El show de Yusuf Islam, el histórico Cat Stevens, fue uno de sorpresas… o reafirmaciones.
Con gran convocatoria, a pocos minutos de pasadas las 21hs y muchos años en el medio, Cat Stevens dejó su melena con rulos y volvió a colgarse la guitarra.
“Moonshadow” abre la noche y él solo con su guitarra, en un escenario que vacío de decoraciones se siente vasto, cuando comienza a cantar y su voz suena como hace 30 años atrás. Los músicos se van incorporando al paso del primer tema, y muestran ser una banda de precisos artistas que amerita al cantautor.
En un recorrido desde sus primeros discos no faltaron los hits, “The First Cut is the Deepest“, “Where do the children play?“, “Sad Lisa” (donde él se sienta al piano), “Father and Son“, “Peace Train” y un público de una generación atrás se emociona con todos y cada uno, canta y aplaude con ganas. Yusuf se atreve a presentar sus canciones nuevas, que siguen su melodía característica, y lucen letras que reflejan su largo camino espiritual.
Su conexión con el público es innegable, casi como amigos que no se ven hace muchos años, pero que comparten los mismos códigos, los mismos deseos.
Dos horas precisas, y Yusuf anticipa que “decir adiós no es fácil”… todos sabíamos a qué apuntaba. El encore empieza con “Morning Has Broken” y termina con un Luna Park lleno de fans, tan nostálgicos como fervientes, que de pie corean “Wild World“.
Sorpresas, ¿o reafirmaciones? Quizás a mis veinteytantos fueron sorpresas… quizás, y casi seguro, para el resto de mis compañeros de esa noche histórica, fue una vuelta a la emociones que Yusuf Islam/Cat Steves, no ha olvidado cómo provocar.