20. Sufjan Stevens – Carrie & Lowell
Asthmatic Kitty
Carrie & Lowell es un logro desde todo punto de vista. En sus quince años en actividad, Sufjan Stevens entregó grandes discos en los cuales el folk se abría a lo barroco, lo orquestal y lo electrónico. Pero luego de cinco años desde su último álbum, el opulento The Age of Adz, demuestra que a veces crecer es despojarse y nos ofrece, probablemente, el mejor trabajo de su discografía. Con una desnudez reveladora, tanto lírica como sonoramente, Sufjan aborda el conflictivo vínculo con su madre y el duelo luego de su fallecimiento. Teje con maestría un puñado de canciones, que entrelazan la tristeza de la pérdida y la difícil búsqueda de sentido con melodías de delicada belleza, sin resultar en un trabajo que se abandone a la depresión o la oscuridad. Un tono susurrado y de reposo atravieza el disco, que encuentra dentro de la coherencia temática e instrumental, la riqueza y variedad necesaria para brindarnos una experiencia movilizadora y trascendente. Mariano Rosales
19. Astro – Chicos de la luz
Discos Río Bueno
En la prehistoria de Astro, cuando estos niños aún no habían editado su primer álbum, pero cuando ya te batían en la cara cosas como “No tengo miedo a las masas te tengo miedo a ti” (“Drogas mágicas“, 2009), se mandaron un remix de “Hasta la verdad” de Javiera Mena, un spot sentimental de aceptable orientación al electropop. El resultado de la intervención fue una ficción de la pretensión de despojo que estipulaba la versión original. Suprimir lo mundano, lo ordinario y orientarlo a la ficción. Eso es pop y eso es lo que hace Astro. Es el 2015 y Chicos de la luz es el segundo disco de la banda comandada por Andrés Nusser. Tiene diez canciones y basta leer algunos títulos de estás para confirmar como continúan metidos en esta especie de imaginario chamánico psicotropical con coqueteos de blando Jodorowsky y explícita ufología. Reseña completa – Sebastián Caraballo
18. Mueran Humanos – Miseress
ATP Recordings
Carmen y Tomás nos entregan 9 canciones que se traducen en poco más de media hora de fríos y contundentes compases. Con una producción impecable y tras haber llamado la atención del prestigioso sello británico ATP Recordings, a través del cual fue lanzado este disco, podríamos asegurar que el dúo argentino está indudablemente cosechando el producto de más de 7 años haciendo ruido en diferentes rincones de Europa. Aunque las letras siguen siendo recitadas en español, con la misma solemnidad y convicción que en sus álbumes anteriores, el espíritu de la escena berlinesa y del kraut-rock es palpable en muchas de las atmósferas que propone Miseress en canciones como “Mi Auto”, mientras que en la canción homónima que abre este disco, se pueden vislumbrar ciertos sonidos que remiten a canciones del Skying de The Horrors, dentro de la precisión y sobriedad de sus sonidos sintetizados. Luego en “El Círculo”, las letras una vez más dejan en evidencia la eterna disidencia de Mueran Humanos: “No puedes entrar en el círculo, no puedes respirar nuestro aire, porque nacimos para estar descalzos sobre las cabezas de los reyes”. Luego podemos sumergirnos en la oscura y bailable densidad hipnótica que propone “El Vino De Las Orgías”, y en la amplitud de efectos sonoros que trae “La Torre de La Hora” durante poco más de 7 minutos. Con este álbum, lanzado hace apenas unas semanas, la banda que acepta ser una anomalía y no encajar en ninguna escena, una vez más consigue conjugar magistralmente brutalidad y elegancia. Laura Camargo
17. Wilco – Star Wars
dBpm
Lo nuevo de Wilco no sólo sorprende por su repentina aparición y todo lo que ella conlleva, sino también por su sonido: podemos decir que la banda se puso sónica (o cósmica tal vez). Ya desde el nombre se nos induce a pensar en eso pero, tratándose de una banda en constante movimiento entre el alt country y el pop psicodélico (ahí están los imprescindibles Sky Blue Sky y Yankee Hotel Foxtrot), no imaginábamos que podrían darle una nueva vuelta de tuerca a su característico sonido. Y no sólo eso, podemos decir que se pusieron más concisos que nunca, ya que estamos ante un disco de poco más de media hora de duración, cosa infrecuente desde sus primeros trabajos. Star Wars es el disco más urgente de los de Chicago, hecho comprobable incluso en las letras, que si bien no llegan a ser tan directas y reflexivas como las de Sky Blue Sky, (salvo “Taste the Ceiling” que sí va por este camino), dentro de su simpleza estructural -ver si no la letra de “More…”- dejan lugar para la abstracción, las rimas y la aliteración. El noveno álbum de la banda, si no contamos sus dos colaboraciones con Billy Bragg y su álbum en vivo, deja de lado lo retro y lo conocido y les permite reinventarse una vez más. Resta saber cuál será su próxima jugada. Reseña completa – Julio Pérez
16. Florence and the Machine – How Big How Blue How Beautiful
Island
How Big How Blue How Beautiful es más grande todavía de lo que anuncia su nombre: Florence Welch ha alcanzado un nivel de elocuencia en su escritura que no solo hace del disco algo exquisito de oir líricamente sino que también traslada al oyente a lo más profundo de las experiencias personales que inspiraron las canciones con un intimismo que lo hace único. Y es que a diferencia de sus dos trabajos anteriores, este álbum es el más personal de todos y por lo tanto también más honesto y hasta frágil; en palabras de Florence: “Ceremonials estaba muy obsesionado con la idea de escape o la trascendencia a través de la muerte, pero el nuevo álbum se convirtió en tratar de aprender cómo vivir y cómo amar en el mundo en lugar de tratar de escapar de él. Lo cual es atemorizante porque no estoy escondiendo nada, pero se sentía como algo que tenía que hacer”. Esa oleada de catarsis post ruptura que es este tercer disco de la banda te choca de frente con fuerza, te hunde, te hace tragar agua salada en enormes cantidades y te desespera, hasta que finalmente vuelve a la calma y te deja tomar una bocanada de aire solamente para volver a arrastrarte otra vez. Reseña completa – Rocío Teves
15. Kurt Vile – B’lieve I’m Goin’ Down
Matador
En un 2015 que desplaza al rock cada vez más hacia un costado de la constelación musical, Kurt Vile aparece como una figura anacrónica. Si no lucía ya excesivamente desconectado de su entorno, ahora lo termina de hacer: desenchufó las guitarras eléctricas de su lanzamiento definitivo Wakin’ on a Pretty Daze y dio un vuelco casi total hacia lo acústico en B’lieve I’m Goin Down, su último disco de estudio. Precisamente, estas composiciones lidian con la desconexión. B’lieve I’m Goin’ Down empieza y termina con el pelilargo contemplando su reflejo en un espejo y en una foto respectivamente. La paleta sonora es exactamente la que se puede esperar del músico de Filadelfia: el sexto álbum de este muchacho es melódicamente cálido, predominan tanto los acordes arpegiados como el fingerpicking, y tiene dejos de folk, country y singer/songwriter. B’lieve I’m Goin’ Down se siente tan efímero como una bocanada de humo. No hay tanta evolución presente como sí condensación y reafirmación de sonidos anteriores, con algo más de instrumentación que sirve para ornamentar a los temas con sutilezas, dotándolos así de autonomía. Esta es una entrada perfectamente respetable en la discografía de uno de los mejores cantautores de nuestros tiempos. Reseña completa – Bartolomé Armentano
14. Ibiza Pareo – Ibiza Pareo
Geiser Discos
Ibiza Pareo es un dúo conformado por dos ex YiLet (Ani Castoldi y Marina La Grasta) que se decidieron a entrar a la pista de baile por la puerta del hi-fi. Con una producción mucho más lograda –no solo en tanto trabajo técnico sino formal- que en sus anteriores proyectos, el disco debut homónimo rastrea influencias diversas en función de un trance constante que remite a Xxyyxx, Grimes y The Fin aunque también a Melody’s Echo Chamber. Las canciones se desenvuelven con un ritmo que entremezcla la importancia fundamental de los bajos y baterías pero también una rica diversidad de sonidos exóticos –pianos, marimbas y flautas, muy percusivos pero sin dejar de ser melódicos- que transportan la danza a playas lejanas del humo bolichero. Afortunadamente, la energía de este primer album no deja de entenderse como una continuidad con los anteriores proyectos de sus miembros –tanto YiLet como Rumanians- con un aire de mayor frescura, como si hubieran cosechado un lenguaje más concreto en el cual plasmar sus intenciones de hacernos bailar. Misión cumplida. Reseña completa – Francisco Fradi
13. The Weeknd – Beauty Behind the Madness
Republic / XO
Abel Tesfaye nos habla de la imposibilidad de amor profundo y tradicional en su vida desde “Real Life“, el primer corte de este álbum tan criticado por sus seguidores de larga data al ser una incursión casi descarada al pop y la escena mainstream. En su defensa, no por ello The Beauty Behind The Madness deja de ser confesional y salvaje. El canadiense, una vez más expone sus vicios, miedos y convicciones al mejor estilo de Amy Winehouse en canciones como “Tell Your Friends” y “Often” que dan cuenta de su desenfrenada vida luego de alcanzar el éxito como artista. Tras este giro en su carrera, y gracias a su pasión en la interpretación vocal masculina y presencia sobre el escenario, también ha recibido comparaciones con el ídolo Michael Jackson. De cualquier forma, invitados de lujo como Lana Del Rey en “Prisoners”, su composición lírica bastante directa y picante, además de ritmos cercanos al R&B -incuestionablemente sensuales y aptos para las pistas de baile-, le abrieron paso a esta producción en las listas hasta llegar al número 1 en Billboard apenas a un mes de haber sido lanzada. “They tell me not to fall in love, that shit is pointles…” y “When I’m fucked up, that’s the real me…”, entre otras tantas líneas perpetúan el legado sincero y autocompasivo de Abel, mientras que el poderoso groove de canciones como “The Hills” y “Can’t Fell My Face” -que por cierto en realidad no hablan acerca de amor, sino de adicción a la cocaína-, lo catapultaron como uno de los nuevos maestros del pop y lo llevaron a conquistar el éxito masivo que nunca negó estar buscando, aunque el precio, sin dudas, haya sido alejarse del estilo que marcó con su aclamado Trilogy. Laura Camargo
12. Grimes – Art Angels
4AD
Art Angels es el mejor trabajo de la canadiense a la fecha: una sinfonía pop cuya sensibilidad invita al baile ya no en los confines de tus auriculares sino en la magnitud de una discoteca. El LP germinó de cómo ejecutivos llamaban continuamente al sello de Boucher para solicitar al responsable detrás del “sonido de Grimes”, como si su trayectoria no hubiera podido ser mérito de todo su trabajo, talento y esfuerzo. La cantante de “Oblivion” rechaza la idea de que una mujer en el pop es un mero vehículo para los dotes de un productor, por lo que produjo por primera vez enteramente por su cuenta. Art Angels reemplazó así la catarsis y la victimización de todo lo anterior por un sonido más renovado y agresivo que nunca, reflejo más apropiado de quién es ella hoy. Para continuar evidenciando semejante autonomía, la autodidacta no se limitó a su comando inmaculado en la electrónica, sino que aprendió también a tocar violín, batería y guitarra. Boucher, estandarte de la autogestión, se postuló como la estrella pop menos pensada con uno de los mejores discos del género en los últimos años, pero cierra Art Angels afirmando: “I’ll never be your dream girl”. Tan atravesada por la contradicción, podría ser una digna sucesora tanto de Britney como de Prince según le plazca. Reseña completa – Bartolomé Armentano
11. Hot Chip – Why Make Sense?
Domino
La banda inglesa Hot Chip publicó este año su sexto disco, el más soft y elegante. Arranca medianamente arriba con “Huarache Lights”- un single con gancho que recuerda a la apertura de Reflektor de Arcade Fire– pero cuando se ponen funkies siempre mejoran (“Started Right”, “Easy to Get”) y hacen recordar a Taylor cantando “I´m sick of the motherfuckers trying to tell me that they´re down with Prince” (“Down with Prince”), allá en 2004. En un disco siempre hay una canción que va cuajando de a poco, “la gota que horada la piedra”. En mi caso es “White Wine and Fried Chicken”. Después de escucharla algunas veces, descubrí la razón: una balada simple, un soft-rock setentero y unas letras llenas de satisfacción. Junto a “Burning Up” (esta con voces mucho más sintetizadas y una letra bien punk) demuestran que Hot Chip se mueve bien en ese registro, sin arriesgar mucho y conmoviendo con poco. Reseña completa – Pablo Scoufalos