garten se destacan Margaret Dygas, Thomas Melchior, Matías Aguayo, Sammey Dee, Cabanne, Akufen, Vera, Priku, Lamache, DJ Koolt y Quest. A nivel nacional, participaron Andrés Jason, Andrés Zacco, Gulp, Carlos Alfonsín, Daniel Melero, Willy Crook, Klauss, Ibiza Pareo y Yataians. Hoy sigue abierto en su sede original de Avenida del Libertador 3888, en Buenos Aires, consolidado como un referente de la música electrónica alternativa.
1. Belle Epoque

Ubicado en Lima 373, en la ciudad de Córdoba, Belle Epoque es uno de los lugares nocturnos más importantes de la década pasada. Se fundó el 11 de abril de 2009, de la mano de Alejandro Ruarte y Franco Gil, y comenzó con la Fiesta Indie, producida por Mariano Pérez, alias “El Chulo” de Villa María. Durante los once años de su historia, todos los shows fueron curados por la sala, consolidando su rol como referente cultural y musical. Entre los ciclos más destacados estuvieron Future is Here de house y techno, BlackDown de dubstep y bass music, Fever de ska, Poptopia de electro pop, Funky Staff de funky disco, y Es lo que hay, una jam de jazz. También hubo ciclos de dub y reggae bajo el nombre Weed. La curaduría propia fue una de las claves que volvió a Belle Epoque un espacio relevante dentro de la escena.
La estética y el concepto del lugar remiten a The Haçienda, la sala de conciertos y boliche del sello Factory Records, y al CBGB de Nueva York, con influencias del underground británico y norteamericano de los 70 y 80. La estructura era una casona con un galpón atrás, una pista de baile adelante y una galería de fumadores al costado, generando tres situaciones de sociabilidad distintas en una misma noche: gente jugando al metegol y fumando, otros escuchando bandas en la sala y algunos bailando en la pista.
Por Belle Epoque pasaron artistas como El Mató a un Policía Motorizado, Nairobi, Dietrich, Carca, Peligrosos Gorriones, Daniel Melero, La Sobrecarga, Peces Raros, Ca7triel & Paco Amoroso, Bandalos Chinos, Palo Pandolfo, Los Reyes del Falsete, Valentín y los Volcanes, Yataians, Viva Elástico y 107 Faunos. También participaron Carla Tintoré, DJs Pareja, Diego Ro-K y la Urban Groove de la movida electrónica. Entre los recuerdos más imborrables, Franco, uno de sus fundadores, menciona actuaciones como las de Marcelo Pocavida, Las Bistecs, Cachumba, los shows de bandas de Laptra y Triple RRR, y un recital de Daniel Melero donde se cortó la luz y la gente cantó a capella. Belle Epoque cerró sus puertas en septiembre de 2020, debido a la pandemia, dejando una marca indeleble en la escena nocturna argentina de la década del 2010.