Veinte años no son nada o son una eternidad, depende de cómo se mire. En 2005, el mundo vivía con una intensidad que hoy parece lejana: YouTube daba sus primeros pasos, el iPod se consolidaba como el compañero inseparable de cualquier melómano, y las redes sociales eran apenas un germen de lo que vendría. Mientras tanto, en la música, los CDs seguían siendo un objeto preciado y cada lanzamiento tenía el potencial de marcar una era.
Ahora, en 2025, esos discos que nacieron en un mundo analógico-digital empiezan a tener el peso de lo histórico. ¿Cómo envejecieron? ¿Siguen sonando actuales o son cápsulas de un tiempo irrepetible? A dos décadas de su llegada, es momento de volver a escucharlos con nuevos oídos.
Animal Collective – Feels
FatCat

Si Sung Tongs (2004) había consolidado a Animal Collective como exploradores del folk psicodélico, Feels los llevó a otro nivel de expresividad y riesgo. El sexto álbum del grupo estadounidense es un torbellino de emociones que fluye con la imprevisibilidad de una desventura lisérgica, donde la euforia y la melancolía coexisten en armonía. “Did You See the Words” abre el disco con una explosión de alegría desbordante, mientras que “Grass” canaliza la energía infantil con percusiones frenéticas y gritos exaltados. Todo en Feels parece orgánico, como si la música respirara por sí misma.
A medida que el álbum avanza, la efervescencia se disuelve en paisajes más introspectivos. “Bees” se desliza con un ritmo hipnótico, mientras que “Banshee Beat” es un trance emocional que crece y se desvanece como las olas del mar. La producción del disco -a cargo de la misma banda- captura cada detalle con una calidez envolvente, haciendo que cada canción se sienta viva y en constante mutación. Feels es una experiencia sensorial, un viaje a un mundo donde la música no tiene estructuras rígidas, sino pulsos emocionales. Es la prueba de que Animal Collective no hace canciones, sino universos en donde hundirnos. – Juampa Barbero
Antony and the Johnsons – I Am a Bird Now
Secretly Canadian

La vulnerabilidad nunca había sonado tan inmensa como en I Am a Bird Now. Anohni Hegarty -en ese momento Antony- transforma su voz en un instrumento que acaricia y desgarra, convirtiendo cada canción en una plegaria. Desde la apertura del disco con “Hope There’s Someone”, el álbum se siente como un refugio para quienes habitaron la periferia de la identidad, la sensibilidad y la existencia. “For Today I Am a Boy” es el centro gravitacional de la obra, un testimonio sobre la transición y el deseo de volar lejos de las imposiciones de género. Cada palabra cae con el peso de una verdad ineludible.
Pero la belleza de este disco no reside solo en su lirismo, sino en la manera en que Antony lo viste de sonidos etéreos, cuerdas frágiles y pianos que parecen suspendidos en el tiempo. Con participaciones de Lou Reed, Devendra Banhart y Rufus Wainwright, esta obra se convierte en una suerte de comunidad sonora, un coro de almas afines que encuentran en la música su forma más pura de expresión. I Am a Bird Now no pertenece a ninguna época ni género, sino que es un testamento de transformación, de dolor y redención. Un disco que no se escucha: se habita. – Juampa Barbero
Babasónicos – Anoche
Universal Music Argentina

La música de Babasónicos es capaz de entrelazar seducción, misterio e ironía con una elegancia que conmueve, y a su vez, eriza la piel. Cada canción de Anoche es un destello de lujuria, desencanto y juegos de poder, donde la banda refina su capacidad para decirlo todo sin tener que pronunciarlo. “Carismático“, con su arrogancia magnética, se convirtió en un canto de superioridad impostada, mientras que “Yegua” es un viaje sensual entre el deseo y la sumisión. Pero es “El colmo” el momento que confirma el talento de la banda para transformar el júbilo en una declaración de principios.
Sin embargo, Anoche no es solo un puñado de hits, sino una obra conceptual que captura la esencia de una noche eterna, donde la realidad se distorsiona entre luces bajas y promesas efímeras. Las letras juegan con el doble sentido y la insinuación, mientras la música envuelve al oyente en un trance sofisticado. Babasónicos no busca respuestas, sino sensaciones: en este disco, el amor es una trampa, el poder es un juego y el placer es adictivo. Entre sintetizadores sutiles, guitarras precisas y la hipnótica voz de Dárgelos, Anoche se erige como una obra maestra de la ambigüedad y la provocación, un álbum diseñado para perderse en la madrugada y regresar sin sentirse igual. – Juampa Barbero
Beck – Guero
Geffen

Después del folk melancólico de Sea Change, Beck volvió a sus raíces con Guero, un álbum que mezcla funk, hip-hop y rock con una frescura desbordante. Trabajando nuevamente con los Dust Brothers, responsables del sonido caleidoscópico de Odelay, el resultado es un disco vibrante que oscila entre lo callejero y lo surrealista. “E-Pro” abre con una energía arrolladora, mientras que “Qué Onda Guero” retrata con groove e ironía la vida en los barrios latinos de Los Ángeles. “Go It Alone” y “Black Tambourine” adentran al oyente en un groove hipnótico, demostrando que Beck domina el arte de lo inesperado.
Pero el noveno álbum de estudio del músico estadounidense no es solo una fiesta de sonidos, sino que también es un reflejo de la alienación moderna. “Missing” se desliza entre ritmos brasileños con un aire de desolación, mientras que “Earthquake Weather” pinta un paisaje urbano distorsionado por la rutina. En su esencia, Guero encapsula lo que hace a Beck un artista único: la capacidad de habitar múltiples géneros sin perder su identidad, de hacer que lo caótico suene armónico. Es un disco que sigue sonando tan fresco como el día en que salió a la luz, una prueba de que el mestizaje musical puede ser tan desafiante como divertido. – Juampa Barbero
Bloc Party – Silent Alarm
V2 / Wichita / Vice

Con su caos, su belleza y su latente sensación de peligro, Silent Alarm es un disco que suena como una ciudad en plena noche. Bloc Party tomó el llamado post punk revival y lo llevó a un nivel de urgencia y precisión quirúrgica. “Like Eating Glass” abre con un frenesí de guitarras afiladas y una batería que golpea como una metralla, estableciendo el tono para un álbum que nunca baja la guardia. Russell Lissack y Kele Okereke se entrelazan en estructuras dinámicas, recordando el estilo de bandas como Gang of Four, pero con una sensibilidad más melódica. “Banquet” es un torbellino de deseo y desesperación, mientras que “Helicopter” suena como una persecución nocturna a toda velocidad.
Pero Silent Alarm no es solo adrenalina, sino también un disco profundamente emotivo. “Blue Light” y “This Modern Love” dejan entrever una vulnerabilidad que pocas bandas del género se atrevían a mostrar. La producción es impecable, logrando que cada instrumento tenga su peso sin perder la emotividad. Bloc Party capturó en este álbum la ansiedad de los tiempos modernos, el ruido de una generación que busca algo más allá de la repetición diaria. Dos décadas después, sigue sonando como el soundtrack de una juventud rabiosa que se niega a apagarse. – Juampa Barbero
Broadcast – Tender Buttons
Warp

Minimalista y enigmático, Tender Buttons se siente como un sueño fragmentado, una transmisión desde una dimensión paralela. Los ingleses Trish Keenan y James Cargill destilaron su sonido hasta lo esencial, dejando atrás las capas barrocas de sus trabajos previos para construir un álbum crudo pero etéreo. La batería programada y las guitarras monocromáticas crean un paisaje mecánico, donde la voz de Keenan flota con la frialdad de una emisora de radio fantasma. “Black Cat” es un hechizo repetitivo, mientras que “America’s Boy” y “Corporeal” suenan como retazos de un futuro perdido en el tiempo.
Pero en su aparente rigidez, Tender Buttons esconde una sensibilidad inmensa. “Tears in the Typing Pool” es una de las canciones más hermosas y tristes del disco, un susurro de nostalgia filtrado a través de una máquina. “Michael A Grammar” juega con el lenguaje de manera hipnótica, convirtiendo palabras en sonidos antes que en significados. Cada canción es un misterio, una pieza de un rompecabezas que nunca termina de completarse. Trish Keenan dejó este mundo demasiado pronto, pero en Tender Buttons su voz sigue resonando, atrapada en una frecuencia que nunca se apagará. – Juampa Barbero
Coiffeur – Primer corte
Independiente

Desde un dormitorio en el Conurbano Oeste, Guillermo Luis Alonso irrumpió en la escena bonaerense con un disco de canciones acústicas que cabalgan con rapidez y decisión, actitud que muy pronto le ganó la etiqueta de “trovador del folk punk”. No había nada directamente contestatario en el disco debut de Coiffeur, pero sí podemos encontrar en sus diez composiciones las más descaradas e inocentes declaraciones de amor. Quizás su rebeldía esté en haber esquivado la idea de formar una banda y en su lugar confiar ciegamente en lo lejos que puede llegar una canción sin decoro; apenas una guitarra, una máquina de ritmos que solo marca un pulso, y una voz audaz que en los primeros segundos del disco advierte: “No te digo lo que pienso, podría hacerte sonrojar”.
A pesar de la austeridad en su instrumentación, Primer corte no es un disco para nada monótono sino más bien una montaña rusa de emociones. Pequeñas joyas sentimentales como “Amor-on” y “Buenos recuerdos” (con el suave acordeón de Juanito El Cantor y Aldo Benítez como letrista) aparecen como momentos de paz antes de la tormenta de otras canciones como “De una vez por todas” y “De vos conmigo”. Esa intensidad emocional también se refleja en la edición física del disco: un CD-R acompañado por un librito artesanal, cortado en tres partes, que parece extender el mismo gesto íntimo y afilado de estas canciones. Como si el envase mismo fuera otro collage de emociones fuertes, armado a mano y sin pudores. – Eric Olsen
El Mató a un Policía Motorizado – Navidad de reserva
Discos Laptra / Sidra Discos

Navidad de reserva no es un disco navideño en el sentido convencional, pero sí captura a la perfección lo que esa fecha representa en muchos hogares: un cruce entre la euforia y la melancolía, entre el abrazo y la soledad. Este EP marcó el inicio de la trilogía conceptual de El Mató a un Policía Motorizado, donde el nacimiento, la vida y la muerte se entrelazan con una poética cruda y minimalista. La banda platense juega con la contradicción de la Navidad como símbolo de renacimiento, pero también como escenario de derrotas íntimas. Los versos de Santiago Motorizado, escuetos y punzantes, evocan imágenes que podrían pertenecer tanto a un recuerdo feliz como a una postal triste de la madrugada emborrachándose con sidra en vasos de metal.
Navidad de reserva sigue la línea del rock alternativo lo-fi con el que El Mató cimentó su identidad, pero con una madurez que ya adelantaba su evolución. Desde “Navidad en los Santos” hasta “El árbol de fuego”, pasando por otros temones como “Viejo, ebrio y perdido” y “Noches buenas”, la instrumentación construye un clima casi apocalíptico que terminaría de explotar con la tercera entrega de la trilogía. Hay un espíritu de fiesta, sí, pero es el de una celebración en ruinas. En su aparente sencillez, Navidad de reserva se convirtió en un álbum de culto que cada diciembre vuelve para recordarnos que, entre brindis y luces de colores, siempre hay espacio para el desencanto. – Juampa Barbero
Emmanuel Horvilleur – Rocanrolero
Sony Music Entertainment Argentina

Titular Rocanrolero a un disco tiene algo de provocación, pero también algo de homenaje. En su segundo disco solista, Emmanuel Horvilleur sorprendió con un vuelco al rock and roll de baterías potentes y guitarras distorsionadas, aunque con canciones de alma melódica y sensible. “Para mí, rocanrolero no es roquero ni rocker, sino que es un concepto que incorpora algo más lúdico, que tiene que ver con el costado más funk del rock”, dijo en una entrevista. Tal vez por eso las canciones que mejor hayan envejecido no sean las más cercanas al canon del rock clásico, sino las que muestran a un Horvilleur cómodo en su zona de confort: el pop.
Ahí es donde despliega su talento natural para la melodía, su oído privilegiado para los arreglos y una soltura casi instintiva para habitar géneros sin que parezcan disfraces. Parte de Rocanrolero vibra en esa fibra pop que Emmanuel lleva impresa desde sus días en Illya Kuryaki, pero acá la usa con un tono más íntimo, menos extravagante y más emocional. Después de todo, probablemente sea mejor recordado por contener “Fan” y “No como”, dos hits inoxidables que siguen deslumbrando cada vez que suenan en vivo. – Eric Olsen
Gabo Ferro – Canciones que un hombre no debería cantar
Azione artigianale

Cuenta la leyenda que en abril de 1998, Gabo Ferro se subió al escenario del Bauen junto a su banda hardcore Porco y, en la sexta canción del show, se quedó sin voz. Se fue al camarín, guardó el micrófono en el bolso, fue hasta la puerta y se fue caminando por Callao. En ese momento, Ferro abandonó la música -pero sobre todo la manera de hacer música- por unos cuantos años, un proceso que decantó en Canciones que un hombre no debería cantar, su primer álbum solista en clave renacimiento folk.
Las doce canciones que integran el álbum tienen una ternura y sensibilidad que desafiaban, desde el título de la obra, los límites de los géneros y la masculinidad misma. Confesionales (“Como tus zapatos”), dramáticas (“El jardín más bello”) e incluso con guiños humorísticos (“El amigo de mi padre”), cada una de estas canciones son un tesoro en sí mismo.
Antes de su muerte en 2020, Gabo tuvo una obra muy prolífica, que cuenta con otros siete discos en solitario y varios otros firmados en colaboración (de hecho, en Canciones… lo acompañan Ariel Minimal y Leopoldo Limeres de Pez y Rogelio Jar). Pero fue con este álbum debut que se logró parar al frente de una ola de cantautores que marcaron la escena argentina hacia fines de la primera década del nuevo milenio, como Lisandro Aristimuño, Coiffeur, Aldo Benitez y Félix Cristiani. – Rodrigo Piedra
Gorillaz – Demon Days
Virgin

La distopía nunca sonó tan adictiva como en Demon Days, una verdadera parábola sombría envuelta en ritmos irresistibles. Producido por Danger Mouse, el segundo disco de Gorillaz transforma la frustración de la era post-11S en un carnaval sonoro donde el hip-hop, el dub y el rock se entrelazan con sintetizadores fantasmales y bajos profundos. El tracklist es una sucesión de canciones icónicas: “Feel Good Inc.” es una elegía disfrazada de hit global, “El Mañana” se ahoga en su propia melancolía, y “Kids with Guns” resuena con el temperamento de un volcán. La voz de Damon Albarn es la guía de este viaje por un mundo al borde del colapso, donde incluso la salvación parece un espejismo.
Pero entre la oscuridad, Demon Days también deja espacio para la resistencia. “Dirty Harry” suena como un grito de guerra funk, “DARE” convierte la desesperanza en un baile catártico y “Fire Coming Out of the Monkey’s Head”, con la narración de Dennis Hopper, transforma una fábula en advertencia. Y cuando el álbum se cierra con la coral “Don’t Get Lost in Heaven” y la etérea “Demon Days”, la sensación es inequívoca: no importa cuán sombría sea la noche, siempre habrá una salida. Dos décadas después, este álbum sigue sonando como una premonición lúcida de un mundo que nunca dejó de arder. – Juampa Barbero
Intoxicados – Otro día en el planeta Tierra
Soy rock

Algunas noches terminan en canciones, y algunas canciones terminan siendo himnos de quienes nunca encontraron su lugar. Otro día en el planeta Tierra es un disco ecléctico, donde cada composición es un relato nocturno o una confesión sincera. Con letras directas y sensibles, Pity Álvarez transforma lo cotidiano en historias que podrían escucharse en cualquier bar de madrugada. “Nunca quise“, uno de sus temas más icónicos, se convirtió en una oda a la libertad, mientras que “Fuego” nos recuerda su pluma sagaz: “El incendio está cerca y no voy a quemarme sin antes pelear”. ¿Y cuántas lágrimas se derramaron escuchando “Fuiste lo mejor”?
El tercer disco de Intoxicados es una radiografía de la vida sin filtros, un retrato de excesos y redenciones, de amores que duelen y noches que nunca terminan. Con su voz rasposa y su espíritu errante, Pity nos lleva de la mano por un mundo donde la felicidad y la tristeza son dos caras de la misma moneda. Quizás su último gran disco, el último destello de un talento indomable que se perdería en la neblina de su propia leyenda. En sus acordes vibra la esencia de un artista que, entre el caos y la genialidad, supo transformar su verdad en canciones eternas. El resto es historia. – Juampa Barbero
Kanye West – Late Registration
Def Jam / Roc-A-Fella

Si The College Dropout (2004) había mostrado a Kanye West como una fuerza en ascenso, Late Registration confirmó su genio desbordante. En un giro inesperado dentro del hip-hop de la época, el rapero y productor oriundo de Chicago incorporó arreglos de cuerdas, pianos barrocos y una producción cinematográfica a cargo de Jon Brion, llevando el género a una escala épica sin perder su esencia callejera. En cada track, el disco se siente orquestado para desafiar la monotonía de los beats reciclados: “Touch the Sky” es una fanfarria de victoria, “Gold Digger” un hit radiante de ironía, y “Drive Slow” una postal urbana melancólica.
Pero la ambición de Late Registration va más allá de lo sonoro, abrazando el exceso y las contradicciones de su autor. Kanye es el rockstar y el poeta, el millonario consciente y el enfant terrible del mainstream. “Crack Music” denuncia el impacto de la epidemia de drogas en la comunidad negra, “Roses” convierte la enfermedad en arte desgarrador, y “Diamonds from Sierra Leone” escupe verdades sobre la hipocresía del lujo. Es un álbum que captura a Kanye en su mejor versión: el visionario que aún tenía algo que demostrar, el genio antes de la megalomanía absoluta. – Juampa Barbero
LCD Soundsystem – LCD Soundsystem
DFA

El debut de LCD Soundsystem es un manifiesto de ironía, hedonismo y obsesión por la música. James Murphy construyó un álbum doble donde el dance-punk se encuentra con el espíritu del post punk, fusionando la energía de la pista de baile con la desazón de la vida adulta. Murphy no solo crea música para bailar, sino también para pensar y reírse de uno mismo. Pero lo que hace especial es cómo logra convertir influencias dispares —krautrock, disco, house— en un sonido propio. No es solo música bailable: es una arqueología sonora con una actitud tan cínica como apasionada.
Desde el primer track, “Daft Punk Is Playing at My House”, queda claro que este no es un disco convencional: es una celebración de la cultura de club filtrada por la actitud DIY del punk neoyorquino. Temas como “Losing My Edge” funcionan casi como un monólogo generacional, entre la arrogancia y la inseguridad de quien vivió la escena desde adentro. Y cuando el álbum se sumerge en lo instrumental (“Yeah”, “Tribulations”), el groove es imparable. El resultado es un debut que no se conformó con ser solo un disco de baile, sino un espejo de una generación atrapada entre la nostalgia y el futuro. – Juampa Barbero
M.I.A. – Arular
XL / Beggars

Cuando Arular irrumpió en la escena, sonó como una bomba de energía radiante que arremetía contra cualquier categorización. M.I.A. tomó influencias del baile global -desde el dancehall hasta el grime- y las combinó con beats electrónicos afilados y letras incendiarias. Desde la apertura de “Pull Up the People”, el disco se planta como un manifiesto revolucionario, con M.I.A. escupiendo versos sobre inmigración, guerra y resistencia con una actitud que era imposible de ignorar. “Bucky Done Gun” convierte un sample de baile funk brasileño en una pieza de artillería sonora, mientras que “Galang” suena como un himno de rebeldía nacido en las calles.
Más allá de su carga política, Arular es también un álbum radicalmente divertido. “Sunshowers” envuelve mensajes complejos en melodías pegajosas, mientras que “Bingo” y “URAQT” juegan con el hip-hop y el electro pop con una soltura magnética. La producción es tan áspera como sofisticada, llena de sonidos sampleados de radios piratas y ritmos que parecen sacados de una protesta callejera. Con este debut, M.I.A. estableció una estética, una actitud y una nueva forma de entender la música global. Arular no envejeció ni un día: sigue siendo un estallido de fuego, caos y creatividad sin límites. – Juampa Barbero
Madonna – Confessions on a Dance Floor
Warner Bros. / Maverick

En 2005, Madonna volvió a reinar sobre la pista de baile con Confessions on a Dance Floor, un disco que fusiona el hedonismo del club con la introspección del amanecer. Con Stuart Price en la producción, la reina del pop diseña un setlist sin pausas, donde cada track se funde en el siguiente como un DJ set impecable. “Hung Up”, con su imparable sample de ABBA, es una declaración de urgencia emocional y física, mientras que “Sorry” desliza un lamento altivo entre beats elegantes. Pero bajo las luces de neón, también hay confesiones: “Let It Will Be” y “How High” dejan entrever el costo de la fama, la incertidumbre de una carrera en constante reinvención.
A diferencia de otras resurrecciones pop, Confessions on a Dance Floor no se aferra a la nostalgia, sino que la reconfigura en un presente vibrante. Madonna no solo adopta la estética electrónica de principios de los 2000, sino que la lleva a su punto más refinado, entre capas de sintetizadores envolventes y pulsaciones de house europeo. Pueden seguir pasando las décadas, pero este álbum seguirá latiendo en cada fiesta. Madonna, siempre camaleónica, encontró en este disco la forma de seguir moviéndose sin perderse en el tiempo. – Juampa Barbero
Mataplantas – El sueño del hombre pulpo
Isopo Discos / Warner Music Argentina

En su disco debut, Mataplantas demostró una química difícil de encontrar en otros primeros discos de bandas argentinas de la época. El grupo integrado por los cantautores Pablo De Caro, Pablo Malaurie, Maximiliano García y el baterista Nazareno Gil funcionaba como un tándem que avanzaba a contracorriente con sus riffs distorsionados, estructuras impredecibles y letras que bordean el surrealismo. La crítica de ese entonces no tardó en etiquetarlo como “garage sci-fi”, pero lo cierto es que Mataplantas se transforma en cada canción de El sueño del hombre pulpo. En la rabiosa “El increíble hombre menguante” encarnan a una banda de garage desquiciada, mientras que en la melancólica “La mejor de las fiestas” suenan como un ensamble de pop sentimental.
Sus integrantes contaron que el imaginario psicodélico detrás de estas canciones estuvo en parte inspirado en las películas de terror y ciencia ficción del director español Narciso Ibáñez Menta. Este mundo de vaqueros y monstruos es sonorizado por una producción sumamente creativa a cargo de Sebastián Volco y Mariano Manza Esaín, quien ese mismo año también publicó junto a su banda Valle de Muñecas el potente disco debut Días de suerte, y con el tiempo se convertiría en el productor predilecto de Mataplantas y los proyectos solistas de sus integrantes. Esa alianza artística fue clave para delinear la ambición de ópera rock o película apocalíptica clase B que sobrevuela El sueño del hombre pulpo, y que terminaría marcando el template para los dos discos que vendrían: Hickie en 2006 y el excelente Escape del planeta viviente en 2008. – Eric Olsen
NerdKids – Bubbleglam
Abanico / Soy Rock / Universal Music Argentina

Hay discos que se sienten como una generación poniéndose de pie, y Bubbleglam es uno de ellos. NerdKids no llega para rendir homenaje ni para repetir fórmulas, sino para instalar su propio manifiesto de glitter y disonancia, como si Fun People y Embajada Boliviana hubieran dejado una chispa encendida en una era de fotologs y melodías instantáneas. No hay veneración al pasado ni pretensión de adultez en sus canciones. Bubbleglam es el sonido de una juventud que no se toma demasiado en serio pero que, en el fondo, tiene bien claro de qué se trata. NerdKids no busca convencerte de su talento ni demostrar virtuosismo, sino simplemente plantarse con la seguridad de quien sabe que la actitud es más importante que cualquier solo de guitarra.
Si hay algo que define a Bubbleglam es la manera en que captura el vértigo de una época sin perder frescura en el proceso. Canciones como “Tu estilo es un free pass” o “5 palabras” funcionan como pequeñas cápsulas de hiperactividad emocional, un diario íntimo escrito en neón y delineador. El disco no le tiene miedo al artificio ni al descaro, abrazando el pop como un espacio de transformación y juego. En un rock argentino históricamente marcado por la solemnidad y la construcción del mito, NerdKids elige otra ruta: la del descarte veloz, la del cambio constante, la de un presente que solo tiene sentido si se lo vive sin reservas. Bubbleglam no busca quedarse en la historia, sino incendiarla en el momento justo. – Juampa Barbero
Sufjan Stevens – Illinois
Asthmatic Kitty

Si la historia de Estados Unidos pudiera contarse como un sueño febril, Illinois sería su banda sonora. En su obra maestra barroca, Sufjan Stevens transforma la “Land of Lincoln” en un tapiz de cuerdas, vientos y coros etéreos, donde cada canción está cargada de nostalgia y mitología. “Chicago” es un viaje iniciático en carretera, donde la juventud y el frenesí conviven entre arreglos grandiosos, mientras que “John Wayne Gacy, Jr.” desnuda la banalidad del mal con una ternura perturbadora. Entre referencias a Superman, ovnis y asesinos seriales, Stevens encuentra belleza en lo cotidiano y lo trágico, con la voz de un poeta perdido en un reloj de arena.
Pero bajo la meticulosa orquestación y los arreglos complejos, hay un alma frágil latiendo. Stevens convierte su obsesión por lo minucioso en un relato profundamente humano, donde la geografía se vuelve emoción y la historia se canta con las emociones a flor de piel. “The Predatory Wasp of the Palisades Is Out to Get Us!” destila la inocencia de la juventud en arpegios delicados, mientras que “Casimir Pulaski Day” encuentra la espiritualidad en el duelo. Dos décadas después, Illinois sigue siendo un mapa emocional, un eco de la América profunda que, en su grandeza y en su desolación, nunca deja de susurrarnos nuevas historias. – Juampa Barbero
Victoria Mil – Estoy bien bien bien
Art Music

“Yo creo que en las drogas hay un aprendizaje”, decía Miguel Castro en una entrevista de la época del lanzamiento de Estoy bien bien bien, el sexto disco de Victoria Mil que también fue el pico de su popularidad. El hedonismo y la psicodelia marcaron a la banda desde sus comienzos en Adrogué, con letras que no le daban rodeos al tema y una musicalidad que iba del kraut al dub sin pedir permiso.
Para este disco, la banda -cuyo núcleo completaba Julián Della Paolera como cofundador y cocompositor- retomó el formato cuarteto e indagó en la composición a través del sampleo y las secuencias. Con Gabo Manelli y Diego Tuñón de Babasónicos en la producción, Victoria Mil exploró en Estoy bien bien bien su costado más rockero. El video de “Bien equivocado” tenía una alta rotación en MTV y MuchMusic, a la vez que en “El rock vive de mí” cantan sobre cómo es tener una banda y recibir poco a cambio. El éxito de Sin restricciones de Miranda! -publicado un año antes- y los videos que se desprendían de Anoche de Babasónicos apalancaron toda una escena de electro rock nacional, con Los Látigos, Azafata y NerdKids completando el panorama.
Después de Estoy bien bien bien, Victoria Mil publicaría dos discos más antes de entrar en un hiato indefinido: Están despedidos (2008), que continúa la senda de su predecesor, y Muy lejos (2010). Desde entonces, Migue formó UN (el más reciente lanzamiento de este proyecto, Astral cínico, data del año pasado) y Della Paolera hizo lo propio con Ok Pirámides (en 2024 estrenaron el álbum Bueno todo el día). Para todo aquél que crea en la psicodelia como una manera de expandir la conciencia, la puerta de Victoria Mil siempre estará abierta. – Rodrigo Piedra