Que la música se iba a morir, que el CD ha muerto, que la industria se viene en picada: todos escuchamos esas frases -y sus similares- en los primeros años de los 2000. Puede ser que a los grandes magnates de los sellos multinacionales se les haya movido el piso porque sí, es cierto, el mercado estaba cambiando (piratería mediante) y la venta de CD’s ya no rendían. Pero, en contra de todo pronóstico, el arte triunfó en esa pulseada y de a poco cambió el paradigma del consumo musical, pero eso no implicó el cese de la actividad musical. Todo lo contrario. El cambio de milenio trajo grandes sucesos, desde varios puntos de vista (todos recordamos dónde estábamos el 11 de septiembre de 2001, el 21 de diciembre de 2001 en Argentina, cuando murió Michael Jackson, entre tantos otros sucesos). Cambiaron nuestros hábitos de consumo musicales (el lanzamiento del iPod Classic fue en 2001 y fue una suerte de revolución tecnológica, con el mp3 acaparando todo) a medida que se publicaban grandes producciones, que en algunos casos resultarían una bisagra en cuanto a géneros y estilos. En el medio de todo esto nació Indie Hoy (2008), como testigos de la ascendente escena independiente local y del mundo.
El staff de Indie Hoy eligió los mejores 50 discos de la primera década del 2000 y durante toda esta semana iremos develando 10 nuevas posiciones cada día: el lunes vimos del 50 al 41, el martes del 40 al 31, y así hasta llegar al viernes con las primeras diez posiciones. Si hacés clic en las portadas de los discos, podés escucharlos en Spotify.
50. Charlotte Gainsbourg – IRM
2009 – Because Music
IRM es el más interesante y experimental de los discos de Charlotte Gainsbourg. El nombre del disco deviene de las siglas para Imágenes por Resonancia Magnética y esta denominación no pareciera ser la intencionada actitud snobista postmoderna de lo “distinto y extravagante” sino la huella de un momento de su vida, en el que Charlotte sufre un grave accidente y es sometida a diversas resonancias que inspiraron gran parte del repertorio del álbum. Lejos de ser una inspiración negativa, la cantante declara que le pareció una experiencia positiva y que “había musicalidad y universos desconocidos dentro de la máquina”. Pero sin dudas el valor agregado del disco es la producción y autoría del grandioso Beck que le ha dado el tenor de composición que necesitaba la artista. El disco resulta ser una delicia tras otra, en un bagaje de sonidos eclécticos y estructurados que transportan a quien lo oye por enérgicas atmósferas. Alegria, euforia, tranquilidad, calma, grises, negros, blancos, todo lo que IRM transmite y un antes y un después en la carrera de Charlotte.- Lucas Matías Alles – Reseña completa
49. Anni B Sweet – Start Restart Undo
2009 – Columbia Records
Una de las chicas que encabezó la lista de artistas emergentes de la nueva escena española de cantautores a principios de la década pasada, que se arriesgan con guitarra en mano a mostrarnos canciones sencillas pero con sentimientos que se plasman entre las buenas melodías, voces armónicas (y en un inglés fluido) es Ana Lopez, quien se hace llamar Anni B Sweet (como un juego de palabras a lo Johnny B Good). Ese fue el sobrenombre que esta malagueña eligió para promocionar sus primeras composiciones, sin dudas una dulce elección de su parte, pero también una petición a que sea más dulce, porque al escuchar las letras de su Start, Restart, Undo iremos descubriendo que no son tan dulces como lo esperaban. Este disco, con aires de folk a lo Bob Dylan + Joan Baez pero con la gracia pop de Kate Bush + Feist, se lanzó en 2009 y tuve una reedición especial en 2010. Anni b Sweet tiene una suave pero gran voz, que lograr despabilar a más de uno, que sabe usarla y que seguro siempre nos acurrucará, nos hará estremecer o simplemente nos sorprenderá. – Zezé Fasshmor – Reseña completa
48. Queens of the Stone Age – Rated R
2000 – Interscope Records
Después de una década con Kyuss podemos decir que los 2000 marcaron la consagración de Josh Homme como uno de las figuras más prolíficas y relevantes del rock alternativo contemporáneo. Estos años fueron, sin dudarlo, los más caóticos y fructíferos de los Queens of the Stone Age y dejaron, entre otras cosas, dos discos invaluables: Rated R (2000) y Songs For The Deaf (2002). ¿Cuál elegir para encabezar un ranking? La pregunta es una invitación a la discusión de sobremesa para cualquier fanático qotsero. Mi respuesta, con algo de sacrificio, es Rated R. En primer lugar porque el disco consolida el camino iniciado por las Desert Session a finales de los ’90, a la vez que nos presenta el inicio –y posiblemente el punto de complicidad más alto– de la relación Homme/Oliveri. Aunque la sociedad no demoraría en caer por su propio peso, la química creativa logró decantar en un estilo único que supo caracterizarse por una exquisita mezcla de salvajismo y seducción: 11 canciones que juegan al borde sin ver la roja y que, lejos de redundar en arreglos y artilugios de producción, nos pasean por una ruta distorsiva que conecta la energía autodestructiva de canciones como “Feel Good Hit of the Summer”, “Quick And To The Pointless” o “Tension Head” con la sutileza de “Better Living Through Chemistry”, la genial “The Lost Art of Keeping a Secret” o “In the Fade”, la canción donde Mark Lanegan se carga a la banda como si fuera propia. Sin lugar a dudas, uno de los mejores discos de rock del nuevo milenio y, si me lo permiten, de la historia de este noble género. – Calamar Xig
47. Bon Iver – For Emma, Forever Ago
2007 – Jagjaguwar
La historia la conocemos todo pero vale la pena revisitarla: Justin Vernon se internó en una cabaña en la zona rural de Wisconsin con su guitarra acústica para recuperarse de una separación (de una pareja y de su banda DeYarmond Edison). Allí cocinó, durante todo un invierno, las nueve canciones de su aclamado debut For Emma, Forever Ago que fue editado inicialmente de manera independiente, y un año más tarde por Jagjaguwar, sello en el que se instalaría por varios años más. Este primer disco es de una tristeza profunda, que suena íntima gracias, también, a los falsettos de Vernon. Un álbum de separación por excelencia, ideal para días grises. “Skinny Love” es el hit indiscutido, pero canciones como “Creature Fear” o el final desgarrador de “re:Stacks” le dan al disco ese halo de leyenda crooner que con el tiempo fue cultivando, como con su barba, Vernon. – Rodrigo Piedra
46. Jaime Sin Tierra – Lo que va a encandilar es el día
2002 – Discos Sin Tierra
Al sofoco que representaba el neoliberalismo de los años ’90 en el país, se le sumaba la frustración adicional de nuestra industria musical produciendo mayormente creaciones de poca contundencia sónica, confeccionadas para el consumo y descarte más masivo e inmediato. Este contexto provocó una reacción antítesis en la periferia, y pavimentó el camino para la gestación de una movida entera. Jaime Sin Tierra, junto a Suárez, fueron sus pioneros; un preludio sónico que definió la dirección que tomaría la contracara emergente en las décadas subsiguientes. La banda integrada por Nicolás Kramer, Juan Stewart y Javier Diz fue precisamente un punto de inflexión: hicieron todo antes, y lo hicieron mejor. Coqueteando con sus influencias de shoegaze y dream-pop, el momento cúspide de Jaime Sin Tierra vino de la mano de …Lo que Va a Encandilar Es el Día, una suerte de equivalente nacional de Loveless. En consonancia con la desilusión del recién entrado siglo XXI, el disco está teñido por un dejo de melancolía profunda, pero la principal virtud de sus autores es su aptitud para dotar a la obra de una inocencia juvenil, convirtiendo la tristeza en algo genuinamente dulce y hermoso. Es que cuando Kramer recomienda con su voz tan suave eso de no desanimarse, uno lo escucha acá y por unos minutos le hace caso. – Bartolomé Armentano
45. Kings of Convenience – Quiet is the New Loud
2001 – Source
Tras la publicación de un EP titulado Tom Tids Tale (1996), Eirik se centró en sus estudios universitarios de Psicología y Erlend Øye se trasladó a Inglaterra para probar fortuna en la escena rock de la capital británica. Años mas tarde regresó a su país y volvió a hacer equipo con Eirik para crear Kings Of Convenience. Es ahí cuando consiguen un contrato discográfico con Astralwerks, sello que editó el debut Quiet Is The New Loud, un álbum producido por Ken Nelson que incluía los singles “Winning A Battle, Losing The War” y “Toxic War”. En la portada de Quiet Is The New Loud aparece junto al dúo Ina Grung, modelo y novia de Eirik que volvió a mostrarse en su segundo álbum, Riot On Empty Street (2004). Si hicieran una encuesta entre los seguidores de Kings Of Convenience para ver cuál es su disco favorito, es muy probable que Quiet Is The New Loud resultara ganador ya que es el inicio y demuestra el camino escencial de la banda. El primer álbum del dúo fue también el que los hizo sonar fuera de su país, convirtiéndolos en abanderados de aquello que a principio de la década pasada se llamó New Acoustic Movement. Tiene sus momentos más destacados en “Singing Softy to Me” y “The Girl from Back Then“, que apuntan al bossa con tintes jazzeros. Canciones como “Summer on the Westhill” recuerdan el lado bossa por parte de Erlend quién en su ultimo disco de solista, Legao (2014) posee varias piezas con dichos aires. Por momentos suena sombrío o frívolo, pero igualmente cautivante, equilibrado y apacible. – Ricki Tassile
44. Scissor Sisters – Scissor Sisters
2004 – Polydor / Universal Motown Records
Con su disco debut, Scissor Sisters se configuraron a sí mismos como los máximos exponentes del revival glam de la primera mitad de la década de los 2000 y como la banda queer más cool y divertida del universo. Dándose a conocer con un cover en clave música disco del clásico de Pink Floyd, “Comfortably Numb“, dejaron en claro que su misión era derribar prejuicios y hacernos bailar con un álbum en el que se mezclan ecos del Elton John más radical de los ’70 y glam rock de Marc Bolan, con el electroclash de los 2000, a través de un filtro plagado de referencias a la cultura queer que iban desde El Mago de Oz a Paris is Burning. El encanto de este excelente disco debut reside en la forma con la que Scissor Sisters logró capturar la idea de rebeldía y libertad que caracteriza a la cultura LGBT con un mensaje profundo y directo pero transgresor, actuando como una carroza del orgullo gay irrumpiendo en el conservadurismo del mainstream. – Federico del Val
43. Coiffeur – No Es
2006 – Estamos Felices
En el 2006, Coiffeur lanzó su segundo álbum de estudio, No Es, consolidando con él su lugar en la escena independiente local. Expandiendo sobre las bases compositivas que había asentado en Primer Corte, el proyecto del excéntrico Guillermo Alonso ensambló una instrumentación más amplia para ornamentar su característica guitarra criolla: incorporó vientos, piano y hasta arreglos de cuerdas. Coiffeur dispone todos estos recursos en función de sus letras sutiles y maravillosas, cuyas narrativas logran decirlo todo en tan solo unas pocas palabras sugerentes. El resultado es un clásico moderno que encuentra su apogeo en la inolvidable sucesión “Vuelvas a Casa” / “Cataratas” / “Tan Atentos a que Nada“. Este LP puede estar titulado a partir de una refutación, pero cabe afirmar sin titubeos su puesto como una de las grandes ofertas nacionales de su década. – Bartolomé Armentano
42. Them Crooked Vultures – Them Crooked Vultures
2009 – Interscope / DGC
El todo no siempre supera a la suma de las partes… Ese es el karma de la mayoría de las superbandas. La historia es conocida, se repite siempre: tres o cuatro gigantes se juntan, los medios acompañan la previa haciendo señales de humo y cuando el disco sale nos encontramos con lugares comunes inconclusos y para nada originales (tipo partido amistoso que termina en empate 12-12 y no deja más que un puñado de gambetas exageradas). Ok. Si me lo permiten les digo que los Them Crooked Vultures son una de las excepciones de la regla. Aunque el encuentro entre Grohl, Homme y Jones (y nobleza obliga incluir al incomparable Alain Johannes) pueda leerse en clave recreativa, las canciones del disco tienen un giro auténtico y renovado que logra sintetizar la experiencia de cada integrante sin sonar a un copy-paste de lo que cada uno haya hecho antes (sin ir más lejos, el trabajo de Grohl en la batería es de los mejores desde Songs for the Deaf). El resultado: un disco de hard rock groovero, entre frenético y rabioso, plagado de guitarras y arreglos cancheros que se cruzan, fluyen, aceleran y se desvían por cortes y cambios de estructura que logran apostar por la riqueza sin resignar demasiado el equilibrio y el golpe de efecto que debe tener una buena canción rockera. Una de las joyitas mejores guardadas de la década. – Calamar Xig
41. Sonic Youth – Sonic Nurse
2004 – Goofin’ Records
Para aquellos que no están adentrados en la música de lo que fue el cuarteto de Nueva York, puede que este sea uno de los discos más fáciles de escuchar en comparación al material de tiempo atrás. Sonic Nurse se lanzó en junio de 2004 mediante el sello Geffen y fue el decimotercer trabajo de estudio de Sonic Youth y el antepenúltimo en la carrera de la banda antes de que se disolviera. Con la inconfundible mano de Thurston Moore en la producción, este fue un álbum bastante aclamado por la crítica y por los fans que continuaban sorprendiéndose y estando a gusto con la calidad del mismo. Sin descuidar el lado experimental y ruidoso, aquí encontraremos canciones y melodías para todos los gustos y podremos decir que hoy en día sigue siendo una influencia para muchísimas bandas alrededor del mundo. ¿Temas preferidos? “New Hampshire“, “Stones” y “Dripping Dream“. Florencia Garrido
40. M.I.A. – Kala
2007 – XL Recordings
El segundo disco de Mathangi Arulpragasam, más conocida bajo el seudónimo de M.I.A., vio la luz el 8 de agosto de 2007 mediante el sello XL Recordings. En este trabajo se aprecia un exquisito rejunte de ritmos y eso fue lo que lo hizo tan especial ya que el uso de instrumentos típicos de regiones africanas, sampleos, rap y electrónica conviven en una misma obra. Durante el proceso de grabación, la artista viajó por varias locaciones alrededor del mundo: India, Jamaica, Australia y Liberia fueron algunos de los destinos que inspiraron a esta muchacha para darle vida a este álbum que es casi indispensable para animar una juntada entre amigos un fin de semana. Con hits como “Bird Flu“, “Boyz“, “Jimmy” y la clásica “Paper Planes“, KALA se convirtió en un álbum que todavía nueve años después nos hace mover como si fuera la primera vez que lo escucharamos. – Florencia Garrido
39. The Shins – Oh, Inverted World
2001 – Sub Pop
Cuando James Mercer decidió transformar Flake Music (la banda que tuvo durante varios años y con la que llegó a sacar un LP) y redefinirla como The Shins, no fue un cambio superficial, sino un gesto dirigido por un impulso creativo fresco y novedoso, que vino a darle otra vuelta al mundo de la música independiente. Tomando como fuente a The Beach Boys, salpicados por Big Star y haciéndose eco de contemporáneos como Modest Mouse, The Shins brinda en su debut oficial un fluir de canciones breves y casi perfectas. Con elementos de psicodelia, folk y alt-country, las melodías mantienen una energía vibrante y muchas veces eufórica, en las que reposa una corriente de melancolía, que resurge por momentos. Con ya quince años desde su salida, Oh, Inverted World mantiene su vigencia como una pieza fundamental del imaginario “indie” del nuevo milenio. – Mariano Rosales
38. Red Hot Chili Peppers – By the Way
2002 – Warner Bros.
Tres años ya habían pasado desde la salida de Californication cuando el 9 de julio de 2002 los Red Hot Chili Peppers editaron By The Way. El disco fue un punto de inflexión ya que se desprende de esa fusión punk-funk que caracterizó a la banda durante toda su carrera para acercarse a un plano más emocional y melódico. Quizás el principal responsable de que esto sucediera fue ese multifacético guitarrista llamado John Frusciante. A diferencia de Flea, quien quería seguir explorando el universo funk, Frusciante pensó que era hora de crear algo nuevo y sumergirse en terrenos que hasta en ese entonces casi no habían explorado: por eso, él y Kiedis pasaron varios días discutiendo los progresos de guitarra y las letras, las cuales esta vez se tornaron mucho más personales. “Can’t Stop”, “By The Way” y hasta “Throw Away Your Television” son las únicas canciones que pueden asociarse al pasado sonoro del grupo, el resto suena completamente ajeno. Probablemente este cambio sea más evidente en canciones como “Tear”, “On Mercury”, “Warm Tape”, en las bellísimas “The Zephyr Song”, “Universally Speaking”, “Dosed”, “Don’t Forget Me” y en la mágica “Venice Queen” en la que Frusciante hace sonar su guitarra tan simple como fabulosa. Mención aparte son los coros de John en cada una de las canciones, especialmente en esta última en la que los hace los seis minutos que dura el tema; su voz ya había estado presente en Californication pero en By The Way terminó de predominar. – Daniela Álvarez
37. Adicta – Miedo
2003 – Isopo Discos
Después de que Rolling Stone eligiera a Shh (2000) como el mejor disco del año, la dupla creativa Adrián “Toto” Nievas – Rudie Martinez no defraudaba en su sucesor y llegaba a su pico en Miedo, el segundo disco del grupo fundado en La Plata. El álbum abre con el mayor éxito que tuvo la banda, “Tu Mal“, ese que llegó a rotar más que otros de su videografía en MTV y MuchMusic, permitiendo un mayor alcance a nivel nacional, saliendo del under porteño y platense. La época era testigo de un florecimiento del electropop, con bandas como Adicta, Los Látigos, NerdKids y Miranda! como principales exponentes. Adicta guardaba el costado más nocturno de todos, de antros con poca luz y mucho glitter, amores enfermizos y la autodestrucción emocional que solo una mala experiencia de sexo casual puede darte; pero siempre con las ganas de bailar activas. – Rodrigo Piedra
36. El Mató a un Policía Motorizado – El Mató a un Policía Motorizado
2004 – Discos Laptra
No sería muy arriesgado decir que a partir de este disco nació toda una escena, o cambiaron muchas cosas en buena parte del under argentino. La filosofía de Santiago Motorizado y compañía invitaba desde el comienzo a apostar por un rock diferente: alejado de idolatrías personales, más orientado a fomentar lo colectivo, a la construcción de algo nuevo entre todos. Desde la primera escucha, es perceptible cómo en canciones como “Sábado” y “Tormenta Roja” la banda platense aborda angustias relativas a la soledad y al fracaso con un sonido que evoca fuertemente a Sonic Youth, pero luego empieza a ofrecer esperanza y ánimo de lucha en temas como “Nuestro Verano” y “Rock Espacial”. Frases en plural como “Piensa en todos, es nuestro día” y “Hoy toca estar juntos los dos” empezarían a marcar el camino lírico simple y poético que identifica a esta banda y que busca reivindicar las pequeñas luchas cotidianas. Años después, es evidente la influencia de este álbum en propuestas como las de Las Ligas Menores, Bestia Bebé y tantos otros artistas de la escena independiente. En todo caso, alguna vez leí en internet un comentario que lo sintetiza todo: “Él Mato no es una banda, es un amigo”. – Laura Camargo
35. Beck – Sea Change
2002 – Geffen
En un extremo totalmente alejado de su sonido emblema de los ’90, dejando de lado los relatos urbanos y aquellos ritmos experimentales, en su octavo disco Beck nos presenta una faceta en la que sin dudas se luce: más espacial, cálido y emocional. Producido por Nigel Godrich (quien también lo acompañó en Mutations) y el mismo autor, Sea Change se consagró al instante como uno de los más importantes de su carrera. El álbum es un viaje inspirado mayormente por una ruptura con una novia de mucho tiempo, algo que se refleja en su conjunto de canciones reflexivas e introspectivas (en “Guess I’m Doing Fine” canta “sólo sos vos lo que pierdo, supongo que me va bien”). Entre arreglos de cuerdas, mares de guitarras acústicas y teclados oníricos, es sin dudas el trabajo más íntimo de Beck y deja en claro la capacidad y la increíble elasticidad con la que el músico puede variar entre estilos y géneros: Sea Change se parece en concepto y sonido a Morning Phase, lanzado más de una década después, pero nada tiene que ver con Güero (2005), su simpático y -otra vez- experimental sucesor, ni tampoco con los beats electrónicos y saturados que tal parece nos esperan para su nuevo lanzamiento, en octubre de este año. – Lisandro Ruiz Díaz
34. Jaime Sin Tierra – Autochocador
2000 – Discos Sin Tierra
Frecuentemente presentado como el OK Computer argentino, Autochocador brilla con luz propia. El tercer disco de la banda de los hermanos Kramer marca una bisagra en su carrera, abandonando el costado más guitarrero pero definitivamente todavía embaderados en la melancolía. El nuevo camino que marcaría Autochocador, musicalmente, incorpora más atmósferas y arreglos mucho más cuidados, comenzando a experimentar también con lo electrónico. Las canciones en este disco tienen como punto en común los transportes, o la movilidad, ya sea por aire, tierra o agua: temas como “Torta“, “Azafata“, “Ciempiés” o “Camión” lo demuestran. Jaime Sin Tierra quizás fue el primer grupo independiente de exportación de nuestro país. Algunos años antes de que El mató toque en un Primavera Sound, o que Juana Molina edite mediante un sello europeo, Autochocador fue elegido como el quinto mejor del año por la edición francesa (y madre) de Les Inrockuptibles. Jaime Sin Tierra se hizo su lugar dentro de la historia del pop argentino por su personalidad inconfundible, sellada por Autochocador, obra que se resiste al paso del tiempo. – Rodrigo Piedra
33. Cat Power – The Greatest
2006 – Matador Records
La hipnótica y elegante tristeza de este disco de Charlyn Marshall llegaría a comienzos de 2006 para desde entonces hacer parte del soundtrack de muchas de nuestras tardes lluviosas y jornadas introspectivas. Tan solo la balada que da nombre y abre este álbum ya ha sido escogida infinidad de veces para musicalizar emotivas escenas en diferentes series televisivas y producciones cinematográficas. De cualquier forma, el resto de los temas ofrecen una gama sonora que coquetea glamorosamente con el jazz y el blues en canciones como “Could We?”, “After It All” y “Hate”. Todo ello fue logrado gracias al acompañamiento instrumental de músicos de la escena del soul que la artista premeditadamente convocó cuando decidió escribir este conjunto de composiciones, logrando así la producción que más se aleja del estilo folk característico marcado por sus anteriores discos. En todo caso, más allá de cualquier género o tecnicismo, The Greatest aún hoy se mantiene como una sólida muestra de la valentía/talento a la hora de cantarle al amor y a las penas del alma de la oscura chica sureña. – Laura Camargo
32. Babasónicos – Infame
2003 – Pop Art Discos
A finales de 2003, Dárgelos y compañía se animarían al más delicioso y provocador pop del que solo ellos eran capaces por aquel tiempo. El sucesor de Jessico dejó a más de uno maravillado, sumando nuevos seguidores y decepcionando a algunos de vieja data; marcando sin dudas un antes y después en su discografía. Después de todo, ser nominado a un Grammy no suele ayudar a una banda de rock a establecerse como alternativa, sino todo lo contrario. Más allá de los prejuiciosos, para quien está dispuesto a escuchar con atención, este álbum contiene en su mayoría letras motivadas por el amor y el deseo; aunque canciones como “Putita”, “Y qué” y “La Puntita” son protagonizadas por referencias sexuales y frases cáusticas que las ubican lejos poder ser consideradas como románticas. Por otra parte, un rock ligero y contagioso logró hacer de “Irresponsables” y “Risa” éxitos radiales que perduran aún hoy en la memoria colectiva de oyentes en toda la región hispana. Y asimismo, también nos encontramos con cortes como “Once” y “Sin Mi Diablo” en los que los músicos retoman la explosiva energía de sus primeros discos. De cualquier forma, para quienes lo hemos venido escuchando a través de estos años, Infame puede resultar ser un disco astuto, melódico y genialmente desvergonzado. – Laura Camargo
31. Sufjan Stevens – Illinois
2005 – Asthmatic Kitty Records
A principios del decenio, Sufjan Stevens obtuvo fama por escribir discos folk hermosos compositivamente minimalistas. Luego de describir la calma de Michigan con una precisa economía de recursos, Stevens decidió capturar el timbre del estado homónimo mediante una instrumentación apropiadamente más barroca y una producción extravagante. Más que priorizar una narrativa lineal y concreta, el encargado del revival folk de los 2000 optó por dilucidar la atmósfera de la geografía de Illinois a través de un ritmo impresionista, compuesto por fragmentos de historia tanto local como personal. Y es que una de las destrezas de Sufjan es esa: su capacidad de traducir lo autóctono a lo universal, encontrando en el camino el equilibrio entre lo magnánimo y lo íntimo. Es casi imposible pensar que una sola persona sea capaz de escribir tantas melodías vocales angelicales y tantos arreglos intrincados, orquestando todo desde los vientos a la percusión; desde las teclas a las cuerdas, guitarras y banjos. Precisamente, sus tendencias maximalistas dejan entrever un virtuosismo más épico aún que la extensión del título de cada canción. Quizás el momento más representativo de esto se halla en el tema del título paradójicamente más corto: “Chicago” es el himno por excelencia de una década entera. Pero los cortes de finger-picking son igualmente punzantes en su desnudez: sea el falsetto de “John Wayne Gacy Jr.” o los rasgueos de “Casimir Pulaski Day“, cuyas camisas dentro de pantalones y zapatos desatados aluden a la desesperación de perder a un ser querido ante algo tan trágico como el cáncer. Es que el multi-instrumentalista, siguiendo la tradición de artistas de la talla de Joni Mitchell, desnuda su alma y deja sus emociones al descubierto, abandonando en el camino a toda noción impuesta de masculinidad para retomar su vulnerabilidad y reapropiarla como virtud. Una sinfonía en todo sentido, Illinois sigue siendo el mejor trabajo de Sufjan Stevens; y un pilar apoteósico en el arte del siglo XXI en general. – Bartolomé Armentano
30. 107 Faunos – Creo que te amo
2010 – Discos Laptra
Durante algún momento de la fase de grupos del último mundial de fútbol, Las Ligas Menores hicieron un post felicitando a Messi por un gol adjuntando un tema de su primer LP. “Nos gustaría que lo escuche mañana mientras entra en calor, pero parece que ya eligió escuchar completo Creo que te amo de los Faunos”. Lo que se encuentra detrás de ese divertido y ocurrente intercambio es la tierna e inconsciente oportunidad de vincular dos grandes íconos atesorados con fervor en el imaginario juvenil contemporáneo. Un imaginario juvenil particular, que le escapa un poco al mainstream, pero que con ciertas figuras universalizantes (como Messi) puede de alguna manera sentirse menos ajeno a sus compatriotas. Y sin embargo, enfatiza su distancia eligiendo Creo que te amo como una bandera identitaria, algo que para uno y para la gente a la que está apelando, es tan familiar como escribir “los Faunos” y obviar el número que los precede. Es que, para todo aquel que haya escuchado Creo que te amo y haya caído en el encanto de “Fiesta de Cerezas”, la elevación espiritual de “El Imán de lo nuevo”, la fiesta de “Noche Spooky Tropical” o la destrucción emocional de “Movimiento de Montañas”, el segundo disco de los 107 Faunos es tan preciado como el raro sentimiento que describe su imponente nombre. Tan inusual como la forma en la que la banda platense presenta sus irreverentes líricas y las combina con inmersivos paisajes de contención instrumental. Tan fugaz como la forma en la que confluyen esos elementos (en canciones que nunca llegan a los tres minutos de duración). Tan único, como la sensación desgarradoramente feliz de cantar “Incertidumbre” o la maestría de las gambetas del crack rosarino que volvió a la selección. – Agustina Checa
29. Wilco – Yankee Hotel Foxtrot
2001 – Nonesuch Records
Poco hay que decir de una banda como Wilco. Los de Chicago llevaban ya unos años cautivando a crítica y público, pero fue con Yankee Hotel Foxtrot (2001) cuando llegó su consagración definitiva. Y es que hoy en día, basta con mencionar el nombre de la banda, para que cualquier amante de la música alternativa se refiera a ellos como unos grandes. Su publicación estuvo rodeada de polémicas con el sello Warner Music, lo que hizo que su aparición de demorara. En septiembre de 2001 la banda publicó el álbum en streaming y no fue hasta abril de 2002, cuando Nonesuch Records se ocupó de la aparición comercial del mismo. Y si en algo hay unanimidad respecto a Yankee Hotel Foxtrot, es que la espera mereció la pena. Jeff Tweedy y los suyos nos dejaron un álbum para la posteridad. De él han salido algunas las mejores canciones de la banda. “I Am Trying To Break Your Heart“, con la que abren poderosamente el álbum, es habitual en sus repertorios. Otras piezas inolvidables de este trabajo son “War On War“, “Jesus, etc.“, “Ashes Of American Flags” o “Heavy Metal Drummer“. Wilco es una banda atemporal que lleva el rock alternativo a su máximo exponente. Yankee Hotel Foxtrot significó un punto de inflexión que los catapultó al olimpo en el que todavía permanecen. Icónica es también su portada con las torres del Marina City de Chicago. Tanto es así que a menudo se refieren a ellas como las “Wilco Towers”. – Guiomar Fernandez Rodríguez
28. The Radio Dept. – Pet Grief
2006 – Labrador Records
“The Radio Dept.” era el nombre de un local que reparaba radios en Lund, Suecia, y fue el nombre que Johan Duncanson y Martin Larsson (el tercer miembro, Daniel Tjäder, es más bien ocasional) eligieron para su banda formada en 1995. Pero no fue hasta comienzos de los 2000, cuando TRD comienza a publicar EPs con melodías ruidosas, encantadoras y bucólicas. Después del aclamado debut Lesser Matters (que los llevó a sonar en la película de Sofia Coppola, Marie Antoinette) tenían el desafío del segundo. Producido por ellos mismos y grabados en su estudio casero, como todos sus discos, en Pet Grief conviven la distorsión de My Bloody Valentine, lo etéreo de Cocteau Twins y el costado más colgado de New Order. A pesar de toda la melancolía impresa en las letras (que apenas se entienden en esa voz adormilada) a los suecos les gusta generar la atmósfera propicia para que el viaje lo determine uno: ya sea colgándose, o apenas bailando, Pet Grief tiene mucho reverb, sintetizadores, mucha clase, neblina y el mejor gusto musical de bagaje. – Rodrigo Piedra
27. Deerhunter – Microcastle
2008 – Kranky
“Cover me, comfort me”. Las primeras palabras que expresa Bradford Cox en Microcastle se tornan instantáneamente en las demandas del oyente hacia el tercer disco de Deerhunter. Vení, cubríme con la paciencia de tu voz y tus dulces melodías. Hablame de soledad, locura y temor y llename de confort con la hermosura de tus elecciones estéticas. Microcastle es sin lugar a dudas un epítome compositivo en la valorada trayectoria de Deerhunter. No sólo por lo orgánico del devenir de sus canciones sino por la singularidad que enmarca a cada una de ellas. El opener, imponente, desestabilizador, magnífico. La seductora “Agoraphobia” y su dulce y contundente minimalismo. La altiva y jovial forma de honrar lo complejo y taciturno de vivir en “Never Stops” y la perspicaz manera de desacralizar a la juventud con “Little Kids” (taladros en la pared incluídos). La relajada e hipnótica manera en la que la guitarra reverberosa de “Microcastle” incita a la paz para luego destrozarla o la ternura en la que Cox se describe crucificado frente a sus amigos con ritmo de canción de cuna en “Calvary Scars”. La manera en la que se combinan la desgarradora “Green Jacket”, con la tímida elevación de “Activa” solo para detonar en la inmensa “Nothing Ever Happened” (fiel ejemplo de por qué la triada compositiva Cox, Pundt, Archuleta es celebrada con tanto fervor hace tanto tiempo). La divertida paleta de sonidos que enmarca “Saved By All Times” y la fuerza con la que se pueden cantar sus estrofas finales, y ese agridulce descenso final con la etérea “Neither of Us/Uncertainly” y la penetrante “Twilight at Carbon Lake”. Microcastle es inmenso en individualidades, emociones y reflexividades y perfecto en todo su sentir. – Agustina Checa
26. LCD Soundsystem – Sound of Silver
2007 – DFA Records
Si la década del 2000 se caracterizó por una confluencia en el rock y la música electrónica, tal vez LCD Soundsystem tenga que ver mucho con eso. Viniendo de un disco debut perfecto, Sound of Silver no sólo suponía una continuación a esa mezcla de funk, house y punk a la manera de los Talking Heads producidos por Eno, también resultaba el afianzamiento del matrimonio entre lo lo-fi y anticomercial de la música indie con la diversión y la accesibilidad del pop más desenfadado. James Murphy y compañía producen un disco que conecta pasado y presente y reconfigura la idea en la que se concibe la música dance, generando una rítmica muy particular entre guitarras repetitivas que se funden con sintetizadores vintage en una carta de amor a la noche de una Nueva York que ya no existe. – Federico del Val
25. Madonna – Confessions on a Dance Floor
2005 – Warner Bros.
Es imposible hablar de la forma en la que concebimos la música pop sin referirnos a la importancia de Madonna. Junto con David Bowie, hicieron de la reinvención, la instrumenta primordial para sobrevivir y mantenerse vigentes, en una cultura de masas que siempre necesitó de la novedad constante. Su disco más reciente en ese momento, American Life, se había propuesto criticar el mismo estilo de vida que en los ’80 la convirtió en un fenómeno de masas y ahora la abucheaba en conciertos por pronunciarse anti Bush. Cansada de las polémicas, Madonna tenía un objetivo muy claro: quería bailar. Esa necesidad de escapismo dio lugar a tal vez uno de los mejores discos conceptuales dedicados a la pista de baile que se hayan concebido jamás. Empezando por “Hung Up“, con sample de Abba incluido, Madonna logró llegar a oídos que desde hace tiempo la ignoraban. Confessions on a Dance Floor no solo traduce la necesidad de su autora de generar música hedonista, con la ayuda de Stuart Price, ambos actúan como alquimistas y logran que en un mismo disco confluyan a la perfección los orígenes de la música dance con homenajes a Giorgio Moroder, ABBA, Depeche Mode, Pet Shop Boys e incluso ella misma. Estructurado como si de un set de DJ se tratara, el álbum no tiene pausas y las canciones se funden unas con otras con una psicodelia y complejidad inéditas en su sonido, generando que toda una nueva generación pusiera los ojos en ella. Confessions on a Dance Floor no sólo se convirtió en uno de los mejores discos de la figura más importante de la cultura popular, sino también fue la última vez que Madonna logró hacer lo que mejor sabe: hacer bailar al mundo entero. – Federico del Val
24. The Libertines – Up the Bracket
2002 – Rough Trade Records
Habían pasado cinco años desde que Peter Doherty y Carl Barât decidieran formar The Libertines. Pasaron por diferentes formaciones hasta que lograron asentarse como banda cuando unieron fuerzas con John Hassall en el bajo y Gary Powell en la batería. Finalmente el 14 de octubre de 2002, Up The Bracket es editado por Rough Trade bajo la producción de Mick Jones (quien también produciría el siguiente y homónimo disco de la banda). Diez canciones que desplegaban un amplio abanico de emociones, tanto melódica como líricamente: desde el fervor del tema que le da nombre al álbum, “Vertigo” y “Horrorshow” hasta el romance de “Radio America“, pasando por la picardía de “Boys In The Band” y de “The Boy Looked At Johnny” (un claro guiño al ex bajista, Johnny Borrell) y por la angustia y nostalgia de Doherty y Barât por sus añorados primeros años juntos en “The Good Old Days“. No solo los medios alabaron el debut del grupo sino que el público también lo recibió calurosamente. No es para menos, Up The Bracket llegó en el momento justo e indicado y arrojó una bocanada de aire fresco y una energía única que la música británica estaba necesitando y que tal vez no recibía desde el OK Computer de Radiohead. De esta manera ejerció una gran influencia sobre sus contemporáneos y revivió el garage rock abriéndoles camino a bandas como The Vines, Arctic Monkeys y The View. Se supo que la imagen de la tapa corresponde a los nefastos incidentes ocurridos durante la crisis argentina del 2001 pero Barât admitiría en su primera visita a nuestro país, allá por el 2012, que nunca estuvo muy familiarizado con aquella situación y que la idea de poner esa foto como tapa fue de Mick Jones. Por otro lado el título del disco es una alusión al programa radial y televisivo Hancock’s Half Hour del cómico inglés Tony Hancock, de quien Doherty es fanático; en el dialecto callejero “Up The Bracket” significa “golpe en la garganta” aunque también es usado para referirse a la ingesta de cocaína. – Daniela Álvarez – Reseña completa
23. Franz Ferdinand – Franz Ferdinand
2004 – Domino
El debut de los archiduques del rock es un disco de “todos hits”, por lo que elegir temas que se destaquen terminaría en una enumeración de todas las canciones del álbum. Fusionando el costado más irreverente del garage rock y la pata más bailable del post-punk, la banda de Alex Kapranos encontró una fórmula para hacer canciones que llevan irremediablemente a ponerse en movimiento, disfrutando a la vez de la inteligencia puesta en cada detalle que las compone. Irónicos sin ser desafectados, con humor pero sin burla, una cuidada imagen y un pulso percusivo (y seductivo) casi constante, Franz Ferdinand es un cóctel que se toma rápido y continúa haciendo efecto en el cuerpo durante mucho tiempo. – Mariano Rosales
22. The xx – The xx
2009 – Young Turks
Corría el año 2009 cuando un grupo de jóvenes vestidos de negro y con aires misteriosos lanzaron su primer disco y rápidamente captaron la atención del mundo de la música. A través de la discográfica Young Turks y bautizado bajo el nombre de algo tan sencillo como xx, el álbum de la banda londinense tuvo una inmensa aceptación entre el público ya que logró transitar entre los terrenos de la electrónica, el pop o el dreampop y se catapultó hacia el mainstream y los grandes festivales de todo el mundo. Con canciones preciosas como “VCR“, “Crystalised” o la súper sensual “Infinity“, los chicos de The xx solo necesitaron una guitarra con mucho reverb, un bajo bien marcado y algunos beats para demostrar que apostar a artistas nuevos casi siempre suele estar muy bien y trae consigo buenos resultados. – Florencia Garrido – Reseña completa
21. Antony and the Johnsons – I Am a Bird Now
2005 – Secretly Canadian
Ganador del Mercury Prize en 2005, I Am a Bird Now es el cautivante segundo disco de la ex banda de Anohni, antes conocida como Antony Hegarty. En su proyecto más íntimo y personal hasta la fecha, le abre la puerta al público a la fragilidad de su infancia y de su experiencia como mujer trans. Si fuera un libro, caería dentro de la categoría coming of age: es el viaje de una niña en busca de su identidad, uno que va desde el niño que aparece al comienzo del disco hasta la mujer alada que encuentra al fin su libertad. Acompañada de invitados de la talla de Lou Reed y Boy George, Anohni nos regala en 35 minutos un vistazo a un mundo en el que las flaquezas de la masculinidad son expuestas y superadas gracias a un motor femenino. Consecuentemente, toda su obra posterior a I Am a Bird Now enfocó esa misma fuerza de la feminidad en problemas más globales que personales. – Fernando Pagano
20. Amy Winehouse – Back to Black
2006 – Island Records
Un disco de desamor, una voz excepcional y una personalidad tan frágil como cautivadora catapultaron a una excéntrica joven británica como la nueva diva del soul. Back to Black fue en igual medida alabado por el público y la crítica a nivel global por la forma exquisita en la cual conjuga elementos del jazz clásico y del sonido motown con ritmos más contemporáneos como el pop y el R&B. Además de la solidez musical de este álbum, las letras y la interpretación vocal de Amy resultaban tan desgarradoramente sinceras que es casi imposible escapar de su agónico mensaje. Canciones como “Rehab”, “Back to Black”, “You Know I’m No Good” y “Love Is A Losing Game” relataban de forma casi minuciosa el caótico mundo emocional de la artista, y quienes nos mantuvimos al tanto de su vida íntima por aquel entonces pudimos no solo constatar lo real de las relaciones malvenidas que narraba en este disco, sino intuir también el trágico final que la talentosa cantante encontraría a mediados de 2011. Es muy probable que la razón por la que estuvimos tan fascinados con Amy haya sido la manera espectacularmente dramática en la cual su historia musical y personal, aún hoy, reflejan toda la oscuridad y potencial de autodestrucción que albergamos en nosotros mismos. – Laura Camargo
19. El Mató a un Policía Motorizado – Día de los muertos
2008 – Discos Laptra
La última estación de la trilogía de Él mató a un policía motorizado, donde después del nacimiento y la vida, el único paradero posible es la muerte y esta es su celebración. Un disco que te cuenta una historia con guitarras sucias siguiendo la literariedad del destino apocalíptico que se dibuja. Imágenes que se vuelven canciones arriba de una casa con un rifle esperando el nuevo amanecer. La destrucción imaginada es aquella repetición prolongada con la forma de un huracán. Es donde más se afianza la idea del concepto que se había plasmado en sus dos partes anteriores: Navidad de reserva y Un millón de euros. Acá nos adentramos en los últimos movimientos de la banda antes de cerrar una etapa en su carrera; movimientos, ya sea físicos, como recorridos por paisajes destruidos a través de la lírica, o movimientos, en cuanto a lo musical donde se logra generar una atmósfera para caminar por rincones oscuros donde el piso es de grava; acumulando capas y generando paredes de ruido, que se utiliza sucio, como el suelo, por estética para no tener la delicadeza de sonreír el día de los muertos. Algunas canciones resultaron más exitosas que otras en cuanto al momento del recital en vivo, pero es un disco de aquellos que para entenderlos hay que escucharlos de principio a fin, ya que es en su conclusión donde salta lo elemental. Y no es hablando sobre su última canción, sino que la imagen de la destrucción está en el concepto. – Juampa Barbero
18. Arctic Monkeys – Whatever People Say I Am, That’s What I’m Not
2006 – Domino
El debut de una de las bandas mas importantes de la actualidad y un clásico contemporáneo. Antes de llenar estadios y grandes riffs, pintaban sus primeras noches en la ciudad, relatando encuentros del día a día y lo que era ser joven e ingenuo sobre canciones con guitarras disonantes y agresivas sobre baterías urgentes, creando himnos que marcarían una buena generación de gente y automáticamente poniendo presión sobre sí mismos y su futuro. De la noche a la mañana pasaron de ser una banda más que estaba tocando para sus amigos en un bar, a estar a la par con The Strokes, quienes habían debutado 5 años antes. Lo fino de las últimas letras de Alex Turner en el más reciente LP de The Last Shadow Puppets se puede rastrear a este primer esfuerzo, donde están ahora clásicos como “I’ve seen your frown and it’s like looking down the barrel of a gun, and it goes off” (“Mardy Bum“), hasta algunas pérdidas: “And yeah, I’d love to tell you all my problem. You’re not from New York City, you’re from Rotherham” (“Fake Tales of San Francisco“). Puede que 10 años después ya no suenen igual, pero el disco sigue siendo el mismo, y el camino que ha hecho la banda vivió a la expectativa del mismo. – Martín Córdova
17. Gorillaz – Gorillaz
2001 – Parlophone
Grabado en Jamaica, el disco homónimo de Gorillaz fue lanzado en marzo del 2001 y la música de la década no volvió a ser la misma. Es por qué Gorillaz es la banda que todos queremos tener. Es la experimentación hecha canción, es el desarraigo del ego en busca de la plenitud de la emoción y por sobre todo, el resurgir de un Damon Albarrn luego de Blur. El álbum varía en estilos musicales con un tratado sonoro especial para cada canción de la misma manera que Yoko Kanno hizo con los soundtracks de la serie Cowboy Bebop. Desde el rock alternativo britpopero en “5/4“, pasando por “Sound Check“, un trip hop lleno de scratchings y efectos sintetizados, y el hip hop y el dub de “Rock The House” y “Clint Eastwood“, Gorillaz lleva las cosas a un nivel más íntimo y despreocupado. No cabe duda que Albarn es un genio compositivo y sumado al trabajo de arte visual de Jamie Hewlett, quien dio forma a 2-D, Russel Hobbs, Noodle y al terrible Murdoc Niccals, tenemos una obra cumbre que volvió a popularizar el concepto de banda virtual llegando a vender más de siete millones de copias. Fue una luz en la esperanza de todos aquellos que disfrutan la música que se hace con el corazón. – Santiago Qura – Reseña completa
16. The Flaming Lips – Yoshimi Battles the Pink Robots
2002 – Warner Bros. Records
Muy pocas bandas estaban haciendo lo que The Flaming Lips hacía a principios de los 2000: este álbum ni reinventó el genero ni lo trajo de vuelta (aunque se lo conoce como influencia de grandes músicos de ahora, como Kevin Parker) pero fue un gran aporte para el mismo. Existe un debate sobre si el disco es o no conceptual: los robots representan la enfermedad que sufre la protagonista, pero el encanto del álbum es la armonía en la que conviven canciones sobre pelear con robots que quizás hablen sobre algo tan delicado como vida y la muerte. Muy aparte de la historia de fondo que trae consigo, el álbum tiene falsetos, explota en overdrives y teclados pesados con la voz de Wayne Coyne derramada sobre todo. Si bien el álbum es corto, se siente mas largo de lo que es (45 minutos) y en algún punto de todo se queda colgado en largas notas, para hacernos dar cuenta de que nosotros somos quienes colgaron. Muy pocos discos pueden hacer eso y The Fleming Lips lo logró en el 2002. – Martín Córdova
15. Juana Molina – Un día
2008 – Crammed Discs
Con Un Día, su quinto álbum de estudio, Juana Molina presenta un quiebre en su discografía. La sensación orgánica ya no viene de guitarras dulces o su lírica tan infantil e inocente. Los loops pasan de ser un adorno a funcionar como base estructural en los ocho largos temas que componen el disco. La línea que distingue los sonidos sintéticos de los naturales se difumina hasta lograr un espectro sonoro amplio y autónomo. Como resultado de su experimentación con instrumentos acústicos, sintetizadores y una loopera, termina siendo fácil perderse entre la infinidad de capas que Juana va construyendo hasta lograr un caos calculado. – Fernando Pagano
14. Red Hot Chili Peppers – Stadium Arcadium
2006 – Warner Bros.
El hecho de que Stadium Arcadium haya sido planeado como un álbum triple, que finalmente fue convertido en un disco doble al cual no le sobra una sola canción, es la demostración perfecta de cuán inagotable es la dupla compositiva que formaron Anthony Kiedis y su amigo Flea en la secundaria, y persiste aún hoy. Potenciados aún más por la presencia del hiperactivo John Frusciante (en su último trabajo con los Peppers antes de alejarse de la banda en 2009) y el virtuosismo de Chad Smith, este es sin dudas el disco más cuidado y prolijo de los californianos, lo que no implica que hayan dejado a un costado su electricidad: el hit “Dani California”, la impaciencia de “Storm in a Teacup” o la irónica “Hump de Bump” lo demuestran. Pero la máxima fortaleza de Stadium está en las baladas: “Wet Sand”, por ejemplo, les trajo a los fans un nuevo gran tema lento para quienes ya estaban empachados de los que vinieron con Californication (1999), y el track que le da nombre al disco es sin dudas una de las canciones más hermosas del grupo. De esa manera, el álbum sirve para reflejar todos los costados y todas las posibilidades que los Red Hot Chili Peppers pueden ofrecernos. Hay hits, baladas, rock y notas de bajo salpicadas durante casi una hora y media. – Lisandro Ruiz Díaz
13. Gustavo Cerati – Siempre es hoy
2002 – Sony/BMG
Después del éxito rotundo que fue Bocanada, Gustavo Cerati se volcó de lleno en la electrónica para lanzar Siempre es hoy en 2002. Con 17 canciones, es su disco más extenso, pero en ninguno de sus 70 minutos peca de ser innecesariamente largo. Cada tema parece desembocar en el siguiente con la naturalidad sintética propia de la electrónica. Desde los beats en crescendo al comienzo de “Cosas imposibles” hasta el final ambient de “Especie”, este es un disco en el que géneros tan disímiles como el folklore y la electrónica o el pop-rock y el rap se fusionan para dar a luz a un ecosistema musical con vida propia. – Fernando Pagano
12. Miranda! – Es mentira
2002 – Secsy Discos / Pelo Music
Volvía a casa del colegio. Estaba en séptimo grado allá por el 2002 y el Sol calentaba fríamente las baldosas capitalinas del barrio. Puse Locomotion, y se mostraba frente a mis atónitos ojos Bailarina, el primer video de Miranda! Curiosamente, muchos tenemos exactamente este recuerdo marcado en nuestras memorias. Fue el inicio del fuerte impacto que ellos tendrían en la cultura alternativa local, siendo referentes junto a Nerdkids, Adicta, El otro yo, Boom Boom Kid, Cabezones, entre otros. “Vos clavaste el cuchillo y yo lo hundo” dicen los chicos de Miranda! Y esa herida se hizo una hermosa cicatriz llena de extravagancia pop en un primer disco que si bien no es tan exacto como los otros, irradia la visión colorida que marcaría a toda una generación. Con Es mentira, editado en su momento por Secsy Discos, nos invitaron a desaparecer por un ratito del Mundo y al volver a la realidad, el glitter nunca pudo salir de nosotros. – Santiago Qura
11. Björk – Vespertine
2001 – Polydor Records
Cuatro años después del extrovertido y explosivo Homogenic, Björk lanzó su contracara íntima e introvertida. Vespertine, uno de los primeros discos filtrados en internet, toma las cuerdas y los beats de su predecesor y los vuelve mínimos. La meticulosidad a la hora de recopilar sonidos para después volcarlos en forma de percusión lo vuelve un álbum hogareño y cálido, a la manera de una cabaña aislada del frío de la nieve en medio de un bosque. Considerado por muchos como el momento de maduración de la artista islandesa, también pone en primer plano su capacidad lírica: logra camuflar una sexualidad explícita entre su inocencia vocal y la pureza sonora. – Fernando Pagano
10. MGMT – Oracular Spectacular
2007 – Red Ink / Columbia
En 2007, Andrew VanWyngarden y Ben Goldwasser pusieron al pop psicodélico en el centro de atención de todos los festivales con Oracular Spectacular, uno de los mejores discos debut de la década. Cargado de hits como “Kids” y “Time To Pretend”, este disco llevó al dúo a la fama con una rapidez considerable. A lo largo de diez temas que promedian los cuatro minutos, MGMT rebalsa una fosforescencia juvenil que puso a toda la escena alternativa a bailar canciones que, aunque pocos lo admitieran, eran puramente pop. Disco a disco, fueron perdiendo ese aire adolescente, casi playero, en la búsqueda de un sonido más maduro. Pero, con Oracular Spectacular, quedó documentada una etapa que todos, de vez en cuando, extrañan. – Fernando Pagano
09. Yeah Yeah Yeahs – Fever to Tell
2003 – Interscope Records
Fiebre: un aumento inusual de temperatura en el cuerpo humano, alerta de médicos y madres o un sinónimo de entusiasmo y exaltación hacia un evento, cosa o actividad. Fever To Tell, podría literalmente connotar una suerte de urgencia expresiva, una necesidad comunicativa voraz que enciende el cuerpo y lo exalta en niveles injustificados. Con total certeza, es un grito identitario del colectivo juvenil que emergía disruptivamente en la primera década del segundo milenio. Inescrupuloso, contundente, implacable, tan hedonista como el afán de expresar cada una de las onomatopeyas que componen el nombre de la banda de Karen O. Fever to Tell es crudo y libertino, demanda atención absoluta desde que irrumpe la fortaleza de “Rich” y aboga por el desenfreno hasta el último de sus acordes. Entre tanto, se mantiene impúdico con “Date with the Night”, “Black Tongue” y la memorable “Pin”, irreverente con “Man” o “Tick”, encuentra profundidad con “No No No” o la movilizadora “Y Control” y, de un modo completamente impredecible, nos vale de hermosas canciones de amor perfectamente aggiornables a su fugaz y caótico contexto temporal: “Modern Romance”, la preciada (y escondida) “Poor Song” y la inmensa “Maps”. Directo, intenso y despiadado, grabado con fuerza en la piel de cada joven incomprendido, insatisfecho y hambriento de vida en el nuevo milenio, Fever To Tell es sin duda uno de los discos más emblemáticos de su generación. – Agustina Checa
08. PJ Harvey – Stories from the City, Stories from the Sea
2000 – Islands
Si en sus primeros discos, PJ Harvey sonaba oscura y distante para el público general, con este disco esa sensación se modificó al completo. Conocida por su maestría para generar atmósferas oscuras a través de letras enigmáticas y sonidos opresivos, con Stories from the City, Stories from the Sea, Polly Jean logró sonar más cercana que nunca no solo con un sonido que había dejado de buscar la incomodidad y ahora sonaba lo más hermoso y perfecto posible, sino también con letras que conectaban con sentimientos inseparables de la condición humana como la insatisfacción, el desamor y la frustración con una simpleza con la que era muy fácil conectar. Producido como un trabajo que habla sobre la desolación y la desconexión en las grandes ciudades (Harvey habla específicamente de Nueva York, pero podría ser cualquiera), Stories es un disco que te rompe el corazón y después te enseña a repararlo, que actúa como el abrazo de un amigo en el peor momento y que grita aquello que posiblemente calles todos los días, mientras de fondo guitarras y pianos se funden para generar un sonido que pone la piel de gallina. Pocos discos pueden hacer eso. – Federico Del Val
07. Daft Punk – Discovery
2001 – Virgin Records
Tan brillante como es Homework, Discovery es uno de esos trabajos que llegan una vez en la vida para cambiar el paradigma y representar un quiebre con todo lo precedente. Vivimos en un mundo post-Daft Punk, y que estos dos franceses haya logrado infiltrarse en la masividad y penetrar en la consciencia colectiva con su obra cumbre del 2001 es algo milagroso. Discovery no es sólo un trabajo musicalmente compacto y brillante de principio a fin, sino un hito importante en la cultura pop toda. Aplicando una accesibilidad pop a sus raíces dance-house, el dúo democratizó la electrónica y la puso al alcance de cada mano, para que sólo siga desarrollándose y adquiriendo prominencia en los años subsiguientes. Es una colección de hits, y analogías podrían trazarse con OK Computer de Radiohead en lo que concierne a ambas discografías. Discovery, epitomiza sobre la marca registrada de Daft Punk de festividad eufórica con sensibilidad robótica, sintetizando influencias como Kraftwerk y Giorgio Moroder para actualizarlas bajo una luz consciente y orgullosamente kitsch. En una época, Discovery significaba el equivalente musical obligatorio de una fiesta: desde los loops de “Crescendolls” hasta las líneas de sintetizadores más melódicas y pasando por la percusión de las inolvidables “One More Time” y “Harder Better Faster Stronger“. Una obra dinámica que sigue sonando simultáneamente retro y futurista, que definió el tinte de una época entera y que conserva tanta potencia bailable ya sea en un boliche como en tu propia habitación. – Bartolomé Armentano
06. Radiohead – Kid A
2000 – Parlophone
El año 2000 sería testigo de uno de los sucesos musicales más influyentes para la música de ahí en más. Abiertas las puertas del siglo XXI, un nuevo paradigma se estaba por gestar. Producido por Nigel Godrich y considerado por la revista Spin como el disco más esperado desde In Utero de Nirvana, el sucesor del icónico y fundamental OK Computer, Kid A, nace desde los vapores contradictorios del éxito, el caos creativo y el casi final de la banda (ver Meeting People is Easy), pero es también con el que Radiohead cimentaría todo respeto a nivel mundial, que mantiene hasta la fecha y coloca a los cinco de Oxfordshire, como una de las bandas fundamentales de nuestros días. Como quien opta por el camino mas difícil en el momento menos indicado, después de OK Computer todo hacía prever que la experimentación ya había llegado muy lejos, pero los primeros meses del nuevo milenio traerían consigo esas primeras canciones que se irían filtrando, en plena globalización de internet, Napster, y todos sus derivados, mostrando una forma completamente nueva para una banda de rock. Piano, beats, música clásica, sintetizadores y samples (como en la apocalíptica y adorada “Idioteque“, de piezas de Paul Lansky y Arthur Kreiger) le dan forma a una obra única, que es fiel reflejo de un momento en que la humanidad comenzaba a dejar de ser lo que era, usando a la máquina/arte para vencer a la máquina/estado -control (cualquier similitud con el mensaje de Pink Floyd en los ’70s, salvando las distancias ideológicas, no es mera coincidencia). Uno de los discos fundamentales de la década, ese que abrió caminos y descifro entre 0s y 1s y las voces distorsionadas y tartamudas de un Yorke sacado, confuso y reflexivo, que el futuro ya había llegado, nada más cierto. – Alejandro Hoffmann
05. Babasónicos – Jessico
2001 – Pop Art Discos
Año 2001, Argentina se encontraba en la mayor crisis económica y social de su historia y Babasónicos se había quedado sin discográfica. Frente a un escenario tan apocalíptico, la banda más innovadora del rock alternativo de los ’90 concibió un disco que redefinio no sólo su sonido sino el del rock nacional por toda la década que vendría después. Jessico es un album valiente por parte de una banda que no tenía nada para perder y que se atrevió a aprovechar la situación más desfavorable para modificar su sonido de forma extrema. Construido como un matrimonio entre el rock y el dance más electrónico, Babasonicos construía un relato en el que el sexo y la noche actuaban como necesidades extremas para sobrevivir a la deblace de un país destruido. Si en los años posteriores, con Infame, hablarían de la fama adquirida, el encanto de Jessico es su ideología completamente populista. Es un disco en el que logran apelar a los deseos más básicos traducidos en la calentura de la pista de baile y al mismo tiempo esbozar una crítica irónica y muy lúdica a la frivolidad de los años menemistas. Fue y será siempre la banda sonora perfecta para una fiesta popular. – Federico del Val – Reseña completa
04. The White Stripes – Elephant
2003 – V2 / XL / Third Man Records
The White Stripes nos dan cátedra en cuanto a los alcances de su sonido de garage: toman una idea aparentemente simple, como la premisa de “Seven Nation Army”, y la explotan para crear un himno tan hipnótico como sucio y desprolijo. Lo mismo sucede con “I Just Don’t Know What To Do With Myself”, un cover de un track pop de los sesenta, en el que convierten una melodía clásica para que todo vuele todo por los aires y aplaste como un elefante. Durante todo el disco los Stripes son insistentes y constantes, y machacan sus instrumentos solo para bajar -por momentos- en los dulces tracks acústicos. La “mugre” y el desorden no parecen estar calculados, pero crean reglas de juego propias para una de las bandas con más química del universo entero; Meg mete ruido de platillos mientras marca el latido del álbum como un fuerte y pesado caminar, mientras el que por entonces era su marido hace chillar las cuerdas tanto de su voz como de su instrumento. Es el disco que define a una de las bandas de la década y consagra a Jack White como un guitarrista novedoso y único, e incluye los que luego fueron por siempre los temas más emblemáticos del grupo. – Lisandro Ruiz Diaz
03. Arcade Fire – Funeral
2004 – Merge Records
Una banda-orquesta de canadienses y su álbum debut, publicado a través de un modesto sello, trajeron a la década himnos pop más épicos, luminosos y dramáticos que los de U2, y se pusieron en el bolsillo a figuras como David Bowie, Barack Obama y el Indio Solari. El título y la temática de Funeral giran en torno a una tristeza esperanzada luego de una época sin luz -‘Une Anne Sans Lumiere’- en que varios integrantes de Arcade Fire perdieron a algunos seres queridos. Liderados por Win Butler, su esposa Regine y su hermano Will, saltaron rápidamente del desconocimiento gracias a internet y de la noche a la mañana se convirtieron en una de las pocas bandas de estadio que dio la época, y en un grupo de culto con solo un puñado de canciones. Multiinstrumentistas todos, despliegan violines, violonchelos, xilófonos, acordeones y más para construir y luego decorar de una forma algo maximalista los diez tracks que componen el álbum. Entre imágenes trágicas, pero profundamente románticas y poéticas (“Tunnels“), hablan de amor y de amor fraternal (“Wake Up“), de la unidad para salir adelante y de canalizar nuestras energías (“Power Out“) para generar tormentas y mover montañas, aún cuando todo eso nace desde el miedo y la angustia. Funeral es una obra cálida y atemporal, como un libro de cuentos de otro siglo. – Lisandro Ruiz Diaz
02. Radiohead – In Rainbows
2007 – XL Recordings
Existen tantas razones que hacen a In Rainbows uno de los discos más importantes de su década como personas que se hayan sentido contenidas, impresionadas o conmovidas por él. La séptima creación de Radiohead se paró sobre brazos de gigantes sólo para exclamar que no les debía nada. El renacer sonoro, administrativo (cambio de sello y la conocida jugarreta distributiva en su lanzamiento) y conceptual de los británicos fue inesperado, y ante todo, revolucionario. Para quienes nacieron a ocasos de los ochenta o principios de los noventa, In Rainbows fue quizás el primer disco de Radiohead adquirido racionalmente. El hype alrededor de su génesis fue sin dudas tan memorable como su espera. Pero… ¿qué hace que éste disco sea tan rico en excepcionalidades? La solidez de sus composiciones, claro, pero también la pureza de los sentimientos que inventa en cada una de ellas. Creo que pocas sensaciones son equiparables a la satisfacción instantánea de los primeros acordes de “15 Steps”, la placentera inmersión de “Weird Fishes/Arpeggi” o el inconmensurable placer de “House of Cards”, “Reckoner” o “All I Need” o [inserte otra canción de In Rainbows aquí]. Será por sus poderosos matices o sus inquebrantables líricas, por la hermosa manera en la que sus nuevos elementos enaltecieron las elecciones artísticas de la banda, o por la frescura con la que se irrumpieron en la oleada final de su década. Cualquier razón es válida: In Rainbows es magnánimo, innecesariamente consagratorio, imponente y único en su especie, tanto por la calidez de las canciones que lo componen como por la singularidad de las adictivas emociones que despierta. – Agustina Checa – Reseña completa
01. The Strokes – Is This It
2001 – RCA / Rough Trade Records
Durante el convulsionado segundo semestre del 2001, un álbum cuyo nombre es una pregunta sin signo de interrogación cambiaría la historia del rock independiente y traería respuestas a toda una inquieta generación hoy denominada como millenials.
La historia de este disco comenzaría con un grupo de chicos talentosos y de célebre linaje familiar juntándose para grabar en un pequeño estudio en un sótano neoyorquino conocido como Transporterraum. Por entonces, la banda decidiría volver a trabajar con Gordon Raphael (también productor de su primer EP The Modern Age), y tras unas semanas de minucioso trabajo en conjunto las intenciones de la banda de obtener un sonido inspirado en el garage de los setentas, pero actual y contagioso, llegaron a buen puerto y meses más tarde el éxito comercial y de crítica no se haría esperar.
En todo caso, y al margen de cualquier consideración de índole musical acerca de su mérito u originalidad; la propuesta conceptual/actitudinal de los Strokes actuaría como un potente catalizador de las ansiedades de la juventud de occidente: El no saber qué hacer con la libertad, el dinero, el tiempo libre, las drogas, el aburrimiento y las múltiples posibilidades amorosas/sexuales de nuestros tiempos. Visto hoy en día, pareciera que este disco vaticina la confusión y sobreestimulación que años después estaríamos viviendo producto de la era post-digital.
Con un arte de portada que fue censurado en los Estados Unidos (y reemplazado como consecuencia), y con una lista de canciones que tuvo que ser modificada luego de los sucesos del 11 de septiembre (debido a que cortes como “New York City Cops” tocaban asuntos que por el momento podían resultar sensibles); este disco de igual forma llegó a lo más alto de los rankings de popularidad a nivel internacional. El éxito devastador de temas como “Last Nite” y “Someday” abriría el camino para toda una camada de bandas que hacían un rock que no pretendía ser muy pesado ni muy rebelde, simplemente honesto y desfachatado.
Muchos se habrán preguntado en estos años: ¿los Strokes inventaron un sub género con este disco? ¿Hicieron cosas realmente excepcionales a nivel instrumental/lírico? La respuesta muy posiblemente sea que no, pero que les alcanzó con saber reinventar con gracia e ingenio lo que décadas atrás hicieron los Stooges, The Velvet Undergroud y tantos otros grandes. Ahora, y para ser justos, también cabe preguntarse: ¿habríamos recibido con tanta efusividad las propuestas de los Libertines, Arctic Monkeys, y aquel sinfín de grupos afines si este álbum no la hubiese pegado antes? ¿Sería la misma la escena independiente? Probablemente no. Por todo esto y por lo genial que es cantar las líneas de guitarras de sus canciones cuando suenan en un bar cualquiera mientras tomamos cerveza, habría que reconocer la importancia de Is This It y agradecer a Casablancas, Hammond Jr., y compañía. – Laura Camargo