Once largos años después de su debut, The Good, the Bad & the Queen salió de la neblina con Merrie Land, su segundo disco. Es uno de los proyectos más extraños de Damon Albarn, pero extraño porque abandona sus facetas más experimentales para volver al sentimentalismo de las raíces de una época. Conformada por Paul Simonon, bajista de The Clash, Simon Yong, ex guitarrista de The Verve y colaborador de Gorillaz, y Tony Allen, baterista de Fela Kuti, TGTB&TQ es una banda con chispa melodramática y aroma de western, pero con una denuncia social firme y contemporánea.
Si de algo no peca Damon Albarn es de descuidar la estética de cada uno de sus proyectos. Merrie Land tiene un tono lúgubre y desde la tapa hasta su reproducción en YouTube, colabora con imágenes para dilatar esta sensación. En la portada se ve una foto en blanco y negro de un hombre con un muñeco. El grupo tomó esta foto que es de una película de terror de 1945 llamada Dead of Night, dirigida por varios directores en el Reino Unido, y que salió el año de finalización de la Segunda Guerra Mundial. Trata sobre un grupo de personas encerradas en una casa y contando historias de terror, la última de estas es la de un muñeco ventrílocuo y su relación psicótica con su amo. Es el tipo de películas que Albarn habrá visto de pequeño y le quedó presente para siempre.
Merrie Land es una lectura sobre el Brexit, con canciones que apuestan a una poética reminiscente de una tierra rural, a las semillas que sembraron toda una nación. En YouTube todas las canciones tienen su video que remite a Hugo, el muñeco de Dead of Night, teatralizando cada melodía como si fuera uno de sus shows. Estos videos crean una experiencia nostálgica y sombría, las imágenes alteran la escucha al crear un escenario de reconstrucción reflexiva sobre un pasado inmemorable.
Este tópico aparece en canciones como “Gun to the Head”, con una melodía simple de flauta que le da una sutileza especial, contrapuesta a lo que parece una canción de bar inglés donde se levantan los porrones de cerveza y se canta en comunión. Más tarde el disco entra en territorios oníricos, ya que cada tema juega con una especie de revuelca social y una escapada surrealista. “Nineteen Seventeen” tiene una gran entrada de batería que hace un salto temporal a los tiempos de feria, llamando la atención del oyente mientras Albarn se cuelga de una farola y empieza a cantar. La oscuridad regresa en “The Great Fire”, con una introducción tétrica que es solo el inicio a la celebración del otoño, con sus hojas muertas en el piso y ese aroma de gastado. La letra describe cómo una postal de estación de trenes puede ser un escenario triste, solitario y fruto de la desolación.
El disco continúa con “Lady Boston”, una de las canciones más barrocas del disco. Por un momento, la banda abandona el sonido de los trenes y se va a una habitación frente al mar. Damon Albarn se luce cantando, y a eso se le suman unos coros poderosos que completan la teatralización. Si el recorrido continúa frente al mar, lo que sigue será mucho más evidente con una canción como “Drifters & Trawlers” que nos rememora a los tiempos de Plastic Beach de Gorillaz. Pero amoldar la nostalgia justamente trata de eso, de que quien escuche también sufra el flechazo y se haga cargo de las emociones que arrastran las distintas épocas.
Lo que parece el sonido de una caja musical antigua, es el portal a la enigmática y atrevida “The Truce of Twilight”, con un brote social, apocalíptico y destructivo. “Mira lo que hemos hecho” se señalan y se responden con coros, como en posición de un sacerdote y sus oyentes religiosos. La balada “Ribbons” baja hacia la orilla y suma frescura a la atmósfera del disco. El disco parece que se despide pero no, ya que hay una última vuelta de tuerca, como en una película de terror donde el victimario siempre revive y termina perdiendo la cabeza. Y “The Last Man to Leave” plantea una escenificación esquizofrénica que queda latente y acelera hasta estrellarse contra un paredón.
“The Poison Tree” es la despedida adecuada a esta obra, una canción melancólica pero esperanzadora. El disco de principio a fin parece un retrato de una época, abstracciones que en realidad son impresiones, fotos, momentos, una recolección de imágenes y sentimientos que le dan la tonalidad afligida que Damon Albarn buscó para su proyecto. Todo el futurismo y los colores son asediados en Gorillaz, por eso TGTB&TQ se sumerge en esa paleta de grises. Ahí naufraga en recuerdos que tienen el potencial de despertar la melancolía en algún rincón de la memoria social de todo un país.
The Good, the Bad & the Queen – Merrie Land
2018 – Studio 13
01. Introduction
02. Merrie Land
03. Gun to the Head
04. Nineteen Seventeen
05. The Great Fire
06. Lady Boston
07. Drifters & Trawlers
08. The Truce of Twilight
09. Ribbons
10. The Last Man to Leave
11. The Poison Tree