Cerca de las veintidós horas del martes pasado Andrew Bird salía a escena junto a su violín, dibujando una escena cruda y honesta: un artista entregado a la audiencia, ofreciéndole su obra sin ningún tipo de acompañante. Las piezas se suceden mientras Andrew maneja con maestría el arte de grabar una pista en vivo; así fue como su violín pudo oficiar, además de cumplir su labor característica, de guitarra rítmica. La espera del show me dio una pista sobre la clase de espectáculo que presenciaría, si un artista elige aclimatar a las masas con soul, oldies y música tribal, entonces su mente no puede dar un show convencional y predecible. La complejidad y la variación en el show crecieron progresivamente hasta el punto de crear un mundo paralelo en cada canción; es así como pasamos a un set acústico delicioso, en el cual supimos degustar el country de la banda a fuerza de violín, guitarra y bajo. Andrew demostró su cariño hacia la ciudad en demasiadas ocasiones (no lo tildemos de demagogo, Bird es un artista honesto y tenía al público ganado desde el primer minuto): “Buenos Aires realmente me da energías, creo que podría escribir un disco entero acá” pronunció el artista entre otras loas.
El prolífico compositor no tiene planes de descansar, de la misma manera que lo hizo en Brasil interpretó un nuevo y entretenido tema que le encargaron para un programa de televisión infantil: “Professor Socks”. Luego de hacernos viajar por la abstracción, la improvisación, el blues, pasajes espaciales y country (algún otro género se me habrá escapado) la banda se despide triunfal, cargando con un sublime trabajo de batería, excelentes líneas de bajo y precisas intervenciones de guitarra.
Los bises no podían faltar, la efervescencia del público clamaba por más originalidad musical; es así como la banda retorna al escenario y ofrece el híbrido entre country y hard rock “Fake Palindromes”, canción que desató la locura en Niceto. La banda se despide y muestra una honesta devoción al público y a la ciudad, cuestión que fertiliza el terreno para una vuelta de Andrew. Desde mi lugar pensé que en el recinto de Palermo apreciamos a un artista al que la etiqueta “indie” le queda chica, una persona comprometida con su obra que no tiene tapujos en crear híbridos basándose en géneros disímiles; características muy importantes en una época en la que la palabra “originalidad” está siendo explotada.
Fotos por Pablo Astudillo