Era un día de sol y viento en las afueras de Santiago, a 20 km de la ciudad por la ruta que conduce al mar. Este año, la octava edición del Fauna Primavera atrajo a más de 12 mil personas al Espacio Broadway con una de sus mejores grillas, sin alejarse demasiado del espectro alternativo que caracteriza al festival: Built To Spill, Death Cab For Cutie, Warpaint, At The Drive-In, MGMT, Connan Mockasin, Lorde, Nina Kraviz y Javiera Mena fueron los nombres principales en sus cuatro escenarios.
El mayor acierto en la programación de este año para los amantes del indie rock fue Built To Spill, una banda fundamental de los ’90 que mantuvo un perfil bajo durante sus 26 años de carrera. Doug Martsch, al frente de una formación que nunca permaneció estable, llegó junto a dos músicos brasileños en la base rítmica, João Casaes y Lê Almeida, fundador del sello Transfusão Noise, para repasar las canciones que partieron de su segundo disco, There’s Nothing Wrong With Love, hasta el más reciente Untethered Moon. En este formato de trío y con una dosis extra de efectos controlados por pies y manos, el protagonismo estuvo en las seis cuerdas y en la voz suave de Martsch que no demuestra el paso del tiempo.
Así como el escritor de ciencia ficción Philip K. Dick se preguntaba “¿Qué es la realidad?” con la esperanza de encontrar algún día una respuesta, las canciones de Built To Spill parecen tomar el mismo camino cuando exploran teorías sobre los sueños, el tiempo, los viajes espaciales, la vida después de la muerte o las relaciones afectivas como si fueran fórmulas matemáticas. Cerca del final y siguiendo esta continuidad, “Randy Described Eternity” se unió a “Car” y luego “Carry The Zero” para cerrar un debut muy esperado por el público chileno. Después, Doug permaneció varios minutos más sobre el escenario guardando sus equipos, una costumbre que quizás mantiene desde sus primeros shows en Boise, Idaho.
Para enmarcar una ausencia, este horario en la programación le correspondía en un principio a Deerhunter, la banda que debió cancelar su gira latinoamericana luego de la muerte de su amigo y ex bajista Josh Fauver. Nos queda la esperanza de verlos en un futuro cercano y con circunstancias mucho más favorables si vuelven en 2019.
Dos horas antes, en el escenario contiguo, Warpaint inició su tercer show en suelo chileno con la canción que le dio nombre a su banda. Las californianas siguieron alternando el lado indie más experimental de The Fool con los ritmos bailables y cercanos al pop de Heads Up, pero lo mejor fue la inclusión de tres canciones de su primer EP Exquisite Corpse, cuyo nombre es una buena definición de su sonido original: arpegios de guitarra que dan pie a líneas de bajo intrincadas hasta que la batería altera el ritmo con un contrapunto. Es como si las cuatro integrantes siguieran su camino individual a partir de la última frase escrita en un papel, pero adivinando sus movimientos para complementarse a la perfección.
Con más guitarras protagonistas durante la noche, Death Cab For Cutie fue otra de las bandas que debutó en Chile con esta edición del festival, luego de 20 años de carrera y 9 discos de estudio. Aunque en sus orígenes tenían a Built To Spill como una de sus principales influencias, los de Seattle se fueron despojando del sonido indie para centrarse en el formato de canción más comercial que les valió un reconocimiento internacional. Frente a la multitud que se acercó después del atardecer, la banda realizó un set extenso y cargado de hits emotivos que culminó con “Soul Meets Body” y “Transatlanticism”.
Hablando de emociones exaltadas, Lorde subió unas horas después al mismo escenario en su segunda visita por Sudamérica. La joven neozelandesa interpretó una lista de canciones idéntica a las de Argentina, Brasil y México, sin cambiar el guion de su obra que también tiene la forma de un Melodrama. La curva empieza desde arriba con un momento de confrontación: “Sober”, “Homemade Dynamite” y “Tennis Court”, junto a los bailarines que la acompañan en su coreografía. Luego desciende al terreno melancólico de “Writer in the Dark” y “Liability”, se sienta y conversa con sus fans desde la orilla del escenario mientras el piano suena de fondo. Pero la heroína vuelve a ascender durante los versos de “Supercut” que invitan al público a saltar en plena catarsis, hasta el último acto con “Team” y “Green Light” que dejan el final abierto para el regreso de una cantante que ya no se considera una estrella pop.
Mientras tanto, en los oídos siguió resonando el estallido inicial de At The Drive-In, que se reunió después de quince años para demostrar que tienen mucho más ruido y complejidad rítmica para ofrecer. La banda post-hardcore de Omar Rodríguez y Cedric Bixler-Zavala centró su show en su disco Relationship of Command, desde la base más stoner de “Quarantined” hasta “One Armed Scissor” para hacer pogo como si fuera el año 2000.
Para bajar el ritmo cardíaco y subir la temperatura de una noche helada, MGMT convirtió más tarde el campo en una pista de baile con su poder de hipnosis visual y auditiva. El dúo de Andrew VanWyngarden y Ben Goldwasser, un clásico de los festivales en la última década, regresó con un set distinto que incluyó muchas canciones de su primer disco Oracular Spectacular además de presentar el nuevo Little Dark Age.
Escena retrospectiva: aunque la gran mayoría del público no estuvo presente al mediodía, Julien Barbagallo y su banda ofrecieron un concierto breve y muy agradable para inaugurar el Fauna Primavera 2018. El baterista y cantante francés había visitado antes esta región junto a Tame Impala y Pond, pero regresó este año para presentar su tercer disco solista Danse Dans Les Ailleurs. Lo más interesante llegó al final con “La vérité”, una canción introspectiva que nos invitó a empezar la jornada musical con cierta paz interior.
—¿Sabés qué es lo más curioso de los festivales en Chile? Las pequeñas diferencias. Tienen muchas de las cosas que tenemos acá pero son un poco distintas. Por ejemplo, podés tomar un vaso de pisco, spritz o cerveza y caminar por donde quieras, ir al frente del escenario o subir a unas plataformas que no están solo en el sector VIP. Allá también hay filas interminables, corridas y horarios superpuestos, pero eso pasa a un segundo plano cuando estás en un lugar nuevo a punto de ver a tu banda favorita.
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Foto principal: Mila Belén.