El destacado músico uruguayo Pau O’Bianchi habló con Indie Hoy sobre sus proyectos, el pasado con su banda 3Pecados, el rock en tiempos de la crisis económica y del sello que fundó, Esquizodelia.
“Desde niño la música fue mi juguete favorito”, cuenta O´Bianchi desde su casa en el barrio montevideano La Comercial. Se mudó a vivir solo hace apenas dos meses a una casa con frente de ladrillos que tiene una sala grande que está llena de instrumentos, acondicionada para ensayar y grabar. En el año 2005 formó la banda 3Pecados, un grupo que hacía canciones sensibles de pop melancólico y que también recurría al punk y al garage rock. “Yo siempre hice música de puertas para adentro, entre amigos. 3Pecados fue mi primera banda social, la primera banda en la cual me presenté en público, me hice conocer un poco más”, dice.
Liu y las dificultades graves en el aprendizaje es para mucha gente uno de los mejores discos que ha salido del rock uruguayo, por el concepto del álbum y por las canciones que tiene. ¿Cómo sucedió?
Liu es una representación simbólica de todas nuestras relaciones amorosas. Lo hicimos cuando teníamos 22 años, casi diez años atrás, en épocas de desamores. La idea central era hablar del desamor pero en representación de una chica ficticia que se llamaba Liu y que es un personaje que ya aparecía en el primer disco de 3Pecados. La mitad del disco fue grabado en una sala algo precaria en la que se grabaron las baterías y las guitarras, y el resto lo grabamos y editamos nosotros en nuestras casas, en una etapa de pos-crisis económica.
¿Qué pasaba en esa época en Montevideo? ¿Cómo era la movida joven, independiente y musical en los primeros años posteriores a la crisis económica del 2001?
Estaba la crisis pero paralelamente a eso había una suerte de boom de rock uruguayo, fenómenos sociales como Pilsen Rock, hechos que suponen un auge profesional. En esa época la profesionalización en la música se afianzó mucho más en Uruguay. Crecieron los medios técnicos para que se desarrolle ese rubro y también los derechos de autor, se vendieron más discos. Todo esto se dio en el marco del mercado del rock, pero fueron mecanismos que sirvieron mucho también para la cumbia y para que bandas de ese género pudieran empezar a poder vivir de eso. A su vez, la crisis económica y el auge tecnológico dieron nacimiento a una generación de gente joven que comenzaba a grabar sus primeros discos en sus casas. Yo de chico iba a toques de Hablan por la Espalda, Guachass, La Hermana Menor. Con el primer aguinaldo en mi trabajo de diseñador gráfico me compré un micrófono y una tarjeta de sonido, y me pasé todo un verano grabando y editando música. Si yo hubiese nacido en otra época no sé si hubiera grabado tantos discos.
¿Cómo fue la separación de 3Pecados y la muerte de tu compañero de banda Diego Martínez?
Falleció de cáncer cerebral. Hizo quimioterapia, estuvo peleando por sobrevivir un año y medio y se murió muy joven, a los 24 años. Era una persona genial. Son esas cosas que nunca se entienden. La banda se separó antes de su muerte. Después de eso pasamos un duelo muy lento y doloroso por la muerte de Diego.
¿Cómo seguiste adelante con la música?
Después de 3Pecados no me podía imaginar más nada. Para mí yo había tocado el cielo con las manos, en el sentido de que se me había cumplido el deseo de tener una banda, poder salir de mi casa, conocer gente, empezar a hacer las primeras fechas, empezarme a desahogar, como cualquier joven. Después de la muerte de Diego mis amigos me ayudaron y luego de un tiempo pude formar Alucinaciones en Familia.
Es verdad. Luego de la separación de 3Pecados hubo un lapso en el que no largaste nada. Sin embargo, hace un par de años volviste al primer plano de la escena independiente.
Sí. Salió el Disco Mágico, un álbum que nosotros re-bautizamos ya que el nombre es un poco tedioso, Fernando Henry, Lucas Meyer y Pau O’Bianchi, y que lo armamos sobre el concepto de hacer un taller de canciones. También sacamos el primer disco de Alucinaciones en Familia, y con mi ex novia, Renata, hicimos música bajo el nombre de María Rosa Mística.
¿Cómo ves hoy en día la escena cultural independiente en Uruguay?
Re bien. Me siento muy contento con lo que hay hoy en día, más allá de que siempre habrá cosas para criticar. Gracias a la tecnología las bandas se están auto-produciendo en sus discos y en armar sus fechas, y hay mucha más información al alcance de la mano. Y el tema de la productividad es verdaderamente impresionante, hay bandas de todos los tipos, la manifestación artística es algo muy característico de la ciudadanía de este lugar. Las redes sociales ayudan mucho más, yo me acuerdo de que hace años, a partir de la aparición del Fotolog, se empezó a desarrollar una camaradería más despojada de los nichos de género y de prejuicios, segregaciones, peleas y recelos de la gente. Hoy eso también existe, pero en las nuevas generaciones se nota una nueva ética en la que la gente se baila un disco de cumbia o se escucha un disco de metal, de la misma manera que pueden grabar un disco pop en su casa y a la vez irse a un baile de electrónica. Hay una convivencia más sana. Entre los músicos hay más respeto. Antes tenías que pasar un proceso de lucha porque tenías que convencer a un sello tradicional para que grabe tu música, convencer a un productor para que te ayude, conseguir a un manager que te consiga lugares para tocar. Hoy en día eso lo puede hacer cualquier músico, y más en Uruguay, que es un país chico. Antes no había lugar para todos. Hoy, quizás no hay para todos, pero al menos la gente tiene herramientas para hacerse su lugar. A mí me pasó eso. Yo me hice mi lugar. No tuve que ser aceptado ni convencer a personas. Tenía música para grabar y me decidí a hacerlo. Antes de pensar mucho en conseguir un sello que me edite, decidí armar el sello yo mismo. Esto no lo hice solamente yo, sino mucha, mucha gente.
¿Qué es y cómo funciona el sello colectivo que fundaste, Esquizodelia?
Si le preguntás a cualquier miembro de Esquizodelia lo mismo, no va a saber mucho qué responder. Esto es nuevo para nosotros, lo que vino primero fue la práctica y después recién ahora estamos pudiendo teorizar las cosas un poco más. Claro, comenzamos a los 19 años y yo ahora tengo 32, entonces avanzamos en lo organizativo. En su momento surgió solamente como un grupo de amigos que se prestaban ayuda para poder producir sus toques y su música. Prestando amplificadores, prestando ayuda en la organización de los eventos. Surgió como algo muy básico. Eso siempre fue muy común acá. Lo que sucede ahora es que se da la visualización con relato político de eso en la manera de: “lo colectivo versus la institución de un sello” o “lo colectivo frente a ser un profesional que toca en espacios profesionales”; o también visualizar el colectivo en el caso de la organización de un festival como el Peach & Convention [*el evento musical anual del colectivo Esquizodelia celebrado en Montevideo] contra el típico festival armado con grandes sponsors. Se dio una nueva bifurcación en la manera que se concibe la cultura musical. No es mejor ni peor, pero es diferente y funciona de ambas formas. Esquizodelia es un punto de encuentro, se plantea un problema o un deseo, y se ve qué se puede hacer en base a nuestra capacidad humana de trabajo. Hay pibes que van a las reuniones del sello, se conocen ahí, se reúnen por fuera y después no van más. Y eso está perfecto. La consigna no es que el sello se vuelva una pancarta de una banda, ni que una banda se vuelva representante del Esquizodelia. La idea es centrarse en hacer cosas. A veces sale bien, a veces sale mal, a veces no sale. Surgió en un contexto práctico y aún no tiene teoría como dogma.
En la actualidad, O´Bianchi toca en su banda hardcore llamada Jesús Negro y Los Putos, sigue componiendo música para su proyecto Alucinaciones en Familia, y también larga discos solistas bajo su nombre.