El arte del entretenimiento es diminuto ante el entretenimiento del arte. Saber cuándo es hoy, ayer o mañana no es una tarea sencilla, y entender que el goce no se agota en la abstracción vuelve más superlativa la vida con algunos juegos divertidos ante conceptos estoicos y aburridos. Por la misma línea, el carnaval preelectoral contemporáneo no distingue de formas ni colores, y según Javier Zuker, Fabián Picciano y Leandro Lopatín, la diversidad nos hace más fuertes.
“Bienvenidos a Poncholandia, donde todo puede pasar y efectivamente pasa”, afirma el comunicado oficial del fascinante disco sucesor de Joya (2016) que fue creado durante la pandemia. A lo largo de sus once canciones, el artilugio futurista del trío electrónico permanece intacto y se extiende para ensamblar elementos de distintos géneros a su propio multiverso para llevar el baile al máximo esplendor.
Pero, ¿qué sería de una fiesta sin los aperitivos? En su cuarto trabajo discográfico, el tridente argentino redistribuye las sillas de invitados que alguna vez ocuparon figuras emblemáticas de la talla de Luis Alberto Spinetta, Divididos, Chano y Boom Boom Kid, por solo dar algunos nombres que ensalzaron la encomienda de quienes la han realizado. Pero no se confundan, casi quince años después de debutar con Ponchototal, la jerga continúa con una lista de invitados sensacional que incluye a Rubén Rada, Goyo Degano, Vicentico, Santiago Motorizado y Emmanuel Horvilleur, entre otros.
“Poncho es una banda que nunca tuvo vocalista, ni baterista. Eso también es algo novedoso”, afirma el reconocido DJ y productor Zuker en conversación con Indie Hoy. “Una sola vez vino un batero al estudio -recuerda Lopatín-. Armó toda la batería, era un quilombo. Por suerte no era una acústica, pero trajo de todo. Grabó con la mejor onda, pero no quedó. Era Catriel [Ciavarella], el baterista de Divididos. Llamamos al mejor para que toque y no funcionó porque la programación nos sienta mejor. Es nuestro pequeño gran mundito”.
La diversión es algo que subyace a Poncho. Disco a disco dejan en claro lo vital del disfrute y el baile colectivo. Con eso en mente, ¿qué nos pueden decir acerca de las restricciones de la pandemia que marcaron la producción de Poncholandia?
Leando Lopatín: Poncho es un proyecto muy colectivo, muy inclusivo de bailes y canciones. Dicho esto, ya Poncho es un concepto en sí mismo que se repite en todos los discos. Esa cosa colectiva es el denominador común. Poncholandia, pese a ser un poco más nocturno como la tapa lo muestra, mantiene ese sello del grupo que invita a mucha gente a experimentar y jugar. Durante la pandemia todo el tiempo nos preguntábamos si sacarlo o no. Decíamos que era un disco muy arriba, muy de la noche.
Fabián Picciano: Al comienzo de pandemia el disco ya estaba prácticamente listo. La pandemia nos sorprendió en ese sentido, de tener un disco listo y tener que frenarlo. Porque nadie sabía cómo iba a seguir eso, todos los días era algo nuevo. Decidimos ir sacando cortes hasta llegar al disco completo.
Javier Zuker: Para nosotros era un disco re bailable, de la noche, y eran cosas que no se podían hacer durante la pandemia. El momento fue muy raro, pero sirvió para ir adelantando temas.
¿Qué observaciones han hecho sobre la naturaleza visionaria o futurista de Poncho, considerando que desde sus inicios abordaron recursos que ahora son más comunes en la industria musical?
LL: Cuando salimos me acuerdo que teníamos temas con featurings y era algo medio extraño todavía. Ahora no hay proyectos sin colaboraciones. Somos muy curiosos y Zuker es un chabón bastante intrépido que le gusta siempre encontrar nuevas ideas. Es una sumatoria muy particular la que hacemos los tres.
JZ: Cuando empezamos a tocar no había salido el disco todavía y ya habíamos hecho un show en vivo con el diseño de un formato de show que tenía tres pantallas LED. No se usaba, era una locura salir a tocar con tres, y nosotros lo hacíamos.
LL: Por eso ahora nos cuesta salir a tocar, porque tenemos las ideas pero no sabemos cómo llevarlas a cabo en un país pobre…
FP: La realidad es que nos juntamos con gente que nos parece buena para laburar, vamos tirando ideas y va surgiendo. Hay varias cosas que se pueden llevar a cabo, y otras millones que quedan en el camino porque son imposibles. En un país pobre no podés hacer una producción con todo lo que se te ocurre porque es muy difícil de materializar.
LL: A mí me gusta mucho la arquitectura. Para un proyecto que tenemos que se llama Poncho Disco Experiment, llamamos a un arquitecto amigo, Martín Huberman, que armó una estructura muy interesante. Para mí esa es una influencia.
JZ: A mí me gusta mucho el cine, mi viejo era muy cinéfilo, creo que un poco absorbí de ahí. También me gustan las series y los documentales, me encanta todo lo audiovisual. Me gusta ver puestas escénicas, investigar qué hacen las bandas cuando tocan en vivo, flashear con cosas viejas y nuevas, ir para atrás y ver qué cosas se te ocurren.
¿Cuál es su perspectiva sobre la situación actual de la música en tiempos de plataformas de streaming y algoritmos? ¿Cómo creen que afecta esto a la visibilidad de géneros alternativos que pueden quedar en segundo plano?
JZ: Siempre nos gustó escuchar cosas nuevas. El otro día fui a ver una banda alucinante y me puse a pensar en esto, en el momento especial que está pasando con la música. Todo lo que no suena a reggaetón o trap queda medio discriminado en un punto. Hablando de las plataformas, empezás a quedar medio afuera, y quedan afuera un montón de talentos por no estar bajo la misma bandera de lo que hoy por ahí deja dinero. Me agarró una congoja por las canciones de rock, de viajes, de psicodelia. Es muy loco pensar que un montón de pibes que no les gustan los géneros urbanos quedan afuera del radar. Antes había radios, programas, hoy todo pasa por Spotify y YouTube. Y para mí hay un montón de cosas que quedan afuera. El algoritmo es un matacultura. Para mí, que exista la música urbana está buenísimo, pero hay un montón de otras cosas que no tienen ni un poco de visibilidad, no se les presta ni atención. Hacen playlists de rock alternativo solo para que existan y estén ahí, pero en realidad el negocio pasa por otro lado y las plataformas también son un negocio.
En la línea con estar siempre atentos a la novedad, ¿cuánto lugar hay para la búsqueda y la experimentación en su día a día?
FP: A mí me apasiona. Experimentar con cosas nuevas, estar al tanto de lo que sale. Las primeras horas de la mañana se las dedico a ver qué hay de nuevo. Lo bajo y empiezo a usar, a experimentar, después me encuentro con ellos y les cuento si es una locura. Todo el tiempo salen cosas interesantes. La búsqueda constante y la diversión, lo hago con pasión porque me gusta.
Otro aspecto fundamental en la identidad de Poncho es la mezcla de géneros, en especial en cuanto a la elección de colaboraciones. ¿Cómo se relaciona esta inclinación por fusionar géneros musicales con su forma de vivir la vida?
JZ: Lo que pasa es que en nuestro primer disco tuvimos de invitado a Luis Alberto Spinetta… Ya después de eso, ¿a dónde vas?
LL: Un proyecto de música electrónica donde canta Spinetta, hoy puede parecer algo común, pero te juro que en el 2008 era una locura.
FP: Lo mismo cuando les decíamos que no teníamos cantante. Se negaban a creer que cantaban invitados.
LL: Acá no hay prejuicios. De hecho, hubo un tema que lo produjimos con Omar Varela, productor estrella de trap. O uno con Simón Saieg, que ya era nuestro amigo antes de que se conociera Perras on the Beach. Acá no hay prejuicios de géneros, ni de edad, ni de nada. Nació así el proyecto.
JZ: Me parece que tiene que ver un poco con las influencias. Es un desafío. Pensá que en el primer disco no sabíamos hacia dónde íbamos en realidad, no lo teníamos muy en claro. Empezamos a laburar y ver quién podía cantar. De repente, un día fuimos al estudio de Divididos, estuvimos toda la tarde, grabamos un montón de cosas y después cortamos pedacitos. Pensábamos que se iban a enojar, pero nosotros teníamos nuestro propio flash. Ya en el primer disco hubo una cosa colaborativa espectacular con Banda de Turistas, Spinetta y Maxi Trusso, que en ese momento era un cantante de folk.
LL: Pasa que también Zuker venía de diez años de DJ, ya había recorrido varios países. Ya venía de las pistas, de un mundo mucho más abierto que el rock. El rock es más fachista y mucho más en Argentina en los noventa. Había una mala onda terrible y él ya venía con todo el bagaje de una década cultural de pista de baile donde las cabezas tenían otra apertura mental.
¿Cómo ha ido evolucionando la aceptación del público hacia el proyecto?
JZ: Para mí en un punto fue muy beneficioso que, dos años después de la salida del disco, pegamos “Please Me” como un mega hit zarpado que se hizo conocido en todos lados. A partir de ese momento, en la escena empezaron a decir que en este grupo uno cantaba en inglés pero era argentino, no se terminaba de entender. Nos costó un montón ir más allá del tema. Es más, creo que todavía hay gente que no sabe que Divididos toca en el primer disco. Hay gente que ni se imagina que está Spinetta. Pero ese tipo de cosas nos hacen lo que somos. Por ejemplo, un día lo escuché a Dread Mar-I y sentía su voz como la de Miguel Abuelo. Entonces lo llamé y el pibe se re copó. Le mandamos la música, vino al estudio y lo grabó en una toma. Imaginate cómo es el laburo de Poncho, porque ese mismo tema salió en México cantado por el cantante de Kinky con la misma música y una letra nada que ver. Es un concepto muy ligado al reggae dub, porque estás entregando una canción, se la estás dando a alguien para que flashee otra película. Es como otra canción, de la misma cosa salen dos mundos totalmente diferentes.
¿Cuál es su enfoque y perspectiva al abordar los remixes, considerando la obra original? ¿Cómo experimentan el proceso cuando su propia música es remixada y se generan diversas versiones?
FP: Que se remixen los temas forma parte también de la esencia de la banda. A nosotros nos encantan cuando vienen con propuestas de remixes sobre nuestras canciones. Es un punto que tiene mucho que ver con Poncho, es una vertiente que sale básicamente de lo mismo.
¿Cuál fue el motivo que los llevó a optar por Santiago Motorizado como colaborador en la canción “Rayo eléctrico“?
JZ: A mí siempre me gustó mucho El Mató y me pareció que cuajaba perfecto con Poncho. Lo siento hace bastante, por ahí en otro disco le dijimos, pero él estaba haciendo cosas y justo se dio para este. Fabi y Lean tenían esta canción ya mega terminada, entonces un día le dije y le encantó la propuesta.
Con ese single se adentraron en el universo NFT, ¿qué fue lo que les llamó la atención de esa experiencia?
FP: Fue una propuesta que nos llegó y nos pareció interesante meternos en todo ese mundo del Discord y de la web3. Personalmente, tengo a mí hijo muy metido en eso. Me viene hablando de NFT hace un montón de tiempo, yo le pregunto y ya estoy entendiendo un poco. Pero nos llamó la atención por ser algo nuevo y diferente. También queríamos darle la oportunidad a la gente que pueda remixar el tema a través de una opción que te separa los canales. Nos pareció algo divertido como para que la gente pueda explorar y jugar un poco con la canción.
Uno de los picos más emotivos del álbum es “Sola por la ciudad”, no solo por haber sido uno de los primeros destellos de Poncholandia, sino porque cuenta con la participación de Karina Vismara, referente del nuevo folk argentino fallecida un mes antes del lanzamiento del álbum. ¿Qué recuerdos dejó ella en ustedes?
JZ: La escuchamos como un legado que dejó Karina. Fue mala suerte, era muy joven. Cuando fue el Quilmes Rock ella ya estaba mal y fue a cantar la canción con nosotros. Fue una artista increíble.
FP: Karina fue una de las cantantes del disco con la que tuvimos relación más allá del feat. Después de una colaboración a veces no tenés relación, pero con Karina nada que ver. Además, su canción es una maravilla con un sample escondido de Serú Girán. Cuando vino al estudio, puso la viola, una melodía para la voz y al terminar de cantarla te juro que se nos caían las lágrimas. Por la canción, por ella, por su arte… la verdad que es un personaje divino, hermoso y gracias a Dios tuvimos el honor de tenerla varias veces cantando con nosotros en distintos escenarios. Hoy nos mira desde arriba y la verdad que nosotros la recordamos con mucho amor porque era una persona maravillosa con un talento increíble.
¿Cómo lograron transmitir la idea de que Poncho representa una fusión entre DJs y bandas, y cuál fue la reacción inicial de la gente al comprender esta dualidad?
FP: La confusión siempre estuvo más en la gente que en nosotros. Poncho siempre fue una banda, pero nos pasaba de ir a tocar a cualquier lado y decía: “Hoy toca DJ Poncho”, como si fuéramos una sola persona y un DJ. Nosotros siempre tuvimos en claro que los shows de Poncho iban a ser tocando, por más que tengamos secuencias preestablecidas y demás, pero siempre fuimos banda. La confusión siempre fue por la gente, y no sé si lo asimilaron del todo aún.
Escuchá Poncholandia en plataformas de streaming (Spotify, Tidal, Apple Music).