El sábado 15 de febrero se llevó a cabo edición 2020 del festival Buena Vibra, reuniendo a figuras emergentes de la actualidad y también a músiques ya consagrados desde hace décadas. Acompañadas por el calor y el sol de un típico día de verano, el Hipódromo de Palermo se vio conquistado por les artistas más destacados del país, y alrededor de 15 mil personas que fueron a disfrutar de uno de los festivales nacionales más importante del momento.
Luego de que se abrieran las puertas pasado el mediodía, El Zar tuvo la importante misión de abrir el día. Ubicados en uno de los dos escenarios contiguos, los porteños con dos discos de estudios bajo el brazo y varios singles más, empezaron su presentación. El calor era intenso pero la gente que llegó temprano fue especialmente a ver a la joven banda.
La grilla del festival estaba pensada para que, al finalizar una banda, comience automáticamente la siguiente y la música no deje de sonar. Después de la apertura siguieron las presentaciones de Paula Maffía y Nafta. La artista fundadora de Las Taradas y La Cosa Mostra, contagió su energía a partir de canciones poderosas e hizo especial hincapié en la lucha por el aborto legal. Por su parte, la banda hermana de Militantes del Clímax sigue presentando su primer disco homónimo publicado a finales del 2019. Nafta es una de las revelaciones del año pasado, y la banda sigue sorprendiendo con sus letras reales y su mezcla de R&B y neo soul.
Barbi Recanati y Fémina fueron las encargadas de seguir la fiesta. La ex Utopians demostró, con la ayuda de Marilina Bertoldi en bajo, por qué el punk rock no ha muerto. Festejó ser partícipe de uno de los pocos, sino el único, festivales que cumplen la ley de cupo femenino en Argentina y se despidió de manera abrupta por el atraso de tiempo en los horarios establecidos; no importó mucho, con lo poco que sonó, enamoró a varios. Luego, a partir de una fusión de sonidos autóctonos y espaciales, Fémina se subió al siguiente escenario para explorar los límites musicales del festival. Su canto a tres voces se desplegó con gran altura para aquellos que quisieron danzar al sonido de ritmos tan hipnóticos como cadenciosos.
De vuelta en el escenario contrario, se empezaron a escuchar los primeros acordes de Conociendo Rusia. La banda de Mateo Sujatovich sacó su segundo disco el año pasado, Cabildo y Juramento, y sigue presentando sus baladas románticas a lo largo de todo el país. Acompañado de Feli Colina, anunciaron su próxima y más importante fecha hasta el momento, en mayo en el Gran Rex. Si Fémina había comenzado a desarrollar sonidos propios y originarios mezclados con psicodélicos ritmos, Perotá Chingó se encargó de continuar esta línea argumentativa. El dúo compuesto por Julia Ortiz y Lola Aguirre demuestra ser una de las bandas más establecidas de la escena local presentándose siempre a partir de su estilo original y llamativo.
Sin un minuto de descanso entre los artistas, Alex Anwandter, único músico no argentino del festival, salió a escena pasadas las seis de la tarde y puso su especial foco en bailar al ritmo de sus pegadizos ritmos de pop. Sin embargo, puso en alto la bandera chilena y decidió dedicar gran parte de su show a reivindicar la lucha por los derechos humanos al otro lado de la cordillera. Luego se abrió el escenario para Lisandro Aristimuño y su numerosa banda. A partir de un recorrido por sus seis discos, el músico rionegrino también demostró su habilidad para fusionar distintos géneros musicales como el folclore, el rock, el pop y sonidos electrónicos.
Ya con una gran masa de gente acumulada cerca de los escenarios, llegó el turno de El Kuelgue. Dinamismo, improvisación, teatralidad son algunos de los rasgos más distintivos de la banda bonaerense liderada por Julián Kartún. A partir de su repertorio clásico de temas como “Bossa and people” y “Parque acuático”, la banda supo conectar con la gente de una manera única y particular. Pero si tuviéramos la tarea de ubicar un solo plato fuerte en esta cena de músiques y artistas extraordinarios, ese tendría que ser Fito Páez. Prócer del rock nacional argentino, el rosarino brilló por su energía y sus ganas de conectar con el numeroso público. “En ninguna ciudad cantaron esta canción como aquí,” soltó antes de comenzar a tocar “Polaroid de locura ordinaria”. A demás de temas clásicos como “11 y 6”, “Circo beat”, “El amor después del amor” y “Ciudad de pobres corazones”, Fito se dio el lujo de tocar una joyita como “Ambar violeta” que no se escuchaba en sus shows desde hace ya varios años. Y se lo dedicó a su hija Margarita: “Ayer estaba en mi casa y me dijo ‘cantá este tema, es el mejor tema que hiciste’,” dijo antes de comenzar el tema.
Si con la presencia de Fito algunos ya habíamos agotado muchas energías, la llegada de Marilina Bertoldi fue el motivo para no poder sentarnos a descansar un segundo. La ganadora del premio Gardel 2019 salió lookeada con un traje de seda blanca para deslumbrar a todos los presentes. Representante fiel del rock clásico y ardua militante del feminismo dentro de la industria musical, Marilina deslumbró nuevamente con su contundencia retratada por su último disco Prender un fuego.
Para comenzar a finalizar la velada, dos representante exquisitos del pop nacional se vieron con la obligación de presentarse: Bandalos Chinos y Miranda!. Los primeros al mando de su vocalista Goyo Degano hicieron que todo el mundo bailara al ritmo de “Vámonos de viaje”. La mesa les quedo casi servida a Juliana Gattas y Ale Sergi, que solamente tuvieron que apropiarse de la gente expectante para desplegar sus clásicos temas: “Yo te diré”, “Don” y “Traición”.
Por último, les tocó a Lo’ Pibitos cerrar la noche del festival. Los raperos se encargaron de darle un cierre especial al día a partir de sus melodías pegadizas. La gente ya estaba agotada pero la mayoría se quedó atenta para escuchar a la última banda de la jornada. Más allá de los temas propios como “En espiral” (que contó con la presencia invitada de Amanda Querales) o “El ritmo de la vida”, Lo’ Pibitos se dieron el lujo de interpretar y cerrar el día, cerca de la una de la mañana, con un cóver de “La rubia tarada” de Sumo.
Además de las bandas, el festival contó con centros de comida y de recreación que crearon un ambiente amigable para ir a disfrutar un día en familia. Concluida una nueva edición de este festival, podemos asegurar que no será la última vez que disfrutemos de una oportunidad así.
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Foto principal: Miranda! por Mica Garate.