2 Minutos celebra sus treinta y un años con un show en Niceto Club este viernes 17 de agosto. Es la segunda vez, en tanto tiempo, que se presentan en ese escenario, que hoy alberga a la gran mayoría de bandas de la nueva generación y varias internacionales de distintos géneros. Pablo, el guitarrista, dijo que hacía como diez años que no tocaban ahí; Mosca, el cantante, dijo hace nueve. Lo importante no es cuándo fue, sino esa nebulosa que se forma con tantos escenarios pisados durante toda su historia.
Ni bien cruzás el Puente Alsina y le ponés colores en tu cabeza al blanco y negro de la foto, ya te sentís en su territorio. La poética de 2 minutos se acoge de lo geográfico para hacer una denuncia que se desdobla en lo universal. En Valentín Alsina hay varias fábricas cerradas, hoy en día muchas más; Mosca varias veces lo relaciona con Mánchester y creo muy adecuada la analogía. La decadencia post-industrial y la denuncia del proletariado. 2 minutos luchó con su forma de expresión cruda, poderosa y real, convirtiéndose en la banda más importante del punk rock nacional e hicieron de su lugar, un epicentro del género. Lo que es Mánchester para el post-punk, Valentín Alsina lo es para el punk rock argento.
La entrevista fue en una heladería en la que también vendían comida y cerveza, un lugar que siempre los atienden muy bien. Ni bien llegamos, uno de los muchachos que labura ahí, llamó al Mosca para mostrarle algo sobre Sampaoli. Me quedé con ganas de preguntar qué sucedía, pero habiendo tanto se me olvidó enseguida. Mosca es difícil de transcribir porque es un tipo muy expresivo con sus cambios de voces y su carismática forma de decir las cosas. Pablo iba y venía de la mesa. 2 minutos en treinta y un años tiene una historia inmensa, con muchas anécdotas para resaltar, escenarios tan variados como Cemento, Obras, Luna Park, Vélez, River y hasta el CBGB, punto clave en la escena mundial del punk. La banda giró por todos lados y nunca frena, se mantiene en actividad constante y mientras pensaban el Niceto del viernes, ya planificaban viajes al sur, como también una nueva visita a México y a Ecuador, donde abrirán el show de Ska-P.
Terminamos la entrevista y nos invitaron al ensayo para hacer unas fotos. Íbamos en auto con Mosca y Pitu, el manager de la banda. El chofer contaba de otras fábricas que estaban por cerrar por el camino de Valentín Alsina a Avellaneda. Era un recorrido por toda la periferia donde se podía apreciar un paisaje de desolación por el abandono de construcciones gigantes: “Mirá que buena esa fábrica para unas fotos” dice Pitu y todos acentuamos. Llegamos a la sala y están los demás, nos abre la puerta Fernando Rossi de Flema, y ahí caigo en la cuenta que es la sala donde él trabaja. En la pared amarilla se ve el Ying Yang y el disco de oro de su disco El exceso por las veinte mil copias vendidas. “Vamos a meter un poco de ruido” dice el Mosca y suena “Felicidad“.
Tengo 26 años y conocí la música de 2 Minutos por ser fanático de las películas de terror. Me gustaba mucho Viernes 13 y un día un amigo me dijo que había una banda que le hacía una canción al protagonista y así me llegó. ¿Cómo se dio lo de hacer una canción inspirada en una película de terror?
Mosca: Yo tengo 51 años y las películas de terror siempre me gustaron, iba bastante al cine y también recuerdo que cuando era chiquito, había un programa en Telefé que se llamaba Sábados y domingos de súper acción. Pasaban cosas raras, capaz que vi Ultra 7, Godzilla… a Jason lo vi después en los ’80 y me re pegó.
Y el concepto de la máscara lo mantuviste en toda la carrera.
M: No era la misma, pero sí, cuando puedo y me acuerdo la llevo. Después tengo esos días que me la olvido en el hotel, pero generalmente la saco a pasear. Es un homenaje, las películas de terror cuando uno es adolescente es algo muy frecuente. Cuando no tenía plata para ir al cine, me alquilaba un VHS en el videoclub y hacíamos noches con amigos, un par de vinos, un par de birras y noche de pelis, total no teníamos un mango. Mirábamos películas de terror a fundir, acá en el barrio. Jason es el mejor de los asesinos Slayer.
Ahora en un recital de 2 minutos siempre te encontrás en el público a alguien con la máscara.
M: Sí, siempre hay alguien con la mascarita trucha. O cada uno se arma la suya, o se compra una por ahí.
¿Y cómo se ve esto de que su público atraviesa distintas generaciones? El público joven sigue consumiendo la banda por primera vez y también está la gente que los vio crecer. Como que hay un paso generacional, como pasa con las películas clásicas de terror.
M: Eso está muy bueno, porque antes cuando nosotros éramos más jóvenes, quienes nos iban a ver eran todos más o menos de las mismas edades. Y ahora ya somos viejos chotos y tenés pibes grandes que ya son papás y llevan a sus hijos o también está el tío loco rockero que lleva a sus sobrinas y sobrinos, y después gente de treinta y pico, de veinti pico y de menos también que flashean con la banda. Hubo un cambio de generaciones que costó pero siguió a saltos. No nos lo imaginábamos que iba a suceder. Queríamos llegar con nuestras canciones a lo más lejos posible, pero no lo creíamos y por eso estamos súper agradecidos.
Hay algunos momentos muy épicos en su historia como sus shows con Ramones, que si bien fueron varios, hay dos muy importantes. Tocaron en Vélez y también tocaba Motörhead. ¿Qué recordás de ese día?
M: Que estábamos re asustados. Esa fue la primera vez que tocamos con Ramones, en internet hay una fotito que éramos todos jovencitos. En el camarín de la cancha de Vélez había un pizarrón donde se le marca la jugada a los jugadores, nos recuerdo ahí con los pibes de Mal Momento. Los espiábamos mientras tocaban y nos poníamos cada vez más nerviosos. Después nosotros, ¡uy la concha de la lora! El escenario era re gigante y dale… arrancamos. Vimos a toda la gente y nos temblaban las piernitas, la gente también te alimenta y eso te da fuerza, es una retroalimentación.
¿Cuántos años tenían? ¿Fue antes o después del lanzamiento de Valentín Alsina? El año es el mismo, 1994.
M: 25 años, más o menos. Tocamos con Ramones sin que siquiera haya salido el disco. Creo que salió quince días después, una cosa así. Nosotros no entendíamos nada, firmamos con la compañía con una tirada inicial de cinco mil copias. La banda se forma en el ’87, pero hasta que conseguimos el violero y arrancamos a tocar fue el ’89. Desde ahí fue tocar, tocar y tocar y empezamos a llenar lugares y teníamos un montón de canciones. Lo que pasa es que éramos vagos y no lo grabábamos, hasta que un chabón nos tiró la onda de darnos una mano como mánager y ahí apareció la compañía, que era en su momento una multinacional. Y dijimos que sí, porque pensábamos que al año siguiente nos pegaban una patada en el orto y listo. ¿Cuántos discos podíamos vender? ¿Mil? A las dos semanas me llamaban por teléfono diciendo que se vendía cada vez más. Lo grabamos acá a diez cuadras, en cien horas, nada, cien horas de grabarlo y mezclarlo, los de la compañía no lo podían creer y nosotros menos.
¿Qué creés que estaba pasando en ese momento con el punk para que pasara eso?
M: Había un revival de bandas nuevas, por ejemplo, Green Day había explotado con Dookie allá y nosotros explotamos acá con Valentín Alsina. Acá siempre había punk y allá también estaba explotando The Offspring, Face to Face, Pennywise y un montón de bandas. Lo que se dio allá y se dio acá fue algo muy extraño. Habíamos salido Banda revelación y Disco revelación en el viejo Suplemento Sí, cuando votaban los músicos. Nosotros nos cagábamos de risa, decíamos que la gente estaba re loca.
Después hicieron el River, que fue el show despedida de Ramones. En la cartelera también estaba Iggy Pop, Die Toten Hosen, Attaque 77 y Superuva. Yo tenía cuatro años, si no estaba ahí seguro.
M: Era la gira “Adiós Amigos”, que era la despedida de la banda. Pero antes de eso habíamos hecho como dos o tres Obras. Hubo una semana que todos los días tocaba una banda diferente; creo que tocó Doble Fuerza, Bien Desocupados, Flema, nosotros y otras bandas más. Después los acompañamos a tocar a los Ramones a la cancha de básquet de Newell’s Old Boys. Con los Ramones habremos tocado mínimo cuatro veces… máximo, cinco o seis. Le fuimos a entregar el disco que ni siquiera estaba terminado, así con un carancho de 2 minutos, pero se lo dimos igual.
Fue el recital del famoso día de las tapitas de Coca Cola, con diez tapitas te dan una entrada para el show. ¿Te acordás el día que prendiste la televisión y estaba todo el quilombo de gente reclamando entradas, destrozando la calle Florida?
M: (Risas) No tuvieron la mejor idea que hacerlo en el centro, se armó un quilombo bárbaro. Después mandaron a todos para Barracas. Había sido un bardo, pero estuvo muy bueno ese show porque era el último, después se fueron para Estados Unidos y se acabaron los Ramones, chau.
Pero también ustedes fueron al famoso CBGB en Estados Unidos. ¿Cómo fue esa experiencia?
M: Fuimos a tocar allá y estuvimos como nueve días al pedo, entonces como ya estábamos ahí, fuimos al CBGB. Caíamos todos los días y le decíamos al chabón que habíamos tocado con Ramones en un estadio de fútbol, que los Ramones tocaron para cincuenta mil personas y el chabón se nos cagaba de la risa. Nosotros le decíamos que los llame por teléfono para que sepa. Con nuestro inglés medio atravesado le hablábamos como podíamos, entrábamos en dos patas y salíamos en cuatro. El lugar era chiquitito, ahora no existe más, creo que hay un lugar de pilchas chetas de Nueva York. Fue en octubre del ’95 creo, antes había sido ese festejo que tienen los yanquis donde se disfrazan… Halloween. Iba a tocar Warzone, una banda hardcore, pero no se pudo. Y un día antes que nos fuéramos, el chabón que nos había llevado a tocar a Manhattan, nos dijo que le habíamos quemado tanto la cabeza al loco del CBGB, que llamó y dijo que podíamos tocar esa noche. Entre las bandas no nos conocíamos, hicimos un show de veinte minutos, sin corte a toda velocidad, patada y todo. Era un lugar pequeño y todos quedaron re copados. Terminó y seguimos de viaje para la Costa Oeste, para el lado de California, Los Ángeles, después el chabón nos terminó felicitando por el show y nos dijo que cuando estemos de nuevo por Nueva York, el CBGB les deja abiertas las puertas. Le dijimos ¡vamos campeón, te queremos! Lo abrazamos y le regalamos un disquito, nos tomamos un par de birras y nos pusimos re en pedo. Fue genial.
Hace muy poco anduvieron de gira, volvieron a Estados Unidos y México, en la gira “Mostrame los dientes”. ¿Cómo estuvo?
M: A México vamos todos los años desde 1995. Después de que fuimos nosotros por primera vez, fueron todas las bandas punk: Flema fue un montón de veces, también Superuva, Bull Dog, Cadena Perpetua, Attaque. En Estados Unidos el que más te va a ver es el público latino y algún gringuito que un amigo latino le hace escuchar. Y ahí los ves a los gringuitos que se re maman y les encanta.
¿Creés que es un público más cerrado en relación al idioma?
M: Tocamos en Chicago hace poco y tocamos en un festival latino que no tocaba ninguna banda gringa. Creo que no les interesa mucho la onda que hacemos nosotros acá, seas el estilo que seas. Salvo que te puedas meter en un festival y que los sorprendas porque cantes en castellano y haciendo punk rock. También tocamos en Miami, en un lugar que es el equivalente al CBGB pero de Florida: Churchill’s. Tenían una bandera inglesa y los dueños eran cien por ciento ingleses. Dimos un show re potente, el lugar estaba hasta el orto y en un momento quiero pedir un trago y el loco me dice: ¡For you free! Y sonreí y dije que estaba buenísimo. Yo le pasé un montón de bandas al tipo, pero me contó cuando volvimos que la gente se quedaba asombrada y decía Latin Power. Ahí también tuvimos las puertas abiertas… entonces, disquito, remerita, aunque la remera no le entraba porque era gigante.
En el CBGB pusieron cualquier cosa, como pasó con Cemento acá. Los lugares no quedaron respetados por su peso cultural y son como hasta olvidados. En Cemento pusieron una chapa conmemorándolo y listo. Hace un tiempo lo abrieron para pasar el documental y fue muy gracioso porque cuando pasaban las propagandas del Gobierno, la gente, que era mayoritariamente público de Cemento que quería revivir la historia del lugar, abucheaba cada cosa partidaria que aparecía antes de que empezara el documental. ¿Qué te acordás de Cemento?
M: Se volvían todos locos, me imagino. Yo me la re perdí ese día, vi el documental por internet. Ese lugar era mágico, además te daba varias opciones, nosotros teníamos un arreglo que era buenísimo y no era nada de otro mundo, el 70-30 y si hacías fecha los domingos, te daba posibilidades mejores y uno podía bajar la entrada a un precio recontra más accesible. Había fechas todos los fines de semana y en la semana había talleres de pintura, teatro, expresión corporal.
¿No existe nada así, no?
M: No, olvidate, ni va a existir tampoco.
Pablo: Desde que comencé a tocar es el mejor lugar que conocí. El mejor arreglo, el mejor trato con los músicos, además de todo lo que pasó ahí, que fueron un montón de cosas. Se lo extraña un montón. A Omar también. Ahí empezó un montón de todo lo que pasa.
Mosca: Al principio yo iba como público. Pasaban musiquita, había performances de teatro. La primera vez que tocamos ahí me la re acuerdo, pero no la fecha. Era el ’89 o ’90, ya habíamos desembarcado en los FestiPunks que terminabas tocando a las seis de la mañana.
Con respecto al tema de horarios, ¿nos pueden contar qué fue lo que pasó el otro día en el show en Salta que se subió la policía al escenario?
P: Estuvo mal hecho y lamentablemente hay lugares en otras provincias que tenés a la Policía adentro, haciendo de seguridad. Eso ya choca inmediatamente con la gente. En el norte y en el sur suele pasar.
¿Les había pasado algo así?
P: Que nos baje la gorra, no.
Por lo menos llegaron a tocar “Ya no sos igual“…
M: Decí que Pablo estuvo pillo y me dijo para empezar con todo. Vimos a todos los azules y empezamos a pleno: “Ya no sos igual“, “Barricada policial“, “Amor suicida” y estábamos empezando el cuarto pero ya no andaba el micrófono.
P: El jefe del operativo, uno pelado que aparece en el video, me hacía señas desde abajo para que cortemos y estos no se habían dado cuenta. A nosotros nos dijeron de tocar y tocamos. Después el rati me empezó a decir que era hasta las cuatro. Creo que las canciones los condicionaron. El chabón me decía que mirara cómo estaba la gente y yo le explicaba que estaban bailando y había un flaco agitando la remera.
M: Yo me enteré después que era hasta las cuatro pero a nosotros nadie nos dijo nada. Nosotros 2.15 ya estábamos en el club, comiendo choripán y viendo a las bandas que iban antes y recién llegábamos de un viaje largo. Nos subimos a tocar y cuando nos quisimos acordar ya nos estaban rodeando.
Te escuché un par de veces relacionar a Mánchester con Valentín Alsina. Mánchester es la ciudad del post-punk, Joy Division y The Fall. Valentín Alsina ya es un epicentro del punk rock nacional.
M: Sí, por lo fabril. Acá igual hubo un par de festivales por el barrio y salieron un par de bandas como Antihéroes. De acá también son los pibes de Súperuva, Tukera, tenemos un lindo arsenal. Mike de Kapanga es de acá… el Mánchester Alsina. Esto porque es medio el centro, pero si salís vas a ver montones de fábricas cerradas hace tiempo y las están cerrando a dos manos. Tenés bombos y quema de gomas por todos lados, porque ya no puede seguir. Son minifábricas que un chabón ya no puede pilotear: la luz, el gas, los sueldos. El otro día cerró una, justo en la cuadra de la comisaría. Son pymes, cuarenta familias en la calle.
¿Me explicás un poco el juego del lenguaje entre Valentín Alsina y Valentín Alzheimer, el título de su último disco?
M: Es muy simple, el alzheimer es la enfermedad cuando uno crece y se olvida las cosas. Se daba la casualidad de que justo sacábamos disco nuevo y justo se cumplían los veinte años de Valentín Alsina… y nosotros estábamos más viejos. En un viaje en combi, no sé cuál de nosotros, tuvo la genialidad, la chispa de tirar el nombre y claro. Pusimos la letra de Valentín Alsina y con la rotuladora le pusimos Alzheimer. Salió como un chiste, pero quedó bien.
Las bandas de ahora siempre mostraron mucha buena onda y reconocimiento a 2 minutos. Santiago Motorizado una vez me contó de que te regaló La dinastía Scorpio y vos ya conocías la banda y le dijiste ¡Aguante! Y él pareció contento al escucharte. Los espíritus en su disco Gratitud hicieron una versión de “Pelea Callejera“.
M: El mató está buenísimo. Era en un recital, me tocan la espalda y era Santiago. Nos dimos un abrazo y me dio el disco. Con Los espíritus nos conocimos en Colombia, nos pusimos re en pedo y nos cagamos de risa. Conocía a Los espíritus de nombre pero no sabía que habían hecho un cover nuestro. Los espíritus tienen una forma de hacer la lírica como postales de la vida cotidiana que pasan: ¡Me echaron del bar! No te hacen la poesía esa de “¡Uy me subí al unicornio azul!” Cada uno tiene su forma.
¿Creés que la música de 2 minutos le entró a la gente porque su forma de expresión era más directa y cruda, sin tanta metáfora y eso le dio otra cercanía a la época que necesitaba más como un shock de realidad?
M: En esa época también hubo un recambio en el rock argentino. Salió 2 minutos, Babasónicos, Los Brujos, Peligrosos Gorriones. Era toda otra secuencia de rock que venía a dar un poco de oxígeno para cambiar un poco.
¿En esa generación del punk se conocían entre ustedes?
M: A los pibes de Flema los conocía hace bocha, cuando tenían otro cantante y se grabó Invasión 88. Yo de chico iba a ver esas bandas: Mutantes del Kaos, Alerta Roja, Cadáveres de niños, Parálisis Permanente, bandas re viejas… algunas fueron quedándose y después vino el recambio, cuando entramos nosotros.
¿S sienten una banda que influyó a muchas otras?
M: No, nosotros no nos creemos nada. Cuando viene un pibe y nos dice que por nosotros empezó a tocar la guitarra, le digo ¡te quiero pibe! Algo bueno por lo menos hicimos.
¿En qué andan ahora? ¿Tienen algún proyecto nuevo?
M: Estamos tocando a full y va a salir un vinilo que es todo de covers. Tiene siete canciones, todas en castellano: una de Nirvana, otra de José Luis Perales, Andrés Calamaro, Sui Generis, Sumo, una de un chabón que hace rancheras en México y me olvido del otro. Supuestamente va a salir este año, noviembre capaz.
No son de tomarse muchas pausas y estar tiempo sin tocar.
M: No, nosotros no frenamos. Somos unos cavernícolas, creo que entre las bandas punk y hardcore llevamos en shows la delantera a cinco bandas juntas. No paramos nunca. ¡Don’t stop!