A sus 60 años, Jarvis Cocker decidió contar su vida a través de los cachivaches que había acumulado en su altillo durante años en Pop bueno, pop malo, su libro de memorias. Convertido en una especie de Marie Kondo, el líder de Pulp y pionero del movimiento Britpop se vio obligado a clasificar sus pertenencias y decidir con cuáles se iba a quedar. Los lectores seremos testigos de sus proustianos desvaríos mientras el autor decide cuáles de sus objetos personales son los más relevantes a nivel emocional.
La idea de que este gran exponente de la música independiente abriera el desván de sus recuerdos como excusa para escribir un libro autobiográfico se le ocurrió a su agente literaria, Mónica Carmona. Pop bueno, pop malo contiene fotografías de los objetos más variados: una camisa de segunda mano, un teclado Yamaha, un fanzine, retratos familiares, fotos de la banda, dibujos, un paquete de chicles… Cada uno dispara recuerdos juveniles, anécdotas, reflexiones tan hilarantes como filosas.
Nacido bajo en signo de Virgo en 1963, Cocker fundó Pulp cuando tenía 15 años, aunque demoraría hasta mediados de los 90 en alcanzar el éxito. Con grandes canciones como “Common People” y “Disco 2000”, Pulp se aseguró un lugar dentro de la escena del Britpop junto a Blur, Oasis y Suede. Cocker también ha desarrollado una carrera en solitario. En 2019 publicó Room 29 junto al pianista y productor Chilly Gonzales, y su proyecto más reciente ha sido Jarv Is…, en el que se anima a una especie de pop experimental.
Su libro -que da cuenta de cómo nació en Sheffield una de las mejores bandas inglesas de todos los tiempos- se detiene justo seis años antes del triunfo de Jarvis Cocker, cuando decide dejar su ciudad natal y se anota para estudiar en St. Martins, la escuela de arte situada en Londres en donde conocería a la chica griega que lo llevó a escribir “Common People”, la canción que condujo a Pulp a la cima.
A continuación, en Indie Hoy tomamos Pop bueno, pop malo como excusa para hacer otro inventario igual de arbitrario y caprichoso sobre la vida del entrañable cantautor inglés.
El plan maestro de Pulp
Con apenas 14 años, Jarvis Cocker trazó su plan maestro para Pulp, una mezcla de ideales punks con espíritu pop. “El grupo trabajará su camino hacia la masividad con canciones pop convencionales y levemente inusuales -anotó en su momento-. Luego de alcanzar un estatus comercial exitoso, comenzará a subvertir y reestructurar tanto la industria de la música como la música en sí misma”. Aunque todavía estaba lejos de escribir su primera canción, este adolescente miope al que le sobraba visión ya había trazado su estrategia para llegar al éxito. Su sueño solo demoraría más de quince años en hacerse realidad.
El accidente que los catapultó al éxito
Al entrar en su treintena, Cocker tuvo miedo de que sus planes nunca se concretaran. A pesar de eso, nunca se dio por vencido, pero muchos ignoran cuál fue el hecho fortuito que terminó de catapultar a Pulp a la fama. En 1995, el guitarrista de los The Stone Roses, John Squire, tuvo un accidente de bicicleta una semana antes de tocar en el festival de Glastonbury. Se rompió la clavícula, con lo cual su banda tuvo que bajarse de cartel. Y fue justamente esta casualidad la que llevó a Pulp a cerrar el festival más prestigioso y popular del Reino Unido. Como en un cuento de hadas rockero, los planetas se alinearon y Pulp fue invitado a último momento a participar del evento.
“Nuestro manager nos dijo que la cosa estaba entre Rod Stewart y nosotros”, cuenta Candida Doyle, la tecladista de la banda, en el documental Pulp: The Beat Is The Law. Todo fue gracias al vertiginoso éxito de “Common People”, que había sido editada dos meses antes y cuenta la historia de una chica de alta sociedad que asegura que quiere vivir en Londres como la “gente normal”. La banda cerró el show con esta canción: ochenta mil personas corearon en éxtasis este himno sobre la idiotez que implica hacer turismo de la pobreza y, en definitiva, sobre la lucha de clases.
Una productiva temporada en el hospital
Una década antes de que su banda fuera famosa, el líder de Pulp trató de impresionar a una chica de una manera bastante extravagante. Quiso imitar a alguien que había conocido en una fiesta a quien todos habían festejado la proeza de pasar de una ventana a otra a través de la cornisa de un edificio. Pero a diferencia de aquel, Jarvis Cocker fracasó estrepitosamente en su intento. En Pop bueno, pop malo, aparece el breve artículo que salió publicado en un diario de su ciudad de origen: “Pulp canceló los conciertos de las próximas semanas porque su cantante, Jarvis Cocker, cayó por una ventana y sufrió la fractura de huesos de sus piernas, cadera, brazo y muñeca”.
El accidente tuvo mucha influencia en la dirección que su creatividad tomaría desde entonces. Según Cocker, su gran avance como compositor llegó cuando dejó de intentar ser profundo y empezó a escribir sobre cosas normales. “Caerme a causa de un accidente por una ventana y estar en el hospital durante aproximadamente un mes me hizo volver a poner los pies sobre la tierra”, confesaría más tarde. En aquel período comenzó a llevar un diario en el que registraba los perfiles de sus compañeros de sala. La libreta que guarda sus apuntes de entonces es solo uno de los tantos objetos que alojaba en su altillo. “Doug. 50. Nervio atrapado. Siempre regalando caramelos a las enfermeras. Zapatos tontos con suelas altas. Golpeado por un taxi. Dientes extraídos para reparar el cráneo”, se lee en una de sus anotaciones.
A este despertar hacia al realismo, se sumó la influencia de un cassette de Scott Walker y otro de grandes éxitos de Barry White, que fueron su banda de sonido durante la internación. Como la sala no disponía de la suficiente intimidad como para componer con guitarra tal como lo había hecho hasta entonces, pidió que le llevaran un viejo teclado Yamaha con auriculares. Fue ahí que descubrió las posibilidades de una tecla con la función “Disco”. “En el movimiento de un dedo tenías una banda entera tocando un groove de discoteca -contaría más tarde-. Me encantaba. Podía escribir música como la que bailaba en The Limit. Esa tecla y Barry White dispararon mis composiciones hacia otra dirección. A hacer música bailable acostado, convaleciente, confinado a la cama de un hospital”. Cocker lo resumiría en esta fórmula: Scott + Barry + eurodisco + realismo crudo = música del futuro.
Un sabotaje al rey del pop
En 1996, Jarvis intentó sabotear una actuación de Michael Jackson en los Brit Awards, los premios británicos de la música. La estrella pop estadounidense presentó su “Earth Song”, con un escenario lleno de niños y adultos vestidos con harapos. Mientras Jackson subía a una grúa, los extras hacían su papel. El número finalizaba con el artista convertido en Mesías, vestido de blanco y bañado de luz.
El cantante de Pulp subió al escenario, deambuló como extraviado, mostró desconcierto con respecto a lo que estaba ocurriendo a su alrededor. Miró hacia arriba, donde Jackson seguía cantando compenetrado, y se situó en el centro del escenario, de espaldas al público. Entonces se bajó los pantalones y mostró su trasero al mundo. Los miembros de seguridad no tardaron en llegar y lo llevaron preso, donde permaneció retenido en la comisaría hasta las 3 am.
Este episodio ocupó las primeras páginas de la prensa británica al día siguiente. Fue un verdadero escándalo. Jarvis Cocker fue acusado de exponerse sexualmente frente a los niños presentes, también de patear a unos niños fuera de la tarima de los Brit Awards. Se salvó gracias a la intermediación de David Bowie, cuyo equipo aportó grabaciones de video que ayudaron a la hora de limpiar el nombre de Cocker. “David Bowie recibió un premio por su trabajo y tenía a su propio equipo ahí. Días después, lanzaron su propio registro y los cargos fueron desestimados. Entre todas las cosas por las que estoy agradecido con él, eso fue increíble”, contó más tarde Cocker.
El cantante reveló tiempo después el motivo por el que lo había hecho: “Me senté ahí viéndolo y me sentí un poco enfermo, porque él estaba actuando como Jesús y pudo notar que hubo muchas personas que también lo encontraron desagradable“, explicó. En repetidas ocaciones, Cocker ha reconocido que los años 90 fueron bastante extraños y que 1996 fue el peor año de su vida. “De verdad, no lo digo de forma metafórica. A nivel personal fue mi peor año. De niño pensaba que la fama era como esa escena de Fiebre de sábado por la noche en la que Travolta entra en el club y todos le admiran. En realidad es bastante desolador. Intento no pensar en ello. Pero en mi caso, fama significaba que un borracho en un bar te dijera: “Eh, tío, ¿qué tal Michael Jackson?”, contó en una entrevista con el diario El País.
La broma final a la industria musical
La canción “Bad Cover Version” de We Love Life (2001), el último disco de estudio de Pulp hasta ahora, se transformaría en una broma a la industria musical. La letra es una crítica a los discos de covers creados para satisfacer un mercado poco exigente. En el videoclip de la canción –con un supuesto fin benéfico- aparece la crema del pop mundial: Elton John, los hermanos Gallagher, Kylie Minogue, Robbie Williams, David Bowie, Bono, Sophie Ellis Bextor, Paul McCartney, Rod Stewart, Meat Loaf, Cher, Mick Jagger, Keith Richards, Brian May, George Michael, Phil Collins y hasta Kurt Cobain.
Los “famosos” en cuestión desafinan bastante. En realidad se trata de imitadores, es decir, de actores mediocres con pelucas contratados por Pulp para hacer una mala versión de su propia canción. Luego de este disco, Pulp se tomaría un larguísimo receso, ya que Jarvis estaba por ser padre por primera vez y quería dedicar todo su tiempo a criar a su hijo.