Canchas de fútbol e infancias de asfalto. Boliches repletos y esquinas reservadas. Riachuelos espesos y casas en las alturas. Iglesias evangélicas y vinos con rivotril. Si la literatura puede significar un viaje hacia nuevos universos, la narrativa del Conurbano representa un extenso recorrido en colectivo que atraviesa puentes, descampados y fábricas abandonadas. Una geografía que, de tan mencionada, se consolida como el territorio más enigmático y fértil para la fantasía literaria o la crónica de no ficción.
Desde Jorge Luis Borges hasta M. Conur, pasando por Silvina Ocampo y Hernán Cortés: las zonas sur y oeste del Conurbano -porque el norte aparenta simbolizar un ente escindido- se configuraron como un laberíntico espacio en donde los autores desean perderse. Para muchos, especialmente los nacidos allí, es un terreno donde siempre se puede regresar, en el que se gira sin repetirse, porque solo en localidades tan densas es posible encontrar el vértigo y la heterogeneidad que, sin grandilocuencia, condensa lo particular de la identidad rioplatense y lo vívido de la cadencia latinoamericana.
Es por eso que en los últimos veinte años el Conurbano llenó bibliotecas y que en Indie Hoy rastreamos a cuatro autores nacidos y criados en la vastedad del Gran Buenos Aires, que pudieron publicar libros donde las pasiones, las penas y las fantasías de la región se empoderan como un hito en la narrativa nacional.
Los Quilmers de Leandro Ávalos Blacha
Caballo Negro
Una invasión extraterrestre es la premisa que halló Leandro Ávalos Blacha para proponer que las costumbres de la zona sur pueden confluir con las de otras razas. El detalle de un Conurbano post apocalíptico expresa cómo los vecinos odian una vida a la que se vieron sometidas pero aún así no pierden sus principales resistencias: el sentido de humor y de vecindad.
La editorial cordobesa Caballo Negro trabajó en Los Quilmers un relato envolvente que incorpora progresivamente el avance de los extraterrestres en el municipio de Quilmes, donde un catálogo de personajes típicos (policías, docentes, chicos jugando a la pelota, famosos efímeros) pujan con los intereses de los invasores y de sus aliados locales, modificando su conducta por amores interraciales y el consumo de sustancias desconocidas.
Desde la primera abducción hasta la incorporación de un nuevo sistema político y novedosas producciones de entretenimiento híbrido (en televisión, museos y deportes), el autor explora las posibilidades de la oralidad coloquial y la sensibilidad para la construcción de escenas que muestran -con gracia y crudeza, pero sin pretensiones panfletarias- las estrategias alienígenas para tornar más deshumanizada una sociedad no tan diferente a la actual.
Todas las obras acabadas de Ioshua
Nulú Bonsai
El Conurbano es un recinto de historias de amor donde se involucran largos viajes en colectivo y mixturas de clases sociales. A esos relatos, Ioshua les añadió el paisaje de la villa de la zona oeste, consumos de todo tipo y sexo, muchísimo sexo. La voracidad libidinosa del autor expresa la hipocresía heterosexual que reprime maricas pero niega gays y explicita las dimensiones de las calenturas que imposibilitan a los pudorosos leer este libro de colección en el espacio público.
Ioshua, un ya mítico referente de la poética LGBTQ+, insistió en el valor de sus textos y dibujos y esta edición lo premia con un exhaustivo trabajo de arqueología por parte del sello Nulú Bonsai para compilar en Todas las obras acabadas los fanzines que el autor ofrecía en ferias y plazas. Desde ese under, el autor gritó siempre bien fuerte: las palabras se repiten y se agrandan, el trazo se aprieta a ver si se puede oír.
Más allá de las ilustraciones, las descripciones poéticas configuran cuadros de emociones, de piel y de marginaciones. Los olores, los ruidos y los personajes de la villa encuentran su retrato que propone que en el Conurbano no es todo hombría como se cree, pero sin dudas que en cada cuadra se desborda de pasión.
El campito de Juan Diego Incardona
Interzona
Si se tuviera que adaptar El Señor de los Anillos en el partido de La Matanza, El campito sería la estructura vertebral. A partir del relato oral pero con pinturas de relato cinematográfico, un ciruja sabio y viajero toma el lugar de los enanos y magos de Tolkien para narrar una serie de aventuras en donde se consolida un mestizaje entre la mitología clásica y la épica del justicialismo.
Juan Diego Incardona, icónico narrador de la zona oeste, construye un héroe a la medida y lo rodea de lagos contaminados, galpones llenos de armamento y seres mitológicos para trazar una epopeya con precisiones de estrategia bélica y hasta un romance. La curaduría literaria de la editorial interZona termina de constituir una edición con el poder de maravillar lectores primerizos, movilizar sentimientos de militantes e inspirar a lectores más disciplinados.
Entre lo humorístico y lo bizarro, se estructura una compleja arquitectura de seres e infraestructuras, de clases sociales y normas, de enigmas existenciales y discusiones sobre la identidad nacional que terminan en un enredo de chismes: al final, el porvenir se narra a sí mismo como se le da gana. Así es como funcionan los mitos en los barrios.
Cómo desaparecer completamente de Mariana Enriquez
Emecé
El terror no necesita de oscuridad o seres sobrenaturales. A veces se trata de la densidad de las experiencias que nos acechan, del temor de dejar de pertenecer a una clase social o del encierro que provoca el agobio de un hogar indeseado.
Esas son las condiciones que le pesan al protagonista de Cómo desaparecer completamente, donde Mariana Enriquez logra demostrar que el terror a veces habita en lo más cotidiano y que abrirse a ciertos márgenes permite construir sistemas de defensas a lo más imposible de enfrentar: la historia personal.
En su segunda novela -y ya sin ejemplares impresos a la venta, aunque de sencillo acceso digital-, la autora narra un Lanús donde el exceso de drogas y la prisión son naturales; donde se conviven con las ausencias que provoca el exilio o la muerte; donde la soledad existe en la región más poblada del país. Sin embargo, es detrás de esa capa de vínculos de consumo o del chusmerío de barrio donde se estrechan los vínculos que permiten quebrar las propias rejas.