Los últimos tres años de los noventa encontraron a sus mayores referentes incursionando en la electrónica. David Bowie se industrializó en Earthling con ayuda de Reeves Gabrels, Björk concilió beats con cuerdas para Homogenic, y las meditaciones altruistas de Madonna adquirieron nueva forma en Ray of Light.
Lanzado en mayo de 1998, Version 2.0 de Garbage se enmarca en este contexto. Atmósferas narcóticas barnizaban sus canciones, mientras que el pop de sus melodías entraba en tensión con la disonancia de sus sonidos. Tal eclecticismo le valió al disco la designación inmediata de clásico contemporáneo, así como también una seguidilla de videos innovadores y una nominación al Grammy para Álbum del año.
Con la perspectiva que aporta el paso de dos décadas, es posible afirmar que Version 2.0 es quizás el pico creativo de Garbage: la destilación más pura de todas las cualidades que los han distinguido como banda. A propósito de su reedición, Indie Hoy celebró el vigésimo aniversario de Version 2.0 conversando por teléfono con Butch Vig: percusionista de Garbage, productor inigualado y responsable de moldear la identidad de todo un decenio.
Tuvieron un disco debut que fue increíblemente exitoso. ¿Se sintieron presionados a la hora de componer su sucesor? ¿Determinó el sonido que buscaron alcanzar con Version 2.0?
Sí, yo creo que hubo mucha presión después del éxito de nuestro debut. Habíamos ido mucho más allá de lo que considerábamos posible: vendimos cinco millones de discos y giramos por todo el mundo durante dieciséis meses. Lo que decidimos entonces fue que no queríamos reinventarnos sino más bien actualizar nuestro sonido: tomar aquello que habíamos aprendido en el primer disco y amplificarlo, hacerlo más grande y mejor. Realmente no anticipábamos esa clase de recepción y tampoco queríamos perder ese momentum, así que buscamos hacer un disco que suene moderno pero sin dejar de escribir buenas canciones.
Siento que Garbage en general, pero Version 2.0 en particular, se sitúa en esta intersección de accesibilidad y demencia, de música pop y oscuridad. ¿Ese era el efecto intencionado? ¿Cómo lo lograron?
Siempre nos gustó la yuxtaposición en la música: las melodías pop acompañadas de líricas oscuras, y viceversa. Asimismo, disfrutamos tanto con las texturas y los ruidos extraños como lo hacemos con una línea nítida de teclado o un riff de guitarra. Muchos de estos elementos diferentes que habíamos traído a nuestro debut, los suplimos todavía más en el segundo disco. Hay más electrónica y hay más sonidos atmosféricos. Aparte procesamos un montón: hay demasiados puntos a lo largo del álbum que suenan como teclados pero de hecho son guitarras. Eso fue porque habíamos empezado a trabajar con nueva tecnología. Incursionar por primera vez en el sistema de grabación digital nos abrió un mundo entero de oportunidades sónicamente.
¿Recordás cómo era el set up de grabación entonces?
Grabamos las pistas en Smart Studios, en el main room studio A, que es el cuarto más grande de abajo. Usamos Pro Tools. Era la época en la que Pro Tools había empezado a florecer, así que lo estábamos usando por primera vez. Para mezclar el disco, tomamos todo de Pro Tools y lo pasamos por un cartucho de 48 pistas, y recién ahí mezclamos desde las cintas. El problema es que algunas de las canciones tenían doscientas pistas, entonces tuvimos que ir y venir entre la máquina analógica y Pro Tools, lo que fue bastante intenso de hacer.
En 1998, lanzaron una canción titulada “When I Grow Up”, que decía: “When I grow up, I’ll be stable / When I grow up, I’ll turn the tables”. ¿Cuál fue una lección importante sobre la industria musical o sobre pertenecer a una banda en general que hayas aprendido en los veinte años desde que salió Version 2.0?
A mí me parece que uno de los motivos por los que te unís a una banda es porque no querés tener que crecer. Podés estar en tu pequeño club con tus amigos. Y en Garbage somos realmente afortunados de seguir estando juntos después de más de veinte años, que todavía grabemos y giremos. De hecho, estamos trabajando en un álbum nuevo mientras hablamos: estuvimos toda la semana en el estudio preparando el material. Nadie quiere conseguir un trabajo de verdad. Tenemos mucha suerte de haber recibido esa clase de éxito, al punto de que Garbage pudo convertirse en la prioridad número uno de nuestras vidas.
¿Adquirieron las canciones un nuevo significado para ustedes después de un período de veinte años? Sea por motivos personales o el hecho de tener que interpretarlas a través del prisma de lo que está sucediendo políticamente ahora.
Sí. Uno no es siempre el mismo, entonces la misma canción es escuchada por personas diferentes que interpretan a su manera. Eso es lo lindo de la música: que puede significar distintas cosas para distintas personas. No buscamos hacer una declaración política con Version 2.0 pero sí una de índole más personal. Hay varias letras en ese disco con las que nuestros fans pueden identificarse. Shirley está hablando de tópicos muy intensos. De cierta manera, ese fue nuestro desafío cuando hicimos el disco: queríamos crear algo que te haga reflexionar sobre lo que constituye estar vivo. Version 2.0 plantea la pregunta: ¿estoy viviendo mi vida de la manera en que debería vivirla, y de no ser así, qué puedo hacer para mejorarla?
Hoy en día se habla mucho de la nostalgia de los noventa, y siento que Garbage es una de las pocas bandas que ha logrado trascender estar encasillada en una década de una forma que es bastante impresionante. Radiohead sacó un disco hace unos años, PJ Harvey también, y ustedes también con Strange Little Birds, pero no hay tantas otras ofertas nacidas de ese período que sigan activas y relevantes. ¿Cuál es el secreto para una carrera tan longeva?
¿Sabés qué? Esa es una muy buena pregunta porque he visto a un millón de grandes bandas, algunas con las que he trabajado como productor, quedarse a medio camino y desaparecer. A mí me parece que mucho de eso se reduce a relaciones interpersonales. En una banda siempre van a haber diferencias artísticas. Si sos una banda de verdad, lo que hacés es colaborar y tener discusiones y resolverlas. La mayoría de las bandas no perduran debido a diferencias personales y porque sus integrantes no se agradan. En Garbage, tenemos mucha suerte de todavía seamos todos amigos. Otro factor es que todos nosotros compartimos sensibilidades similares. Ni siquiera puedo precisar algo tangible o definir exactamente qué es, pero hay mucho de lo que aportamos a nuestra música con lo que los cuatro nos podemos relacionar. Eso también ayudó.
“Buenos modales son buenos negocios”, entonces.
Sí. Y es importante compartir las comidas también [risas]. Almuercen y cenen juntos porque así podés hablar de cosas y sostener una relación. Mientras más aislado te sentís dentro de una banda, más fracturada estará esta misma.
¿Recordás la primera impresión que tuviste cuando conociste a Shirley Manson?
La conocimos por primera vez en Inglaterra. Duke, Steve y yo volamos hacia allá, porque nuestros managers vivían en Londres en aquel entonces. La conocimos en un hotel. Duke, Steve y yo nos sentamos y charlamos con ella durante tres horas acerca de política, arte, cine, música y demás. Creo que nos llevamos muy bien. Nos dimos cuenta de que Shirley tenía una gran energía, y sentimos que era una suerte de espíritu afín, pero no tuvimos forma de confirmarlo hasta que voló a Madison un mes más tarde para grabar con nosotros. Pero supimos desde el día uno que teníamos una química especial.
Las políticas de identidad y cuestiones de género han sido importantes para su banda desde el día uno. En el último show que Garbage dio en Buenos Aires, le dedicaron una canción a la familia de Lucía Perez, una adolescente que fue brutalmente asesinada. Y por supuesto, Garbage nació en una era en la que las mujeres en la música eran enfrentadas y forzadas a competir por el único puesto radial. Como hombre, ¿alguna vez sufriste el machismo de primera mano, como efecto colateral de pertenecer a una banda liderada por una mujer?
Sí. No te puedo contar cuántas veces hemos entrado a una habitación, los cuatro de nosotros como banda, y un productor o conductor radial o televisivo se acercó a hablarme a mí primero. Asumen que soy el líder, quizás porque soy un productor que trabajó con Nirvana y los Smashing Pumpkins. A Shirley le molesta, pero a Duke y a Steve también porque somos una democracia. Nosotros cuatro tomamos todas nuestras decisiones juntos. Y es interesante. Como decís, también hemos escuchado a DJs de ciertas radios decirnos: “bueno, sólo tenemos espacio para una artista femenina en nuestra playlist de este mes”. ¿Por qué si la canción es buena? ¿A quién le importa si la canta un hombre o una mujer? Creo que esa batalla sigue sucediendo. Sigue siendo un mundo dominado por hombres, definitivamente. Justamente, el otro día Shirley nos remarcaba que hoy por hoy ya no hay tantas bandas de rock comandadas por mujeres. Tenés artistas de hip hop, cantautoras folk y una abundancia de aspirantes a estrella pop que quieren ser la próxima Rihanna o Katy Perry. Son poco frecuentes las que quieren levantar una guitarra y hacer ruido. Eso es algo que Shirley, y nosotros como banda, siempre alentamos: darle la confianza a chicas jóvenes para que levanten una guitarra y se expresen.
Sí, y Shirley siempre fue muy vocal en lo que concierne a la sororidad y a celebrar los logros de artistas como Fiona Apple y Tori Amos. ¿Beautifulgarbage no fue titulado en referencia a una canción de Hole?
Sí, así es.
Acabás de mencionar tu rol como productor. ¿Te sentís más a gusto cuando te toca producir o tocar en una banda? ¿Sentís que accedés a una faceta de tu personalidad distinta cuando desempeñás cada rol?
Sí, hay una diferencia. En Garbage, soy músico. Así fue como empecé: como batero y pianista y compositor, y en una banda logro compartir estos aspectos. Cuando soy productor, mi trabajo es entender la visión de una banda y ayudar a materializarla. No son mis canciones. Es su música. Hay una diferencia clara en tu estado mental entre ambas cuando estás trabajando. Garbage es personal para mí. Produciendo, tengo que ser muy consciente. Si estoy trabajando con los Foo Fighters o Green Day o quien sea, ¿cuál es su visión? Mi trabajo es ayudar a cristalizarla.
Has sido una figura tan influyente en la música durante los últimos veinticinco años. ¿Quiénes son tus propias influencias como productor y batero?
Yo crecí escuchando rock clásico, porque mi mamá era pianista y profesora de música, entonces compraba discos. Fue ella quien me expuso a la discografía de los Beatles cuando era un niño. No fue hasta que fui a la universidad en Wisconsin que me enamoré del punk y de la música new wave. Sentí una afinidad hacia esos géneros, porque no se trataban sobre estrellas de rock intocables o dioses, sino de bandas de verdad conformadas por personas de verdad haciendo música. Era crudo y medio DIY, y me hizo creer que era algo que podía hacer yo también.
Ya que estamos en el tema, produjiste un disco independiente muy chiquito llamado Nevermind y pareciera que la mística alrededor de ese álbum sólo crece con cada año que pasa. ¿Hay algo que se deba desmitificar acerca de Kurt Cobain o Nevermind? ¿Cuál es la percepción más errada que existe acerca de él?
Si te soy sincero, realmente no creo que haya algo que yo pueda decir que ya no haya sido escrito. Como aludiste, cada ángulo posible de ese disco –y de la vida de Kurt en general–, ya ha sido diseccionado y analizado. Al final del día, eran sólo canciones con peso propio que resonaron de cierta forma con la gente. Creo que el motivo por el cual ese disco fue tan masivamente exitoso en ese momento fue que tocó un nervio en la gente que no habían sentido antes. Había algo sucediendo en la música, y específicamente en las letras y la voz de Kurt, que comunicó algo que estaba ausente en los otros estilos de música que predominaban entonces. Ese fue uno de los motivos por los cuales ese disco resonó tanto. A mi parecer, Nevermind todavía suena tan potente hoy como lo hacía cuando salió hace más de veinticinco años.
Realmente lo hace. ¿Sentiste entonces, o cuando estabas trabajando con Sonic Youth o Billy Corgan, que estabas siendo parte de un momento zeitgeist?
La verdad es que no, porque estás ensimismado en el trabajo. Cada vez que terminaba un disco, pasaba a trabajar en el siguiente. Todo pareció suceder en un par de días, y en ningún punto tuve tiempo libre. Literalmente terminaba un disco, lo mandaba, me aseguraba de que esté bien masterizado, y ya me encontraba en otro estudio trabajando con otra banda. Como artista, estoy constantemente moviéndome hacia delante. Nunca llego a casa o al estudio y pongo Nevermind o Siamese Dream o alguno de los discos de Garbage. Cuando termino un álbum, es un proceso que está finalizado y sigo adelante. Siento que un montón de artistas son así. Se mueven hacia delante y no se estancan en lo que hicieron en el pasado.
Voy a cerrar esta entrevista con dos preguntas rápidas. Hace un rato dijiste que están grabando un nuevo disco con Garbage. ¿Podés contarme para cuándo está estipulada su salida, o adelantar alguna información para entusiasmarnos?
Tuvimos una sesión a principios de este año, de la que salieron cuatro o cinco temas. Este fin de semana volvimos a grabar. Actualmente tenemos alrededor de quince ideas para canciones que de momento son medio sesiones improvisadas. Planeamos trabajar este verano. Después de eso, vamos a salir de gira. A mediados de agosto tocamos en Europa, y después en Estados Unidos. Estamos intentando ir a Sudamérica en noviembre mientras hablamos.
¡Esa era la otra pregunta!
Sí, eso es lo que estamos intentando hacer. Así que no sé. No hay chance de que terminemos un disco nuevo este año, pero después de la gira nos vamos a juntar a ultimarlo. Así que si está finalizado para enero o febrero del año que viene, espero que salga en la primavera o el verano del 2019. Sé que parece una fecha distante, pero probablemente esa sea nuestra agenda. Seguro iremos de gira con ese disco nuevo también.