Cuando se mira hacia lo folclórico, ¿qué se ve? ¿Qué se encuentra? ¿Cómo se encuentra? ¿Qué se hace con él? ¿Se interviene, se interactúa, se lo deja ser? ¿A qué conclusión llegamos para liberar el cuerpo celestial? Si la banda americana de indie folk Big Thief está enfocada en algo, es en poder aprender, de las formas más intensas posibles, a vivir en la inundación de tanta información y desesperanza. Buscan y buscan, y algo logran encontrar.
No para decir que no hay precedentes. Dragon New Warm Mountain I Believe In You es su quinto disco, y ya habían formado una relación con el paisaje americano que no trataba de apoderarse de esos espacios, sino de apreciarlos e incorporarlos en su música. Intentos que a veces iban hacia lo básico del folk americano, como en sus primeros discos, o trataban de generar algo de disrupción con lo verde y natural, como en su último disco de 2019, Two Hands. La cantante y compositora principal Adrianne Lenker siempre canta con una voz rasgada, frágil, incluso “fea” según la convención, y sus letras van por lo abstracto con tinte político, pero con mayor uso de mantras y frases que intentan significar un todo en su ambigüedad. Si se quiere, se puede pensar en ella como una sucesora espiritual del Michael Stipe de principios de los ochenta.
Acá, de todas formas, hay un salto, y uno pronunciado. Antes, sus juegos con el country y el Americana eran eso: solo juegos. En este disco de 20 canciones que llega a la marca de 80 minutos, las incursiones a distintos géneros son más marcadas y llevaderas. Algo que siempre había puesto a Big Thief en desventaja con otras bandas de este estilo era una falta de color y musicalidad en lo instrumental. Por momentos, podrían haber sido la banda soporte de Adrianne Lenker y no mucho más. Pero Dragon New Warm Mountain I Believe In You cambia las reglas. El disco fue producido por el baterista de la banda, James Krivchenia, y el enfoque en la instrumentación que acompaña las composiciones de Lenker es clave y pone a Big Thief muy arriba de sus contemporáneos. Hay un diseño de sonido extraño, incluso original, que expande el paladar musical de la banda.
Para comenzar con un ejemplo, uno de los singles publicados en anticipación del disco, “Time Escaping”, es desorientante en varias maneras. Su sonido es rasposo, con baterías distorsionadas y bien separadas de la percusión en la mezcla, una guitarra principal que sigue un arpeggio fuera de clave, una ausencia notable de bajo, y una melodía en las estrofas de parte de Adrianne que actúa como si todo estuviese bajo control. Se siente como un cúmulo de luces distantes en medio de un día de campamento, como perderse en el pasto y buscar una guía. Incluso cuando el estribillo entra con una gran melodía, parece algo muy breve. Si hay tanto espacio de sobra, ¿cómo se aprovecha? Se habla de una naturaleza que sabe más que nosotres, que se aprovecha de la riqueza de su propio néctar y, si nos va a dejar afuera, que así sea.
Desde otro lado, la banda no está del todo preparada para dejar atrás sentimientos pasados, e incluso si piensan que la naturaleza puede llevarse todo lo que alguna vez fue, los sentimientos humanos permanecen. Otro gran ejemplo de este disco, “Little Things”, es una declaración neutra de una relación perdida. Lenker juega con su voz aguda, dañada, y no trata de crear una melodía estable, deja que la banda haga eso por ella. De esa forma, obtenemos una versión cruda del jangle pop de los ochenta, con guitarras agotadas y cansadas, baterías aumentadas en la mezcla como pequeñas nubes, un bajo esta vez presente pero dudoso, que no sabe cómo entrar en este ciclo de aparente perpetuidad. A medida que pasa la canción, los sonidos se llenan, se condensan, y la pregunta de Lenker se enfoca: luego de tejer ese “ojo de aguja”, luego de tantos besos, luego de querer comprender lo que la otra persona dice y no poder, ella pregunta, “¿Dónde estás ahora?”. Lo que le sigue es un pequeño grito distorsionado; décadas de ansiedad, angustia y anhelo condensadas en un microsegundo.
Merodear una y otra vez en solo dos canciones de un disco con 20 de ellas puede parecer algo redundante. Pero Dragon New Warm Mountain I Believe In You tiene tanta atención al detalle que se podría discutir sobre cada canción durante meses. Son los pequeños momentos y decisiones los que hacen que este disco sea un logro. Está en la forma en que “Flower of Blood“, por el medio del disco, entra con intenciones de shoegaze, con mayor fuerza que cualquier otra, para demostrar el peso del cuerpo de otro en la vida de Adrianne (“Flor de sangre florece en mi lengua, tranquila/ Cuando me tocás”). Está en la tierna flauta en “No Reason”, que llega a una conclusión en la forma de… un estribillo salido de lo mejor de ABBA, con su espíritu comunitario, y tantas voces al unísono. Está en las ricas armonías de “Dried Roses”, “Certainty” y “Sparrow”, que miran hacia el horizonte y su matiz pastosa, y se conforman con sus melodías tranquilas.
Aún así, hay un gran equilibrio dentro del disco, uno que se anima a lidiar con el conflicto. Sí, están las canciones calmas y tiernas, pero otras esconden algo más. La guitarra acústica que resuena en “Promise Is a Pendulum” trata de mirar hacia una ruptura amorosa e insistir que los celos no la van a destrozar. A su vez, eso interactúa con la apertura humilde del disco, “Change”, que piensa en los cambios de las temporadas y los árboles, y en otras cosas que todavía no han cambiado, como los sentimientos de Adrianne por su antigua amante.
De manera humilde y calmada, la banda se asimila en “Simulation Swarm”; Big Thief logra dejar una marca en lo humano de lo ordinario para que Adrianne pueda expandir, como si fuese su último momento, unos rayos de energía hacia la gente que ama: su familia, su propio cuerpo, su hermano dado en adopción que algún día ella conocerá, en una ráfaga agitada de amor que no sabe cómo comunicar. “Quiero soltar mis brazos y tomar tus brazos/ Y acompañarte hasta la orilla”, canta, mientras se amasan texturas como pequeñas dagas.
Pero la pregunta vuelve a surgir: “¿Qué se necesita para liberar el cuerpo celestial?”. Eso preguntan en “Spud Infinity”, una de las canciones más extáticas del disco, con un gran uso del fiddle, que parece estar enamorada con esa pregunta. El guitarrista Buck Meek logra jugar con su guitarra, enfocarse en las notas que no toca, y Adrianne juega con su propia voz en espíritu jovial, y nos demuestra qué quiere decir: “Cuando digo ‘celestial’, me refiero a lo extraterrestre / Me refiero aceptar al alien que has rechazado en tu propio corazón”. No es la primera vez que juegan con lo alienígena, pero nunca lo habían tratado de manera tan personal, tan propia. Es un llamado a entender el individuo dentro de, no solo una sociedad, sino un mundo en cambio y evolución constante, que necesita de esa chispa propia, para que se genere algo más. Entenderse a si misme involucra comprender y tomar en cuenta a les demás.
La visión de Big Thief es la de generar una comunidad, una manera de entender el mundo que mira hacia el más allá, pero también que percibe lo que tenemos enfrente nuestro. Hay un momento en “Red Moon”, otra gran canción en este disco, en la que Adrianne canta: “Abro la puerta de tela, hablando con Dianne Lee”, y de repente grita, “¡Esa es mi abuela!”. Y ahí todo se revela: se están riendo. Están contando chistes, están hablando de lo bueno y lo malo, y buscan cómo lidiar con ello no como individues, sino como un grupo. En Dragon New Warm Mountain I Believe In You, Big Thief al fin se convierte en una unidad; quieren vivir por siempre hasta que se mueran. El espíritu de la juventud curiosa, hambrienta y juguetona, todavía va por más.
Escuchá Dragon New Warm Mountain I Believe In You de Big Thief en plataformas de streaming (Bandcamp, Spotify, Apple Music).