Llegó diciembre y nunca lo habíamos esperado tanto. Un año en el que la muerte y la pérdida, en tantos sentidos, fueron los protagonistas, la música nuevamente demostró su poder en el plano mundial: nuevas discusiones y temas tan candentes resignificaron la canción de protesta en un mundo colapsado. Grandes artistas nos dejaron físicamente (David Bowie existía en carne y hueso) y dos de ellos nos dejaron su despedida días antes de la muerte. Pero también fue el año de algunos regresos y los siempre bienvenidos debuts que aportan la frescura que todos buscamos.
Estos 50 títulos que hoy presentamos son el retrato de los discos que nos acompañaron en los últimos doce meses. Hubo más, muchos más (en total, nuestro staff eligió 198 discos) pero en la lista solo ingresan 50.
Si hacen clic en las tapas, pueden ir a la plataforma digital que ofrece el disco en streaming. Algunos títulos también tienen una reseña completa, previamente publicada, que pueden leer siguiendo el link que aparece al lado de la firma del autor.
50. Angel Olsen – My Woman
Jagjaguwar
Este es el cuarto trabajo de estudio de la joven originaria de Missouri que además de haberse ganado un notable lugar en el mundo de la música, se reinventó a ella misma buscando otros sonidos sin descuidar su esencia. Acá hay folk, hay pop, alguna que otra guitarra rockera y sobre todas las cosas, hay bastante melancolía en la atmósfera. Lanzado a través del sello Jagjaguwar a principios del mes de septiembre y con una gran aceptación a nivel mundial, Angel Olsen trabajó como co-directora para los videoclips de los cortes “Intern” y “Shut Up Kiss Me”, se divirtió patinando, lució pelucas brillantes y nos acercó un disco que según ella recorre temáticas que se relacionan con lo complicado de ser mujer hoy en día. Podríamos decir que Olsen se desvió un poco del camino que había marcado anteriormente con Burn Your Fire for No Witness pero así y todo el dejo de tristeza con el que recuerda relaciones pasadas y amores que ya no están, sigue presente al momento de componer sus temas. Con letras casi introspectivas y algunas baladas, My Woman tiene los puntos más altos con canciones como “Sister”, “Give It Up” o “Woman”, en la que la cantante luce su voz tan particular y nos deja ser partícipes de algo que parece súper íntimo. – Florencia Garrido
49. Perras on the Beach – Chupalapija
Independiente
Chupalapija tiene una energía muy fresca que de tan espontánea y desvergonzada conmueve a través de diferentes humores, con mucha verticalidad y simpleza. Pero esta simpleza no es para nada torpe, ni tan cabeza como podría pensarse: una tapa de canguros swag con bling blings en el cuello anticipa las canciones flasheras, gritonas, puteadoras con improvisada prolijidad; sin embargo, múltiples influencias y sonidos variados constituyen un disco potente, sólido: con una paleta de sonidos amplia, una calidad y un trabajo que los aleja bastante del predecible lo-fi que podría esperarse de un primer trabajo. Las canciones pasan por el folk lisérgico, un punk rocanroleado y hasta hip hop con rimas absurdamente burlonas que conviven armónicamente bajo el espíritu ecléctico y deshinibido del disco. – Reseña completa – Francisco Fradi
48. Los Besos – Un disco de Los Besos
Independiente
Después de los EPs 1 y 2 (que fueron compilados en una única publicación en Bandcamp), Los Besos suma integrantes a la banda y publica el primer disco anunciado como tal. La simpleza y minimalismo del nombre y de la portada son el menú de entrada para el universo de las canciones de Paula Trama y su banda. Apenas seis canciones, en dieciocho minutos, son suficientes para caer en los encantos de su poesía, tan contemporánea como para hablar del Candy Crush pero tan clásica como para interpretar a la Velvet Underground en “Soy tu ventana“. La sutileza y la pista como fascinación en la seducción son elementos que están presentes en toda la obra de Trama y en este primer LP de Los Besos son la bandera, el eje. “Despacio” es el lentazo, la política “8N” el hit. Rodrigo Piedra
47. Pablo Neptuno – Aventura
Cool Ghost Records
El “Mac DeMarco argentino”, como mas de una vez escuché que se le refería, estrenó su disco Aventura después de dos adelantos que fueron engañosos para sacar conclusiones sobre la totalidad del disco, que resultó ser una grata sorpresa. Todas las canciones que comprenden el disco tienen su propia identidad, si bien en trasfondo tienen una base, y el lo-fi como principio, muchas canciones sobresalen por el contraste con su antecesora: “Adios jovencita” es un ejemplo, un minuto que sirve de pausa o especie de interlude y nos saca de donde veníamos. A continuación en “Av. Córdoba” una grave voz camina sobre una base de percusión y teclado de forma muy agradable, pero choca con la que le sigue, “Iglu“, que es una suave guitarra a la que después se le suma una voz matizada. En esencia todas las canciones que hacen Aventura son un punto aparte, que solo piensan en sí misma pero la originalidad individual de este colectivo hace que sean eso, un colectivo que puede convivir con armonía entre tema y tema. – Martín Cordova
46. Justice – Woman
Because Music / Ed Banger
Este año marcó el regreso de Justice. Aunque nunca estuvieron ausentes realmente (gran parte de ese tiempo entre Audio, Video, Disco y Woman lo emplearon en ir de gira en gira hasta que en 2014 volvieron a meterse al estudio). Al parecer el resultado no fue el que los fans de una banda de ese tamaño deseaban. Si bien fue común escuchar comentarios como el de “este disco no está tan bueno”, el hecho de que los franceses hayan lanzado material nuevo después de cinco años era razón suficiente para emocionarse; ritmos en su punto, líneas de bajo implacables que realzan el valor de los sintes y sampleos son parte de la fórmula de este material. El inicio con “Safe and Sound” es ambiental, susurrante y pagajosa pero no termina de explotar. Después “Pleasure” muestra los primeros rasgos de ¿madurez? en los que se apuesta por lo seguro y se renuncia un poco a la sorpresa. En “Stop” se apuesta por el sintetizador, apuesta que cambia a las guitarras en “Fire”, mucho más popera y alejada de la electrónica, pero sin dejar de sonar a Justice. Sin embargo, temas como “Alakazam” o “Heavy Metal” recuerdan al Justice de hace unos años, el que los fans pedían y que era un éxito seguro en la pista de baile y que tan distantes parecen de las nuevas estructuras, pese a las líneas funky, los sofisticados sintetizadores y los guiños a la electrónica ochentera. La cosa sigue, pues aunque el resultado es más apaciguado, es suficiente para llegar al climax en distintos puntos. Quizás el reclamo más legítimo es que les faltó experimentar más, pero temas como “Fire” o “Stop” bastan para apagar el fuego y, de nuevo, poner a bailar al mundo. – Samuel Nava
45. Mi Nave – Tristeza
Polvo Bureau
Con su tercer LP, Mi Nave terminó de alejarse de las inclinaciones ruidosas de su debut Brillante. Editado por Polvo Bureau, Tristeza es un disco apropiadamente nombrado. La capacidad de la banda de barnizar canciones dotadas de vitalidad con un sutil dejo de melancolía evidencia una gama emocional tan desarrollada como las destrezas individuales de sus integrantes. Precisamente de eso se trata Mi Nave; de dejar de lado la jerarquía y poner a sus eslabones al servicio de algo mayor: una confluencia orgánica de talentos increíbles e instrumentación abundante. El resultado de esta intersección musical (en conjunto a la co-producción de Diego Acosta) son diez tracks increíbles, donde priman las atmósferas, las texturas y una producción excelente. Tristeza termina de confirmar lo que ya todos sospechábamos: que Mi Nave es la mejor banda rosarina de la actualidad. – Bartolomé Armentano
44. Ases Falsos – El hombre puede
Quemasucabeza
El hombre puede y Ases Falsos también. Dos años después de su último lanzamiento, los chilenos regresan con un disco con muchos más matices y lo mismo cargado de un montón de frases duras que apuntan a la cabeza e incomodan a más de uno con nostálgicas historias de desamor y añoranza. Grabado por Kily González y producido por Martín del Real, El hombre puede salió a la luz bajo el famoso sello Quemasucabeza. Si bien el disco se encuentra lleno de esa nostalgia inherente a la música chilena contemporánea, se encuentra marcada con dos tonos distintos, pues mientras la primera mitad del disco luce crítica y rebelde, líricamente hablando, el resto transcurre entre historias de amor y desamor. – Reseña completa – Samuel Nava
43. Soft Hair – Soft Hair
Weird World
Connan Mockasin y Sam Dust de LA Priest y Late of the Pier tienen un proyecto llamado Soft Hair, con el cual lanzaron su álbum debut homónimo, Soft Hair, en octubre. Para dar a conocer el proyecto estrenaron el video de “Lying Has To Stop“, una rendición de cuentas lisérgicas, con altas dosis de locura, extrañeza y sensualidad trasnochada. La grabación del disco ocurrió a lo largo de los útlimos cinco años, mientras ambos trabajaban en paralelo con sus proyectos como solistas. Después de la dispersión de Late of the Pier, a quien Connan apoyó en su gira 2009 (cuando se conocieron los dos), Sam viajó al este de África, Europa y otros lugares, pasando el tiempo inventando instrumentos, produciendo y dirigiendo, emergiendo como LA Priest en 2015 con su álbum debut Inji. Las canciones de este disco fueron escritas y grabadas en diferentes locaciones, implementando métodos nuevos que ninguno de los dos habían usado previamente, ofreciéndonos un disco musicalmente atractivo y estrambótico. – María Acrich
42. Weezer – Weezer (White Album)
Crush
Cuando en la madrugada del primero de abril Weezer anunció en las redes que su nuevo disco estaba ya disponible, los comentarios de los fans empezaron a hacerse sentir: “¡Es increíble que hayan hecho dos buenos discos seguidos!”, parecía ser el pensamiento general. Después del excelente Everything Will Be Alright in the End (2014), podremos seguir celebrando con el nuevo disco de los californianos; otro disco sin título que obtiene su nombre del color de la portada (lo mismo que pasó con el “Blue”, el “Red” y el “Green” album) y es un nuevo retorno a las bases que la banda levantó en los noventa. Una estructura conformada por guitarras distorsionadas, riffs tan poderosos como melancólicos y estribillos pegadizos que lloran como lo hacen los anti-héroes, los actores secundarios, olvidados, esos que también quisieran salvar al mundo y quedarse con la chica. Como una oda al verano, las canciones de este álbum blanco giran en torno a la playa, los pelos al viento, las olas y el amor pasajero. En definitiva, es un clásico álbum de Weezer, donde si bien la madurez es evidente, la juventud interminable de su música da a luz a canciones con una total frescura; diez nuevos himnos de victoria de cuatro eternos perdedores. – Reseña completa – Lisandro Ruiz Díaz
41. The Last Shadow Puppets – Everything You’ve Come to Expect
Domino
Cuando parecía que no se volvería a escuchar ni ver un nuevo álbum del dúo inglés, Alex Turner (Arctic Monkeys) y Miles Kane (ex Rascals), lanzaron Everything You’ve Come To Expect, su nuevo disco, con un sonido cada vez más perdido en las sombras. The Age of Understatement, su álbum debut, se caracterizó por ritmos veloces, rasgueos galopantes y cierta solemnidad que lo llevo al éxito mundial. La secuela es totalmente distinta, pero tampoco irreconocible. Everything You’ve Come To Expect es más contemplativo, es un trance tenue que por momentos se atrasa y por otros se vuelve más ligero en el paso. Da la sensación de que está a punto de estallar en un mar de intensidad, pero sin embargo, las canciones no sorprenden por la sorpresa sino por la ausencia de lo inesperado, dejando una incógnita en cada track. Los ritmos del post-punk y la compañía de los arreglos orquestales para darle espectacularidad a las canciones se encuentran presentes, como lo estuvieron en su anterior disco, y quizás sea lo que equilibra la balanza. – Reseña completa – Miguel Anuar Falú
40. Las Bistecs – Oferta
Independiente
¿Qué pasa en España? Con ese interrogante abre el primer y esperado disco de Las Bistecs, esta dupla de chicas con un sonido auto-catalogado como “electro-disgusting” que cómodamente se ubica en la línea del pop madrileño pero moderno (en el sentido irónico y en el literal). Contemporáneo, al fin y al cabo. Este debut llegó después del éxito de “HDA“, single que le valió la reverencia de Alaska (este nombre debería darte una pista del árbol genealógico de la cuestión), y fue auto-editado después de una campaña de crowd-founding porque después de semejante hit por supuesto que todos queríamos escuchar más de esta gema gallega. Si son el futuro o no el tiempo lo dirá, pero Oferta quedará como un hito muy alto del 2016. Rodrigo Piedra
39. Kate Bush – Before the Dawn
Concord / Fish People
Después de 35 años de ausencia en los escenarios, Kate Bush volvió en el 2014 para una residencia de más de veinte shows en el Hammersmith Apollo Londres. Nadie sabía la razón de su regreso, así como nadie sabía qué esperar. Before The Dawn, el disco triple en vivo que documentó lo que unos pocos pudieron experimentar en persona, permite un vistazo a la intimidad de esta artista y al lugar musical en el que se encuentra. Separado en tres partes, el álbum continúa la división conceptual que tuvieron los shows: un set de hits de finales de su carrera, la suite Ninth Wave de Hounds Of Love, y A Sky Of Honey de Aerial. La elección de la lista de temas fue muy cuestionada en su momento, tildada de “oscura” o “innecesariamente alternativa”. Pero Before The Dawn prueba, a lo largo de dos horas y media, que la fluidez no se pierde en ningún momento entre los 29 temas que lo componen. Kate Bush no perdió la magia, la voz ni el misterio. Incluso al escuchar estas grabaciones, que incluyen monólogos y fragmentos que pertenecen a lo que debió ser una espectacular puesta teatral, es difícil no reprochar la falta del acompañamiento visual correspondiente. Aunque el audio se sostenga por sí mismo, nadie es capaz de suplir la imaginación de una de las mejores artistas de la historia. Fernando Pagano
38. Hijo de la Tormenta – El manto de la especie
Independiente
Conceptual. Testimonial. De Época. El Manto de la Especie es un disco extraordinario que funciona en múltiples niveles sin perder belleza. No solo evoca un espíritu de resistencia que se manifiesta en un sueño de redención naturalista, sino que se afirma, también, desde la reivindicación de una tradición estética que hunde raíces en el rock de los ’60 y los ’70. Se trata de un disco de rock duro que aunque formalmente se nutra de los tópicos de la psicodelia oscura (incluyendo también el sludge, el stoner y el drone), se hace fuerte desde la poesía y la impronta de las grandes efigies del rock argentino. Una especie de encuentro tácito entre Invisible y Black Sabbath que logra volverse accesible incluso para aquellos que no acostumbran a disfrutar de una buena distorsión valvular. Visual. Climático. Intenso. Musicalmente imperecedero. El Manto es un disco atemporal que se disfruta a nivel de un clásico. – Calamar Xig
37. Frankie Cosmos – Next Thing
Bayonet
Detrás de Frankie Cosmos se oculta (o revela, dado el tono íntimo de sus canciones) la joven Greta Kline. Fotografía y dibuja su experiencia neoyorquina en breves y ligeras canciones, exponiendo con sencillez aquello que la atraviesa: tener veinte años, sus amistades, desencuentros, su cuerpo, el amor, estar o no en el lugar o momento adecuado. “Cuando sos joven sos demasiado joven, cuando sos viejo sos demasiado viejo” canta dulcemente, apropiándose de su inadecuación y segura de ir siguiendo su propio itinerario. Llevando con liviandad su guitarra eléctrica, acompañada por la marcada presencia del bajo y una sutil combinación de órgano y batería, continúa con la línea melódica de su debut oficial Zentropy (2014, Double Double Whammy). Alejándose un poco de las cientas de canciones publicadas en su Bandcamp, que bordeaban el anti-folk y el lo-fi, con Next Thing avanza hasta un conjunto más enfocado, sin dejar en el camino nada de la urgencia y fragilidad inicial. Mariano Rosales
36. La Femme – Mystère
Born Bad Records
Mystère de La Femme es un baile de Tarantino interminable, donde la imaginación se torna gruesa y en ocasiones hasta extraña. Con 15 tracks contando con un total de 70 minutos, Mystère se convierte en el álbum más ambicioso de la banda de Biarritz, cuyos miembros son originarios de Bretaña, Marsella y París, haciendo del disco un desafío para tus oídos con secuencias ligeras mezclando el surf rock y el Kkautrock, alternando entre temas suaves y fuertes para lograr una presentación de un disco que te convierte en el ser más cool del planeta. Mystère es una completa obra de arte, que después de haberla escuchada varias veces, solo puedo subrayar el consejo certero que la banda ofrece en el comunicado de prensa del álbum: “Tomar las cosas con calma y dejarse llevar”. – Leonardo Castro Pozo
35. Car Seat Headrest – Teens of Denial
Matador
El protagonismo en este disco lo tiene William Toledo, un niño grande sin miedo a decir lo que piensa ni de criticar lo que es aceptado. Su forma de expresión viene en forma de guitarras disonantes, una voz que a veces grita y a veces susurra al oído y mucho sarcasmo. Todo esto envuelto en melodías interesantes y pegajosas, que se presentan con títulos curiosos y que ciertamente nunca aburren, cansan o decepcionan. Tal es la genialidad para escribir de Toledo que podemos ver un alter ego suyo, llamado Joe, a quien dedica dos canciones: “Drugs with Friends” y “Joe Goes to School“. “You have no right to be depressed, you haven’t tried hard enough to like it”, es una de mis frases favoritas de todo el trabajo, quizás un reclamo al “careteo” de atribuirse enfermedades mentales (como la depresión) sin realmente tenerlas. “Drunk Drivers/Killer Whales“, es una canción que habla del sentimiento después de una fiesta, cuando regresás solo y reflexionás sobre todo, “The Ballad of Costa Concordia” es una ingeniosa metáfora, comparando las malas decisiones de ambos: el cantante de la banda y el capitán del Costa Concordia (barco hundido en el 2012) durante unos intensos e íntimos 12 minutos, hacíendola la más larga del disco. – Martín Córdova
34. Las Sombras – Las Sombras
Queruza
Sinceramente no sé cómo reseñar el primer disco de Las Sombras. Estamos hablando de un disco soberbio, creído, presumido. Un disco compadrito. Carteludo. Canchero. Sus canciones tienen un aura y una mística propia, sólo comparable al potencial hipnótico de Los Espíritus… algo (un no-se-qué) que empieza por un pulso y una textura casi primitivas, pero que se respira luego como un aliento resacoso y opiaceo. Hay gestos dandys, de a ratos tangueros, en la reverberación de la voz, hay rock and roll y fondo de vaso. Hay humo de cigarrillo que se mezcla con las imágenes difusas de una noche de bares. Hay fraseos de una nota que se arrojan sobre acordes bruscos. Golpes que se cruzan como en un baile de caderas quebradas. Qué se yo. Ya ni se lo que digo. Lo que si sé es que la música es embriagadora y que el disco suena como tiene que sonar un disco de rock. Punto. – Calamar Xig
33. Triángulo de Amor Bizarro – Salve discordia
Mushroom Pillow
Si ya desde Año Santo (2010) se les veía un potencial increíble que después confirmaron con Victoria Mística (2013), con Salve Discordia Triángulo de Amor Bizarro se consolidó como una de las bandas más importantes de España. Para sorpresa de muchos, los primeros singles sonaban distantes de lo que nos tenían acostumbrados, a tal grado de preguntarnos qué había pasado estos tres años con los de La Coruña. Esta vez reemplazaron la experimentación y psicodelia con reverb y potencia. Y lo demuestran desde el principio con “Desmadre Estigio”, seco y directo. “Gallo Negro se Levanta” aumenta la sensación de coraje y acción para después encontrarse con un oasis en la voz de Isa Cea en “Barca Quemada” (referencia directa a la crisis de refugiados en Europa) y “Seguidores”. Pero las influencias permanecen y en “Baila Sumeria” aún se distingue el gusto por el shoegaze mientras en la violenta “Cómo encontró a la Diosa” está saturada de reverb y casi noise. Pero, como en la vida, a veces se baja la guardia para caer en las mieles del amor para después tratar de arreglar el corazón roto y ellos se lo dan primero en “Qué hizo por ella cuando la encontró” y luego en “Nuestro Siglo Fnord”. Pero eso es todo, que el sentimiento de frustración y enojo explota en la lapidaria “Euromaquia”, con el viejo continente como una máquina que devora y escupe a sus hijos. El final lo ponen la relajada y coqueta “Luz del Alba” y la experimental y discordiana “O Salve Eris”. En general, en esta nueva entrega se ve un sonido mucho más potente y alejado del shoegaze en el que hace no mucho se les encasillaba. La lírica es brillante y es tan directa como un puñetazo a la nariz; le canta a lo antiguo y mágico pero confronta lo establecido hoy. Tal como el nombre lo indica, Salve Discordia es una oda al caos, tal como lo es el mundo hoy día. – Samuel Nava
32. M.I.A. – AIM
Interscope
“No necesito ninguna audición / sólo tengo mi propia misión / crece más grande que la de un político”, nos dice Maya Arulpragasam, a.k.a M.I.A. en “Freedun“, una de las canciones más representativas de su nuevo trabajo. Claramente, no es lo único que ha dicho. En una entrevista que le hizo a la BBC Radio 1, dejó en claro que será su último álbum de estudio aunque seguirá haciendo música. La urgencia de explorar nuevas vertientes creativas y quizás, un poco de desaliento por una regular recepción por parte del público, han ido alejándola de los recintos de grabación de sonido. Quiso que su supuesto último disco sea recordado de una manera positiva y no tanto por mantener una marcada mirada crítica que suele envolver a sus creaciones. Sin embargo, no olvidemos que es M.I.A, hija de un activista político muy importante de Sri Lanka, que vivió las penurias de la sublevación, que sintió la discriminación a flor de piel y la censura ya en su época de artista. M.I.A no puede escapar de ella misma. – Reseña completa – Santiago Qura
31. Bon Iver – 22, A Million
Jagjaguwar
Si vamos a hablar de los mejores discos del 2016, es imposible olvidarse de 22, A Million de Bon Iver. El sucesor del disco homónimo (2011) es realmente un disco muy importante. El lider y corazón de este proyecto, Justin Vernon, nos muestra un disco que desde lo musical sale un poco de su perfección, a la que nos tiene acostumbrados, introduciéndose en un terreno más humano, y mucho más intenso e interesante huyendo a la comodidad de lo ya realizado. El falsete sigue siendo cautivador, acompañado de teclas desnudas de piano y tambores retumbantes, más bien espectrales, que paradojicamente se funden con su suavidad y estética única. Inicia con “22 (OVER S??N)“, un track ideal para meternos en un viaje de sonidos de vientos (saxo y tormpeta) más unas voces con ecos poco claras pero que transportan claramente hacia algun lugar de claridad y paz. Continuando con un galopante “10 d E A T h b R E a s T“, y devolviendo la calma con “715 CR??KS” y “33 GOD” con voces sampleadas, luego se vuelca a su lado más electrónico en “8 (Circle)“. Como si fuera poco, Bon Iver parece entenderlo todo y se encargó de subir las canciones versión karaoke con las letras incluidas. No solo eso, sino que todas las canciones inician con un número, por lo que siempre van a aparecer en primer plano sea cual sea la lista de reproducción. Estamos ante un disco tan bueno como ansiado, al mismo tiempo tan experimental y meticuloso como chocante, pero que vale la pena darle la chance de escucharlo siempre con un clima acorde a su calidad. – Ricki Tassile
30. Savages – Adore Life
Matador
Tres años después de su imponente debut Silence Yourself, Savages retornó para romper el eco de las promesas hechas. Pureza, contundencia, soberbia y profundidad eran solo algunos de los requisitos que aquel gigante estándar autoimpuesto les exigía. Adore Life redobla la apuesta, demuestra que las Savages son temerarias en su propuesta y saben exactamente el pulso con el que se mantiene su obra. Adore Life es visceral, movilizador, explosivo. Explora y demanda una mayor apreciación de la vida, exteriorizando aquello que la hace tan complejamente excitante: el amor, el deseo, el anhelo por algo más, las inescapables expectativas y decepciones. Impulsa a ir contra lo normalizado, cuestionar lo impuesto, empujar los límites de la experimentación. Impone tajantes cuestionamientos a los que propone esenciales respuestas. Y lo hace con un invencible magnetismo sensorial: bajo punzante, acordes hipnóticos, dinámicos cambios de ritmo y… la magnífica Jenny Beth. – Agustina Checa
29. Pet Shop Boys – Super
X2
Con doce canciones, Super es tanto para la pista de baile como para la introspección hedonista que busca el éxtasis en los rítmicos sonidos del house. A diferencia del disco anterior, los Pet Shop Boys se empatizan un poco más con el trance y el deep house, sin dejar de lado su amor por el synthpop. Canciones como “Happiness” y “Pazzo!” nacieron para ser parte de la escena electrónica ya que son buenas resignificaciones de sonidos actuales influenciados por la sabiduría de una larga trayectoria haciendo bailar a la gente. En definitiva, Super es un excelente disco que sin buscar llamar la atención y querer gritar “modernidad”, logra muchas matices interesantes, sensitivas y fundamentalmente bailables. No se repite, no busca caer en el cliché y su lírica es un llamado de atención a todos esos chicos amantes de la escena de los clubs. Dedicado a todos aquellos que salen por y para la música. – Reseña completa – Santiago Qura
28. A Tribe Called Quest – We got it from Here… Thank You 4 Your service
Epic
We Got It From Here… Thank You for Your Service es el sexto disco de la banda y el primero en dieciocho años desde la edición de The Love Movement, en ese lapso la banda se disolvió por diferencias personales entre sus miembros, enfrentó y negó rumores de un nuevo material y hasta se reunieron brevemente para participar del Yeezus Tour de Kanye West. Fue en el 2015 tras una presentación en el programa de Jimmy Fallon que la banda se enteró del tiroteo sucedido en Le Bataclan y decidió dejar de lado sus diferencias para ponerse a trabajar, ahora sí, en un nuevo material. We Got It From Here… mantiene el sonido clásico y brutal de la banda y demuestra que su relevancia y vigencia siguen intactas. Uno de sus atractivos son las participaciones de figuras como Jack White y Elton John que prestan su guitarra y piano respectivamente y también sus voces en “Solid Wall of Sound”, el mismo Kanye West en “The Killing Season”, Kendrick Lamar en “Conrad Tokyo” o Andre 3000 en “Kids”, entre otros. A su vez, el disco terminó convirtiéndose en el trabajo final de Phife Dawg, ya que éste falleció en marzo de este año, solo ocho meses antes de la salida del álbum debido a complicaciones con la diabetes. – Daniela Álvarez
27. Solange – A Seat at the Table
Saint / Columbia
Lo bueno se hace esperar. Aunque sabemos que el refrán no siempre cumple, en el caso del primer LP de Solange, la promesa incluso se queda corta. Para todos aquellos que quedamos embobados gastando en replay las magníficas composiciones de su EP True por tres años, esperar el primer larga duracion de Solange costaba porque ya se podía anticipar su grandeza. Para quienes se adentraron en este nuevo disco sin precedentes, el golpe debió ser incluso más aplastante. Es que, miente el que diga lo contrario: A Seat at The Table sacudió al mundo. Poco después de su lanzamiento, “Don’t Touch My Hair” se convirtió en un tarareo mental universal y Solange dejo de ser “la hermana de Beyoncé” para convertirse en una deidad en sí misma. ¿Qué tiene de monumental A Seat at the Table? La fortaleza compositiva desde donde se erige, sus importantes colaboraciones, la firmeza de una artista que apuesta con convicción a sus elecciones estéticas, pero, sobre todo, la urgencia y elocuencia de sus reclamos líricos: igualdad social, ya sea en términos de raza o a través del empoderamiento de la mujer, que encuentra en Solange, su imagen, ejemplo y sentidas palabras, un nuevo referente en su lucha contra un mundo tradicionalmente opresor. Un disco tan grande como A Seat At the Table inspira, regenera las energías perdidas y nos invade de esperanza. Entre los anhelos generados, en mí genero la necesidad de vivir hasta que en un futuro lejano hagamos referencia a Beyoncé como “la hermana de Solange”. – Agustina Checa
26. The Brian Jonestown Massacre – Third World Pyramid
Bomp! / TVT / Tee Pee
Existen pocas bandas en la actualidad que sean tan prolíficas como esta. Siendo una gran influencia para muchos artistas nuevos, The Brian Jonestown Massacre viene pisando fuerte hace varios años y se reinvindica en lo suyo cada vez que aparece material nuevo en su discografía. Este es un disco que nada tiene que ver con lo que vimos alguna vez en Dig!, el documental dirigido por Ondi Timoner que mostraba las locuras, las peleas y los excesos de Anton Newcombe y sus compañeros en una relación de amor-odio. Este álbum es el fruto de un gran proceso de maduración musical y de la continua búsqueda para ir más allá del sonido tradicional del rock psicodélico. Third World Pyramid fue totalmente producido y grabado por Newcombe en su estudio de Berlín y se convirtió en el decimoquinto trabajo de estudio del grupo que se presentó hace poco en nuestro país y que dejó a más de uno con un lindo viaje adentro de la cabeza. Si hay algo que podemos afirmar es que los tiempos cambian al igual que la industria musical y la gente en sí, pero nadie negaría que estamos frente a una de las bandas más eclécticas e innovadoras de los últimos tiempos. ¿Las favoritas?: “Don’t Get Lost”, “Government Beard” y la homónima “Third World Pyramid”. – Florencia Garrido
25. Warpaint – Heads Up
Rough Trade
Salir de lo convencional en el mundo de la música puede ser un arma de doble filo y no todos los artistas se arriesgan a probar con fórmulas nuevas o experimentar con géneros por los que nunca antes habían transitado. Las chicas de Warpaint grabaron en solo cuatro meses el sucesor del disco homónimo de 2014 y nos sorprendieron con sonidos algo oscuros y con canciones que nada tienen que ver con las de The Fool (álbum debut de 2010) o con el EP Exquisite Corpse. Acá el talento y la energía se fundieron para armar un álbum quizás complejo y rebuscado a primera escucha, pero que con el paso del tiempo hace que por 52 minutos nos perdamos en atmósferas variadísimas y lo disfrutemos una y otra vez. Las chicas salieron a expandir sus horizontes y a acercarse a lo desconocido porque, después de todo, quizás la música se trate de explorar, crear o reinventarse. De más está decir que con este álbum lo lograron y aún les queda mucho más por hacer. Afortunadamente hay Warpaint para rato. – Reseña completa – Florencia Garrido
24. Las Kellies – Friends & Lovers
Fire Records
Con más de diez años de carrera encima, Las Kellies presentaron este 2016 su cuarta placa discográfica bautizada Friends & Lovers. Editado por el sello internacional Fire Records, el nuevo disco presenta un sonido post punk mucho más definido, con melodías potentes y bailables. La banda de Cecilia Kelly, Silvina Kelly y Manuela Ducatenzeiler (actual bajista del grupo y con quien grabaron por primera vez), en los últimos años se había caracterizado por enlazar distintos estilos musicales y aportar una formidable cuota de dub. Pero en Friends & Lovers, las chicas se despojan de la electrónica para ofrecer un sonido más real, sin condimentos y que las remonta a sus orígenes. Canciones llenas de frescura cuyas letras se centran en la temática de las relaciones humanas, los amigos y amantes, etiquetas con las que Las Kellies les gusta jugar y reflexionar. La rockera “I Dont’ Care” y “Summer Breeze”, con su sonido hipnótico, fueron los primeros cortes de difusión y resumen un poco los puntos fuertes de la banda. Las Kellies es un trío con una poderosa naturaleza creativa, que las vuelve impredecibles y este año nos volvieron a sorprender. – Giuliana Bleeker
23. Las Piñas – Espanto Caribe
Crang Records / Hallo Discos / Yippee Ki Yay Records
Una de las mayores revelaciones del año en la escena de la música independiente se concibió en La Plata. Antonela Périgo y Sofia Cardich conforman Las Piñas y tranquilamente podrían haber nacido en la costa californiana. Su disco debut, Espanto Caribe, conforma un viaje sonoro repleto de guitarras distorsionadas y baterías furiosas que nos transporta tanto al surf rock de la costa este como a las calles de Georgia que en los ’70 vieron nacer a los B-52’s más lo fi (a años luz de “Roam” y “Love Shack“). En su primer trabajo, Las Piñas suenan irreverentes, seguras y con un sonido muy propio acompañado por letras que evocan paisajes audiovisuales dignos de una película de Harmony Korine o incluso Tarantino. El rock se viste de mujer y da a luz el debut más fresco y atractivo del año. – Federico del Val
22. Queridas – Heridas
Polvo Bureau
El primer LP del proyecto liderado por el rosarino Andrés Yeah (también integrante de Mi Nave), encuentra un punto de equilibrio casi perfecto entre el shoegaze y el pop minimalista. La letras de cada canción, que están cargadas de confesiones de ansiedades, suenan honestas en la voz de Josi Mai; mientras que los arreglos de guitarra son delicados y precisos, consiguiendo finalmente construir sobre bases sintetizadas un estilo tan elegante como melancólico. Temas como “Rota” y “Pasantía” llegan a ser poéticamente certeros, aunque el resto del disco también transita por melodías en clave pop y paisajes hermosamente desolados. – Laura Camargo
21. PJ Harvey – The Hope Six Demolition Project
Island
The Hope Six Demolition Project es el noveno álbum de estudio de PJ Harvey y se destaca por surgir de la intersección entre la música y el periodismo: la artista documentó los viajes que realizó junto al fotógrafo Seamus Murphy a Kosovo, Washington D.C. y Afganistán. El nuevo material continúa la línea politizada de Let England Shake, lo que puede resultar frustrante para quienes anticipaban otro cambio radical, pero hay puntos de divergencia fundamentales a destacar: Let England Shake tenía una mirada historicista, autocrítica y localista, y observaba el pasado británico (puntualmente el colonialismo y la Primera Guerra Mundial) para hablar de la situación geopolítica contemporánea. La metodología ahora es la opuesta: The Hope Six Demolition Project se inmiscuye en paisajes extranjeros para, desde una óptica global, denunciar el presente colapso del mundo en sus diversas formas: extrema pobreza, imperialismo monopólico, tragedias bélicas y capitalismo corrupto. Más allá de toda posición ideológica, en términos puramente sonoros The Hope Six Demolition Project es uno de los mejores y más logrados discos de PJ Harvey, realizando una deconstrucción del zeitgeist tan fatalista como musicalmente estimulante. Dadas las circunstancias en las que se ve sumido el país el día de hoy, resulta una escucha particularmente relevante, y si Polly Jean viniera y escribiera una canción titulada La Revolución de la Alegría, no debería sorprender a nadie. – Reseña completa – Bartolomé Armentano
20. Red Hot Chili Peppers – The Getaway
Warner Bros.
Si bien a través de las generaciones fueron siempre una de las bandas con más olor a espíritu adolescente, no podemos olvidar el hecho de que, para este disco, tres de los miembros de la banda entraron a grabar con un promedio de edad mayor a los 50. Pero ¿acaso la edad importó alguna vez en el rock? The Getaway es un disco clásico de Red Hot Chili Peppers que incluye todos los elementos que nos garantizaron en cada álbum desde sus comienzos. Y sin embargo no es más de lo mismo. Desde el primer tema reconocemos que ese funk bien de la calle ha evolucionado y madurado sin perder la frescura. Incluso los hits más radiales (“Dark Necessities” y “Go Robot”) manejan en su fórmula cierta nostalgia que los aleja de ser simples éxitos comerciales. Sin encorsetarse ni perder la soltura, los Peppers se pavonean con cierta caballerosidad. Es un disco medido, incluso en los temas que parecen ser diseñados especialmente para poguear en un Lollapalooza (“This Ticonderoga”, “Detroit”). El adicional de que Josh Klinghoffer se muestre menos tímido que en el disco anterior (I’m With You, 2011) suma propuestas de nivel: en los momentos de baladas no se extraña para nada a su antecesor John Frusciante, ya que lo emula a la perfección -son amigos y hasta grabaron un disco juntos- aunque logra imponer su propia impronta a temas como “Goodbye Angels” y “Encore” (los dos más festejados por los fans). Producido por Danger Mouse (y no Rick Rubin, por primera vez desde 1991) The Getaway es una demostración de que se puede aún subir escalones después de 30 años, y sin perder la identidad. Lisandro Ruiz Díaz
19. Atrás Hay Truenos – Bronce
Discos Laptra
El nuevo álbum de los neuquinos llegó en agosto de este año para entregarnos atmósferas ensoñadoras, aunque su sonido también puede resultar por momentos agreste e impredecible. Las canciones de Bronce continúan abordando asuntos relacionados con la compleja relación entre humano y naturaleza de maneras realmente poéticas. Mientras que a nivel musical, las melodías parecen tejidas con un sinfín de capas con sutiles detalles que, gracias a una gran calidad de producción resultan nítidos y atrapantes. Y si bien la influencia del krautrock sigue siendo palpable en la estructura de casi todos los temas, a su vez, y de un modo muy astuto, la banda lejos de sonar fría o robótica logra reinventarse con este disco y consolidarse como una propuesta cada vez más madura y con vocación de trascendencia. – Laura Camargo
18. Primal Scream – Chaosmosis
Ignition / First International
En sus comienzos, la banda liderada por Bobby Gillespie se animó a desarmar las estructuras del rock británico fundiéndolo con los elementos rítmicos de la música dance y planteando una base más espacial, psicodélica y de trance. 25 años después de Screamadelica, la obra más icónica de esta jugada, el nuevo álbum de los Primal Scream también propone luces y colores, pero siempre cruzados con ese dejo de oscuridad que los caracteriza; esa incomodidad que desde las letras y la cavernosa voz de Gillespie plantea que, si hay alegría, es para contrastar con una inevitable desgracia. Y entonces tendremos que ponernos a bailar. En la pop-rockera “100% of Nothing” canta “los antidepresivos no antideprimen” y en “Where The Light Gets In” se lamenta a dúo con Sky Ferreira por no haber conocido nunca un amor que no haya estado roto, en lo que es sencillamente uno de los mejores temas que ha dado la banda (y que quizás también sea una revisita al hit “Some Velvet Morning“). Así, durante sus diez canciones Chaosmosis desata una batalla entre luces y sombras, recuerdos en blanco y negro y un futuro vivo, en movimiento; una disputa irresuelta que quizás solo podamos disipar moviendo el esqueleto, quitándonos de encima cualquier peso. – Lisandro Ruiz Díaz
17. American Football – American Football
Polyvinyl / Wichita
Cuando Mike Kinsella, Steve Holmes y Steve Lamos crearon su primer y homónimo disco eran unos jóvenes universitarios con canciones que destilaban melancolía y ciertos tintes de tristeza, con letras que abarcaban tópicos como la soledad, amores frustrados o el miedo a sociabilizar; todo esto hizo que recibieran la cuestionada etiqueta de “emo”, que viéndola a lo lejos y reflexionando un poco probablemente haya sido acertada y quizás bandas como My Chemical Romance o Fall Out Boy hayan sido los que realmente recibieron la etiqueta equivocada. Lo cierto es que hoy, diecisiete años más tarde, con una separación de por medio, con la salida de la banda de Lamos para convertirse en profesor y la llegada de Nate Kinsella (primo de Mike) en su lugar, los vuelve a encontrar con un segundo y (también) homónimo disco, en el que siguen derramando melancolía pura y emociones encontradas. Ya no son esos jovencitos pero aun así le siguen cantando a esas crisis existenciales que nos depara la vida y que en este caso trae consigo la adultez, algo así como una tristeza madura. Ideal para los que estamos atravesando los 30. ¿Puntos alto? La hermosa “My Instincts Are the Enemy” y “Home Is Where the Haunt Is”. – Daniela Álvarez
16. Pixies – Head Carrier
Play It Again Sam / Pixiesmusic
Aún sin Kim Deal, arquitecta sonora de la esencia pixie, este nuevo álbum logró ser y sonar como un trabajo clásico de la banda. Luego de 25 años sin publicar un disco de estudio (Indie Cindy, de 2014, se considera un compilado -reúne los temas que se lanzaron en 3 EPs-) es esperanzador volver a escuchar la garganta de Black Francis rugir sin ataduras en “Baal’s Back” o la guitarra de Joey Santiago tocando unas pocas notas, las más necesarias e inesperadas, para la intro de “Tenement Song”. Es que los Pixies caracterizaron siempre por poner negritas en la palabra “alternativo” y pensar cada tema directamente desde el costado de cualquier estructura conocida. Para esta ocasión la diferencia está en que los cuatro de Boston son ahora tres, y sumaron a una marplatense: Head Carrier es su primer álbum con la bajista Paz Lenchantin, quien llegó a la banda en 2013, aunque fue “oficializada” como miembro fijo hace tan solo unos meses. Además de su trabajo instrumental, que sin dudas está a la altura, “All I Think About Now”, el tema en que ella pone la voz principal, es una de las señales definitivas de que ha logrado captar la naturaleza de los trabajos anteriores sin por un momento jugar a ser su predecesora. Ahí está la clave de este disco. Los Pixies cumplen por ser auténticos, porque suenan como cualquier fan lo hubiese querido y lo logran sin necesidad de mirarse al espejo de los ‘90. Y hay una frescura que sugiere que esto recién empieza. – Lisandro Ruiz Díaz
15. James Blake – The Colour in Anything
Universal
Quizás la expectativa de un nuevo trabajo por parte de James Blake presuponía una abordaje directo de las bases maximalistas asentadas en Overgrown. La extensión del disco –diecisiete canciones sumando 76 minutos de duración– parecía apuntar en esa dirección. Y sin embargo, The Colour in Anything fue una bestia completamente distinta. A pesar de ser un álbum confeccionado a escala masiva, fue simultáneamente su aventura más introspectiva y personal. En el centro se esconden las meditaciones sobre desamor del londinense, que buscan encontrar la belleza en las cosas tras una ruptura de relación. Esto lo consigue con una secuenciación maravillosa: hay un desarrollo continuo de momentos con ideas diversas unificadas por transiciones fluidas. Más que una experimentación acentuada de nuevos sonidos, The Colour in Anything perfecciona la paleta de sonidos, gestos vocales y texturas de la que dispone James Blake: desde la electrónica de sintetizadores, vocoder y bajos a las canciones intimistas nacidas apenas de su voz y su piano. James Blake entregó todo, y el resultado fue una de sus obras definitivas. Bartolomé Armentano
14. Beyoncé – Lemonade
Columbia / Parkwood
Las expectativas para el próximo trabajo de Beyoncé quedaron muy altas después de su álbum homónimo del 2013. Pero tres años después, volvió a aparecer en escena con un sorpresivo álbum visual. Lemonade narra casi cinematográficamente los problemas en la relación con su esposo, el rapero Jay Z. El núcleo central del disco es la infidelidad y, a lo largo de doce canciones, Beyoncé recorre un abanico de sentimientos que termina con una mujer empoderada que decide perdonar. Esta montaña rusa emocional también se ve reflejada en lo musical: un álbum que parece no tener coherencia estilística pero que fluye de una manera tan natural que cualquier decisión resulta irreprochable. Una vez más, es notable la elección de colaboradores, lo cual convierte a Bey en una de las mejores curadoras musicales de la industria del pop. James Blake, Jack White y Kendrick Lamar son tan sólo algunos de los nombres que pudieron aportar para la narración de esta historia lírica, musical y visual. Este disco prueba que el pop siempre encuentra la manera de sobrevivir, renovarse y mantenerse relevante de la mano de mujeres como Beyoncé. – Fernando Pagano
13. Blood Orange – Freetown Sound
Domino
Desde el acto fundacional en el que Devoté Hynes devino en Blood Orange, todo lo que nos brinda exuda grandeza. Desde el voraz Coastal Grooves hasta el inmenso Cupid Deluxe cada una de sus composiciones apabulla sentimientos con fineza y excepcional maestría. Freetown Sound no es la excepción a la regla, al contrario, es la materialización de aquellas virtudes en la vociferación de los dolores, reclamos, sueños, certezas e incertidumbres que Hynes sostiene al mundo en su tercera década de existencia. Freetown Sound podría interpretarse como catártico en ese sentido. Hynes reflexiona sobre su vida, sus relaciones y aprendizajes, su experiencia como un inmigrante que encontró hogar en NYC (lejos de su UK natal) y las vicisitudes inherentes a su ambiciosa vida que, en un contexto de discriminación y desigualdad social, siempre encontró consuelo en la música. Sin embargo, se presta a un bien mayor, un bien social, corporizando en movilizadoras creaciones instancias de desazón universal: la desprotección del individuo, la inescapable obnubilación de un mundo mediatizado, la constante incertidumbre detrás de las decisiones que marcan el trayecto de una vida, el miedo a la soledad, a la desconexión humana, a tomar riesgos, a vivir plenamente. Y, así como otras de las obras más relevantes del año, reflexiona sobre el racismo y el sexismo inherente a cada proceso social contemporáneo. En un 2016 que para muchos se presentó desgarrador y con pérdidas importantes en múltiples ámbitos, obras como Freetown Sound ofrecen una suerte de refugio sensorial que impulsa a buscar la salida con dos armas infalibles: el amor (propio y todos los que devienen desde ahí) y la música. – Agustina Checa
12. Nicolas Jaar – Sirens
Other People
Sirens es un álbum caracterizado por dualidad y contrastes, atravesado por dicotomías dialécticas: la yuxtaposición de música pop festiva frente a líricas serias, la tensión entre melodía y experimentación, la variedad de idiomas, la secuenciación de los tracks (donde la tranquilidad de algo como “Killing Time” es inmediatamente seguida por la propulsión de “The Governor”) y particularmente las nociones de realidad y ficción en un contexto sociopolítico (“History Lesson”) son sólo algunas de ellas. La más importante, sin embargo, es la dualidad entre lo personal y lo político. Sirens es el trabajo más íntimo de su autor, pero también el más politizado – lo que es apropiado (si no una reacción directa) ante el clima electoral estadounidense actual. Nicolas Jaar se apoya en su experiencia individual para comentar sobre asuntos más globales, y un ejemplo que ilustra esto a la perfección es su decisión de samplear escenas domésticas de su infancia, en las que conversa con su padre, el artista conceptual Alfredo Jaar. La consigna que decora la portada, “Ya dijimos no pero el sí está en todo”, remite al plebiscito chileno de 1988, en el cual se deliberaba si el dictador Augusto Pinochet podía presentar su candidatura presidencial, luego de quince años de atrocidades en el poder tras derrocar al gobierno de Salvador Allende, elegido democráticamente. Sirens no es sólo un testamento de la versatilidad de Nicolas Jaar como músico: es el apogeo de todos sus esfuerzos a la fecha; y lo posiciona como primus inter pares en la electrónica contemporánea. – Reseña completa – Bartolomé Armentano
11. Alex Anwandter – Amiga
Nacional Records
En “Siempre es viernes en mi corazón“, tema con el que abre Amiga, las referencias son eficaces: mientras Alex Anwandter canta “Pasan años, pasa el tiempo/martillando el mismo clavo” se escuchan martillazos a modo de pulso rítmico. La canción marca la cancha para lo que sucede: un disco político de marcada sensibilidad obrera, social y de reivindicación de derechos de lxs gays. “La iglesia me mandó al infierno y el congreso piensa que estoy enfermo” reza en el primer track. Nada menos que la problemática de un obrero homosexual en un país sudamericano. El disco está dividido estilísticamente: mientras la primera mitad está marcada por la instrumentación de trabajos previos de Anwandter –sintetizadores, máquinas de ritmo, cuerdas y canciones up tempo, texturas clásicas del tecno pop iberoamericano contemporáneo–, todo se vuelve mas extraño a partir de “Manifiesto“, sexta canción de la flamante obra. Las baterías pasan a ser acústicas, aparecen instrumentos de viento, pianos y todo se torna radicalmente mas íntimo, épico y sobre todo menos bailable. Anwandter se detiene a homenajear a Víctor Jara, armando una historia de amor no correspondido entre un obrero y una estudiante de escuela que se desencuentran en “Caminado a la fábrica“, con la participación de una irreconocible Julieta Venegas, encarnando la voz de la estudiante. Cualquier similitud con “Te recuerdo Amanda” no parece coincidencia. – Reseña completa – Valentín Prietto
10. Nick Cave and the Bad Seeds – Skeleton Tree
Bad Seed Ltd.
Nick Cave lo ha vuelto a hacer. Si en 2013 nos regaló un gran trabajo como Push the Sky Away, que resultó ser de lo mejor del año, este 2016 vuelve a tocar el olimpo de los más grandes con Skeleton Tree. Se trata de un disco de duelo, o al menos todo hace indicar que muchas de las canciones tienen que ver con la muerte de su hijo Arthur. Aunque lo cierto es que algunas de ellas ya estaban escritas cuando sucedió el trágico suceso. Nos encontramos así con “Jesus Alone“, pieza que abre el disco, que es la que más paralelismo tiene con Push the Sly Away en cuanto a sonoridad. Una pieza profética y dura, como casi todo el largo. Sonidos oscuros como los de “Rings of Saturn“, que nos ofrece a con un Cave casi hablado. “Girl in Amber” nos desgarra. Cave al piano y Warren Ellis al violín no dan tregua y consiguen conmovernos. “Anthrocene” nos vuelve a recordar el anterior disco, y “I Need You” nos desvela a un Cave desgarrado, tratando de despojarse de un dolor insoportable. Cuesta digerir el tema sin ponernos en su piel. La voz de la vocalista danesa Else Torp, convierte “Distant Sky” en música celestial. La guinda final a un álbum perfecto llega con la canción que le da nombre, “Skeleton Tree“, con un predominio de teclados envolventes que nos cautivan a la par que las letras nos ponen la piel de gallina. Siguiendo el paralelismo con Push the Sky Away, que vino acompañado de un maravilloso documental, 20,000 Days on Earth, Skeleton Tree fue presentado junto a One More Time With Feeling. En el film se nos presenta a un Cave tratando de encontrarse durante la producción del disco, sobrellevando un oscuro bache que quedará, como Skeleton Tree, para la posteridad. Un trabajo que ha ejercido de terapia compartida con su público. – Guiomar Fernández Rodríguez
09. The Radio Dept. – Running Out of Love
Labrador
En un desesperanzador contexto histórico global [inserte aquí la causa que más lo moviliza entre todas las disponibles], The Radio Dept. se armó de valor y produjo su obra más osada en términos de conciencia social y activismo político. Intervenir en un escenario desfavorable, con un elemento tan noble como líricas y espacios sonoros que engendran emociones, recuerda que posicionarse de un lado de la contingencia u otro depende de la intensidad con la que se responda al llamado del amor. Running Out of Love no es más que otra prueba de que cualquiera sea la elección, esta debe construirse con fervor todos los días. En un mundo donde es tan fácil naturalizar el desamor, la soledad y la falta, The Radio Dept. nos recuerda que el margen de acción para ceder o combatir esas imposiciones se encuentra dentro de cada uno. – Reseña completa – Agustina Checa
08. Anohni – Hopelessness
Secretly Canadian / Rough Trade
Hopelessness representa una metamorfosis que observó a su autora adoptar un nuevo nombre y un estilo musical diametralmente opuesto a todo lo precedente: la electrónica. Sintetizadores y beats sustituyeron al piano y las cuerdas, y el único instrumento que persistió fue la voz esplendorosa de la misma Anohni, inmediatamente reconocible por su rango increíble, sus inflexiones imbuidas de soul y su vibrato icónico. Esta transición sónica fue asistida por los productores Hudson Mohawke (colaborador de Kanye West) y Oneohtrix Point Never: el maximalismo festivo del escocés y la ornamentación experimental del norteamericano confluyen en perfecta simbiosis con las melodías de la pianista, culminando en un LP moderno y vanguardista que temáticamente ilustra la cosmovisión de la ganadora del Mercury Prize sobre asuntos de mayor urgencia. Ella inventó con Hopelessness el género de protesta electrónica, capitalizando sobre la accesibilidad de la discoteca como conducto mediante el cual vehicular e infiltrar su activismo yuxtapuesto. – Reseña completa – Bartolomé Armentano
07. DIIV – Is the Is Are
Captured Tracks
Las enormes expectativas que pesaban sobre Zachary Cole Smith y compañía tras el éxito de Oshin, definitivamente no fueron defraudadas con la presentación de su segundo álbum. Con esta producción, un dream pop enérgico y certero es presentado desde “Out Of Mind” y “Under The Sun“, para después transitar por el ambiente lisérgico y sugerente de “Bent (Roi’s Song)“; aunque uno de los mejores momentos del disco los ofrece “Dopamine“: una sublime oda yonki con un ímpetu envolvente. De ahí hasta “Waste Of Breath“, que cierra este compedio de canciones, los neoyorquinos exploran diversos matices -algunas veces más osados, otras más instrospectivos- de aquel estilo musical propio tan bien logrado; destilado del shoegaze, el grunge y una vida llena de excesos. – Laura Camargo
06. Riel – Sueño eléctrico
Cíncope Records / Buen Día Records / Casa del Puente
Sueño Eléctrico es un trabajo aptamente titulado, puesto que tanto musical como líricamente, funciona según una lógica decididamente onírica. No es únicamente un álbum atmosférico, que evidencia maestría para establecer climas y sostenerlos. A lo largo de diez canciones y poco más de treinta minutos, los Riel componen paisajes sónicos etéreos y cálidos, que con tanta frecuencia son capaces de derivar en una pesadilla, sea por exabruptos de distorsión o por letras punzantes. La poesía presente emana del flujo de consciencia impresionista de su autora, que describe paisajes nocturnos, vínculos complicados y noches insomnes. Hoy en día, el consumo musical está barnizado de cierto escepticismo en lo que concierne a las guitarras. Ante el agigantado avance de la electrónica y el pop, una formación guitarra-batería con tendencias analógicas como sucede con Riel (y como sucedió con los White Stripes durante su apogeo) es proclive a ser tildada de anticuada. Que no quepan dudas: lo de Mora y Germán no es romanticismo gastado. Al igual que bandas como Thee Oh Sees y Speedy Ortiz, ellos reanudan fórmulas conocidas sólo para actualizarlas, refrescarlas y hacerlas que suenen mejor hoy que cualquier producto noventoso de aquella época. Miran al pasado, pero lo llevan más hacia adelante que nunca. Que los Riel logren esto con semejante economía de recursos es digno de aplausos; y que sigan encontrando formas de sorprender con guitarras y baterías en general es un testamento fidedigno de su talento como artistas. – Reseña completa – Bartolomé Armentano
05. Frank Ocean – Blonde
Independiente
Blonde es gigante en sí mismo, y es por eso que se presta a complejas y ricas interpretaciones (una cualidad difícil de alcanzar contemporáneamente). Me gusta identificarlo como una exteriorización del Frank Ocean actual: un hombre intrincado acercándose a los treinta años de una vida rica y a su vez tumultuosa, que supo revelarse contra la heteronorma y el convencionalismo social cuando necesitó hacerlo y que continuamente inspira a jóvenes de todo el mundo aun trascendiendo la impronta racial inherente en sus canciones. Las intenciones, reflexiones, y los nostálgicos reclamos de Blonde no podrían conmover, movilizar o alcanzar ese nivel irreal de empatía sin la belleza de las composiciones que les dan forma. Tal como lo hizo líricamente, también es con dinamismo que se desenvuelven sus elecciones estéticas (frenesí y despecho separados en cuestión de minutos). La nueva producción de Ocean es un vaivén de emociones contrapuestas. Adoro la predominancia de la guitarra y los cambios de ritmo en el disco casi tanto como aquellas necesarias dosis de introspección y susurros. Blonde es fuerte compositivamente. Refleja la versatilidad de un artista que se presume importante en cada una de sus elecciones estéticas y con esa confianza se afirma de tal modo. La posibilidad de dejar los sentimientos a merced de Ocean, sus frescas guitarras y punzantes ritmos, y dejar que los lleve a dar una vuelta es el componente más adictivo del disco. – Reseña completa – Agustina Checa
04. Iggy Pop – Post Pop Depression
Loma Vista
Post Pop Depression no suena a nada de lo que el ex–Stooges haya hecho antes (y es mucho decir considerando que es poco común ver a una leyenda del género produciendo algo novedoso y auténtico). La principal virtud de este acontecimiento reside, claramente, en la sociedad tejida con el inquieto y prolífico Josh Homme (líder de Queens of The Stone Age), la cual garantiza que el sonido general del disco esquive las categorías a las que estamos acostumbrados a través de combinaciones exóticas que no desilusionan en ningún tramo del recorrido. Canciones como “Break Into Your Heart”, “Sunday”, “Vulture” y “Chocolate Drops“, con su amplitud de estilos, representan de manera cabal ese abanico de registros impredecibles que muestran a un Iggy Pop desprejuiciado y predispuesto a reinventarse a través de una interpretación libre de sí mismo (aunque sin caer en el excentricismo de otros trabajos previos, como supo ser el afrancesado Ápres). “Gardenia”, “American Valhalla”, “In the Lobby” y “German Days” confirman el potencial de la banda soporte que, además de Homme, cuenta con los aportes fundamentales del multi-instrumentista Dean Fertita (QOTSA, The Racounters, The Dead Weather) y Matt Helder (Arctic Monkeys) en batería. – Reseña completa – Calamar Xig
03. Leonard Cohen – You Want It Darker
Columbia / Sony
Sin duda 2016 será recordado como el año de las grandes despedidas en clave sonora de crónicas de muerte anunciada, donde en dos de los casos más icónicos, los discos fueron la herramienta perfecta para decir hasta acá hemos llegado, celebramos la vida (o no) y nos preparamos para el próximo nivel, nos vemos. A fines de octubre el mundo entero recibía la dicha de poder conocer nuevo material proveniente de ese planeta refinado, peligroso y casi instinto, el Mundo Cohen daba a luz a esa nueva criatura oscura de 36 minutos, You Want It Darker, que desde su primera canción dejaba en claro cuál era su verdadero legado. “Hineni, hineni / I’m ready, my lord” (aquí estoy, aquí estoy / estoy listo, mi señor) rompe el hielo la voz grave y única de Leonard Cohen desde el comienzo en la pieza que da nombre al disco y ya las cartas están echadas. Meses antes sus declaraciones habían puesto el tema sobre la mesa, la muerte de Marianne Ihlen, su musa (apenas conocida la noticia su “Marianne te seguiré muy pronto” estremeció el alma de todos) sumado a algunos lesiones físicas, adelantaban lo que algunos de los versos de You Want… convertían en poesía y que días después se confirmaría en hechos. Pero lejos de la oscuridad depresiva y desgarradora, el disco de estudio número 14 del canadiense, se trata de un paseo por el parque viendo el mundo arder, brillar y transformar desde la sincera reflexión poética de un tipo de 82 años con una vida digna (y necesaria) de estudio de cátedra universitaria. Producido por su hijo Adam Cohen (quien además participó desde la guitarra y composición), You Want It Darker es una obra final grandiosa e hipnótica, que pone de vuelta al gran Leonard y a su magia elevada en el epicentro de una nueva generación, como lo hiciera I’m Your Man en 1988, dotando a su retirada de hermosa, extraña e inmortal belleza. Una banda sonora perfecta, a la altura justa de semejante despedida. – Alejandro Hoffmann
02. Radiohead – A Moon Shaped Pool
XL
Íntimas, cálidas en su forma, autobiográficas (tanto para ellos como para nosotros), las canciones renovadas del disco se presentan como fragmentos de un discurso post-amoroso cuya clave se podría hallar en un acontecimiento preciso: la separación de Thom Yorke “después de 23 altamente creativos y felices años”. Emocionalmente exigente, A Moon Shaped Pool se resume sincero en su nostalgia y en su capacidad de motivar imágenes personales (sobre todo para los que estamos de este lado, presos también de nuestras silenciosas batallas), lo cual le otorga un aura imperecedera que lo vuelve susceptible a múltiples interpretaciones. Y si esta vez no te encontró porque estabas en otra, seguro va a ser cuestión de tiempo… Porque tiempo, perspectiva y soledad es lo que le sobran a estas once canciones peregrinas, que invitan a ponerse mal-pero-no-tanto, con un sentido de revancha que permita disfrutar del goce ambiguo de una derrota digna, digamos: el intento de tocar fondo para salir a flote, renovado. – Reseña completa – Calamar Xig
01. David Bowie – Blackstar
Columbia / RCA / ISO
Durante dos días, el mundo quedó magnetizado por la música contenida en la estrella negra que David Bowie develó el día de su cumpleaños sesenta y nueve. Ese breve lapso, antes del tajante impacto de su muerte, alcanzó para apreciar el triunfo musical que significa Blackstar dentro (y fuera) de su discografía.
Exactamente tres años antes de este, rompía súbitamente una década de silencio en el estudio, publicando el tema “Where Are We Now?” y anunciando The Next Day. Ese disco conectaba con varias de sus facetas pasadas y añadía nuevos giros, demostrando que su creatividad seguía brillando. Que no hubiese una continuación a ese trabajo, era una posibilidad que podía haber sido una realidad. Después de todo, ese album era un cierre adecuado para un artista con cinco décadas de carrera. Claro que, lo simplemente “adecuado” nunca fue el terreno en el que vivió David Robert Jones.
Los primeros indicios de que su energía estaba lejos de agotarse, aparecieron en dos canciones inéditas que resultarían el germen para su último disco. Lanzadas primero de manera digital, a fines de 2014: “Sue (or in a season of Crime)” y su lado B “‘Tis a Pity She Was a Whore” eran dos experimentos de, aparentemente, disímiles constelaciones sonoras, que avivaron la especulación sobre el futuro musical del astro, pero no daban indicios de lo que estaba por realizar. Sin previo aviso, en noviembre de 2015, el mutante single “Blackstar” salió a la luz, trayendo consigo la noticia de que Bowie había grabado en absoluto secreto un nuevo disco.
Ese monumental single, es el comienzo de su última obra, que se ubica en un espacio nuevo dentro de su canon. En sus primeros minutos conjura un clima solemne y místico, sobre vientos, coros, percusión y sonidos electrónicos. La voz se escucha lejana, como dirigiendo una procesión que nos lleva hipnotizados hasta una insospechada segunda parte, en la que Bowie demuestra su exquisita capacidad para sorprender.
Pero la suya nunca es una sorpresa basada en el shock, sino en quitar el velo que cubre una verdad oculta, que al quedar expuesta resulta ser un elemento esencial que nos estaba faltando. El cambio abrupto que propone a mitad de la canción no se siente como producto del caos o un caprichoso azar, sino como una inevitabilidad. En ese momento da un paso adelante su dominio teatral de la voz, con una interpretación que se pasea por lo dulce y suplicante a lo enrarecido y oscuro, de la seriedad a la ironía y el juego. Luego, el clima misterioso del comienzo regresa como una ola, invadiendo el ambiente nuevamente de oscuridad que al terminar, lo obligan a tomar aire dos veces antes de zambullirse en la siguiente canción.
“‘Tis a Pity She Was a Whore”, inesperadamente, ofrece una reversión del mencionado single, que el mismo Bowie había definido en su sonido como “Si los vorticistas –un movimiento modernista ligado al cubismo- hiciesen rock”. Aquella versión estaba dominada por un sonido abrasivo, lo más cercano al lo-fi que hubiese grabado, con una electrónica enloquecida y su voz en un segundo plano, frágil, casi como una interferencia. En esta nueva interpretación, su voz retoma la intoxicante melodía, pero en primer plano, fuerte y segura. Acompañada por una instrumentación más orgánica y el desatado saxo de Donny McCaslin, quien colabora junto a su banda de jazz, en la realización de este disco. Es con esta adquisición que Bowie vuelve demostrar que parte de su grandeza está en una concepción colaborativa del trabajo creativo, que le permite enriquecerse sin recelo con los aportes de otros artistas.
A la intensidad de los pasajes anteriores, le sigue cierta calma con “Lazarus”, el tema que escribió para el musical off-broadway de mismo nombre, que retomaba su personaje alienígena del film de The Man Who Fell to Earth. Con trágica potencia, aborda enfermedades y muerte, en un crescendo hasta llegar a un climax a cargo de McCaslin.
Esa tensa melancolía se despedaza con el impactante comienzo de “Sue (Or In a Season of Crime)”, también reversionada. Abandonando la anterior, más épica y dramática, a cargo de la orquesta de jazz de Maria Schneider, pasa por el prisma de Blackstar con una avalancha sonora de inmensas guitarras, fuertes bajos y explosiones electrónicas con ecos de la energía del rock industrial de 1.Outside (1995) y el drum’n’bass de Earthlings (1997).
Los oídos apabullados se relajan con la introducción de “Girl Loves Me”. Con un ritmo más espaciado, la voz brota zigzagueante en una mezcla idiomática que incluye Nadsat, el idioma inventado por Anthony Burgess para La Naranja Mecánica y Polari, un antiguo slang británico utilizado también en clubes gay hasta mediados del siglo XX. Estas referencias obscuras se suman a otras que se diseminan a lo largo de todo el album, haciendo de la interpretación de sus letras un trabajo enciclopédico, más que biográfico.
Al anterior clima opresivo, se le enfrenta por primera vez, en “Dollar Days“, una guitarra acústica que trae un signo de humanidad y permite ver un cielo claro, pero no soleado, uno plateado y brillante, teñido de melancolía. Una profunda tristeza acompaña el anhelo por verdes árboles y se repite: “Estoy muriendo… Estoy intentando…” mientras el saxofón se arremolina alrededor de la voz y la canción desemboca, con una transición imperceptible, en el tema final del disco.
En este, hay un guiño a su búsqueda por explorar nuevos territorios, signada por una explícita referencia a la harmónica de “A New Career in a New Town” de su rupturista Low (1977). A ella le sigue una suma de capas de sintetizadores, bajo y guitarras que dan el marco para un cierre emocionante.
Así como los Beatles concluían genialmente su discografía en Abbey Road cantándole al tópico que mayormente los ocupó, afirmando “el amor que recibes, es igual al que das”; en “I Can’t Give Everything Away”, David Bowie concluye la suya explicitando su negativa a otorgar respuestas terminantes, persistiendo en una idea del arte fundada en una contínua indeterminación, repitiendo una y otra vez como mantra/manifiesto, el título de su última canción: “No puedo revelarlo todo…”
Cuando finalmente su voz se desvanece en el ambiente sonoro que se apaga, quedamos (hoy) con un indesatable nudo en la garganta, pero también con la movilizante felicidad de haber presenciado una obra arriesgada, que, a pesar de su apariencia oscura, ofrece la luz de todo acto verdaderamente creativo, que demuestra que la realidad y todo lo establecido está siempre abierto a nuestros c-c-c-c-cambios. Mariano Rosales