“Tuvimos situaciones como ir a hablar al medio del desierto, mirarnos entre los seis y decir: ¿qué carajo estamos haciendo?” rememora Goyo Degano cuando le preguntan cómo fue la experiencia de ir a grabar al mítico estudio Sonic Ranch de Texas, bajo la producción del multifacético Adán Jodorowsky. La anécdota tiene poco más de un año, tiempo suficiente para que la bachmanía se desatara. Y no solo a nivel local. El segundo LP de Bandalos Chinos vio la luz en agosto del año pasado y desde entonces no deja de confirmarles que hicieron muy bien en escuchar a su groove interior. Esa pregunta lanzada a casi 9.000 kilómetros de casa y en medio de un trance creativo, finalmente encontró respuesta: estaban dándole forma a uno de los discos argentinos de la década. El mismo que les valdría un premio Gardel a “Mejor álbum pop”, dos nominaciones a los Latin Grammy, y varias presentaciones a lo largo y ancho del país. También acaban de completar su tercera gira por México, donde ya cuentan con una sólida base de fans. Antes de volver al desierto texano para grabar el sucesor de Bach, nuevamente bajo la producción de Adán Jodorowsky, el sexteto oriundo de Beccar coronó el 2019 con un show sold-out en el patio del Konex y se prepara para su participación en el festival de Amnistía Internacional el domingo 15 de diciembre.
¿Qué les genera ir a México y encontrarse con semejante recibimiento?
Goyo Degano: Es muy loco lo que pasa en México, no deja de sorprendernos, incluso habiendo ido tres veces en un año. Para la gente de allá resulta muy flashero que nosotros viajemos hasta su país, hasta su ciudad, a tocar. Lo mismo nos pasa acá cuando viene una banda de afuera que nos gusta, nos genera un poco ese fanatismo… esa cosa de querer verlos, o generar una charlita de cinco minutos. Además, los mexicanos son muy consumidores del show en vivo.
Iñaki Colombo: Además no vamos solo a las ciudades principales. Hacemos también ciudades chicas, y a veces tocamos en lugares para 200 personas. Es una locura lo que pasa ahí, porque la gente está muy agradecida. Y para nosotros también es una locura llegar a lugares tan lejanos. Nunca lo hubiésemos imaginado.
GD: En esta última gira, entré en una dinámica: llegar a cada ciudad y en la prueba de sonido abrir Google Maps, poner la dirección de mi casa en Beccar, y decir “ok, estamos a 7.374 kilómetros.” Manijearnos con eso: miren lo lejos que estamos y la gente se está comiendo el flash con nuestra música. Eso te hace tomar dimensión y valorar la suerte que tenemos de estar haciendo esto.
Este año también tocaron por primera vez en el Vive Latino, en la celebración de los 20 años del festival. ¿Ese show potenció la base de fans que ya existía?
GD: Sí, obviamente que el factor Vive Latino fue clave, es una vidriera que te permite llegar a orejas nuevas. El festival tiene mucha trayectoria de bandas de habla hispana, y el escenario en el que tocamos tiene cierta mística de ser un escenario que descubre bandas, entonces la gente ávida de música nueva se concentra ahí. Y nos tocó un gran horario, se acercó muchísima gente a vernos. Al toque de eso anunciamos la fecha del Lunario, en CDMX, y obviamente ayudó muchísimo. Habíamos llegado a gente nueva y pudimos dar un buen show. Creo que estuvimos a la altura.
IC: Hay una gran tradición de bandas argentinas yendo a México y siendo muy bien recibidas, incluso algunas mejor que acá. Es como una combinación de factores. Creo que fue muy importante la colaboración con Adán también. Abrimos un poco la frontera y llamamos a un productor que es francés, se crió en París, pero vive en México y produce un montón ahí. Entonces le dio algo más latino a la producción.
¿Qué buscaban cuando decidieron sumar un productor?
IC: Buscábamos alguien que nos saque de nuestra zona de confort y nos lleve a lugares donde no nos imaginábamos que podíamos ir. Una guía en todo ese delicado proceso que es hacer un disco.
GD: Sentíamos que habíamos alcanzado una suerte de techo. Venía más de una necesidad nuestra, de querer ir a lugares nuevos. Nos sentíamos un poquito estancados, quizás.
Adán los puso en una situación límite, en cierto modo. Propuso una forma de grabar diferente. Les pidió que vayan con las canciones limpias y sin arreglos, solo voz y guitarra, y grabaron un tema por día…
IC: Sí, nos propuso esa dinámica, que en el fondo tuvo algo de extremo. Porque llegar al estudio sin tener ningún arreglo, solo con las canciones en guitarra y voz…
GD: Es vertiginoso. Cuando menos.
IC: Pero a la vez es una propuesta que va a la raíz, a lo que más importa, que es la composición. En ese sentido me parece bastante pragmático. En la etapa de composición, componer, y no dispersarse haciendo arreglos o buscando sonidos. Y en la etapa de grabar, grabar.
GD: Era vertiginoso en el sentido de que era difícil tomar perspectiva. Incluso después de haberlo grabado y todo, cuando volvimos a Argentina, les mostrábamos el disco a nuestros amigos o a nuestra familia y nos decían “ahh… sí… qué lindo…” y ahí era como “¡qué pasó, qué hicimos!”
IC: Cuando salió, empezamos a recibir un montón de mensajes de amor y ahí estuvimos un poquito más tranquilos.
Bach salió hace poco más de un año pero parece que hubiera pasado mucho más tiempo, por todo lo que sucedió en el medio…
GD: Sí, la verdad que nos ha abierto muchísimas puertas. También entramos en los premios Gardel, que para nosotros eran los premios de la industria… no teníamos ni idea. Y si bien no hacemos música pensando en ganar premios, la verdad que haber ganado un Gardel con este disco fue un lindo reconocimiento. Es muy positivo todo lo que ha generado Bach en tan poco tiempo. Hasta hay algo de incredulidad en todo esto.
Y estuvieron nominados para dos categorías en los Latin Grammy junto a artistas como Babasónicos…
GD: Tremendo. Nominados con Babasónicos, Alex Anwandter que lo admiro muchísimo, Mon Laferte, Marilina Bertoldi… fue un orgullo y un honor haber estado nominados junto a tamaños artistas. Es un reconocimiento que no nos esperábamos ni a palos.
Cuando salió Bach, la revista Rolling Stone publico una crítica no tan positiva, pero a la vez causó que Calamaro salga a defender el disco. ¿Los sorprendió?
GD: En principio, el escándalo surgió a partir de algo que no dijimos nosotros sino gente que sigue a la banda. Eso generó cierta confusión. Después por suerte pudimos hablar con la periodista y aclararlo y todo quedó en buenas. Pero sí, es sorprendente entrar en el radar de esa gente. Igual no me genera más que decir “wow, mirá, Calamaro escuchó este disco, bueno, qué buena onda.” Lo mismo con los premios Gardel, pensar que toda esta gente que trabaja en la industria escuchó el disco y dijo “mirá estos pibes, está bueno lo que hacen.”
Pero ayudó a despejar esta incertidumbre que sentían al comienzo…
GD: Sí, desde ya. Pero también sirve para aprender y para entender el momento en el que estamos. Todo lo que nos pasa es un aprendizaje. Desde esos miedos previos a la salida del disco, hasta lo que le genera a la gente cuando sale. Ya sea que le parezca que está buena la banda, o que somos unos caretas. Nos hace enfrentarnos a nosotros mismos todo el tiempo. También es un desafío estar haciendo las cosas bien.
¿Y lo es pensar en el sucesor de Bach?
GD: Obvio que sí… miedo a la hoja en blanco, miedo a todo lo que se viene. Intentamos convertir ese estímulo en algo piola. Charlábamos hace un rato de la adrenalina, bueno, eso te puede paralizar o te puede empujar al abismo. A ir hacia un lugar nuevo. Eso que nos está pasando ahora, tratamos de convertirlo en canciones.
¿Por dónde tienen pensado ir, en términos sonoros?
GD: Todavía no lo sabemos, sino te lo diríamos. Te juro. Lo que sí es cierto es que queremos ir a un lugar nuevo. Estuvimos hablando de eso, de experimentar un poco más a nivel sonoro y llegar al estudio con una producción mínima. No necesariamente los temas pelados como hicimos con Bach, sino tener las canciones resueltas o intentarlo al menos, para experimentar con otras cosas.
Hablando de experimentar, en 2017 participaron en un disco de cóvers de los Redondos. Justo el tema que eligieron, “Canción para naufragios”, conectó muy bien con el sonido de Bandalos…
IC: Sí, además Oktubre es un disco increíble. Incluso desde el sonido yo lo veía muy similar a Soda. Y viste que siempre hubo esa rivalidad… se peleaban pero en el fondo eran lo mismo. Entonces tuvimos esa idea de hacer “Canción para naufragios” y mezclarlo con “El rito”. Para el ricotero eso es una herejía…
¿Recibieron alguna crítica desde ese lugar?
GD: No. ¿Sabés qué pasa? Yo creo que fue bien recibido porque no es tan explícito. Tenés que ser ultra fan de los Redondos para percibirlo, y ese probablemente nos odie porque le parece una aberración que yo esté cantando los temas del Indio.
De hecho, hubo mucha gente en los comentarios de YouTube pidiendo que lo toquen en vivo…
GD: Nunca lo hicimos en vivo porque fue un experimento de estudio, no es que lo tocamos y lo grabamos todos juntos. Fue grabado de forma muy casera, home studio a full…
Hoy, las fronteras entre públicos de distintos géneros musicales son cada vez más difusas,y eso se viene reflejando en las grillas de festivales como el Cosquín o el Baradero. En 2020, Bandalos vuelve a participar de ambas ediciones…
IC: Sí, hay mucha tradición rockera, pero a la vez se están abriendo a bandas nuevas, como nosotros por ejemplo. Y funciona.
GD: Se da una convivencia que es buenísima, creo que vivimos un momento histórico un poco más tolerante. Estos festivales tienen un abordaje mas bien rockero, pero también bastante familiar. Eso me parece que suma mucho y nos abre a otro público. Por ahí el hijo del que escucha La 25 se copa con Bandalos. Nos pasa.
También tocaron en el festival La Nueva Generación, ¿cómo vivieron esta cuarta edición?
IC: El festival confirma el crecimiento de una escena que además de bandas, es también público y productores. Y es una escena federal… es muy inspirador y nos alegra mucho ser parte.
GD: Está buenísimo que el festival crezca a medida que lo hacemos los artistas. No me olvido nunca de la primera edición en 2016. Eran dos escenarios en Club Paraguay, había re poca gente, me acuerdo que abrieron los Perras on the Beach y a nosotros se nos caía la mandíbula cuando los vimos…
IC: Antes, en nuestro mismo escenario había tocado Usted Señálemelo, y la descosieron. En ese momento pensé “estos pibes van a ser enormes.”
GD: Y eran unos purretes, no lo podíamos creer.
Iñaki: Estaban tocando para 50 personas, y después pasó lo que pasó…
Algo parecido les paso a ustedes también. Desde esa primera edición hasta ahora, el crecimiento fue enorme.
GD: Sí, es muy loco sentirse parte de todo ese movimiento. Es impresionante. Y es muy lindo que la movida se esté federalizando, que esto suceda en Córdoba y no sea exclusivamente en Buenos Aires. Le abre el juego a las bandas del interior, y mismo para los artistas que estamos acá en Capital, poder ir a tocar a Córdoba a un festival al que van 10.000 personas es una locura.
Bandalos Chinos se presenta este domingo 15 de diciembre en el festival de Amnistía Internacional en Estadio Obras (Av. Libertador 7395, CABA), entradas disponibles a través de LivePass.