Alice Phoebe Lou ha dado mucho de que hablar durante estos últimos años. Un misterio empíreo existe alrededor de su figura, que fluye a partir de la levedad de la voz. Sin embargo, el fenómeno deja de ser enigmático cuando se conoce la historia: al igual que sus canciones, ella parece no ser de ninguna parte, y el peregrinaje es el estandarte de su calidad. Si bien nació en 1993 en Ciudad del Cabo, Sudáfrica, desde muy temprana edad empezó a descubrir el mundo con sus padres documentalistas. A lo largo de los años visitó muchos países y se radicó en Alemania, donde vive actualmente. Así, con sensibilidad trashumante a flor de piel, el mundo entero empezó a descubrir sus canciones.
Hoy en día, pensar en la escena musical independiente y no aludir a su carrera es un descuido exorbitante. Claro que hay montones de ejemplos que encuadran a la perfección y no suscitan ningún tipo de debate, pero esta cantante de 29 años a lo largo de su corta y significativa carrera demostró su autenticidad mediante distintos enfoques: de lo formal a lo melodioso, y de lo poético a lo político.
“Me ha encantado recibir mensajes de mujeres jóvenes en Argentina diciéndome cuánto aprecian mis canciones con mensajes de empoderamiento femenino -admite Alice en conversación con Indie Hoy desde su lugar como referente de la escena, y reflexiona acerca del movimiento social contemporáneo que alcanzó una altura colosal en nuestro país gracias a la perseverante lucha de mujeres y disidencias-. Creo que ha recorrido un largo camino, especialmente con una generación joven tan increíble que comprende su poder y lo que debe cambiar. Y creo que también hay un largo camino por recorrer y muchas peleas más por hacer”.
Con una discografía para nada extensa, su esplendor abarca poco más de media década. En 2021, Alice estrenó dos discos –Glow y Child’s Play– que evidenciaron una sonoridad ecléctica, y se sirven sin pudor de la dolencia paulatina para atravesar corazones con el filo de baladas atmosféricas. Tal impacto iluminó su pasado y quienes denotaron asombro e interés por la totalidad de su obra, se encontraron con un arraigo insigne que constata que la gloria del presente no es fortuita, sino una búsqueda persistente por condensar su identidad artística.
Parece guionado que la Coldplaymanía que se vivió el mes pasado a nivel nacional culmine ni más ni menos con la primera presentación de una artista reconocida por haber rechazado una invitación de la popular banda británica para acompañarlos en su gira mundial. Sin embargo, lo que en un sector se podría descalificar como un ingrato desperdicio, en otro adquiere relevancia la lealtad del espíritu autogestivo. A diestra o siniestra, esas son casualidades del destino. Antes de sus shows en Buenos Aires y Córdoba, hablamos con Alice del pasado, presente y futuro. Hablamos de todo… menos de Coldplay.
¿Qué podemos esperar de su próximo show en Argentina?
Estoy emocionada de tener un set nuevo que tiene canciones antiguas, algunas canciones nuevas e inéditas y muchas canciones de mis últimos dos discos interpretadas con la banda, que van desde momentos íntimos y suaves hasta momentos llenos de expresión y rock psicodélico.
Dos discos en un año. ¿Cómo fue ese proceso?
Durante la pandemia, pude escribir mucho, ya que pasé mucho tiempo conmigo misma y con mis sentimientos. Finalmente tuve la oportunidad de superar el dolor y el trauma, ya que no había forma de que pudiera estar recorriendo el mundo como siempre. Entonces, después de publicar Glow, me di cuenta de que tenía muchas más canciones que querían salir. Así que las grabé y decidí publicarlas rápidamente, contándole a la gente el día anterior sobre el lanzamiento, para sentir esa experiencia de crear algo y dejar que fluya, tan lejos de la máquina de la industria musical.
¿Fue la música un refugio durante la pandemia?
Absolutamente. Fue mi amiga, mi terapia, mi esperanza, mi autodescubrimiento. Viví sola, y fue un momento duro y solitario. Pero también trajo muchas cosas a la superficie y disfruté mucho haciendo pequeños vivos en Instagram para personas de todo el mundo que experimentaron un aislamiento similar.
Me gustaría hablar de ambos trabajos por separado. ¿Cómo definirías el trasfondo conceptual de Glow?
Glow es un álbum que me ayudó a lidiar con el amor y el desamor, conectando con los sentimientos más vulnerables, trabajando a través de la vergüenza, encontrando empoderamiento y, sobre todo, siendo honesta y humana. Es una carta de amor a alguien, a mí misma y al mundo.
¿Y el de Child’s Play?
Child’s Play es definitivamente un álbum de conexión con mi niña interior, sintiéndome libre y juguetona. Son algunas de mis canciones más honestas y abiertas, recuperando mi poder, surgiendo de las profundidades.
¿Qué te pasa cuando escuchás tu primer disco, Orbit, de 2016? ¿Sos una persona nostálgica?
Soy nostálgica, pero también creo que lo asocio con un momento doloroso de mi vida que quiero dejar atrás y seguir adelante. Creo que es muy saludable con el arte poder crecer y dejar algunas cosas atrás para enfocarme en nuevas creaciones.
¿Qué otras artes inspiran tu música?
Cuando era más joven me dedicaba mucho a la danza y creo que mi música está muy inspirada en la danza y el movimiento del cuerpo.
¿Qué cosas absorbió tu música de la cultura de Sudáfrica?
Creo que al crecer en un lugar de tanta desigualdad y dolor, donde tantos músicos increíbles usaban la canción como protesta, me influyó e inspiró el uso de la música como una herramienta para inspirar, empoderar y hablar sobre el dolor.
¿Cómo es tu vida en Alemania? ¿Cómo fue el cambio?
Vivo en Berlín desde hace 9 años y ha sido una gran bendición poder estar en una ciudad con tanta música y artistas de todo el mundo. Mis primeros años comenzaron tocando en la calle y me influyó mucho a mí y a mi música, y a mi estilo de actuación. Todavía juego en los parques y en las calles durante el verano, ya que es una de mis actividades favoritas. Y vivo una vida simple y dulce en Berlín, para contrastar la vida de gira que ocupa gran parte del año. Vivir en Sudáfrica es un gran cambio, especialmente la independencia que ganás cuando te mudás a una ciudad más segura, pero amo mi hogar y vuelvo allá dos meses cada año para estar con mi familia, conectar con la naturaleza y con la increíble escena musical burbujeante.
¿El hecho de que tus padres sean documentalistas te inspiró de alguna manera?
Mucho. Aunque fue una vida difícil para ellos en algunos aspectos, me inspiró a hacer lo que amo, no lo que me genera más dinero. Y al viajar con ellos entendí a la gente y al mundo.
Hay una libertad emocional muy transparente en tu música. ¿Seguís viajando mucho? ¿Qué te llevás de cada lugar?
Solía viajar mucho por diversión e inspiración, ahora es principalmente para dar conciertos, pero tengo mucha suerte de que sin tener un sello puedo hacer que mi experiencia de gira sea realmente divertida y tener muchos días libres para disfrutar de la música en las ciudades en las que estoy. Me encanta experimentar la cultura y la cocina local, disfrutar de la historia de un lugar, aprender todo lo que pueda.
¿Qué significa ser una artista independiente hoy?
Para mí, significa libertad. Nadie está decidiendo por mí. Tomar mis propias decisiones, dirigir mi propio barco, no dejarme envolver por la máquina hípercapitalista… ¡es un regalo!
Alice Phoebe Lou se presenta este miércoles 30 de noviembre a las 20 h en Niceto Club (Av. Niceto Vega 5510, CABA) junto a Juana Aguirre, entradas disponibles a través de Passline; y el jueves 1 de diciembre a las 20 h en Club Paraguay (Alvear 651, Córdoba), junto a CCI KIU, entradas disponibles a través de Alpogo.
Escuchá Child’s Play en plataformas de streaming (Bandcamp, Spotify, Tidal, Apple Music).