Pasaron varias cosas entre el disco debut de Rage Against the Machine y abril de 1996, mes en que el grupo publicó Evil Empire, su muy esperado álbum sucesor. Entre las más inmediatas, se cuentan el ascenso de Bill Clinton a la presidencia de los Estados Unidos (el primer disco de RATM salió el mismo día de las elecciones, el 3 de noviembre del 92) y el recambio estilístico que comenzaban a sugerir los medios juveniles de la época, de influencia clave en los gustos generacionales: el grunge mantenía su fortaleza, pero ahora estaba seguido de cerca por el hip hop de la Costa Oeste, con la música de Dr. Dre como punta de lanza (The Chronic, su reaparición como solista tras su polémica desvinculación de N.W.A, fue editado el 15 de diciembre de 1992).
En ese lapso de cuatro años vendrían otros momentos que de alguna manera simbolizaron hechos determinantes para la cultura pop, como el suicidio de Kurt Cobain en abril de 1994, el advenimiento del britpop o lanzamientos de álbumes como Dookie de Green Day, Casa Babylon de Mano Negra, Temples of Boom de Cypress Hill, Post de Björk y Jagged Little Pill de Alanis Morissette, todos importantes a su manera. De modo que Evil Empire llegó bien entrados los noventas, cuando palabras como “globalización” e “internet” ya empezaban a formar parte del vocabulario cotidiano y el rock gozaba de masividad (un mes después del lanzamiento del disco, se estrenaba el episodio “Homerpalooza” en Los Simpsons).
En sus primeros días, el cuarteto formado por el cantante Zack De La Rocha, el guitarrista Tom Morello, el baterista Brad Wild y el bajista Tim Commerford había sacudido la escena de rock alternativo con un blend irresistible de riffs a la Zeppelin, metal, rap contestatario y efectos sonoros especiales: una máquina aceitada para combatir las manifestaciones más injustas del capitalismo. Sus shows en vivo mostraban una energía atronadora con consignas de izquierda que impactaron en sus seguidores, quienes comenzaban a familiarizarse con la lucha zapatista y asimilaban con mayor claridad el racismo y la brutalidad contra los inmigrantes y la gente de color.
De allí que la expectativa por su segundo álbum fuera grande, algo que el sello Epic, subsidiario de Sony Music, buscó aprovechar. La promoción mediática de Evil Empire empezó con una actuación en Saturday Night Live, programa que aquella noche contaba con la conducción de Steve Forbes, un millonario que se había postulado a presidente.
RATM ubicó banderas yanquis boca abajo en el plató, pero la producción del programa logró quitarlas segundos antes de su interpretación de “Bulls on Parade”, uno de los máximos hits del álbum y una declaración antimilitarista. Como resultado, la banda fue expulsada del programa y, desde luego, logró su cometido. “La democracia se invierte cuando la única opción está entre los representantes ricos de las clases privilegiadas”, declaraba el siempre politizado Morello luego de la performance, una frase de impacto para esa época y que hoy suena a lugar común.
Evil Empire vendió millones de copias y extendió la furia anticapitalista del grupo gracias a la suma de canciones poderosas, como la mencionada “Bulls on Parade”, “People of the Sun”, “Revolver” y “Without a Face”, cuya letra expresa la desesperación de los trabajadores sin papeles que son explotados por los oligarcas. La portada, de inspiración soviética, subvierte el significado que Reagan le había dado en los ochenta al “imperio del mal” (la URSS) y refleja que “el sueño americano” no es más que un espejismo para aquellos ubicados en la parte más baja de la escala social.
Evil Empire fue probablemente el punto más alto en la popularidad de RATM. Después vendría otro disco de estudio, The Battle of Los Angeles de 1999, y un disco de covers titulado Renegades, pero la magia comenzaba a disiparse a fuerza de repeticiones: el grupo anunció su separación a fines del 2000, un año antes del atentado que derribaría las Torres Gemelas.
En la previa a ese epílogo, en enero del 2000, el grupo convocó al cineasta Michael Moore para grabar el video de “Sleep Now in the Fire” en las escalinatas de Wall Street, algo que graficaba el cenit de su discurso y también el de MTV, que comenzaba su lenta retirada de los contenidos musicales para dar paso a realities y programas del estilo, consciente de que su mayor capital era desplazado de las disquerías para adquirir inmaterialidad en la web: al miedo del Y2K se le respondía con otra sigla, el P2P (peer-to-peer).
Como un símbolo de esa pérdida de poder, Limp Bizkit ganaba la terna a mejor video de rock en los MTV Video Music Awards de 2000 y hacía enojar a Commerford, que hizo un berrinche en vivo que tuvo como consecuencia su detención por algunas horas. En definitiva, el final de algo parecido a una era.
A dos décadas de aquello, y a 25 años del lanzamiento de Evil Empire, es justo preguntarse por el destino ya no de RATM, que tuvo un regreso entre 2007 y 2011, sino de esa furia musical. Y la respuesta no es clara, porque tuvo muchas ramificaciones, algunas más interesantes que otras.
Morello, Wild y Commerford armaron Audioslave junto a Chris Cornell; De La Rocha se juntó con el baterista Jon Theodore para formar One Day as a Lion, pero pocas veces en la industria quedó tan clara la frase de que el todo es más que la suma de sus partes. Por otro lado, los émulos del espíritu RATM –que van desde bandas indies que postean alegatos ecológicos en sus redes a proyectos masivos como Calle 13– no producen el mismo efecto. El siglo 21 parece haber asimilado ese discurso con menos ingenuidad, incluso con más cinismo. Ya lo había advertido De La Rocha después de su desvinculación: “Nuestras palabras debían venir respaldadas por nuestras acciones porque estamos lidiando con esta colosal y monstruosa cultura pop que absorbe todo aquello que resulta culturalmente resistente a fin de mercantilizarlo, aplacarlo y desactivarlo”.
Si bien se anunció una segunda reunión del grupo para 2020, con varias fechas programadas incluido el Coachella californiano, la pandemia arruinó los planes. En tiempos en que los sacudones a los fondos de inversión provienen de foros como Reddit, la gesta musical de Rage Against the Machine se cristaliza como un recuerdo difícil de replicar en el presente. Quedan sus discos como testimonio de una época en la que el rock sabía absorber tendencias y transformarlas en declaraciones de cierto impacto. Lo innegable es que la bronca sigue ahí, incluso cuando las calles estén vacías por el confinamiento.