Año 2005. Desde el otro extremo del océano Atlántico, Sr. Chinarro publica su octavo disco: El fuego amigo. De forma voluntaria, el sevillano abandona su primera máscara y toma una nueva dirección. De forma involuntaria, planta una semilla en un par de corazones inquietos de este lado del mundo.
Año 2010. Fernando Graneros une fuerzas con Mariano de los Ríos y lo que en primera instancia era un netlabel rápidamente toma un nuevo impulso y muta en un sello discográfico independiente y autogestivo. Expandir, enlazar y federalizar son algunos de los pilares fundacionales de Fuego Amigo Discos. En busca del hallazgo, el rasgo personal o la singularidad del sonido y lejos de las poses estandarizadas, el plan de estos gestores culturales siempre fue integrar. Dar a conocer y ser un sostén para sus artistas.
Jo Goyeneche de los Valentín y los Volcanes, Luciana Tagliapietra y Tobogán Andaluz son algunas de sus primeras apuestas. Distintas procedencias, pero siempre manteniendo un hilo conductor de carácter sensible e independiente, priorizando el entusiasmo y la intención constante de renovar la escena a través del sonido.
En sus primeros años de vida, FAD participa y coordina las dos ediciones del Compisellos (2012 y 2014), un proyecto colectivo que se encarga de conglomerar a distintos artistas de sellos independientes argentinos. A su vez, publican Al lado del fuego vol. 1 (2012) y vol. 2 (2013), dos álbumes en colaboración junto a todas las bandas del sello donde celebran a leyendas como Manal, Pappo o los Martes Menta. En el plano internacional, emergen algunos referentes ineludibles: Galaxie 500, Graham Coxon, Björk y Neutral Milk Hotel. En esa dirección, hay un nexo ascendente por parte del Fuego con sellos como Rough Trade Records o, mucho más acá, Captured Tracks; sin embargo, la conexión directa se da con sus pares, aquellos sellos que aunaron sus fuerzas y tejieron alianzas, multiplicando la escena en cada rincón que pudieron: Lo-Fi (Cordoba), Polvo Bureau (Rosario), Blackfish Discos (Buenos Aires), Pistilo Records (Mar del Plata, Buenos Aires), Sin Tierra Discos (Buenos Aires), entre tantos más.
El cénit de toda esta unión ocurre en dos oportunidades para el recuerdo bajo el nombre Festival de Sellos. Primero en 2015, en la extinta La Sala, frente al Parque Centenario; luego, en 2019, con sede en Galpón B. Lo llevaron adelante todas estas casas autogestivas, uniendo y dándoles mayor visibilidad a sus artistas. Una comunión colectiva que replica un mantra hoy cada vez más ignorado: dar sin esperar nada a cambio. Nunca se trató de tomar los caminos seguros ni de seguir una fórmula. Eso Mariano y Fernando lo sabían a la perfección: primero estaban la música y la amistad.
Con el objetivo de descentralizar Capital Federal e interconectando provincias, sonidos y formas de ver el arte, Fuego Amigo Discos emprendió un proceso de giras incansables. Ruteando, gestionando y coordinando toda clase de elementos afines a la producción de nueva música. Produjeron discos de San Juan (Ex Dealer), Corrientes (Guazuncho), Mendoza (Limón), San Luis (Las Carreteras) y más. Y también lo hicieron a nivel continental: Chile (Cristóbal Briceño), Venezuela (Tan Frío El Verano), Perú (Victor Hugo) o Uruguay (Carmen Sandiego). Más una intención europea: España (Bigott).
Año 2015. Un nuevo proyecto de grandes proporciones y varias partes -cuando no- se pone en marcha. Mariano, Fernando y Santiago Gayuli, una incorporación deluxe al sello, reúnen a un montón de artistas en un homenaje memorable a la icónica banda franco-inglesa Stereolab. El empuje colectivo lleva el nombre de Acordes químicos y es un álbum doble. No quieren ser el centro de todo, nuevamente nuclearon bandas y sellos de todas partes. La apuesta es constante y ciega, alejados de lo exclusivamente comercial. Si creen en una banda, unx solista, FAD acompaña y apuesta. Funcionó y funciona así. Incluso con bandas y solistas que no pertenecen al sello. Mariano constantemente apoyó y difundió música afín: Los Bilis, Limbo Junior, Las Voces, Los Castigos y tantos más.
Una marcha no tan nostálgica por el camino del Fuego
El nacimiento de Fuego Amigo fue oportuno. Con la tragedia de Cromañón atrás, la escena local era menos díscola. Había más reductos para tocar y hacer eventos, mientras que internet ya era parte de la vida cotidiana. Fue el auge del indie nacional. A lo largo de 12 años, esta fábrica de canciones lanzó una cantidad de compilados, singles, EPs y discos en formato digital, cd, casete y vinilo que hoy supera las 250 producciones. Muchos de ellos marcaron momentos y plantaron una semilla en nuevos artistas. La rueda que nunca deja de girar.
El centro del vacío (2014) de Bosques, uno de los picos creativos de la década pasada que llevó adelante el dúo Juan Cruz del Cerro y Marcos Diaz, un compendio de mantras que calan profundo en la memoria; La nostalgia soundsystem (2013) de Mi Amigo Invencible, un infaltable en las bateas melómanas con algunas de las mejores canciones compuestas por Mariano di Cesare y compañía; el primer largo de La Gran Pérdida de Energía, bautizado de forma homónima, con sus característicos trances liberadores, a todo ritmo.
Guazuncho tiñe el folklore correntino con una electrónica fina y envolvente de idiosincrasia litoral en Cauce (2012); Pyramides, el hijo bastardo de Mark E. Smith y Los 7 Delfines, abrazó un revival post punk bien definido en Vacíos y variables (2017); el post rock a motor kraut de La Venganza de Cheetara en el exquisito Valles (2016); Entidad Animada con su búsqueda ambient de sonidos etéreos e introspectivos en Calypso Club (2016).
Drama (2016) de El Estrellero, la máquina de hacer hits, supuso la vuelta al frente de una agrupación por parte de Juan Irio, gran baluarte de la ciudad de La Plata; Fantasía peligro (2018), el debut soñado de Medalla Milagrosa, un mix de shoegaze vertiginoso y personal; la consolidación de Césped a través de El destierro (2017). Tobogan Andaluz, Mariscal de Campo, Verde y Los Caballos a Marte, Gastón Massenzio, Los Días. La lista podría seguir y seguir.
Porvenir
El primer lanzamiento en solitario del histórico Manza Esain tardó casi 30 años de carrera ininterrumpida. El líder de Valle de Muñecas se descolgó la guitarra eléctrica y soltó su artillería más abstracta y experimental. Menos estribillos épicos, menos riffs y beats marcados. Manza busca algo nuevo y decidió hacerlo a través de Fuego Amigo. Este año sale el esperado álbum.
La -falsa- “aparición” de Lou Baumann, otro histórico pero siempre creando desde los márgenes (¡por favor, escuchen a Luis! Ya no abunda este grado de poesía). Otros caminos abiertos ligados a sonidos electrónicos por medio de las nuevas incorporaciones de Pablo Reche y Movimiento Interno (proyecto solista de José Delgado Fuchslocher, ex La Gran Pérdida de Energía), que se suman a esa arista de índole más experimental que artistas como Entidad Animada, Palusunsystem y Minicomponente vienen explorando dentro del catálogo.
Un bucle melómano lleno de recovecos luminosos, desde todos sus frentes. Porque primero, para llevar adelante un sello discográfico, hay que escuchar música. Toneladas de música. Actualmente, Fuego Amigo son Fernando Graneros, Santiago Gayuli y Ramiro Montes.
Vociferando, con sus dos volúmenes, fue el último proyecto que llevó al frente Mariano de los Ríos junto al resto del equipo. Un homenaje a los héroes y heroínas de antaño como Miguel Abuelo, Los Encargados, Sumo, Virus, María Gabriela Epumer y Suárez, entre tantos más. Su pesquisa agitadora e incansable se inmortalizó en este preciso homenaje.
Hay un fragmento del texto que acompañaba el primero de los Compisellos que resume a la perfección la búsqueda más de raigambre por parte de Mariano y de Fuego Amigo: “Los sellos acercan una docena de canciones de variados estilos, distintas procedencias y hasta disímiles interpretaciones pero de una forma u otra con el mismo corazón”. Allí quizás radique uno de los secretos de este bastión fundamental de la independencia que fue, es y seguirá siendo Fuego Amigo Discos.