Blink-182 viene por primera vez a Argentina y, atravesando su período de mayor vigencia desde sus años dorados de popularidad allá por los 2000, este parece ser el mejor momento posible en el que podrían hacerlo.
Interpelando a una audiencia transgeneracional de una manera en la cual los grandes headliners rockeros de los festivales no suelen hacer, en una década en donde el rock no destacó por producir grandes productos masivos, Blink es anhelado por aquellos treintañeros que crecieron con su música y también por los centennials que hoy absorben el revival postmoderno del pop punk. Entonces, ¿cómo se explica la renovada vigencia del trío californiano?
Antes de responder esta pregunta, es necesario un disclaimer: esta nota fue originalmente escrita a principios de 2023, cuando efectivamente era el momento perfecto, y por razones obvias (la reprogramación del show) su publicación se atrasó un año. Varias cosas cambiaron tan solo en ese lapso de tiempo: la manija, algunas tendencias -otras siguen vigentes pero ya no son novedad-, y posiblemente las voces citadas casi ni se acuerden de lo que dijeron. Pero sigue funcionando como comentario sobre la época y como carta de amor a Blink y a las juventudes del pasado y del futuro.
Y es que en su público confluirán grandes masas de gente congregadas por distintas razones: estarán los nostálgicos que los escuchaban en su momento -posiblemente en su adolescencia o infancia a principios del milenio-; y aquellos que consumen a Blink como un producto actual, acompañado por un revival también de la estética Bond Street en términos de indumentaria y diseño, no necesariamente como nostalgia de algo que ya vivieron en carne propia -muchas de estas personas posiblemente eran bebés cuando Avril Lavigne la rompía- sino como nueva audiencia.
“Yo empecé a escuchar porque me gustaba un chico que era fan… Conocía un par de temas por MTV, pero me hice fanática de romántica por él. Él no me daba bola y había algo de pensar que si escuchaba la misma música lo iba a conquistar. Lo cierto es que después Blink me conquistó a mí. Me hice fan”, recuerda Lara Artesi aka Lara91k, una de las tantas artistas de la actualidad que se enamoraron de Blink durante su adolescencia y que están felices con la noticia de su visita.
Y un poco como cuenta Lara, para muchxs Blink es inseparable de los recuerdos de esa época de colegio en donde no importaba nada y a su vez todo importaba demasiado, no había redes sociales y sólo había emociones a flor de piel y videoclips. Y aunque en su caso esto coincida con la línea temporal de su vida -Lara era púber cuando la banda inundaba las teles y las radios a principios del milenio-, hay una cualidad inherentemente adolescente que atraviesa toda la obra de Blink-182 y con la que puede empatizarse a la edad que sea. Por eso no extraña que hoy interpele a tantxs postadolescentes, ni que genere nostalgia entrañable entre tantos treintañeros.
Que la visita encuentre reunida a la formación clásica también es clave y da sentido a la espera. Blink es Mark Hoppus, Tom Delonge y Travis Barker. Con identidades y presencias muy marcadas, el trío es icónico y cada una de sus partes es por separado amada por les fans, y más aún en la suma. Luego de su aclamado disco homónimo de 2003, la banda entró en un hiato luego del cual cada uno de los integrantes se volcó a sus proyectos personales. Cuando volvieron en 2011 con el álbum Neighborhoods, fue el último junto a Delonge, quien continuó con su proyecto paralelo Angels and Airwaves y también se volcó en su otra extraña pasión: el estudio y divulgación de la vida en otros planetas. Sí, parece que ese tema de Enema of the State, “Aliens Exist“, venía en serio.
Luego llegaron los dos álbumes junto a Matt Skiba, cantante de la banda punk Alkaline Trio: California en 2016 y Nine en 2019. Pero si bien Skiba ocupó su rol con dignidad y personalidad, la ausencia de Delonge hubiera sido un punto muy en contra a la hora de un primer encuentro con el fandom argentino. Queremos las canciones con las que nos criamos, con la voz nasal y cargada de sentimiento que las cantó, haciendo de contrapunto perfecto al tono grave de Hoppus.
La química entre las tres partes es crucial para el tan emblemático sonido de la banda. “De Blink siempre me cebaron las melos, las armonías entre Mark y Tom”, sigue Lara 91k. Y que estén juntos nuevamente significa mucho, dada toda el agua que pasó bajo el puente. “Me pone demasiado contenta que estén juntos de nuevo. Vengo siguiendo a Travis que es el que más activo está con la música y bueno, también en su reality full Kardashian. También sabía que Mark estuvo enfermo hace unos años, así que amo que estén de vuelta”.
El relanzamiento de Travis, un histórico favorito, como celebridad mediática ahora como parte del clan Kardashian, solo es reflejo (¿o síntoma?, ¿o causa?) de este revival. Y en lo que atañe a su relación con la Argentina, nunca estuvo tan cerca: creer o reventar, colaboró en un tema con nada menos que Paulo Londra.
Pero hay una veta musical de la banda que es la que les otorga mayor vigencia en la actualidad, y suele ser la menos destacada a la hora de hablar de su sonido y su estética. Porque si bien Blink es en una primera instancia asociado a pranks, correr desnudos y humor escatológico, los mismos también encarnaron, años antes de la explosión del emo dosmilero, la figura del sadboy allá por 2003 con su álbum homónimo. Blink-182, el que tiene precisamente “I Miss You“, es un álbum inspirado en el posthardcore y el post punk depresivo de los 80, que incluso contiene una colaboración con Robert Smith en la canción “All of This“.
La influencia actual del grupo y del género no se expresa en un aluvión de nuevas bandas de rock que recuperan el sonido punk pop, sino en un lugar menos pensado: en escenas como la del trap, el hip hop, el hyperpop y todo aquello que se encuentra en el medio. De 100 gecs a Saramalacara, las melodías guitarreras brillantes y las armonías vocales californianas que popularizaron Hoppus, Delonge y Barker reaparecen, adaptadas a sus tiempos, en proyectos que poco tienen que ver con su formación de power trío rockero a simple vista. Eso sin contar el universo estético y lo actitudinal: la recuperación del skate, los tatuajes, los collares de bolitas y los pantalones cargo, entre muchos otros símbolos.
Este trap que mira al pop punk es un crossover de guitarras eléctricas y DJs, de cantantes emo y raperos, de actitud bravucona y sensibilidad extrema que tal vez solo tiene un paralelismo posible: el nu metal, otro género bastardeado casualmente contemporáneo a Blink-182 que hoy parece estar teniendo un revival. Sí, el espejo con la década y2k funciona en varios niveles.
Juana Giaimo, periodista de música y creadora del sitio Mi Club de Fans, empezó a escuchar Blink en serio durante la pandemia, aunque corresponde a la generación que podría haberlos escuchado en la pubertad. “Creo que la pandemia tuvo algo bastante adolescente. Volver a estar en el cuarto de una encerrada, chateando con amigos. Creo que tiene que ver con la adolescencia de nuestra edad. Y no fui la única que empecé a prestarle atención al pop punk en esa época. El pop punk tenía mucho del ¿qué estoy haciendo de mi vida?, todas cosas que volvimos a pensar mucho en la pandemia”.
Sigue: “Es una banda que se la asocia mucho con el varón adolescente. Creo que tiene que ver con los videos, siempre muy llamativos y haciéndose los tontos. Pero escuchando sus discos completos más allá de los singles me di cuenta que tienen una cosa muy sentimental y en sus letras se preguntan por qué hacer con la vida, cómo crecer…”.
En fin: es un gran momento histórico para recibir a Blink-182 por primera vez, una visita que reafirma la gloria de aquellos que demostraron ser canónicos y pueden pasar una década sin estar de moda. Su música tiene una cualidad catártica y no es difícil -de hecho, es hasta casi obvio- sentir nostalgia por los años dorados del grupo, tiempos en los cuales sus letras estaban pensadas para nosotros: donde el futuro (hoy) parecía complicado pero demasiado lejano, tiempos de amor, amigos y punk pop.