Este 2023 fue (y sigue siendo) un año agitado. Si en la Argentina estrenamos un inesperado presidente de cara a una profunda crisis económica que no parecería revertirse en el corto plazo, en Estados Unidos, específicamente en Hollywood, las cosas no anduvieron mejor, por lo menos en el sector que compete a esta nota.
En un reclamo histórico, actores y guionistas hicieron paro en simultaneo por primera vez desde 1960. Ambos sindicatos se plantaron en huelga por más de cien días y lograron un acuerdo con los grandes estudios por mejoras salariales, modificaciones en el sistema de regalías a través del streaming y regulaciones con respecto al contenido generado por las IA. Por el lado de la industria, hubo pérdidas millonarias, la entrega de los premios Emmy tuvieron que postergarse para enero próximo y muchas producciones para cine y televisión se vieron atrasadas con respecto a su estreno.
La oferta de series de este año no ha sido directamente afectada por esta situación -posiblemente sus efectos se noten con los estrenos y ausencias del año que viene-, pero de todos modos no hubo grandes nombres de calidad en las plataformas más populares, salvo por la gran repercusión de las producciones nacionales de Netflix incluidas en esta lista y, sobre todo, el furor de la serie que encabeza la misma.
Por eso, hubo que rastrear por los laterales: Apple TV+ siempre tiene joyitas para descubrir y también se sumó Paramount+ con un interesante aporte desde Corea del Sur. Amazon Prime Video ofreció dos grandes series, pero que quedaron injustamente tapadas por falta de promoción y HBO Max, una vez más, marcando su importante presencia se impuso desde los primeros dos puestos.
A continuación, estas son las 15 mejores series del año según Indie Hoy.
15. Jury Duty
Amazon Prime Video
Ronald es un buen tipo que cree que forma parte de un jurado de un juicio laboral que transcurre en Los Ángeles. Las cámaras se justifican porque también cree que se está realizando un documental; lo que no sabe es que todo el asunto es ficticio. El juez, el acusado, los abogados, el resto de los jurados son actores y, como era de esperarse, una galería de freaks que no paran de generar situaciones de lo más absurdas. Hacia el final –son ocho episodios de 30 minutos- se le revela a Ronald la verdad y el último capítulo es una especie de making of donde se muestra, entre otras cosas, el prodigio actoral para la improvisación de un elenco que además tiene que realizar múltiples ensayos según las posibles reacciones de Ronald. Quienes están detrás de esta locura híbrida entre cámara oculta, falso documental y comedia de situación son Lee Eisenberg y Gene Stupnitsky, los showrunners de la versión estadounidense de The Office, así que las carcajadas y el cringe están garantizados.
14. La caída de la casa Usher
Netflix
Se la pasa mal viendo la serie nueva de Mike Flanagan, mal en el mejor de los sentidos. Porque rápidamente sabemos que lxs seis hijxs de Roderick Usher (Bruce Greenwood) van a morir, y en cada capítulo hay una muerte más cruenta que la anterior. Tomando inspiración no solo en el cuento homónimo de Edgar Allan Poe sino en toda su obra -cada episodio lleva el nombre de uno de sus cuentos y hay guiños por todos lados-, el showrunner afina sus dotes de gran narrador para entregar posiblemente su obra más redonda. Hay una estructura narrativa muy aceitada con múltiples flashbacks al servicio de la intriga, la tensión y la angustia; hay muchos personajes de gran desarrollo psicológico y complejos vínculos familiares; y hay monólogos exquisitos que esta vez Flanagan logra meter con naturalidad. Pero como no se trata solo de un drama familiar, también hay oscuridad gótica de casonas corroídas y cuervos amenazantes, de fantasmas que pueden ser reales o alucinaciones; hay violencia y mucha sangre y aun así visualmente también es una belleza.
13. El infierno
UN3 TV
Lo que al principio parece una historia de “chica conoce a chica” rápidamente vira hacia algo más complejo y profundo. En tiempos de cortejo virtual no hay ganas de enroscarse con un visto en suspenso. Agostina (Agostina Innella) llega a CABA desde el Interior y se enfrenta a la apatía y alienación de sus habitantes mientras intenta saber quién es y quién quiere ser. Creada por Santiago Mouriño y Pablo Balmaceda, esta miniserie –nueve capítulos de 15 minutos- del canal de la UNTREF tuvo un exitoso paso por festivales internacionales, como Canneseries en Francia, y se destaca por su libertad creativa y ánimo experimental, por tomarse su propio tiempo y generar preguntas que no siempre pueden ser respondidas. A nivel estético también suma puntos, con varios pasajes oníricos que alimentan el clima sugerente e invitan sencillamente a dejarse llevar por los sentidos.
12. Juntas hasta la muerte
Amazon Prime
Esta miniserie de seis capítulos es una versión libre y actualizada de la película Dead Ringers que David Cronenberg filmó en 1988 –que a su vez está basada en una novela de 1977- y resulta excelente porque, además de no achicarse ante la oscuridad del material original, trae un debate serio sobre la mesa. La showrunner Alice Birch (conocida por películas como Lady Macbeth y series como Normal People) cambió a los hermanos gemelos ginecólogos que encarnara Jeremy Irons por una versión femenina a cargo de una interpretación soberbia de la inglesa Rachel Weisz. Los nombres de la dupla se mantienen y Elliot sigue siendo la hermana extrovertida de dudosa moral y Beverly la más tímida y sensata. Sin embargo, el hecho de que ahora sean mujeres le permite a Birch reflexionar con extrema crudeza y desde una mirada feminista sobre tópicos como la maternidad, los riesgos éticos de la experimentación genética en el campo de la fertilización y la violencia naturalizada del sistema de salud hacia las mujeres y sus cuerpos.
11. El acuerdo
Paramount
¿Cuánta inmundicia humana puede caber en un viejo edificio de las afueras de Seúl? Allí se vende la virginidad de jovencitas a hombres morbosos y se subastan órganos mientras la “mercancía” sigue retorciéndose secuestrada, entre otras atrocidades. El primer episodio de los seis de esta serie surcoreana es de alto impacto, y es que Momgap (o Bargain en su traducción al inglés) tiene el desparpajo de mostrar lo más bajo sin ningún tipo de tapujos y tiene muchísima tensión porque, como si fuera poco, toda la serie está filmada en un plano secuencia, es decir que todo ocurre en tiempo real –tres horas en total-. Como en un acto de justicia divina, un terremoto azota ese antro del mal y todo se reduce a escombros. El objetivo es salir de allí y el tono vira más hacia la comedia de enredos -sin dejar de ser bastante gore, sobre todo para la televisión- entre mafiosos, psicópatas, policías y clientes pujando por sobrevivir. Se estaría hablando mucho de esta serie si estuviese en una plataforma más conocida.
10. El amor después del amor
Netflix
La biopic de Fito Páez tuvo todo lo necesario para ser un gran éxito en el streaming: un ídolo popular como pocos en el ambiente rockero argentino, con una historia personal no carente de tragedias y excentricidades, además de firmar un disco –el que le da nombre a la serie- que se convirtió en uno de los más vendidos del país desde su lanzamiento en 1992. El material era jugoso y se lo plasmó con una dirección convencional y un guion que apela a la fórmula narrativa de las biopics musicales: inicia con la consagración absoluta y le suceden flashbacks que repasan el camino hacia el triunfo. Pero la magia de esta serie de ocho entregas está, sin embargo, en los detalles que realzan el clima de nostalgia y el valor sentimental que genera en la audiencia contemporánea a los 80. Está en el uso de un cancionero infalible, en los cameos de versiones ficticias de bandas como Virus o Los Twist, en las referencias a lugares de la escena rockera porteña ya extintos y, sobre todo, en un cast excelente con secundarios célebres como Charly García (Andy Chango) y Luis Alberto Spinetta (Julián Kartún).
9. Silo
Apple TV+
“No sabemos por qué estamos aquí. No sabemos quién construyó el silo”. Una comunidad de 10 mil habitantes vive en un silo subterráneo hace 140 años, sin memoria porque la historia previa ha sido destruida por un orden difuso, invisible pero omnipresente. No está prohibido salir de allí pero muy pocos se animan ya que se afirma –y se muestra con imágenes alteradas- que afuera el aire es tóxico y mortal. Basada en una saga literaria, esta nueva apuesta distópica de Apple TV es una superproducción de largo aliento -diez capítulos de alrededor de una hora- que mezcla ciencia ficción de corte orwelliano con el policial acercándose así a una vibra cyberpunk sucia, de estética industrial y colores ocres. Se destaca un notable diseño de producción para crear semejante universo vertical y una gran protagonista (Rebecca Ferguson) con las agallas suficientes para tirar todo ese sistema abajo, a los codazos entre burocracias y servicios de inteligencia.
8. Cowboy de Copenhague
Netflix
Miu (Angela Bundalovic) es como una versión nórdica y andrógina del personaje de Uma Thurman en Kill Bill. Siempre lleva puesto el mismo conjunto deportivo –aunque el suyo es azul y no amarillo-, sabe artes marciales y, lo más importante, la mueve la sed de venganza. Pero detrás de esta serie danesa no está Tarantino y su talento innato para el entretenimiento. Al contrario, aquí dirige Nicolas Winding Refn, conocido por películas como Drive (2011) y The Neon Demon (2016) y por tener un estilo experimental muy personal. En estos seis capítulos de Copenhagen Cowboy hay más tiempo para explotar esta potente marca autoral y así es como la serie divide las aguas según la afinidad hacia ella. Es decir, atmósferas lentas de efecto narcótico, personajes bucólicos que resultan inquietantes porque también son impredecibles, un festín visual de paleta de colores fríos y luces de neón, y excelente soundtrack cargado de sintetizadores. No será para el gusto de todxs, pero la factura técnica y la visión artística de NWR son innegables.
7. Amor y muerte
HBO Max
Esta miniserie de siete episodios cuenta con la firma –y el prestigio- de David E. Kelley (responsable de la excelente Big Little Lies) y el atractivo de tratarse de un true crime. Love & Death recrea un caso de homicidio producido en Texas en 1980 por parte de Candy Montgomery (Elizabeth Olsen), una ama de casa que asesina brutalmente a su amiga y vecina (Lily Rave) después de haber tenido un romance con su marido (Jesse Plemons). El tratamiento del caso es delicado como complejo, profundiza en la cotidianidad de sus personajes -en tanto miembros de una comunidad religiosa y conservadora- y sus posibles motivaciones sin emitir juicios de valor. La ambientación de los 70 y 80 también es fantástica, pero si hay algo que se destaca es la magnífica actuación de Olsen, quien despliega un sutil repertorio de gestos y miradas para transmitir el frágil estado mental de una mujer que termina destrozando un cuerpo con más de cuarenta hachazos.
6. Telemarketers
HBO Max
En 2003, Sam Lipman-Stern dejó el colegio y empezó a trabajar en un call center de Nueva Jersey que -supuestamente- recaudaba fondos para distintas instituciones. Entre llamado y llamado, la jornada laboral era una parranda constante de una planta de empleados muy adepta a la ilegalidad: criminales, drogadictos y ex convictos. Al pequeño Sam le pareció gracioso filmar lo que pasaba allí y subirlo a YouTube. Ese material fue el germen de este curioso documental de tres episodios cuya investigación parece haberse desarrollado sin querer y durante nada menos que 20 años. Con la candidez de la inexperiencia, esta improbable dupla de periodistas –lo secunda Pat Pespas, un personaje hermoso y una “leyenda del telemercadeo”-, va desenmarañando, a los tumbos pero con gran determinación, una enorme y poderosa red de corrupción que atraviesa los Estados Unidos, hasta llegar incluso a entrevistar a un senador en el Congreso de Washington.
5. La Tierra según Philomena Cunk
Netflix
¿La invención de la escritura fue un hecho importante o algo pasajero como el rap metal? ¿Jesús fue la primera víctima de la cultura de la cancelación? ¿Por qué las bicicletas no tienen baño? Este tipo de preguntas hace Philomena Cunk (la genial Diane Morgan) a un variado grupo de atónicos especialistas en este falso documental que repasa la historia de la civilización humana de la manera más británicamente absurda. Es que es evidente que Charlie Brooker (Black Mirror) se inspiró en El sentido de la vida, la película de los Monty Python de 1983, cuando se sentó a escribir el guion. Son cinco episodios que repasan imperios, revoluciones y guerras con el registro solemne propio de esos documentales -de hecho, el recorte del recorrido histórico es excelente- que choca con los disparates de su conductora para producir un efecto paródico irresistible. Como si fuera poco, la serie además incluye un gag perfecto y recurrente que involucra al “himno belga del tecno” -el hit “Pump Up The Jam” de Technotronic- como medida de tiempo.
4. Nada
Star+
Detrás de ese nombre poco atractivo se esconde una miniserie –apenas dos horas y media en cinco episodios- que, por el contrario, es un montón de cosas. Es un homenaje a la ciudad de Buenos Aires, un perfil del típico porteño con un excelente Luis Brandoni, una carta de amor a la comida local -los creadores Mariano Cohn y Gastón Duprat luego de su genial documental Todo sobre el asado siguen rindiéndole pleitesía a la carne argentina- y también es un regocijo totalmente autocomplaciente como nación el hecho de ver a un actor como Robert De Niro aprender y pronunciar los nombres demasiado autóctonos de las facturas, probarlas y después bajarlas con un mate, que además está cebado por una chica paraguaya. Pero Nada no es solo autobombo patrio, también tiene una premisa valiosa que se podría resumir en una de las frases del personaje de De Niro: “el triunfo de lo simple sobre lo banal”.
3. División Palermo
Netflix
Santiago Korovsky tuvo una idea tan genial como arriesgada y le salió bien. Fue necesaria una gran lucidez y un tratamiento delicado para burlarse tanto de falsos progresismos palermitanos, con nociones como la inclusión forzada, como de las instituciones policiales y sus gestos conservadores y neoliberales. Incluso fue más allá y mezcló esos dos universos contrarios con resultados hilarantes. La flamante guardia urbana de la Policía Metropolitana de la Ciudad de Buenos Aires no está capacitada en absoluto pero está conformada por minorías que solo están allí por el dinero: hay una chica en silla de ruedas (Pilar Gamboa que se destaca fácilmente dentro de un gran elenco), un ciego, un enano y una chica trans, entre otros. El planteo es un delirio que da forma a una sátira grotesca que sin embargo esconde comentarios sociales más sutiles. También hay acción con bastante violencia, hay romance, muchos gags absurdos y un humor negro que logra sortear los límites impuestos por cierta corrección política imperante.
2. Succession
HBO Max
Es indudable que Succession se convirtió en un clásico instantáneo desde su estreno en 2018, en una de las mejores series de HBO, compartiendo podio con producciones icónicas como Los Soprano o The Wire. Había mucha intriga entre sus seguidores sobre cómo cerraría la historia de la familia Roy, pero su cuarta y última temporada no hizo otra cosa que elevar aún más su calidad. Una muerte inesperada altera a niveles exasperantes las negociaciones, alianzas y traiciones entre los hermanxs Kendall (Jeremy Strong), Shiv (Sarah Snook) y Roman (Kieran Culkin) para quedarse con el trono de papá Logan (Brian Cox). Lo más destacable de Succession es que, aunque los hijxs sean casi tan detestables como el padre, cada espectador tiene su favorito: los personajes tienen un relieve psicológico tan complejo que la serie logra que se festeje el avance de alguno de ellos como si se tratara de un partido de fútbol. Y es por eso que la definición en el último capítulo fue un golpe maestro que no dejó a nadie indiferente.
1. The Last of Us
HBO Max
Había muchas dudas con esta adaptación porque el videojuego lanzado por Sony en 2013 marcó un hito en la escena gamer, convirtiéndose en uno de esos títulos que se ponen de ejemplo para afirmar que los videojuegos también pueden ser obras legítimas de arte. Pero por suerte, HBO y Neil Druckmann –escritor y director creativo del videojuego- estuvieron detrás y dieron una clase maestra de cómo hacer las cosas bien. Se propusieron tomar un material valioso por sí mismo y transponerlo a otro lenguaje, expandiendo tramas y personajes, enriqueciendo la historia general sin descuidar la fidelidad a la fuente.
El amor y el cuidado que hay detrás de este trabajo es evidente. Allí están esas impactantes ciudades devastadas que son un calco del juego, allí está nuevamente Gustavo Santaolalla y su clima de guitarras melancólicas y allí están Joey y Ellie, sobreviviendo de acá para allá, unidos por la potente química que le imprimen Pedro Pascal y Bella Ramsey. Pero la serie no es sólo recreación, también es creación y se toma el atrevimiento de desviarse por completo en un capítulo –el tercero- que además resulta de lo más destacado de la temporada. Hay respeto por el material sí, pero también hay una visión artística más amplia y la osadía para llevarla a cabo. La necesaria para que la serie vuele aún más y tenga valor por sí misma.