“No me arrepiento de haber venido hasta acá”, cantaba el sábado pasado un chamánico Toti Iglesias, enfundado en la bandera de Argentina y con el rostro embadurnado de pintura negra. Sin saberlo, esa estrofa de su himno barrial resumiría el espíritu que gobernó las tres jornadas de esta quinta edición del festival Rock en Baradero.
Mientras el líder de Jóvenes Pordioseros se paseaba entre los escenarios del Anfiteatro Municipal Pedro Carossi, una zapatilla cruzó volando el pogo de punta a punta, al son de un medley de “Paint it Black” y La Mona Jiménez. Debajo del escenario, una bandera gigante que rezaba “Macri Gato” se robaba parte del protagonismo y delineaba la postal de la primera jornada. Pero el paisaje había empezado a tomar forma antes que le llegara el turno a los de Villa Lugano. Para cuando Ramiro Cerezo presentó al mítico Walter Sidotti, ya había caído la noche en el predio de la ciudad bonaerense y los trapos se agitaban con ganas. La presencia del ex Redonditos de Ricota en los parches le sumó mística al despliegue de Pier, al tiempo que desató un contundente “vamos los redó” por parte del público. De ahí en más se intensificaría la comunión rockera, haciendo escala en Los Gardelitos, Guasones y Villanos, hasta alcanzar el clímax con el ritual stone comandado por La 25. “Una banda que se la banca, ¡rock de verdad, con amistad!”, arengaba el Bebe Contepomi desde el escenario principal, antes de que “Junior” Lescano y los suyos tomaran la posta para cerrar una jornada signada por el aguante y el respeto.
Más temprano, Nonpalidece aportaba la dosis justa de vibra jamaiquina de la mano de un siempre optimista Néstor Ramljak, y sobre el final, hasta se dieron el lujo de invitar a Luis Alfa, de Resistencia Suburbana, para interpretar “Cuidado a quién votás”.
“Nos juntamos por ustedes, para darles el gusto”, aseguraba con ternura Vitico ya pasada la medianoche, promediando un set demoledor. Ajustado y con los decibeles al mango, el team Riff 2018 desplegó una potencia arrolladora, a la altura de semejante gesto de devoción. “Esto se lo dedicamos a Pappo”, cerró Vitico extasiado, mientras el mismísimo Luciano Napolitano entonaba las estrofas de “Que sea rock”. Antes de dejar el escenario, JAF envió un sentido mensaje de suerte a las nuevas generaciones “para que continúen con el rock and roll nacional.”
Previo a la maratón rockera, cuando el sol todavía pegaba de lleno sobre las remeras gastadas, el indie plantaba bandera anticipando su desembarco del domingo. El Plan de la Mariposa, la banda integrada por los cinco hermanos Andersen, se destacó por su búsqueda hitera y experimental en partes iguales. De la mano de Camila Andersen, los oriundos de Necochea también aportaron al cupo femenino dentro de la grilla. Enemigos de la monotonía, los Militantes del Clímax conquistaron de inmediato con su parafernalia funk salpicada de rimas afiladas; y el power trío Las Diferencias trajo el agite del oeste, en plan blues y pasión garagera.
Pese al pronóstico que anunciaba fuertes lluvias, el domingo arrancó con un clima inmejorable. La concentración de trapos y camisetas de la noche anterior tenía ahora su equivalente en los numerosos pañuelos verdes. Atrás quedaban también las muletillas rockeras, desterradas por Nahuel Barbero, integrante del dúo cordobés Hipnótica, que pronunció la palabra mágica “¡Skere!”, mientras la impronta folk de la banda reafirmaba su condición de clásicos modernos. “Perdón por las baladas, ¡pero aguante ustedes!” se sinceró al término de “De nuevo”; pero no había que disculparle nada: el público sintonizaba a la perfección con el intimismo de la propuesta.
La sensualidad al servicio de la performance terminaría siendo otra constante dominguera, y Joaquín Vitola sería uno de los más comprometidos con la causa. En su outfit rojo y blanco, el frontman de Indios parecía un joven Paul McCartney, y así le puso voz al setlist de su banda, una oda al romanticismo hi-fi. “Si tu cabeza no puede más/ Hablemos de otra cosa”, entonaba seduciendo a las cámaras, y dejaba la vara alta para el próximo en pisar el escenario principal. Pero eso no amedrentó a Jaime James, el enfant terrible del indie, que venía de agotar su tercer show en el Teatro Vorterix. Además, desde que Louta apostó por incorporar una banda en escena, el fenómeno en vivo se potenció. “¡Que se sienta la fuerza de todos los jóvenes y las jóvenes de Argentina, en todo el planeta!” predicaba en “Qué bien que estoy”.
Si la grilla del Baradero Rock 2018 ya reflejaba el recambio generacional que estaba ocurriendo dentro de la escena, esta nueva edición redobló el compromiso. Además de los infaltables, el lineup se nutría de propuestas en ascenso como Lucas & The Woods, El Zar, los santafesinos Joystick o el combo electro-futurista platense de Peces Raros, que a fin de mes presentarán su último álbum por primera vez en el escenario de Niceto Club. Aparte de sabor jazzero y talento femenino, la propuesta de Chita demostró que el intimismo también funciona en grandes festivales, incluso cuando le toque preceder a una latin crew hip-hopera que groovea sin piedad. En ese plan, al mejor estilo Parliament Funkadelic, fue que encararon su set Lo’ Pibitos para repasar su último álbum En espiral. “¿Cuántas somos esta noche? ¿Dos minas? ¿Tres, cuatro? Un montón. Gracias, eh…” se indignaba Marilina Bertoldi en relación al cupo femenino. Cual heroína de Mad Max, la topadora santafesina desembarcó en el escenario Spotify con su disco Prender un fuego. “Estaba enojada/ Y ahora estoy preparada” sentenciaba aguerrida en “O no?”, y se sintió una declaración de principios.
“Yo sé que es domingo, bach, pero ya fue… ya estamos acá: ¡vamos a bailar!” le pedía Goyo Degano a su público, y es esa humildad lo que hace tan irresistible al frontman de Bandalos Chinos. Pero lo cierto es que a esta altura, los de Beccar son los amos de la pista. Su último disco BACH fue un favorito del 2018 y significó una nueva instancia de consagración para la banda y sus shows cada vez más afilados. Bailar resulta inevitable, casi un acto reflejo. “Temazo”, rezaba un cartel improvisado que sostenía alguien del público, y para el cierre con “Dije tu nombre”, el éxtasis ya era contagioso.
La rivalidad entre fans de distintos palos es cosa del pasado, y eso terminó de demostrarse cuando los legendarios Attaque 77 subieron al escenario principal, después de que los Chinos desparramaran su fiebre disco. Más temprano, los hermanos Sardelli se habían encargado de reivindicar el hard rock al mando de Airbag, secundados por una caravana de amplificadores Marshall y una versión a lo Slash del himno nacional. Cuando todo parecía encaminarse hacia el clímax de la noche con el esperado cierre de Babasónicos, se desató lo que hasta ese momento parecía improbable: un fuerte diluvio. La enorme caída de agua obligó a cancelar la fiesta que habían montado arriba y abajo del escenario los mendocinos de Usted Señálemelo, que apenas promediaban los 15 minutos de show. “¡Salten como nunca en su vida, por favor!” arengaron Cocó Orozco y Juan Saieg antes de tocar “Siento”. Luego del pedido se zambullirían en el pogo, transformando un cierre trunco en otra postal épica. Sin titubear, la producción del festival reprogramó a Babasónicos para el día siguiente, permitiendo ingresar con el ticket del domingo a los que habían comprado su entrada para verlos.
El último tramo de la ceremonia del verano transcurriría con un escenario menos pero sin complicaciones climáticas. “Trajimos el sol, perdón”, bromeaba Coti al respecto con su impronta dylanesca, mientras se despedía con un guiño al fallecido Tom Petty. Antes de pasarle la posta a la nostalgia power-pop de Estelares, se tomó un momento para saludarse de micrófono a micrófono con su cantante Manuel Moretti, que ya ocupaba el escenario principal. Un rato antes, Eruca Sativa volvía a visibilizar la lucha por el cupo femenino invitando a la cantante y tecladista Gimena Álvarez Cela, la guitarrista Naná Arguén y la rapera Kris Alaniz a acompañarlas. “Mujeres que admiramos y que nos rompen la cabeza”, las definió Lula Bertoldi, y el público apoyó el gesto cantando a favor del aborto legal. La Delio Valdez, con su cumbión colombiano made in Lanús, también aportó su cuota de presencia femenina en la voz de la ex Bandana Ivonne Guzmán, y el eclecticismo alcanzó otro punto alto cuando el cierre con “Borracho y amanecido” dio paso al coqueteo mutante y enigmático de Adrián Dárgelos. Si bien su set tuvo que acortarse debido a la reprogramación (La Beriso estaba a cargo de cerrar la jornada), poco más de 60 minutos fueron suficientes para que la crew babasónica diera uno de los mejores shows del festival, basado casi íntegramente en su etapa post 2000. Aunque a juzgar por el look noventoso de Dárgelos, un cierre con “Montañas de agua” hubiese sido glorioso para los fans de primera hora.
Con un Rolo Sartorio alejado de los dichos polémicos, La Beriso desplegó sin sobresaltos las 23 canciones que tenía planeadas para coronar el lunes. Más temprano, Julián Kartún de El Kuelgue, le había dedicado algunas bromas: “Ahora vamos a hacer un chiste de minorías”, ironizaba. Los Pericos, comandados por Juanchi Baleirón, también apostaron por la arenga y el revival noventoso. Pero el verdadero jolgorio lo armó el “Mono” Fabio, cuando le tocó el turno a Kapanga. Mediante un pequeño altar ubicado en el escenario, dejó clara su postura a favor del aborto legal y en contra de la trata, al tiempo que convertía al estribillo de “El mono relojero” en el más coreado de todos. Otra postal épica, enmarcada en sus propias definiciones: “¿Vos sabés qué quiere decir ATR?”, interpeló Fabio a su guitarrista, “ATR es… ¡A-Todo-Rockandroll!”
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Foto principal: Mica Garate