El pasado viernes, Mateo Kingman publicó su segundo disco titulado Astro, un gran mosaico de géneros y ritmos conectados hasta en el más mínimo beat. Horas antes del estreno, llamamos a Mateo por teléfono; su voz agitada y el sonido de pasos sobre pasto indicaban que no estaba en una oficina. Coturco es un volcán que sobresale de la Cordillera Real ecuatoriana, uno de los paisajes más bellos del continente y el lugar que Mateo eligió para relajar junto a amigxs antes de darle un nuevo giro a su vida. Desde el volcán, Mateo lanza un deseo: “Quiero que [Astro] sea un portal para poder entrar a un nuevo mundo sonoro en el que todavía estoy en proceso de descubrimiento. El disco es el primer paso para concretar el encuentro con este nuevo mundo, a nivel físico y musical, de poesía y de herramientas sonoras. Lo co-produje y es la primera vez que hago algo así. Es casi el comienzo de un nuevo oficio.”
En Respira, su primer álbum grabado en 2016, Mateo dejó en claro cuál iba a ser la esencia de todo lo que produciría luego. Su obra se encuentra en la intersección de la selva y el concreto, entre la transparencia de su natal Amazonia y los géneros de la canción criolla, mezclados con sonidos urbanos latinoamericanos. Esta esencia vuelve a aparecer en Astro, pero en el centro de un giro de madurez e introspección. “Usamos ambientes para remitir a la naturaleza en el primer álbum y este disco también la mantiene como pilar. Sin embargo siento que es otro tipo de forma de representarla, es más una búsqueda de lo esencial y no describirla literalmente como en Respira. En ese primer disco coqueteamos con los elementos electrónicos pero no llegamos a explotarlos. La música tradicional latinoamericana es mi lenguaje más honesto y en vez de fusionarlo con una nota bailanchera electrónica o de world music, en este segundo disco la idea fue mezclar con géneros más urbanos.”
En Astro aparece la influencia del reggaetón y el trap. ¿Cómo te llevás con estos géneros?
Me metí a investigar sobre estas músicas y me llevé gratas sorpresas, hay muchas cosas que me gustan, no todo, pero hay mucho interesante. Utilicé sus células rítmicas y desglosé elementos de cada uno de estos géneros para incluirlos en la composición. En la canción “Religar” llega el coro y el hi-hat es ultratrapero, pero están tocados en una métrica que no se usa mucho para el trap. Sabés que está el hi-hat trapero pero jugando en otro tiempo y revestido en otras cosas más orgánicas y ese es mi truco: incluir uno o dos elementos de estos géneros urbanos que te generen esas ganas de bailar latino pero escondidos en otros ritmos. La canción “Tejidos” tiene un beat de reggaetón constante que se va escondiendo entre arpas andinas, por ejemplo.
Las canciones “Umbral”, “Uno” y “Emesis” son una novedad de experimentación en tu sonido, y en el disco funcionan como pausas. ¿Astro tiene un poco más de contemplación y madurez que Respira?
En Respira la composición es literal, casi ingenua. Fue la transcripción de un momento de mi vida muy lindo en la Amazonia pero era un joven apresurado cuando hice el disco. Lo tomo como parte fundamental del camino hacia encontrar nuevas cosas. En Astro hubo una búsqueda rigurosa de cada elemento y fui muy picky al elegir sonidos. La experimentación en Respira estuvo, pero con vendas en los ojos. En este segundo disco tenía claro lo que quería, busqué mucho y con mucha precisión. Esos tres temas que mencionas, más que transiciones son portales que te trasladan de un momento del disco a otro. Está divido en tres: las primeras tres canciones son terrenales, “Emesis” es más cósmica, y en “Uno” vuelves a la tierra con un nuevo aprendizaje, como un astro con conocimiento nuevo y real.
Respira tuvo su reverso de remixes hechos por una interesante gama de artistas. ¿Cómo se sintió que estos músicos se hayan interesado en trabajar tu obra?
Está buenísimo, era un mundo totalmente desconocido para mí. Incluso a la gente de ZZK y AYA la fui descubriendo mientras hacían los remixes y nos hicimos grandes amigos. No tuve la intención propia de que lo hagan ni de juntar a ese grupo de magníficos creadores, los fui conociendo luego del primer álbum y se dio la coincidencia de que mi música podía funcionar en sus entornos sonoros. Quizás Chancha [Vía Circuito], Nicolá [Cruz], o inclusive Jeffrey Paradise, son más del trip electrónico bailable. Este disco tiene puntos lejanos con ese mundo y otros muy cercanos. Se aleja, por ejemplo, cuando hacemos una canción con Santaolalla que representa más al formato tradicional de canción, y se acerca en el último tema [“Astro”] que es lo más parecido que encontrarán al trip electrónico.