El verano de 1982 representa el final de los progresivos cambios de paradigmas contraculturales que habían atravesado a la juventud británica durante los anteriores ocho años. Agotado el situacionismo anárquico del punk, la new wave propuso refundar la música desde cero apelando a un equilibrio entre la nostalgia del pasado y la innovación tecnológica que delineaba el horizonte del futuro. Otro suceso clave fue la segunda gran fusión cultural que se dio entre la cultura joven blanca británica y la contracultura musical negra.
Haciendo historia, debemos remontarnos a los años sesentas, donde la fascinación de los jóvenes británicos por los ritmos del blues, gospel y soul del sur afroamericano de los Estados Unidos llegó a oídos de artistas como The Yardbirds, John Mayall and the Bluesbreakers o los históricos The Rolling Stones, quienes unieron por siempre la raíces de la cultura musical negra a través del tamiz pop y modernista de la cultura blanca de aquella inolvidable década.
A partir de los años setenta, la cultura “root” jamaiquina comenzó a influenciar la música y la cultura británica. La integración que se dio entre los punks y los rastas negros británicos representó el momento “cero” del comienzo de la segunda y fundamental fusión musical entre la cultura joven blanca y la comunidad musical negra. Esta unión sería de vital importancia para volver a pensar a la música desde cero, tal cual era uno de los slogans que traía bajo el brazo el post punk y la new wave.
The Clash es quizás el resultado cultural más prolífico de este mestizaje artístico que se dio a mediados de esa década. Exploradores urbanos de la Londres decadente de aquellos años, sus miembros forjaron gran parte de su carácter y moral ideológica a partir del caos situacionista punk de aquellos años y la atmósfera de resistencia cultural que se dio en la denominada República de Frestonia. Esta República Okupa se ubicó en el triángulo de viviendas que se encontraban entre las calles Latimer Road, Bramley Road y Shalfleet Drive. Allí vivía una comunidad de artistas que le declaró la independencia al Reino Unido en 1977, confeccionando incluso un prototipo de pasaporte (cuyo logo viene en el interior de la reedición por los 40 años de Combat Rock).
Joe Strummer, Mick Jones y Paul Simonon estuvieron inmersos en aquel movimiento cultural que se dio en Frestonia, pleno de contracultura y conectado con el mundo de la pintura, la música y la escritura. Lejos de cualquier ortodoxia, también conectaron con la movida que se daba en la calle King’s Road, donde se ubicó el local de ropa de Malcolm McLaren y Vivianne Westwood que en sus inicios se llamó “Let It Rock”, luego “Too Fast to Live, Too Young to Die” y finalmente alcanzó su denominación más popular con “Sex”.
The Clash fue permeado estética y filosóficamente por el cuadro de situacionismo político y cultural que se gestó en esa tienda a partir de figuras como McLaren, Westwood, Bernard Rhodes -futuro mánager de la banda- y los integrantes de Sex Pistols. De hecho, si bien los Pistols serían una fuerte influencia en los inicios de la banda, Strummer y compañía rápidamente se dieron cuenta que el tiempo del punk sería breve, con lo cual fueron los primeros dentro de la movida originaria del punk inglés, que comenzaron a abrirse paso a territorios musicales alternativos.
Con la incorporación de Topper Headon en batería -clave en la apertura y exploración musical de la banda-, The Clash sintetizó para siempre la unión punk y rastafari con la canción “(White Man) in Hammersmith Palais”. Este tema fue la primera composición de la banda en un estilo foráneo al punk rock, más allá de la reversión que habían hecho en su álbum debut de la canción “Police and Thieves” del artista jamaiquino de reggae Junior Marvin.
Las primeras revoluciones: London Calling y Sandinista!
La exploración musical alternativa de The Clash que en Combat Rock cobra un elevado poder de síntesis combinando lo épico y contracultural, puede rastrearse en la génesis de los procesos creativos que dieron marco a sus anteriores placas: London Calling de 1979 y Sandinista! de 1980. Fue en esos discos donde la banda abrió una alternativa al legado punk retomando géneros de antaño como el jazz o el rockabilly, o reapropiándose de estilos de la música jamaiquina como el reggae y el ska.
En canciones como “Guns of Brixton”, “Jimmy Jazz” o el cover de Vince Taylor, “Brand New Cadillac”, la banda fue definiendo una identidad moderna y retro al mismo tiempo, que reflejaba la rápida evolución musical que lograron a diferencia de la mayoría de sus congéneres punks. The Clash también se distanció de otras bandas como Joy Division y Public Image Ltd. al combinar la fuerza del punk con la emoción del pop, como se escucha en “London Calling”, la canción que da nombre al título del disco. De este modo, se convirtieron en la primera banda punk británica que logró hacer pie comercial en el mercado musical norteamericano.
De hecho, el arribo de la banda a Estados Unidos sucede en un contexto de total renovación de la música norteamericana. El auge del hip hop se había promulgado en Nueva York a través del género llamado mutant disco, que adaptaba ritmos ya conocidos como el funk o el dub al pulso de la electrónica experimental iniciada por Kraftwerk a comienzos de los años setentas. La fiebre contracultural neoyorquina de comienzos de los años ochentas fue perfecta para que la banda siguiera expandiendo sus fronteras musicales.
Sandinista!, publicado en diciembre de 1980 como un disco triple, dejaría de lado la tarea revisionista de London Calling para enarbolar un horizonte creativo rupturista y futurista. Canciones como “One More Time” dan cuenta de la singular capacidad de The Clash para mestizar la vanguardia artística con el mensaje político, logrando que su búsqueda perturbe los cánones de la industria musical.
A lo largo de sus 36 canciones, la banda readapta a su estilo el groove de la vanguardia musical de los ghettos negros y puertorriqueños de Nueva York, describiéndolos a través de sonoros paisajes de salvajismo urbano como sucede en “Magnificent Seven” y “The Call Up”, o el sangriento imperialismo norteamericano que se escucha en “Washington Bullets”. De hecho, el título Sandinista! es un homenaje a la joven revolución nicaragüense que derrocó al dictador Somoza que apoyaron los norteamericanos.
Si años atrás The Clash había promovido como ninguna otra banda punk la unión del rastafari con la cultura punk de Gran Bretaña, ya en tierras norteamericanas consiguieron la aceptación y respeto de la comunidad negra y otras minorías étnicas como la puertorriqueña, algo que solo habían logrando anteriormente The Rolling Stones. Esto provocó que la banda se convierta en un suceso y durante el marco de la presentación de Sandinista! realizaron 17 presentaciones seguidas en el Bonds de Nueva York, cuando en un principio solo habían programado seis shows. The Clash se había adueñado de Nueva York, una de las ciudades que a partir de su cultura, filmes y personajes siempre los había fascinado e inspirado a la hora de crear música.
Pese a todos estos logros, hacia 1981 la banda se encontraba perdida en cuanto a qué próximos pasos a dar. Sandinista! fue un gran salto artístico y al mismo tiempo un fracaso económico, ya que el disco triple se vendió al precio de un solo LP. También cabe recordar que el auge del new romantic y el synth pop habían opacado en parte la popularidad de la banda en Gran Bretaña. Buscando reorientarse, The Clash decidió volver a contratar a Bernie Rhodes, su primer mánager y mentor ideológico, pese a que Mick Jones se oponía totalmente al retorno debido a los excesos a los que siempre había sido proclive.
Combat Rock, una nueva razón para batallar
La grabación y preproducción de Combat Rock comenzó en la mítica sala de ensayos de la República de Frestonia denominada “The People’s Hall” -lugar conocido por ser también la sala de Motörhead– y de cuyas sesiones se extrajeron las 12 pistas que se agregaron a la reciente reedición por los cuarenta años del disco. La preproducción fue concebida en gran parte por Mick Jones, quien propuso realizar otra vez un disco extenso y cuyo nombre inicial era el de “Rat Patrol from Fort Bragg”. Sin embargo, Strummer y Simonon eran proclives a que esta vez el disco debía ser más sintético con la idea de potenciar el caudal musical de la banda.
Así es como Bernie Rhodes se puso en contacto con el ingeniero de sonido Glyn Johns -quien había trabajado con artistas de la talla de Led Zeppelin, The Rolling Stones y The Who– para la producción del disco. La grabación final comenzó en septiembre de 1981 en los Electric Lady Studios en la ciudad de Nueva York. Finalizada la grabación, Glyn retornó a Warnford en Gran Bretaña para recortar y editar el material de las canciones, especialmente los largos pasajes instrumentales, reduciendo los 77 minutos de material original a los 46 minutos finales.
Lanzado al mercado en mayo de 1982 -en pleno apogeo del conflicto bélico de las Islas Malvinas-, Combat Rock se volvió el álbum más exitoso de toda la historia de The Clash: alcanzó el número 2 en las listas del Reino Unido y el número 7 en el ranking de la Billboard; estuvo entre las listas de los 10 principales discos del año en Alemania, Suecia, Francia y Holanda; fue certificado como disco de oro en noviembre de 1982, disco de platino en enero de 1982, para finalmente terminar en álbum multiplatino en junio de 1985.
La estética y el contenido del disco estaban fuertemente influenciados por el declive moral de los Estados Unidos. Lo vemos incluso en el peinado adoptado por Strummer del personaje Travis Bickle del film Taxi Driver, así como en canciones como “Straight to Hell”, que narra la historia de mujeres vietnamitas abusadas por soldados norteamericanos, y “Red Angel Dragnet”, inspirada en la muerte a tiros de Frank Melvin, miembro de los Guardian Angels, una ONG que resguardaba de la violencia a los pasajeros de transporte público. Compuesta por Paul Simonon, la canción también cita frases del personaje de Robert De Niro en film de Martin Scorsese.
Otra canción inspirada por los sucesos en Vietnam (cuya rastro inicial comienza con la canción “Charlie Don’t Surf” de Sandinista!, que parodia al personaje de Robert Duvall en el célebre filme Apocalypse Now) es “Sean Flyn”. La misma cuenta la desaparición del hijo del actor Errol Flynn en la primera línea de combate mientras desempeñaba su trabajo como fotoperiodista. El disco también amplió la paleta musical de la banda, que luego de explorar géneros de antaño como el rockabilly o el reggae, y contemporáneos como el hip hop de Nueva York, se interesó por ritmos de la música oriental a partir de la gira asiática que realizaron durante 1982. De hecho, la foto de portada del disco está tomada en Tailandia, país que visitaron durante aquella gira.
El ejemplo más fehaciente de todo esto es “Rock the Casbah”. Compuesta por su baterista Topper Headon, quien grabó las baterías, los bajos y los pianos, la canción es una síntesis de la tradicional música disco mezclada con ritmos orientales como el raga indio. También funciona como un compendio conceptual de Combat Rock: es una fuerte crítica al Ayatollah iraní que prohibió el rock en Irán y cuya proscripción es combatida a partir del discurso contracultural que pregonó la banda a lo largo de toda su historia. De hecho, el número de catálogo del disco fue “FMLN2″, que es la abreviatura del partido político de El Salvador denominado “Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional”.
Otro detalle particular descansa en la canción más conocida del disco, “Should I Stay or Should I Go”, compuesta por Mick Jones, y en cuyos coros se escucha la traducción al español de su famoso estribillo realizada por la madre ecuatoriana del operador de grabación del disco. Este recurso de yuxtaponer voces españoles y anglosajonas en los estribillos ya había sido utilizado en la canción “Spanish Bombs” publicada en London Calling.
Combat Rock es una obra que combina dos de las tres máximas pasiones que atravesaron la carrera musical de The Clash: Nueva York y Vietnam -la restante fue la música jamaiquina-, y que relata duras verdades sobre los genocidios culturales que generó la política exterior norteamericana, idea que sería más tarde retomada por otros artistas como Bruce Springsteen. Al mismo tiempo que condenaba el imperialismo norteamericano, también resultó en una celebración exuberante de la contracultura callejera y un ejemplo de cómo la comunidad se puede transformar y mejorar a través de la fuerza de la música. Como describe Joe Strummer al inicio de “Know Your Rights”: “This is a public service announcement with guitar: know your rights” (“Este es un servicio público con guitarra: conocé tus derechos”).
La manera de retratar la opresión y la forma en que la banda abordó la música teniendo en cuenta el poder de transformación social que contiene la misma, dan cuenta de cómo The Clash siempre supo combinar perfectamente la vanguardia artística con el vigor de la resistencia cultural. A cuarenta años de Combat Rock, el disco se mantiene como una síntesis de modernismo musical y de autoconciencia cultural, que retrató a la banda británica en su cenit musical y cuyo fuego artístico aún permanece intacto.