El sábado por la tarde se llevó a cabo el Festival Futuröck en el Estadio Malvinas Argentinas, con miles de personas listas para disfrutar una combinación entre música y política. Con la premisa de que el arte no se ahogue en el arte, toda convicción es política cuando se trata de un festival como este, que invitaba al encuentro, al diálogo y al pensamiento. Bajo el sol de la tarde se entrelazaron shows en vivo con stand-ups, radio en vivo con debates, y otras actividades. En ningún momento el festival trató de ocultar sus raíces ideológicas, sino que proponía tratar la política como algo recurrente, algo que nace de la colisión entre la gente y no detrás de puertas cerradas. Fue un evento multitudinario y, sobretodo, antimacrista.
La jornada musical inició con Weste, el dúo formado por Clara Trucco de Fémina e Ignacio Pérez de la banda uruguaya Mushi Mushi Orquesta. El proyecto apuesta a la teatralidad y la expresión visual, mientras que en lo sonoro subyacen ramas tan diversas como el folclore y la electrónica. Siguió Hana presentando canciones de sus discos Pretexto (2017) y Palabras gastadas (2015), y dándole lugar a lo nuevo con su más reciente canción “Plan de fuga”. Luego en el otro escenario arrancaron Las Ex. La banda de punk poderoso tiene un sonido salvaje y con canciones como “Autodefensa” y “Pedazo” pisaron bien fuerte y dejaron su huella.
La tarde siguió con dos espacios paralelos de reflexión política. Afuera estaban Ofelia Fernández y Pedro Rosemblat invitando a la unión colectiva y a que este mes de octubre se pueda soñar con un futuro diferente. Adentro, Julia Mengolini y Gabriela Borrelli brindaron un espacio de feminismo y observación, acentuando la importancia de tener referentes mujeres en el rock. Otro momento de inducción al uso de la razón, o no, fue cuando Darío Sztajnszrajber tomó el micrófono en el escenario abierto y con banda en vivo. El encuentro de la música con la filosofía no es algo usual, y en paralelo adentro finalizaba el debate de feminismo, al ritmo del nuevo hit de Sudor Marika, “Si vos querés”.
Mi Amigo Invencible salió al escenario con su más reciente disco Dutsiland bajo el brazo. Dieron inicio con el suspenso de “Nadie en la casa” para adentrarse por la ventana del imaginario que propone su nuevo disco. Canciones poderosas y reflexivas como “Fósil”, viajeras y extravagantes como “Beverly G”, y esa frescura esencial que lleva “Desayuno continental”. Con un show poderoso de visuales que intervenía imágenes de películas de los años 60, la banda mendocina dio un show corto que dejó a más de uno con ganas de seguir escuchando.
Perotá Chingó hizo levitar al público con las melodías emocionantes de “Certo” y su tema nuevo “Vértigo”. La banda que lleva al frente a Julia Ortiz y Dolores Aguirre lleva impregnada una conexión natural que caracteriza su sonido, una brisa especial que pasa de canción en canción y se transforma en una fuente de calor. Luego de cerrar con “La complicidad”, le dieron el espacio a Noelia Custodio y su show de stand up en que disfruta de destrozar todo tipo de tabúes a través de la comedia y la advertencia.
Otra de las grandes artistas que contenía el line up, era Juana Molina y su universo de experimentos sonoros. Entre loops y laberintos, Juana combina en una misma poción la extrañeza, la elocuencia y el atrevimiento destinado a una forma única de hacer una canción. Con himnos de empoderamiento como “Un día”, que se combinaban al frenesí de la nueva versión llamada “Paraguaya Punk”, Juana brindó un recital que alteró al público que estaba empezando a despedir el sol.
Adentro, bajo el cántico permanente de “el rock es de las pibas,” Barbi Recanati enloqueció a la gente con joyas como “Teoría espacial” o “Que no”. A Barbi le sobra el rock de la cabeza a los pies y se muestra más que feliz con su gente, en un festival más que soñado, ganado, por la lucha y resistencia de personas como ella, que siempre dieron voz y voto al momento de hablar de la ley del cupo femenino. Su amiga Marilina Bertoldi subió a acompañar en “A la luz” y una increíble versión de “Big Exit” de PJ Harvey.
Delante de una pantalla que iluminaba con un rojo furioso, empezó el momento de Louta con esa energía constante de agitar, saltar y romper las barreras con el público. Todo el mundo con los ojos cerrados o todo el mundo al piso, Louta contagia sus ganas de movimiento y revoloteo a mente y cuerpo. Empezó con su challenge “Todos con el celu”, y siguieron otras de su segundo disco Enchastre como “Ayer te vi” y “Palmeras”. El frontman de 25 de años se dio el gusto de cerrar su show con su última producción, un tema llamado “Tau Tau”, cantado en portugués. Más tarde en el escenario techado, Eruca Sativa entregó un potente combo de canciones coreadas como “Japón” y “Nada salvaje”, y una versión más liviana de “Amor ausente” que inició sin la batería y fue acrecentando la energía. La banda conformada por Lula Bertoldi, Brenda Martín y Gabriel Pedernera hizo un breve repaso de su trayectoria incluyendo su más reciente single “Creo”, anticipando al público lo que va a ser su próximo disco.
Citado horas antes por Ofelia Fernández como un filósofo contemporáneo, con la frase “Y no hables de meritocracia/Me da gracia, no me jodas/Que sin oportunidades esa mierda no funciona,” llegó el turno tan esperado de Wos de prender fuego el escenario. La verborragia del rapero derriba cualquier cimiento, y Wos es una aplanadora de contenido. Con una denuncia constante a este gobierno de turno, Wos imprime la realidad en un freestyle fugaz que pasa muy rápidamente, pero deja una estela. Wos es como el perro enojado que ladra con colmillos afilados para echar de la casa al gato. Entre saltos y gritos pasaron las aclamadas “Canguro”, “Púrpura” y su último “Melón vino”, y también invitó al escenario a personajes como Ca7riel y Acru para unir fuerzas y exponer la poderosa escena del rap nacional.
Marilina Bertoldi arrasa donde pisa, pero un festival tan particular como el Futuröck fue el detonador necesario para que la referente del nuevo rock estalle y vuele cabezas. Celebrando un line up con tantas mujeres, Marilina no perdió la oportunidad de hacerse escuchar. Y no solo con sus canciones: su mensaje es un poderoso grito que hace eco en múltiples oídos, es político desde lo más profundo que sale de su garganta hasta los pezones censurados por Instagram en las fotos de su show. Frente a miles de personas, Marilina demostró cómo la destrucción de un paradigma es cuestión de tener la frente en alto y estar molesta, con una actitud rebelde, pero llena de sentimientos justos y hermosos que imploran un mundo mejor. Tocó varias de las canciones de su último disco Prender un fuego y el broche de oro fue con un cóver de Alanis Morisette que compartió junto a Eruca Sativa y Barbi Recanati.
El cierre la noche fue con El Kuelgue, seguido de La Delio Valdez. Ese híbrido entre música, teatro y comedia que propone la banda de Julián Kartun, hace de sus shows una especie de juego. Con la improvisación construyen un puente que va conectando a la banda con el público. Todos estos dotes performáticos se conjugan con una musicalidad que invita a bailar al ritmo de cuerdas, percusiones y vientos. Ver al Kuelgue tiene ese doble filo de disfrutar el trance corporal, pero también de perderse en la lírica del grupo y sumergirse en sus relatos. Para el estallido final, La Delio Valdez y su temperatura de fiesta puso a bailar a toda la gente. La orquesta de cumbia hizo una exploración de la cultura latinoamericana atravesando distintos ritmos tropicales y celebrando esa unión sin fronteras a través de su música. El Festival Futuröck cerró su telón con un clima de fiesta y diversión, apagó las luces con un colectivo de gente unida y dijo adiós con un abrazo reconfortante.
*
Foto principal: Gonzalo López.