El periodista Richard Simpson una vez se atrevió a afirmar que cuando en 1966 John Lennon cantaba “And your bird can sing” en el tema homónimo de Revolver, hacía alusión al surgimiento como estrella pop de la injustamente catalogada como “la novia de Mick Jagger“, Marianne Faithfull. Dejando de lado el paternalismo y el sexismo de la época, podríamos preguntarnos quién era realmente esa rubia de voz angelical que convertía en 1965 “As Tears Goes By” en un hit indiscutido en las radios británicas.
Hija de una baronesa austríaca y surgida del ambiente bohemio e intelectual de Hampstead, su constante codeo con el jet set británico la transportó desde los cafés donde cantaba canciones folk, a liderar las radios inglesas, salir de fiesta con los Rolling Stones, grabar coros para “Sympathy for the Devil” y convertirse en una estrella de cine. Pero nada de la fiesta eterna de la década de los 60 la prepararía para la resaca que significó su caída definitiva en los 70. Su constante (y ampliamente publicitado) coqueteo con las drogas duras no puedo maridar bien con la imagen bucólica que la industria pop tenía ideada para ella y paulatinamente lo perdió todo.
Para mediados de los 70, Marianne Faithfull se había quedado sin techo y su hogar se dividía entre los sillones de amigos que se apiadaban de ella y las calles del Soho de Londres. Para poder costear su adicción a la heroína, grababa discos mediocres que no lograban volver a obtener el reconocimiento popular ni consolidarla artísticamente. Su tiempo tratando de sobrevivir en la calle londinense, y su adicción a las drogas, la acercaron lentamente al surgimiento de los primeros movimientos punk en los que encontró más cosas en común que con la realeza del rock de la época. Años mas tarde diría que justamente la rebeldía callejera del punk hizo posible su renacimiento artístico.
Broken English, surgido de las circunstancias más hostiles, es un disco que se aparta completamente del folk easy listening que caracterizaba sus trabajos anteriores y encuentra consuelo en el post punk, en los sintetizadores new wave, en la música disco e incluso en el reggae. Tampoco quedaba absolutamente nada de aquella voz dulce e infantil que la convirtió en estrella pop: había sido reemplazada por una voz ronca completamente rota por el abuso de alcohol, la heroína, el cigarrillo y la vida como homeless, que le brindaba a cada una de las canciones del álbum una credibilidad que solo podía darle la experiencia en carne propia de haberlo perdido todo.
Si bien no es un disco autobiográfico, Broken English está fuertemente anclado a las experiencias de Faithfull y las mujeres que la antecedieron. El tema homónimo con el que arranca hace alusión a la paranoia de la violencia política y social palpable en las calles inglesas de la década de los 70 en plan bailable y abiertamente pop, como si ambas realidades coexistieran en un clima social convulsionado. Algo parecido ocurre con la composición central del disco, “The Ballad of Lucy Jordan”, donde la base frenética y repetitiva sintetizada establece una analogía con la rutina aplastante de la ama de casa abnegada que hubiera sido si no fuera la mujer que fue. Incluso hay lugar para la contradicción de la culpa en la educación cristiana de “Guilt”, la sororidad en “The Witches Song” y el despecho en el apoteósico final, con coro de mujeres furiosas incluido, de “Why D’Ya Do It?”, una oda violenta al desamor en clave reggae, basada en un poema de Heathcote Williams que Tina Turner no quiso musicalizar por la cantidad de veces que decía la palabra “cock”.
Décadas más tarde, en su autobiografía, Faithfull afirmaría que durante la grabación de Broken English estaba convencida de que le quedaba poco tiempo de vida y esa pulsión de muerte significaba una liberación total que le permitió hacer un disco que la despojaba de cualquier presión futura. Configurado como una ópera prima en la que por primera vez se permitía construir una identidad en sintonía con sus propios intereses, el álbum no solo significó su renacimiento artístico sino también una obra vanguardista clave para entender cómo el post punk deconstruyó al rock y rompió con las barreras tradicionales del género.
En cierta forma, cada una de las composiciones que forman parte de Broken English hacen alusión a una misma frustración: el fin del sueño idealista y revolucionario de paz y amor que caracterizó a la juventud de los 60, y el auge de la decadencia hedonista y cocainómana de los 70 que culminaría con la frivolidad consumista de los 80 en pleno surgimiento del SIDA. Afortunadamente Faithfull respondió a este cambio de época de la misma forma en la que lo hizo Charly García mientras hablaba de esos raros peinados nuevos en sus Clics modernos: bailando.