El arte y la música son una forma de expresión que sirve para plasmar la visión de un artista sobre el mundo, y sus ganas de transformarlo en un lugar mejor. Eso es lo que tenía en mente Paul McCartney a la hora de crear Band on the Run.
Luego de separarse de The Beatles y pasar una temporada de retiro en Escocia, en 1971 decidió formar Wings. Mientras sus excompañeros de banda recibían elogios -como el caso de John Lennon con Imagine (1971) o George Harrison con All Things Must Pass (1970)-, McCartney era destrozado por la crítica musical con el álbum debut de este nuevo proyecto. En este contexto, decide reinventarse y comenzar a tocar en escenarios chicos y universidades, recorriendo las rutas en un autobús propio y dejando de acudir al cancionero de su antigua banda.
Tras el moderado repunte que significó el segundo álbum de Wings, Red Rose Speedway, la banda buscaría un lugar exótico para grabar su tercer disco. La discográfica EMI poseía un estudio en Lagos, la capital de Nigeria, y McCartney decidió que sería un buen plan para adentrarse en la música africana. A partir de esta intrepidez de grabar en un lugar poco común, se suscitaron una serie de problemas que con el tiempo tornarián de épica la gestación de Band on the Run.
El primero de ellos sería la partida de sus dos guitarristas Denny Laine y Henry Maculloch, debido a su mala relación con Paul y el bajo salario que les pagaban, con lo cual McCartney terminaría grabando casi la totalidad de los instrumentos del disco. El segundo y más complicado aún era la crítica situación social de Nigeria, que se encontraba bajo una dictadura militar y la violencia asolaba las calles del país.
Pese a esto, McCartney confirmó su viaje a Lagos junto a su esposa Linda. Apenas arribados, y dadas las precarias condiciones del estudio de grabación que no tenía mesa de control y solo poseía un magnetófono de ocho canales, resolvieron implementar un programa de grabación en el que se encerraron a grabar de lunes a viernes y solo descansaron los fines de semanas que aprovecharon para conectarse con la música y el pueblo de Nigeria. Entre agosto y septiembre de 1973 ocurren las grabaciones, en las cuales Paul grabó la mayoría de las guitarras u los bajos mientras que Linda colaboró con algunos teclados. Ginger Baker, ex baterista de Cream, se sumó en la canción “Picasso’s Last Words” tocando una lata como instrumento de percusión.
El estribillo de esta canción surgió a partir del encuentro de Paul en Jamaica con los actores Dustin Hoffman y Steve McQueen mientras filmaban la película Papillon. Hoffman sacó una revista que hablaba sobre las últimas palabras de Pablo Picasso antes de morir: “Beban por mí, beban por mi salud, saben que no puedo beber más”, que se volverían la inspiración de la letra.
Hay otro par de sucesos que hablan de la valentía, talento y coraje musical de Paul. Uno de ellos ocurrió cuando Fela Kuti, el activista y artista de afrobeat, lo acusó de venir a su país a robar su música. Macca lo invitó amablemente al estudio y le mostró canción por canción para demostrar que la música poco tenía que ver con la visión y el talento de Kuti, terminando ambos amigos.
El segundo sucedió cuando fueron asaltados a punta de navaja a la salida del estudio y les robaron algunas cintas y manuscritos, con lo cual debieron volver a grabar varios de los temas del disco. El tercer y quizás más complicado evento ocurrió cuando Paul se desmayó en medio de una grabación. En un principio, Linda y los técnicos pensaron que se trataba de un infarto, pero solo había sido un ataque de broncoespasmo. Desde entonces, Paul dejaría de fumar para siempre.
Terminadas las grabaciones en Nigeria, Paul y Linda volvieron a Londres para terminar de arreglar y producir varias de las pistas en los estudios Abbey Road del ex quinto Beatle, George Martin. Finalmente el disco es publicado el 7 de diciembre de 1973, logrando un nuevo rotundo éxito para Paul que significaría un antes y un después en su carrera solista.
En retrospectiva, Band on the Run representa el último aire de libertad posthippie que respiró el rock antes del advenimiento de la cultura punk. También sintetiza el talento de Paul para crear canciones tan comercialmente exitosas como ambiciosas a nivel producción y composición. Temas como “Band on the Run“, “Let Me Roll It” y “Picasso’s Last Words” no solo lograron que sus antiguos seguidores reavivan el furor por McCartney, sino que también deslumbró a una nueva audiencia de jóvenes que los llevó a adentrarse y descubrir por su cuenta a la música de The Beatles. Esto revitalizó la trayectoria musical de Paul y lo convirtió desde entonces en la gran bestia pop de los últimos 60 años.
En plena depresión económica, el disco alcanzó el puesto número 1 en los Estados Unidos y el Reino Unido, y se convirtió en los ojos del público y la crítica en uno de los mejores discos de un ex Beatle, junto a Plastic Ono Band de Lennon y All Things Must Pass de Harrison. Incluso su arte de tapa parece sugerir una parodia a la icónica idea de Sgt. Pepper’s Lonely Hearts Club Band, incluyendo a Paul, Linda y los miembros de Wings junto a personalidades como los actores James Coburn y Christopher Lee, y el boxeador John Conteh.
A cincuenta años de su lanzamiento, Band on the Run refleja el espíritu y la lucidez de Paul McCartney para escribir canciones redondas y pegadizas que el mismo tiempo estén impregnadas de un concepto artístico, lo cual lo convirtió en el músico con la trayectoria más longeva y respetada en la historia del rock junto a los Rolling Stones. Un ejemplo de esto es que artistas tan disímiles como Dave Grohl, Keith Richards y Karen Carpenter han hablado de Band on the Run como uno de sus discos favoritos.