Antonia Navarro se reinventó en Insana y salva, su más reciente álbum. Un cambio de piel que le permitió dar un paso al costado del dream pop que coloreó sus comienzos con Lucidez (2020). Como si hubiese descubierto la pócima para cruzar umbrales hacia nuevos horizontes, la artista chilena residente en Argentina se muestra con una honestidad visceral que traspasa los oídos.
Todo lo que fue sigue presente en lo que es, pero Insana y salva va más allá. Tan prudente y desatada a la vez, Antonia traduce su arte en reflexiones sobre su día a día al flotar en un océano de melancolía con una propuesta mucho más intimista que devela lo que dicta el corazón.
“Insana y salva es una frase de honor con mi hermana mayor, María Jesús, que falleció en el 2008. Ella siempre cuando iba a un lugar me decía que había llegado ‘insana y salva”, jodíamos con eso y en mi mente quedó para siempre”, cuenta la cantautora y productora en conversación con Indie Hoy, mientras se prepara para la presentación oficial del disco el jueves 28 de septiembre en La Tangente. Es de este trasfondo que emerge el título del álbum, una ofrenda a la memoria, una manera perpetua de compartir y de volver a tomar la mano de alguien que se fue mediante melodías que exploran lo insondable.
La frase se transformó en un juego entre ellas, repetida en múltiples ocasiones en distintos momentos. Hoy en día, esta expresión lleva consigo un significado mucho más profundo. Pasó a ser el epígrafe de una obra que desafía la propia quietud y encuentra su fuerza en la autenticidad. Este detalle añade una capa adicional y evoca una trilogía de sentimientos inherentes al álbum. “Me trae nostalgia, un poco de gracia también, y valor -reflexiona-. Las tres cosas, me parece. Valor sobre todo, porque la usábamos cuando salíamos solas de noche. Y en un mundo que está completamente desquiciado, llegar salvo está perfecto. Ahora, insano habla de otra cosa, ¿no?”.
Insana y salva es también una búsqueda identitaria que trasaciende los límites geográficos para abordar estados anímicos variados que la artista había experimentado durante los últimos tres años. “Creo que a lo largo de los años, he podido llegar a un lugar que me siento bien, respecto al sonido, respecto al canto, y a lo que siempre soñé -cuenta-. Hay un sonido limpio, pero húmedo. Un poco más sequito que lo anterior, porque hasta en la voz se nota, que está más crujiente todo. No hay mucho efecto en la voz, casi nada. Antes la bañaba en reverb y ahora ya no. Es un poco más de cercanía, quizás“.
Entre estos dos últimos discos, brotó un proyecto efusivo que ofrece indicios sobre este cambio de rumbo. Ya que después de explorar el terreno de Lucidez, su inclinación por la electrónica floreció en su máxima expresión en Código (2022), el álbum debut del dúo que fundó junto a Benjamín Riderelli, conocido como Intona Rumore. En este punto, Antonia no parece haberse quedado con ansias de nada, respondiendo a la total digitalización con un disco más orgánico, natural y expresivo realizado en primer instancia junto a Cristian Villareal, para que luego tome las riendas de la producción Diego Acosta.
Esta adaptación muestra la versatilidad y la determinación de Antonia para llevar a cabo su visión musical. Durante el proceso de creación de Insana y salva marcó un punto de inflexión en su carrera. “Yo siempre quise hacer un disco con banda, que tenga batería, bajo y guitarras. Un disco que esté bien grabado. Pero nunca hubo presupuesto -explica-. Por eso me tiré para la música electrónica, de alguna manera, porque es más barato. Esta vez quería hacer un disco más rockero”.
Una instantánea perfecta de esta evolución estética se despliega en “Los días“, una canción que teje una cadencia poderosa y hechizante, donde la voz de Antonia flota como un ser celestial, irradiando un destello de luz en medio de la penumbra. “Es una de mis favoritas -admite-, es la que más me gusta tocar. El disco entero lo compuse en otoño, se nota por las letras, pero esta canción la hice en un momento de entrega. Pensé que no era un momento para ponerse a luchar, ni para resistirse respecto a ciertos cambios o sensaciones que tenemos. Era momento de entregarse a la incertidumbre o al vacío. Entregarse sin pretensiones al momento, la canción habla de eso”.
El recordar ese período, la artista sugiere que a veces es mejor fluir con la marea de la vida en lugar de resistirse, especialmente en un mundo marcado por la pandemia y la catástrofe. Permitir que los capítulos de su historia se adhieran de manera natural se convirtió en una forma de mantener su bienestar emocional y mental en medio de la incertidumbre reinante. Quizás esta elección también fue su forma de reconocer la belleza en dejar que la realidad misma, con todos sus altibajos, escriba su melodía.
“Yo hablo como chilena -afirma Antonia-. Desde que vine acá, estuve bastante en la calle. En 2019, justo antes de la pandemia, hubo un súper estallido social en Chile. Después no se podía salir. Yo estaba acá, pero mi madre, mi familia y mis amigas me cortaron la frustración de que se había cortado la salida a marchar. Sentía mucha impotencia. Claramente en ese momento no podíamos salir, había que hacer algo desde adentro. Fue muy frustrante, amargo y triste. Por suerte ahora ya pasó, pero en el momento fue muy difícil esta cuestión de decir: ‘si ahora no puedo tomar el control sobre esto, ¿qué es lo que puedo hacer? ¿Qué es lo que podemos hacer?’ La respuesta fue mirar para adentro y aceptar”.
Esta reflexión devela la sabiduría de la artista al comprender cuándo abrazar la calma y cuándo permitir que los misterios de la existencia se desplieguen a su propio ritmo, incluso en tiempos desafiantes. “¿Qué cosas podemos hacer desde nosotros para afuera? -se pregunta Antonia-. Porque es la única manera de seguir algún tipo de lucha o ideal. Hay que buscar todas las formas posibles. Mi favorita es la acción directa, pero adentro también se pueden hacer cosas”.
En este viaje introspectivo, Antonia teje con destreza diversos conceptos mientras se sumerge en un vasto horizonte de incógnitas existenciales. A través de las siete canciones que componen Insana y salva, la artista destila la esencia de sus vivencias personales. En ese sentido, reconoce que fue atravesada por un sentimiento particular de trascender la resignación, de elevar las penas en algo mucho mejor. “Pensé mucho en la lucha, en aceptar ese amargor, ese vacío y esa desilusión, para transformarlo”, admite con orgullo.
“Por otra parte, lo divino que es el caos -advierte-. De no olvidarte de quién sos, qué pensás, que sentís, qué representa tu forma de ser en este sistema y en este mundo. Y después, lo más tierno de todo, sanar tu propia herida y no dejar que sea una traba o una piedra que te haga tropezar. Todo lo contrario, que esa vida sea un impulsor de incomodidad para que vuelvas a habitar esa reflexión, de qué significó para mí y para el resto dentro de este engranaje. El disco habla mucho de eso, sin bajar una línea literal”.
A pesar de haber dado rienda suelta a su creatividad, un vacío persiste en el interior de Antonia Navarro. Durante el primer mes tras el lanzamiento del álbum, vivió una profunda desolación. Ahora, con su música en manos del mundo, se cuestiona cómo será recibida. Compara esta sensación con la emoción que precede al cumpleaños de una amiga durante toda la semana. Aunque la celebración sea una explosión de diversión con todos tus amigos, a veces, al regresar a casa, queda la sensación de que ya pasó y algo se perdió.
Liberar una carga implica más que simplemente sentir alivio. También significa sanar, renacer emocionalmente y abrir espacio para nuevas experiencias y crecimiento personal. Es como quitarse un abrigo pesado que te mantuvo atrapado y permitir que tu espíritu respire de nuevo, abriéndote a un mundo de posibilidades. En relación a esto, Antonia reflexiona: “Me siento vacía ahora, pero el hacer nunca termina. Es una cuestión de la no quietud y también de la industria que te vuelve un poco loca. Escucho mucho el disco, por más de que lo vengo haciendo hace un montón no me cansa. Y también porque estoy bien acompañada de todos esos recuerdos lindos que viví en estos últimos tres años. Entonces el balance es positivo”.
La primera pieza de este nuevo recorrido puede encontrarse en “Yendo“, el primer single que publicó después de haber publicado Claridad en 2021, un EP de remixes junto a Fus Delei, Vita Set y Viktoria Jáuregui, entre otras figuras de la escena electrónica. “Yo venía haciendo algo súper distinto -cuenta-, más electro pop con sonidos mucho más del tecno o de otros palos. De repente volví con ‘Yendo‘, un tema más rockero con unas guitarras re oscuras, más tipo King Krule. Pero bueno, los pensé como una entreguita chiquita para, de alguna manera, poner un termómetro y ver qué pasaba. Al igual que cuando te vas a meter al río y no te querés meter de toque porque te puede agarrar un bobazo. Sino de a poquito, para empezar a templarte vos y, a su vez, que el río también se acostumbra a ti”.
“La pócima”, el single siguiente, fluyó con facilidad, como si estuviera predestinado. Sin embargo, al concluir la composición, tanto Antonia como su productor Diego consideraron la posibilidad de que otro artista se uniera para hacer más colectivo el proceso de esta canción. “Ahí empezamos con Mariano Di Césare -recuerda-. Pobre, a él encima le encantó el tema y cuando llegó al estudio decía que ya estaba todo hecho. ¿Para qué me invitan? Así que empezamos a sacar la línea del bajo, algún sinte y ahí empezó a brillar su creatividad. Por cierto, le terminó dando un cierre mucho más experimental de lo que era. Antes era más radial y él le dio un toque de magia, un aire especial a la canción”.
El talante experimental de Insana y salva alcanza su punto cúlmine en el cierre con “Pájaros“, una canción que nos lleva por una montaña rusa emocional. Esta canción es un ecosistema de múltiples relieves, alternando entre momentos de claridad y explosiones apasionadas. “‘Pájaros’ es el caos mental justamente -define su autora-. Habla de algo súper natural como lo es el canto y baile de las aves, el vuelo entre los árboles. Y todo esto rodeado de una urbe gigante y gris. Lo divino dentro del caos, el desorden y el destiempo”.
Antonia nutre un imaginario rebosante de memorias, donde los recuerdos se entrelazan con los sueños y las emociones se convierten en paisajes naturales que dan vida a sus canciones. “Son imágenes que aguardan en mi cabeza porque he viajado y he vivido en varios lugares, pero siempre con mi familia -concluye-. Es parte de mis raíces. Yo soy de la ciudad, pero creo que soy un bicho más de campo y del mar. Me siento mucho mejor ahí. Todos esos paisajes que uso como pantallas para dibujar tienen que ver con esta sensación de comodidad, o de calor o de cariño que me dan. Porque en esos paisajes existe mi familia y todo lo que he vivido. También son disparadores de lo que soy y del corazón”.
Escuchá Insana y salva de Antonia Navarro en plataformas de streaming (Spotify, Tidal, Apple Music).