Este año Indie Hoy cumplió 10 años de vida. Después de celebrarlo a lo grande con un festival en Ciudad Cultural Konex el pasado 7 de octubre, de la acción en redes sociales #MiTesoroIndie y de una serie de ensayos que recorrió las escenas de las principales ciudades argentinas, esta semana nos enfocaremos en recordar los 100 mejores discos que escuchamos durante estos 10 años de existencia.
Como es habitual, develaremos la lista de a poco: cada día publicaremos nuevas 20 posiciones. Empezamos el lunes mostrando del 100 al 81, el martes del 80 al 61, y así sucesivamente hasta el viernes. Las portadas están vinculadas a Spotify, para que volver a escuchar ese disco -o conocerlo- sea más fácil.
100. Girls – Album
2009 – True Panther Sounds
Album, el primer esfuerzo creativo entre un punk con padres liberales de la costa oeste de Estados Unidos (Chet “JR” White) y un adicto excomulgado nacido en un culto fundamentalista (Christopher Owens), es absolutamente todo lo que debería ser. Desde sus segundos iniciales impacta con la crudeza de sus rasguidos guitarreros y la sincera irreverencia de su prosa. Desgarra de la misma forma en la que entretiene, con empatía, narrando historias, sentimientos y frustraciones fácilmente identificables. Dame más amor, agente masculino, quien sea que seas. Con un lenguaje directo y la urgencia expresiva de sus guitarras estridentes, Girls presenta una paleta sónica que sirve como refugio ante un mundo cruel, solitario, despiadado e implacable. Entre odas a ex amigos, padres, amores perdidos y no correspondidos Album predica (altruista y accidentalmente) himnos generacionales para gritar a todo pulmón. Estirate, tócame, ¡estoy aquí! Y no quiero pelear más. – Agustina Checa
99. Matilda – Para ser movimiento
2008 – Planeta X Discos
Desde su gestación durante aquella vorágine multi-presidencial de fines del 2001, Matilda ha pasado más de quince años entablando diálogo con su contexto, abordando temas colectivos mediante un canal tan democrático como la canción pop. El dúo rosarino, integrado por los gestores culturales Juan Manuel Godoy e Ignacio Espumado, fue rápidamente reconocido por recuperar el género en un imaginario nacional entonces dominado por el rock barrial. Si bien sus influencias databan de un par de décadas –desde el retro-futurismo de Kraftwerk hasta la declaración obrera de Depeche Mode en Construction Time Again–, Matilda sí tuvo el mérito de anticipar el revival del electro-pop que acontecería luego. Para ser movimiento, su tercer LP, es el trabajo que mejor cristaliza todo aquello que define a Matilda como banda: la confluencia de bases rítmicas programadas e instrumentos analógicos, de pistas solapadas de sonidos sintetizados con bajos pulsantes y teclados melódicos. Tal como lo evidencia su constante ascenso, Matilda se ha mantenido fiel a la premisa que titula este disco: es una banda que nunca dejó de moverse, jamás estancándose creativamente. – Bartolomé Armentano
98. St. Vincent – MASSEDUCTION
2017 – Loma Vista Recordings
Si tuviera que apostar, arriesgaría que el nexo temático que unifica al repertorio de Annie Clark reside en el sentimiento de alienación. Bajo el nombre de St. Vincent, ha lanzado una sucesión de discos impolutos cuyas canciones circunnavegan este tópico: Actor (2009), Strange Mercy (2011) y St. Vincent (2014). MASSEDUCTION, su más reciente lanzamiento, es otro fidedigno retrato de enajenación, pero el detonante ahora es, inevitablemente, la fama – o la adyacencia a la fama. Tiene sentido si se considera el ascenso meteórico de Clark durante la última década: de exiliada de Berklee, a integrante alada de la banda en vivo de Sufjan Stevens, a solista ingenua, a guitar-hero aclamada por la crítica, a co-autora de una colaboración con David Byrne, a éxito comercial certificado con un Grammy, a anzuelo de la prensa por sus relaciones de alto perfil. Lo que germinó fue un trabajo decididamente pop, con producción de Jack Antonoff incluida. MASSEDUCTION es una extravagancia decadente de fosforescencia Day-Glo y melancolía híper-saturada, un álbum que extrapola lo personal para hacer una disección profunda sobre seducción y dinámicas de poder, sea este de naturaleza sexual-afectiva, económica o geopolítica. – Bartolomé Armentano – Reseña completa
97. LCD Soundsystem – This is Happening
2010 – DFA Records
Si el personaje de Kate Hudson en Almost Famous nos dejó una lección, es que la noción de algo aconteciendo es sinónimo de vitalidad. Durante los primeros treinta segundos del opener “Dance Yrself Clean” no hay una sola voz audible, pero persiste la sugerencia de un suceso ocurriendo. Este no te incluye, hasta que un sintetizador colosal irrumpe en escena y se apropia del plano principal de la mezcla, invitándote a la discoteca. Bienvenidxs al mundo de This Is Happening. Debido a los ocho años que pasaron desde su salida, el tercer disco de LCD Soundsystem puede correr el riesgo de ser erróneamente recordado – más considerando la certeza que tenemos hoy de que existe american dream. En el 2010, sin embargo, este lanzamiento fue un evento. Anticipado por la proclamación de que sería el último álbum de LCD, This Is Happening cumplió con la tarea de satisfacer expectativas gigantescas. Para la ocasión, la impronta dance-punk del sello DFA se deslizó para cederle el paso a las referencias artísticas de James Murphy. Más que nunca, aplicó su conocimiento enciclopédico y su producción muscular para reversionar a sus ídolos, canalizándolos a través de su prisma personal de neurosis y auto-consciencia. Si se extraña la euforia de “All My Friends” o la emotividad de “Someone Great”, está más que suplida en cortes como “All I Want”, cuyo slide de guitarra evoca la Berlín sacrosanta de David Bowie y Brian Eno. “Somebody’s Calling Me” remite al Iggy Pop de The Idiot; mientras que la línea de bajo que conduce a “Pow Pow” haría asentir a Tina Weymouth. En This Is Happening, James Murphy no sólo se demuestra capaz de cargar la antorcha de sus héroes, sino también de situarse como su igual. – Bartolomé Armentano
96. Dirty Projectors – Bitte Orca
2009 – Domino Records
Luego de re-interpretar Damaged de Black Flag (porque… ¿por qué no?), Dirty Projectors dejó de ser un alias para las excursiones solistas de Dave Longstreth y pasó a designar una banda consolidada. “Where do you and I begin?”, inquiere Amber Coffman en “Stillness Is the Move”, y la portada del álbum sólo refuerza la noción de límites individuales difuminados: Bitte Orca es una experiencia comunal. Esto se evidencia en la armonización inmaculada de las voces de Longstreth, Coffman y la entonces recién incorporada Angel Deradoorian. Se cristaliza en su percusión, que recurre a la polirritmia propia de la tradición africana. Está en la coalescencia de sonidos diversos: el virtuosismo en la guitarra de Longstreth se funde con cuerdas, sintetizadores, momentos de R&B o folk – y a veces todo esto es a lo largo de una sola canción (como atestigua la maleable “Useful Chamber”), sin nunca sacrificar la uniformidad de la escucha o el concepto original de la banda. Bitte Orca es un álbum sumamente entreverado, sí, pero su llamado a la unidad, por sobre todo lo demás, reside en su aceptación de la sensibilidad pop. Basta solo con escuchar “Two Doves”, una actualización moderna de “These Days”: tal grado de belleza puede ser entendido por quien sea. – Bartolomé Armentano
95. Jack White – Blunderbuss
2012 – Third Man Records
El primer trabajo solista de Jack White cumplió con cualquier fantasía en torno a sí; estaban ahí todos los elementos que todos habríamos esperado en un disco del ex-White Stripes: riffs de guitarras bien sacadas, solos desencajados y hasta coros de voces femeninas. Las diferencias de concepto con dicha banda quizás estén las constantes referencias folk-country-bluegrass (que no solo aparecen en las baladas de guitarra acústica), y las letras mucho más íntimas y sentimentales, girando siempre en torno al amor, la juventud, el dolor y la pasión. – Lisandro Ruiz Díaz
94. David Bowie – The Next Day
2013 – Columbia Records
The Next Day es un discazo. Lleno de grandes canciones. Misterioso, atrevido, introspectivo. Suena a David Bowie, sin dudas. Pero no cae en un cliché de sí mismo, ni en un intento absurdo de “reinventarse”. The Next Day es preciso y funciona como un hermoso conjunto de muy buenas canciones. El disco con el que todo artista querría regresar, si tenemos en cuenta que hacía 10 años que no publicaba material. Y la idea de volver podría sonar a un desafío innecesario. Pero, si no lo lograba David Bowie… ¿entonces quién? – Belén Soria – Reseña completa
93. Alex Anwandter – Amiga
2016 – Nacional Records
En “Siempre es viernes en mi corazón“, tema con el que abre Amiga, las referencias son eficaces: mientras Alex Anwandter canta “Pasan años, pasa el tiempo/martillando el mismo clavo” se escuchan martillazos a modo de pulso rítmico. La canción marca la cancha para lo que sucede: un disco político de marcada sensibilidad obrera, social y de reivindicación de derechos de lxs gays. “La iglesia me mandó al infierno y el congreso piensa que estoy enfermo” reza en el primer track. Nada menos que la problemática de un obrero homosexual en un país sudamericano. El disco está dividido estilísticamente: mientras la primera mitad está marcada por la instrumentación de trabajos previos de Anwandter –sintetizadores, máquinas de ritmo, cuerdas y canciones up tempo, texturas clásicas del tecno pop iberoamericano contemporáneo–, todo se vuelve mas extraño a partir de “Manifiesto“, sexta canción de la flamante obra. Las baterías pasan a ser acústicas, aparecen instrumentos de viento, pianos y todo se torna radicalmente mas íntimo, épico y sobre todo menos bailable. Anwandter se detiene a homenajear a Víctor Jara, armando una historia de amor no correspondido entre un obrero y una estudiante de escuela que se desencuentran en “Caminado a la fábrica“, con la participación de una irreconocible Julieta Venegas, encarnando la voz de la estudiante. Cualquier similitud con “Te recuerdo Amanda” no parece coincidencia. – Valentín Prieto – Reseña completa
92. Real Estate – Days
2011 – Domino Records
No era tarea fácil superar aquél debút homónimo del 2009, con el que saltaron a la blogósfera y conquistaron a cientos de miles. Sin embargo, demostraron que se podía. A base de un lo-fi pegadizo y canciones que transmiten el calor del surf rock, Real Estate editó en en octubre de 2011 Days, su segundo disco, para demostrar lo que mejor les sale: cantarle al verano. Sol, arena y mar: eso es Real Estate. Las 10 canciones de Days son ideales para pasar una tarde debajo de una palmera, viajando, en una tormenta de verano, una caminata por la playa a las seis de la tarde, en soledad tomando un licuado o con amigos una cerveza. Después vendrían dos discos más (Atlas e In Mind), pero Days es al que mejor le sentaron los años. Brindamos por sus veranos eternos. – Rodrigo Piedra – Reseña completa
91. Deerhunter – Microcastle
2008 – 4AD
“Cover me, comfort me”. Las primeras palabras que expresa Bradford Cox en Microcastle se tornan instantáneamente en las demandas del oyente hacia el tercer disco de Deerhunter. Vení, cubrime con la paciencia de tu voz y tus dulces melodías. Hablame de soledad, locura y temor y llename de confort con la hermosura de tus elecciones estéticas. Microcastle es sin lugar a dudas un epítome compositivo en la valorada trayectoria de Deerhunter. No sólo por lo orgánico del devenir de sus canciones sino por la singularidad que enmarca a cada una de ellas. El opener, imponente, desestabilizador, magnífico. La seductora “Agoraphobia” y su dulce y contundente minimalismo. La altiva y jovial forma de honrar lo complejo y taciturno de vivir en “Never Stops” y la perspicaz manera de desacralizar a la juventud con “Little Kids” (taladros en la pared incluídos). La relajada e hipnótica manera en la que la guitarra reverberosa de “Microcastle” incita a la paz para luego destrozarla o la ternura en la que Cox se describe crucificado frente a sus amigos con ritmo de canción de cuna en “Calvary Scars”. La manera en la que se combinan la desgarradora “Green Jacket”, con la tímida elevación de “Activa” solo para detonar en la inmensa “Nothing Ever Happened” (fiel ejemplo de por qué la triada compositiva Cox, Pundt, Archuleta es celebrada con tanto fervor hace tanto tiempo). La divertida paleta de sonidos que enmarca “Saved By All Times” y la fuerza con la que se pueden cantar sus estrofas finales, y ese agridulce descenso final con la etérea “Neither of Us/Uncertainly” y la penetrante “Twilight at Carbon Lake”. Microcastle es inmenso en individualidades, emociones y reflexividades y perfecto en todo su sentir. – Agustina Checa
90. Blood Orange – Cupid Deluxe
2013 – Domino
No conforme con su voz, Dev Hynes salió a la búsqueda de múltiples colaboraciones para el que sería su segundo disco como Blood Orange: Cupid Deluxe. No hace falta mucho oído para darse cuenta que Cupid Deluxe está plagado de colaboraciones: David Longstreth (de Dirty Projectors), Caroline Polachek (de Chairlift en el exquisito opener “Chamakay“), Samantha Urbani (de Friends), Clams Casino, Despot, Adam Bainbridge (de Kindness) y Skepta. Interrogado al respecto por el New York Times, Hynes declaró en ese momento que tiene “problemas” para ser la cara de la música que hace, y que su voz no es necesariamente la mejor para sus canciones. Su método es el experimento (tanto con las voces como con los instrumentos): “pongamos el coro ahí, pongamos el saxo acá“. Alma innata de productor. En Cupid Deluxe hay algún bloque bien hip-hopero (“Clipped On”, “High Street” ) y otros que parecen temas de Prince (“No Right Thing“, o la encargada de cerrar “Time Will Tell“). Highlights hay de sobra, pero “On The Line”, “Chamakay” e “It Is What Is” siguen en el podio de sus mejores obras. Cupid Deluxe es un disco veraniego, deliciosamente pop, esencialmente nocturno y sensual, elegante y depravado a la vez. – Rodrigo Piedra – Reseña completa
89. Them Crooked Vultures – Them Crooked Vultures
2009 – DGC / Interscope
El todo no siempre supera a la suma de las partes… Ese es el karma de la mayoría de las superbandas. La historia es conocida, se repite siempre: tres o cuatro gigantes se juntan, los medios acompañan la previa haciendo señales de humo y cuando el disco sale nos encontramos con lugares comunes inconclusos y para nada originales (tipo partido amistoso que termina en empate 12-12 y no deja más que un puñado de gambetas exageradas). Ok. Si me lo permiten les digo que los Them Crooked Vultures son una de las excepciones de la regla. Aunque el encuentro entre Grohl, Homme y Jones (y nobleza obliga incluir al incomparable Alain Johannes) pueda leerse en clave recreativa, las canciones del disco tienen un giro auténtico y renovado que logra sintetizar la experiencia de cada integrante sin sonar a un copy-paste de lo que cada uno haya hecho antes (sin ir más lejos, el trabajo de Grohl en la batería es de los mejores desde Songs for the Deaf). El resultado: un disco de hard rock groovero, entre frenético y rabioso, plagado de guitarras y arreglos cancheros que se cruzan, fluyen, aceleran y se desvían por cortes y cambios de estructura que logran apostar por la riqueza sin resignar demasiado el equilibrio y el golpe de efecto que debe tener una buena canción rockera. Una de las joyitas mejores guardadas de la década. – Calamar Xig
88. Foxygen – We Are the 21st Century Ambassadors of Peace & Magic
2013 – Jagjaguwar
En enero de 2013, el dúo californiano entrega el disco más memorable de su discografía. Plagado de melodías y coros adictivos, Foxygen toma prestado sin culpa a artistas como Dylan y Lou Reed o bandas como los Kinks y los Rolling Stones (por nombrar solo las referencias más obvias). Sin embargo, el resultado final evita la nostalgia o el puro homenaje. Haciéndose eco de bandas psicodélicas actuales como MGMT o Tame Impala, transita por caminos que le dan un sonido fresco y accesible, logrando un pop variado que sorprende en su familiaridad. – Mariano Rosales
87. David Byrne – American Utopia
2018 – Todo Mundo / Nonesuch Records
Con mucho entusiasmo se esperaba el último trabajo de David Byrne, American Utopia. El carismático líder de Talking Heads volvía por fin con un disco en solitario. No lo hacía desde Grown Backwards (2004, Nonesuch / Warner Bros). Cierto es que había participado conjuntamente en diversos trabajos con Brian Eno o Fatboy Slim. Particularmente destacable fue el maravilloso Love This Giant (2012, 4AD / Todo Mundo), creado en colaboración con la diva St. Vincent. Con American Utopia demuestra estar en plena forma, afrontando una madurez elegante y sin bajar el nivel al que nos tiene acostumbrado este artista con una carrera de 40 años a sus espaldas. Brian Eno colabora como productor del disco y co-autor en algunas de las canciones como la que fue el primer single, “Everybody’s Coming To My House“, una suerte de invitación a vivir la vida. El existencialismo y un mundo a veces difícil de entender está presente en este trabajo que se abre con “I Dance Like This“, tema con un estribillo eléctrico. El título del LP no es baladí. Carga contra Trump con frases como “Elephants don’t read newspapers”, en “Every Day Is A Miracle“. También en “Dog’s Mind“. Ya hemos mencionado a Eno, pero no es el único colaborador de este sobresaliente trabajo. Daniel Lopatin (Oneohtrix Point Never), aparece en “This Is That“. También participan en el disco TTY, Happa Isaiah Barr (Onyx Collective) y Sampha, entre otros. En la gira de presentación del álbum, un escenario minimalista y muy “Lynchiano”, nos brindó a un Byrne inspirado. Comenzaba sentado en una mesa con un cerebro en el dentro de la misma. Bailarines que llevaban los instrumentos pegados al cuerpo bailaban junto al cantante. Una original forma de presentarnos el mensaje que transmite con su último trabajo. – Guiomar Fernández
86. Tyler, the Creator – Flower Boy
2017 – Columbia Records
Tyler, the Creator es parte de una ola de hip hop experimental y sensible que hace callar la boca a quienes pretenden encasillar al género en estereotipos caracterizados por el exceso de testosterona. Es por esto que con frecuencia, en sus canciones abandera causas progresistas: Menciona movimientos como Black Lives Matters, así como sucesos de violencia discriminatoria de la historia estadounidense y es crítico del consumismo ciego y las tradiciones morales. Así que también es probable que con sus sugerentes letras simplemente se esté burlando de la “hombría” que normalmente le es exigida a los representantes de ciertos géneros musicales aún en la actualidad. En medio de una estética floral, las abejas, los rumores y los memes difundidos por él mismo, Tyler ha conseguido fijar la atención mundial en este disco que no solo resultó de una genialidad musical admirable, sino que pone sobre la mesa la discusión de asuntos cruciales para esta generación como la identidad sexual, el racismo y las ansiedades, haciéndole honor a su pseudónimo: The Creator. – Laura Camargo – Reseña completa
85. Radiohead – The King of Limbs
2011 – XL Recordings
The King of Limbs es el octavo disco de Radiohead y funciona como una bisagra en su discografía. Une los dos polos de Kid A e In Rainbows; parece tener un poco de ambos. En el medio de estos polos, el camino nos lleva por picos montañosos de experimentación, con orillas en Hail to the Thief. Para muchos, The King of Limbs es sólo una sombra del álbum anterior, pero Radiohead nunca había comprimido su lenguaje en una única obra, tan equilibrada como esta. Un disco corto de sólo ocho canciones, en el que la maquinaria experimental se quiebra con una profunda melancolía (“Codex” por ejemplo), sin abandonar el beat por completo. Solo queda mirar el video de “Lotus Flower” e intentar bailar como Thom Yorke. The King of Limbs va pasando por distintas texturas y emerge en un híbrido de todo lo que había hecho Radiohead hasta el momento, dando una joya con la belleza extraña de una flor artificial. – Juampa Barbero
84. Louta – Louta
2016 – Independiente
Louta irrumpió en la escena en diciembre de 2016 y nada volvió a ser igual. Detrás de ese alias se escondía Jaime James con su primer disco de ocho canciones. Valiéndose de los recursos compositivos que hay dentro de una computadora, Louta compuso un universo en su propio cuarto. El disco tiene ocho temas muy distintos, pero con un mismo sello: lo nuevo. Los tres primeros cortes de difusión fueron “Sigo sin entenderte”, “Qué bien que estoy” y “Alto uach”, todos convertidos en clásicos de sus comentadas presentaciones. Beats crocantes, samples que nos llevan más allá del tiempo, melodías pegadizas y letras que rozan la ironía agridulce fueron la receta de un disco que impactó a primera escucha. – Matías Ferreyra – Reseña completa
83. Alex Anwandter – Rebeldes
2011 – 5AM / Feria Mix
Alex Anwandter nos recuerda que lo personal es político en esta placa, la primera que presenta bajo su nombre. Sin seudónimos ni compañeros de banda, lo que ofrece en ella es un pop tan intimista y desgarrador como apto para la disco. Y es que desde su apertura con “Cómo puedes vivir contigo mismo”, plantea los dilemas propios de las identidades sexuales diversas en sociedades conservadoras. Al mismo tiempo, consigue tejer melodías electrónicas contagiosas con una cadencia inescapable. De igual forma, pistas como “Tatuaje” y “Rebeldes” se erigen como apasionados himnos sobre el amor y sus consecuencias, mientras que “Tormenta” y “Fin de Semana en el Cielo” se perfilan como baladas elegantes que bien podríamos bailar abrazados en la tanda de lentos de una fiesta de prom como las de las películas yankis. Sin lugar a dudas, uno de esos discos que resumen el espíritu indomable de toda una generación. – Laura Camargo
82. The xx – I See You
2017 – Young Turks
Tras cuatro años de espera, The xx lanzaba en enero de 2017 su tercer disco de estudio. Tal como habían prometido, para este disco se alejaron de las atmósferas oscuras de sus trabajos anteriores y eligieron un camino más luminoso y rítmico, y el resultado es, entonces, un disco de expansión. I See You llegó después de que Jamie xx se aventurara en su disco solista In Colour, que lo catapultó como uno de los productores más interesantes de la actualidad. Para el tercer disco de su banda, trasladó su pericia electrónica y aumentó la cuota de canciones bailables, aunque también dejó lugar para momentos más introspectivos. En el tiempo de composición, el cantante Oliver Sim luchó contra su alcoholismo y las letras reflejan su montaña rusa de emociones, sin soltar el optimismo que es la marca registrada de este disco. Lo presentaron en Argentina y lo acompañaron con una cuota visual a cargo del fotógrafo Alasdair McLellan, que pintó un nuevo imaginario visual para el trío británico, cada vez más cerca de lo mejor de Gus Van Sant. Porque desde el comienzo que The xx es eso: atmósferas y emociones que se disfrutan con las imágenes proyectadas en nuestra mente a ojos cerrados. – Rodrigo Piedra
81. Kali Uchis – Isolation
2018 – Interscope / Virgin EMI
Kali Uchis llegó a sus 24 años confiando en tan solo ella misma, superando inseguridades y siendo la oveja negra por un largo tiempo, en una industria en donde no es nada sencillo ser quien querés ser. Estamos ante el comienzo de una carrera que con suerte durará un buen rato. Uchis es especial y este primer capítulo lo confirma. Isolation, el disco que editó este año, es fresco, ecléctico, mira hacia adelante sin abandonar sus raíces, lleno de alma, posee una atmósfera insuperable y juega como la mejor carta de presentación de una artista. Este álbum es el equivalente a tomar una copa de vino mirando cómo baja el sol sobre el océano, la infusión de jazz en cada uno de los diferentes temas y géneros por los que pasa el disco es la frutilla del postre. Es introspectivo pero aventurero, pegadizo pero sin planear sonar en la radio. – Fernando Traba – Reseña completa
80. Grizzly Bear – Shields
2012 – Warp Records
Luego de diez años de trabajar juntos y a tres años del aclamado Veckatimest, el cuarteto de Brooklyn nos deleitaba en 2012 con Shields. Grizzly Bear redobló la apuesta y demostró que continuaba siendo uno de los principales nombres del indie. Tras un receso de seis meses luego de la gira de su album predecesor, Droste, Rossen, Taylor y Bear se reunieron en Marfa (Texas) para componer su cuarto disco, pero luego de haber grabado inmensa cantidad de material, éste no resultó convincente y los Grizzly decidieron retomar sus raíces y volver a la casa de la abuela de Droste en Cape Cod (donde grabaron Yellow House años antes) para dejar que, en un ambiente más “familiar”, las cosas fluyan. Y lo hicieron. Por más minimalistas que hayan intentado ser con esta entrega, dejando todo en su esencia misma (en declaraciones de Droste, una estética “very in-your-face” , clara y directa), Grizzly Bear pasó por alto el hecho de que está en su misma esencia lo complejo, lo “barroco”. Es inherente a ellos mismos el ser ambiciosos y desafiantes. En cada una de sus canciones el núcleo es lo más irrelevante al lado de los ricos detalles que la contornean. Y allí se encuentra la grandeza, lo que diferencia a Grizzly Bear de cualquier otra propuesta del indie contemporáneo. – Agustina Checa – Reseña completa
79. Neon Indian – VEGA INTL. Night School
2015 – Static Tongues
Alan Palomo, el texano nacido en México, se hizo un nombre en el circuito independiente detrás de una banda de músicos proficientes y el pseudónimo de Neon Indian, con el que terminó de ser coronado como realeza del chillwave. En su tercer disco, VEGA INTL. Night School, Palomo empujaba hacia el límite las tendencias musicales que ya había esbozado en trabajos anteriores, dejando de lado la introspección onírica para celebrar las discotecas. Al igual que en M83 y el soundtrack de It Follows, hay un dejo nostálgico kitsch que nos lleva a los años en que reinaban los sintetizadores; pero este álbum de Palomo no tiene un pelo de anticuado. VEGA INTL. Night School fue el disco más bailable del 2015: una fiesta en la década equivalente a los ochenta de algún planeta lejano y fluorescente, donde Prince está en lista VIP. – Bartolomé Armentano
78. Fiona Apple – The Idler Wheel Is Wiser Than the Driver of the Screw and Whipping Cords Will Serve You More Than Ropes Will Ever Do
2012 – Epic
Es fácil obsesionarse con Fiona Apple porque encarna una serie de principios que van a reverberar sobre cualquiera que alguna vez haya sentido ostracismo social: el mensaje implícito de su obra es que la autenticidad es la mayor gratificación, aunque sea en detrimento de la aceptación ajena. Es por esto que puede tomarse más de un lustro entre discos (lanzó cuatro a lo largo de veinte años, de periodicidad progresivamente infrecuente): la honestidad vende. The Idler Wheel, su más reciente trabajo, es el mejor precisamente en virtud de ser el más personal. Reflejando su grado de desnudez emocional está la austeridad de la instrumentación: no hay mucho más que un piano y percusión, en su conjunto acentuando el contralto precioso de Fiona. A pesar de su simplicidad compositiva, sin embargo, no deja de ser un álbum bastante extraño. Si momentos outré (como, por ejemplo, el solo de batería de “Limp”) solían ser esporádicos en el repertorio de Apple, ahora sirven de cimientos para toda la escucha. The Idler Wheel se edifica sobre notas discordantes, métricas irregulares y guiños al jazz, expresando así el imaginario nervioso y mega-concienzudo de su compositora. ¿Ha habido articulación más acertada sobre la ansiedad que “Every Single Night”? ¿Sobre la necesidad de que-me-des-atención-pero-también-espacio que el scat de “Left Alone”? Porque cuando Fiona escupe casualmente una referencia a cortarse, no dudamos de su literalidad. No se puede simplemente escribir material así de brutal: nace de un lugar sentido y real, que evade los absolutismos pero también, maduramente, la victimización. Cada noche es una lucha interna, sí, pero eso está bien. Tras el recorrido por sus demonios personales, las últimas dos canciones son de hecho bastante exuberantes. The Idler Wheel es un disco universal pero que no podría haber sido escrito por nadie más que Fiona Apple. Es un milagro encontrar a alguien que valide tus sentimientos: que exprese lo que pensás con la elocuencia que te falta y te haga sentir menos en soledad. Ese es el efecto de la poesía de Fiona. – Bartolomé Armentano
77. Perras on the Beach – Chupalapija
2016 – Independiente
Chupalapija tiene una energía muy fresca que de tan espontánea y desvergonzada conmueve a través de diferentes humores, con mucha verticalidad y simpleza. Pero esta simpleza no es para nada torpe, ni tan cabeza como podría pensarse: una tapa de canguros swag con bling blings en el cuello anticipaba las canciones flasheras, gritonas, puteadoras con improvisada prolijidad; sin embargo, múltiples influencias y sonidos variados constituyen un disco potente, sólido: con una paleta de sonidos amplia, una calidad y un trabajo que los alejaba bastante del predecible lo-fi que podría esperarse de un primer trabajo. Las canciones pasan por el folk lisérgico, un punk rocanroleado y hasta hip hop con rimas absurdamente burlonas que conviven armónicamente bajo el espíritu ecléctico y desinhibido del disco. – Fradi Ocampo
76. Vampire Weekend – Modern Vampires of the City
2013 – XL
Los chicos de Vampire Weekend no fueron los primeros (ni los últimos), pero sin dudas fueron, para ese momento, la banda que se animó a incluir otros instrumentos y ritmos del mundo, cuando publicaron su disco debut en 2008. El resultado era cautivante por todos lados. ¿Alguien podía resistirse a “Walcott” o a “Oxford Comma”? El impacto de Modern Vampires of the City, su tercer y hasta el momento último disco, es casi instantáneo como los dos anteriores: no son requeridas muchas escuchas para (volver a) caer en el juego de los VW y reconocer que es su trabajo más ambicioso y que los colocó en otro nivel: los pibes comenzaron a jugar en las grandes ligas, dándose el lujo de cerrar festivales y hacer crecer el mito y la esperanza del cuarto álbum. – Rodrigo Piedra – Reseña completa
75. Fleet Foxes – Helplessness Blues
2011 – Sub Pop
Tiempo después de que MGMT conquistara el mundo haciendo sonar en cada fiesta un tema que decía “We’ll choke on our vomit and that will be the end: we were fated to pretend” -una celebración de la fantasía y el delirio-, Fleet Foxes, la banda de Seattle que había llevado a otro nivel el revival del folk que consumimos tanto, lanzaba su segundo disco, Helplessness Blues diciendo: “Why this frightened part of me that’s fated to pretend? Why is life made only for to end?” Fleet Foxes trajo este disco para que nos tomáramos las cosas un poco más en serio, para que aprendamos un poco más sobre nosotros mismos y pudiéramos darnos cuenta de que detrás de todo el ruido, de la adolescencia y la juventud mega estimulada, lo que hay es un miedo irreversible al vacío, al sinsentido, a la soledad. Crecer con Fleet Foxes fue el regalo más bello de la suerte y la casualidad. – Mateo Mórtola
74. Beach Fossils – What A Pleasure
2011 – Captured Tracks
Lanzado en 2011, luego de su debut el año anterior, este EP de la banda oriunda de Brooklyn es una bocanada de aire fresco y analógico, con dosis justas de melancolía, guitarras y espíritu veraniego. Sin duda es uno de los trabajos más atmosféricos de la banda, a la vez simple y con una producción sencilla con un espíritu do it yourself que atraviesa cada canción. Temas como “Face It” o “Out in the Way“, grabado en colaboración con Wild Nothing, son los grandes puntales del disco que devuelve una tibia tristeza que concluye con Adversity, tema que cierra el disco y se sincroniza directamente con el primer tema, algo que nos hará querer oírlo otra vez y disfrutar de su tristeza magnética plagada de recuerdos. – Luis Mendoza
73. DIIV – Oshin
2012 – Captured Tracks
Allá por el 2012, de la mano de Captured Tracks, DIIV sacó Oshin, un disco que se convirtió rápidamente en una esperanza para todos aquellos amantes del post-punk. Oshin parte de un juvenil interés por sonidos de finales de los setentas que comenzaría a pensarse como revival. Oshin es un muy buen sueño que logró trascender a su época. Es una ambición sentimental con una energía tan fuerte que logró transformar a DIIV en la punta de lanza de toda una movida underground musical made in New York. ¿Qué sería del rock sin DIIV? Yendo más profundamente, ¿qué sería de aquellas bandas que admiran los atemporales melodías retorcidamente atractivas del dream pop? ¿Qué sería de aquellos seguidores del krautrock que todavía resisten y no quieren caer en sonoridades que no fueron parte de las antiguas vanguardias? Zachary Cole Smith y sus compañeros te invitan a viajar entre melancolías enérgicas y voces anestesiantes. Oshin es un viaje de ida y los buenos viajes te marcan de por vida. – Santiago Qura
72. Fleet Foxes – Fleet Foxes
2008 – Bella Union / Sub Pop
Si el espíritu guardián de los bosques americanos pudiera materializarse en un puñado de canciones, fácilmente lo haría en las que componen la debut autotitulado de Fleet Foxes. A través de armonías delicadas, aunque con momentos de climax imponentes; la banda oriunda de Seattle construye pasajes que se nutren del rock, el folclore de ancestros nativos, la música country y demás sonoridades de la región. Resulta casi imposible no deslumbrarse con la evocación de la belleza rural desplegada en cortes como “White Winter Hymnal“, “He Doesn’t Know Why” o “Blue Ridge Mountain“. Así que, la invitación pertinente es la de entregarse a este disco y dejar que su sonido bucólico nos aleje del caos de la ciudad. – Laura Camargo
71. Arctic Monkeys – Humbug
2009 – Domino Records
Por allá en el 2009, un Alex Turner con frondosa melena y restos de acné adolescente nos invitaba a sumergirnos en un mar de emociones turbulentas. Humbug, lanzado bajo Domino Records y co-producido por Josh Homme y James Ford, era la nueva creación de los Arctic Monkeys, aquellos jóvenes de Sheffield que prometían dar mucho de qué hablar (spoiler alert: Lo lograron). Lo que entonces parecía un álbum de ruptura, hoy en retrospectiva suena más a evolución: mientras los ecos de las botellas rotas en bares suburbanos que evocaba Whatever People Say I Am, That’s What I’m Not todavía retumbaban en Favourite Worst Nightmare, canciones como “505” y “Do Me a Favour” precedieron algunos de los himnos del desamor de Humbug como la icónica “Cornerstone” y la reflexiva “Dance Little Liar”. Material de culto para los fans nostálgicos, a 9 años de su lanzamiento sigue siendo de aquellos discos que no se pueden pasar por alto: tempos exquisitamente curados y letras que adquieren a cada vivencia nuevos significados, Humbug es un paseo por aquella turbulenta montaña rusa emocional a la que hay que enfrentarse cada tanto. – Romina Bedrossian
70. Frank Ocean – Blonde
2016 – Independiente
Blonde es gigante en sí mismo, y es por eso que se presta a complejas y ricas interpretaciones (una cualidad difícil de alcanzar contemporáneamente). Me gusta identificarlo como una exteriorización del Frank Ocean de 2016: un hombre intrincado acercándose a los treinta años de una vida rica y a su vez tumultuosa, que supo revelarse contra la heteronorma y el convencionalismo social cuando necesitó hacerlo y que continuamente inspira a jóvenes de todo el mundo aun trascendiendo la impronta racial inherente en sus canciones. Las intenciones, reflexiones, y los nostálgicos reclamos de Blonde no podrían conmover, movilizar o alcanzar ese nivel irreal de empatía sin la belleza de las composiciones que les dan forma. Tal como lo hizo líricamente, también es con dinamismo que se desenvuelven sus elecciones estéticas (frenesí y despecho separados en cuestión de minutos). Esta producción de Ocean es un vaivén de emociones contrapuestas. Adoro la predominancia de la guitarra y los cambios de ritmo en el disco casi tanto como aquellas necesarias dosis de introspección y susurros. Blonde es fuerte compositivamente. Refleja la versatilidad de un artista que se presume importante en cada una de sus elecciones estéticas y con esa confianza se afirma de tal modo. La posibilidad de dejar los sentimientos a merced de Ocean, sus frescas guitarras y punzantes ritmos, y dejar que los lleve a dar una vuelta es el componente más adictivo del disco. – Agustina Checa – Reseña completa
69. Portishead – Third
2008 – Island / Mercury
La reaparición de Portishead luego de 10 años de silencio trajo consigo un disco surgido de la oscuridad más absoluta. Luego de la sensualidad ambigua de Dummy y el clasicismo noir de su álbum homónimo, Third es un trabajo donde siempre se busca el extremo y la incomodidad con canciones que se interrumpen en sus momentos más álgidos o que evolucionan hacia terrenos inesperados con la voz de Beth Gibbons (que nunca transmitió tanta desolación) como guía. Si Portishead se caracterizaba por composiciones sumamente perfeccionistas en clave trip hop donde abundaban los scratches y las cuerdas orquestales, en Third se decantan por un sonido mas instintivo y agresivo que los lleva a experimentar con el krautrock y la electrónica industrial. El trío de Bristol parió una obra distante y sumamente densa que se convierte en su reinvención mas apasionante. – Federico Del Val
68. James Blake – James Blake
2011 – A&M / Atlas
Tras una serie de EPs y sencillos que le ganaron sus primeros fans, James Blake emergió en la escena musical en 2011 con su disco debut homónimo. El mismo logró mezclar de una manera excelente el R&B, el dubstep y el indie pop, mientras que sus letras exploraban temáticas como los desencuentros amorosos y cuestiones de su infancia y crianza que lo llevaron a ser quien es ahora. Es un disco profundamente introspectivo y con un sonido invernal envolvente. Cannciones increíbles como “I Never Learnt to Share” o “The Wilhelm Scream” dan la sensación de que Blake es un hombre que es consumido por su propia música, con capas de sintetizadores que se vuelven cada vez más disonantes y abrumadoras. Mientras, otras canciones como “Measurements” y un excelente cover de “Limit to Your Love” de Feist sacan a relucir el lado más expresivo de Blake. Este disco fue uno de los puntapiés iniciales de una década en la que el R&B sería uno de los géneros más vanguardistas y exploratorios, y Blake se convertiría en una de las voces más distintivas dentro de ese género. – Manuel Saiegh
67. Unknown Mortal Orchestra – Multi-Love
2015 – Jagjaguwar
Inútil es intentar escapar a aquella convención social que nos invita a buscar en la vida, amor por sobre todas las cosas. Sin embargo, pocos realmente se han detenido a considerar las diferentes manifestaciones que este amor pueda tomar. ¿Qué tal si además de inmenso, este amor fuera múltiple? ¿Estaríamos capacitados para sentirlo en su plenitud? Esta sensacional experiencia, cortesía de Unknown Mortal Orchestra, propone explorar una nueva gama de posibilidades del sentir condensadas en nueve canciones de ineludible magnetismo. Multi-Love es el nombre del tercer larga duración de la banda que, hace ocho años, lidera el intrigante Ruban Nielson. Para todo aquel que admira la implacable crudeza de sus primeras producciones y, sobre todo, aquel tinte de férrea psicodelia que impregnaba a cada una de sus dulces melodías, Multi-Love puede resultar un tanto confuso. Para aquel que envidia la capacidad de UMO de reinventarse y otorgar frescura a sensaciones clásicamente exploradas, Multi-Love es una grata experiencia, producto de una sed insaciable de nuevos estímulos. Escuchar este disco indudablemente implica una toma de posición. Que celebre el desafío del renacer y se adapte a los nuevos requerimientos de la experiencia UMO, o bien, que reproche vivir en un mundo donde todo parece suavizarse y termina engrandeciendo a los inescapables dominios del pop. Una vez realizada la advertencia, la opción es suya. – Agustina Checa – Reseña completa
66. Beck – Morning Phase
2014 – Capitol
Lejos de los collages sónicos de su emblemático Odelay o el underrated Midnite Vultures, el trabajo que Hansen publicó en 2014 lo encontraba de nuevo acogiendo instrumentación austera y cantando sobre emociones en lugar de su característica absurdidad. Luego de una ausencia de seis años (en la que incursionó en experimentación y hasta lanzó un disco de partituras para que interpreten sus fans), el auto-proclamado loser regresaba con Morning Phase, graciosamente otro triunfo en su catálogo. Morning Phase se situaba como uno de los mejores discos de ese año y también de toda la carrera de Beck; y lo consolidaba a él una vez más como uno de los más grandes artistas de su generación. – Bartolomé Armentano
65. Metronomy – The English Riviera
2011 – Because
Desde las costas del Reino Unido, por allá en el 2011, Metronomy nos traía lo que en retrospectiva podemos considerar su creación más emblemática, un cocktail de suave pop electrónico al que llamaron The English Riviera. La banda liderada por Joseph Mount logró conceptualizar con pegadizas melodías (“The Look”, “Corinne”,“The Bay”) y líricas sinceras (“Everything Goes My Way”, “Trouble”) un disco que nos transporta mentalmente a un espacio tan puro y pacífico como el que simula su arte de tapa. Quizás recién ahora podamos entender el innegable aporte de Olugbenga Adelekan (coros y bajo en reemplazo de Gabriel Stebbing) y Anna Prior (batería y coros/voz) en la consolidación sonora de este material, quienes se sumaron para entonces al proyecto que también integra desde sus inicios Oscar Cash (guitarra). Si bien quizás estemos muy lejos para tomar un paseo reflexivo por la riviera inglesa o demasiado atareados para encontrar nuestro propio espacio de escape en la ciudad, siempre podremos darle play a este álbum que irradia belleza y purgar nuestras tristezas al bailar. – Romina Bedrossian
64. King Gizzard & the Lizard Wizard – Flying Microtonal Banana
2017 – Heavenly
En una decisión desafiante a más no poder, los King Gizzard decidieron que su primer (¡de cinco) álbum de 2017 sea en su totalidad microtonal, y ya desde el nombre develan su quid: Flying Microtonal Banana. Este LP es, sin duda, un boom para nuestro cerebro y que necesitamos escuchar de principio a fin para comprender y aceptar que la creatividad de este grupo no tiene límites. ¿Sonido de viento en un desierto? Eso es lo que parece abrir el álbum más experimental quizás de la corta pero prolífica carrera del septeto australiano. Una idea muy acertada para situarnos en la atmósfera sobre la que se desarrollarán los siguientes 42 minutos y que terminará deforestando neuronas. – Ignacio Sánchez – Reseña completa
63. Kanye West – My Beautiful Dark Twisted Fantasy
2010 – Def Jam / Roc-A-Fella
En 2010 Kanye West sólo tenía que demostrar una cosa: que el mix explosivo de controversias (incluido el famoso episodio con Taylor Swift en los VMA de 2009) en las que se había metido, sus reiterados problemas legales, la sobrecarga de trabajo y su debilitado estado mental no acabarían con la carrera del prolífico productor estrella y rapero de Chicago. Para contestar esa interrogante, Yeezy optó por lo que él mismo definió como un “exilio autoimpuesto” en Oahu, una isla hawaiana donde tuvo que enfrentarse a sus más reciente dramas como la muerte de su madre Donda, su ruptura con la modelo Amber Rose y su mermante imagen pública, proceso que lo llevó a gestar My Beautiful Dark Twisted Fantasy, su obra maestra que, no sólo catapultó su ya exitosa carrera a otro nivel, sino que colocó la vara a una altura a la que, hasta el día de hoy, Kanye nunca más llegó a saltar. Totalmente alejado del minimalismo de su predecesor, 808’s & Heartbreak, esta redención sonora del genio casi inentendible de West fue compuesta por 13 superproducciones llevadas a cabo junto un séquito formado por Mike Dean, No I.D., Jeff Bhasker y otros respetadísimos productores en las que cada elemento aporta su granito de arena con el objetivo de que el producto final resulte una montaña rusa de sentimientos y emociones, y formen los climas ideales para que Ye, JAY-Z, Rick Ross, Raekwon, Pusha-T, Nicki Minaj y compañía escupan sus tan meticulosamente escritas y seleccionadas rimas sobre la situación de Estados Unidos (“Who Will Survive in America”, “Gorgeous”), el auto empoderamiento (“POWER”), los problemas de la fama (“Dark Fantasy”, “All of the Lights”), una relación rota (“Blame Game”) y otros temas. Todo a la par de voces como las de Alicia Keys, Fergie, Elly Jackson de La Roux, John Legend y hasta del mismísimo Elton John, las cuales añaden los condimentos finales a este gran anuncio que advertía: acostúmbrense, porque hay Kanye West para rato. – Maximiliano Rivarola
62. Atoms for Peace – AMOK
2013 – XL
Para 2006, el líder de Radiohead, Thom Yorke, hacía su debut solista con The Eraser, un larga duración que tuvo buena recepción por parte de la crítica. Algunos años después y con la idea de poder llevar esos temas al formato en vivo, convocó una banda conformada por el mismo Yorke, Flea (bajista de Red Hot Chilli Peppers) y Nigel Godrich (histórico productor de Radiohead) a quienes se sumarían también Mauro Refosco (percusionista en las últimas giras de los Peppers) y Joey Waronker (sesionista de artistas como R.E.M. y Paul McCartney, entre otros). El resultado fue lo que se suele denominar un “supergrupo” con un único disco hasta la fecha, Amok, poseedor de la impronta personalísima de Yorke y Godrich (encargados de editar y realizar los arreglos de los temas que conforman la placa) en los terrenos de la electrónica y el rock experimental con los aportes de los músicos mencionados que amplían estos límites hacia nuevos horizontes. – Juan Pérgola
61. Solange – A Seat at the Table
2016 – Columbia / Saint
Para todos aquellos que habíamos quedado embobados gastando en replay las magníficas composiciones de su EP True por tres años, esperar el primer larga duración de Solange costaba porque ya se podía anticipar su grandeza. Para quienes se adentraron en este nuevo disco sin precedentes, el golpe debió ser incluso más aplastante. Es que, miente el que diga lo contrario: A Seat at the Table sacudió al mundo. Poco después de su lanzamiento, “Don’t Touch My Hair” se convirtió en un tarareo mental universal y Solange dejo de ser “la hermana de Beyoncé” para convertirse en una deidad en sí misma. ¿Qué tiene de monumental A Seat at the Table? La fortaleza compositiva desde donde se erige, sus importantes colaboraciones, la firmeza de una artista que apuesta con convicción a sus elecciones estéticas, pero, sobre todo, la urgencia y elocuencia de sus reclamos líricos: igualdad social, ya sea en términos de raza o a través del empoderamiento de la mujer, que encontraba en Solange, su imagen, ejemplo y sentidas palabras, un nuevo referente en su lucha contra un mundo tradicionalmente opresor. Un disco tan grande como A Seat at the Table inspira, regenera las energías perdidas y nos invade de esperanza. Entre los anhelos generados, en mí generó la necesidad de vivir hasta que en un futuro lejano hagamos referencia a Beyoncé como “la hermana de Solange”. – Agustina Checa
60. Diosque – Bote
2011 – Plastilina Records
Bote es el segundo disco del cantautor tucumano y su primera entrada a un estudio de grabación. Segunda vez que trabajó con Daniel Melero, esta vez dejando atrás el sendero lo-fi de I Can Cion y apostando por un sonido más limpio. Que Bote suene a limpieza no quiere decir que su poesía también la tenga. Sino todo lo contrario, Diosque se inspira con los deshechos que forman parte del mundo cotidiano. Si los objetos dejan de funcionar, también así sucede con las relaciones humanas. Diosque percibe un mundo donde los objetos están impregnados de sentimientos: un vestido gris, una camioneta que no dobla; y la atmósfera sonora que aportan los sintetizadores desprende al dibujo del papel y le otorga un pincelada mucho más surrealista. Diosque le da una vuelta de tuerca a la melancolía y la convierte en el lugar indicado para levantarla con ritmos modernos. – Juampa Barbero
59. Coiffeur – Conquista de lo inútil
2013 – Quemasucabeza
Los que habían visto a Coiffeur en vivo durante los meses previos a la publicación de Conquista de lo inútil, su cuarto larga duración, seguramente no se sorprendieron al escuchar esta nueva versión en estudio del cantautor bonaerense. El sucesor de El tonel de las danaides y del EP Nada, donde ya se escuchaba la veta electrónica, cuenta con diez canciones y afirma su alejamiento del folk, sin dejar de lado su guitarra y poesía. Teclados y sintetizadores pasaban al frente de estos relatos, mezclándose con su voz, logrando matices y paisajes sonoros que nunca antes había plasmado en un álbum, pero sí en sus recitales previos al lanzamiento. “Guarida”, “Ovo”, la sensual “Christine” y el cierre de “Nudo” abrían todo un nuevo panorama en los paisajes de peluquería y botines perdidos. – Rodrigo Piedra
58. Nick Cave and the Bad Seeds – Push the Sky Away
2013 – Bad Seed Ltd.
No existe una discografía de Nick Cave. Solo existe Nick Cave. Puede parecer un sin sentido u otro artificio retórico de un crítico que se muere por tocar. Pero no. Realmente lo creo. La mejor obra de Cave es él mismo. Por eso es que hablar de discografía me resulta vago: más que una sucesión de discos y compromisos, de una evolución lineal que simula una suerte de darwinismo sónico, creo que sus canciones son estados que se solapan dentro de un continuo conductual, poético y existencial que lleva su nombre. Desde esta óptica cada disco nuevo pone en perspectiva los anteriores, de manera que cada novedad, lejos de permitirse ser analizada como una parte, se nos presenta como una suerte de revelación que nos tienta con la posibilidad de aludir siempre al misterio de origen. Esto es particularmente notable en Push The Sky Away. Aunque muchos no lo consideren a la altura de clásicos como Let Love In, Murder Ballads o The Boatman’s Call, Push The Sky Away es un trabajo neurálgico: es el decimoquinto trabajo de Cave junto a los Bad Seeds y el primero que graba sin Mick Harvey (fundador de los Seeds), un trabajo más entre los cerca de 30 discos que lleva en toda su carrera y el que sella a fuego la alianza creativa con el inmenso Warren Ellis (también integrante de ese monstruo noise llamado Grinderman y socio en un par de bandas de sonido). Atmosférico y etéreo, la cadencia y la poesía de Cave se pliegan sobre una trama de imágenes que evocan la cultura de masas en un sentido post-moderno. Un ensayo apocalíptico y gonzo que encuentra en “Higgs Bossom Blues” su mejor expresión lírica, pero que, a partir de las matices y repeticiones mántricas de canciones como “Mermaids” o “Jubilee Street“, muestran a un Cave que se metamorfosea y expande hasta tocar el zeitgeist con las manos. Un disco de empuje. Una invitación al salto que, en un revés icárico, terminó siendo el contrapunto perfecto para la oscuridad dramática de Skeleton Tree. – Calamar Xig
57. Los Espíritus – Agua ardiente
2017 – Alto valle
Agua ardiente, el tercer álbum de Los Espíritus, es un viaje psicodélico a puro pánico y locura por las calles de La Paternal. Prietto, como un Damon Albarn porteño, es un artista inquieto y creativo que capitaliza sus ansiedades en proyectos musicales y Los Espíritus es su proyecto más ambicioso, acaso su Gorillaz. Las diez canciones del disco parecen, en apariencia, sencillas, pero al terminar de escucharlo, nos eternizan en una pausa mística, en un registro distinto que requiere una pronta repetición. Las melodías lisérgicas de Miguel Mactas son la base de este cóctel musical anacrónico que bien podría sonar en una película de Tarantino como en una vereda porteña un día de calor. Agua ardiente fue una de las mejores producciones del año pasado porque, mediante su blues acompasado nutrido de un rock setentoso, sintetizaba una tradición musical argentina materializada en épocas doradas con miras a devolverle al presente, un estatuto ausente, sacudiendo una escena algo monótona y carente de producciones tan clásicas y modernas al mismo tiempo. – Guido Arch
56. Gorillaz – Plastic Beach
2010 – Virgin
El tercer álbum de la factoría Damon Albarn (quien compone todos los temas, produce, canta, y toca la mayoría de los instrumentos) es un collage sonoro bajo la bandera del pop que reúne a una multitud de artistas de géneros diversos, desde Lou Reed hasta Snoop Dogg, a quienes invitó personalmente. Un poco más luminoso que su antecesor Demon Days (2004), Albarn confesó alguna vez que con este trabajo estaba haciendo el disco más grande y más pop que ha hecho en muchas formas. El método es conocido: el cantante de Blur recorre los basureros musicales de la industria, va cargando el carrito de desechos y luego en su laboratorio, se pone a reciclar sonidos, darle otra vida a lo que parecía puro descarte. Pura alquimia materializada en sus cuatro músicos virtuales. Aunque Plastic Beach, que presenta una ligera temática ambientalista, no sea el mejor de la discografía, sus 16 canciones terminaron de delinear un sonido, conformar las bases del post-britpop y fusionar con delicadeza el trip hop con el blues y el dub. – Guido Arch
55. Él mató a un policía motorizado – Día de los muertos
2008 – Discos Laptra
La última estación de la trilogía de Él mató a un policía motorizado. Después del nacimiento y la vida el único paradero posible es la muerte y esta es su celebración. Un disco que te cuenta una historia con guitarras sucias siguiendo la literariedad del destino apocalíptico que se dibuja. Imágenes que se vuelven canciones arriba de una casa con un rifle esperando el nuevo amanecer. La destrucción imaginada es aquella repetición prolongada con la forma de un huracán. Es donde más se afianza la idea del concepto que se había plasmado en sus dos partes anteriores: Navidad de reserva (2005) y Un millón de euros (2006). Acá nos adentramos en los últimos movimientos de la banda antes de cerrar una etapa en su carrera; movimientos, ya sea físicos, como recorridos por paisajes destruidos a través de la lírica, o movimientos, en cuanto a lo musical donde se logra generar una atmósfera para caminar por rincones oscuros donde el piso es de grava, acumulando capas y generando paredes de ruido, que se utiliza sucio, como el suelo, por estética para no tener la delicadeza de sonreír el día de los muertos. Algunas canciones resultaron más exitosas que otras en cuanto al momento del recital en vivo, pero es un disco de aquellos que para entenderlos hay que escucharlos de principio a fin, ya que es en su conclusión donde salta lo elemental. Y no es hablando sobre su última canción, sino que en la imagen de la destrucción está en el concepto. – Juampa Barbero
54. PJ Harvey – Let England Shake
2011 – Vagrant / Island Def Jam
En 2011 PJ Harvey editó uno de los mejores discos del año y quizás, el más importante de su orgánica discografía. Let England Shake revisita algunos momentos de la historia de Inglaterra y proporciona una amarga reflexión, dosificada en 12 canciones. El temario sacude viejas concepciones británicas: el imperialismo, las guerras, la muerte de los soldados. El disco supone también, el regreso a la alineación instrumental de una banda, un disfraz que le sienta muy bien y que había dejado colgado durante las introspecciones pianísticas de su anterior álbum, White Chalk (2007). Let England Shake fue grabado en una iglesia del siglo XIX, gran parte en vivo, y esa atmósfera mística se respira a lo largo de los 40 minutos. Las baladas de guitarra, el órgano y los distintos instrumentos transmiten un aura espectral enmarcada dentro de una clásica obra folk-rock. La obra no tendrá la capacidad suficiente para hacer temblar a la reina, pero Polly Jean Harvey, transmite con poesía y espiritualidad un malestar honesto que se capitaliza más en el fondo que en la forma. – Guido Arch
53. Kanye West – Yeezus
2013 – Def Jam
¿Es el mejor disco de Kanye? La respuesta es: no. El mejor Kanye se encuentra entre el songwriter de Graduation y el músico que hizo Dark Twisted Fantasy. Sin embargo, el mérito de Yeezus fue ser distinto y presentar a un nuevo Kanye que sin copiarse a sí mismo hacía un disco sólido. También Yeezus lo encontraba en uno de sus puntos más altos como artista. Por último, se trata de un disco muy personal, en el cual su experimentación nunca cae en el divague, ni tampoco pierde de vista el componente que hace bueno a un disco en lo que respecta a música popular, me refiero al songwriting. Porque es un disco hecho para emocionar desde sus canciones. – Ismael Viñoly – Reseña completa
52. Ariel Pink’s Haunted Graffiti House – Before Today
2010 – 4AD
Hubo un loquito que unió la psicodelia con la colchonería de sintetizadores ochentosos antes que Kevin Parker y ese loquito es Ariel Pink. Y lo hizo lo-fi, como solían hacerlo casi todos los indies antes de que todos tuvieran Ableton en sus Macs. La obra maestra en la que materializó ese amalgama hermoso es Before Today: un disco donde el pasado atormenta al presente tema tras tema, acorde tras acorde. Ariel Pink canta como Syd Barrett y crea ambientes como The Cure a la vez. Temas como “Menopause Man“, “I Can’t Hear My Eyes“, “Bright Lit Blue Skies“, y un himno como “Round and Round” ilustran el eclecticismo de Ariel Pink, atravesados todos por una producción que, en su precariedad y rusticidad, construye una puesta en escena tan hermosa como vanguardista. Elementos de vaporwave antes del vaporwave, 8-bitismo, sintes de los setenta y ochenta, canciones con distintas partes. Ariel Pink hizo en 2010 un disco del 2015 y es hora de que lo revaloricemos como lo merece. – Mateo Mórtola
51. Björk – Vulnicura
2015 – One Little Indian
Vulnicura es una colección de nueve canciones segregadas como tríptico que detallan cronológicamente la disolución y ruptura de la relación de Björk con el artista Matthew Barney. La palabra titular tiene su origen en el latín y significa “cura de las heridas”: Vulnicura es un periplo a través de las emociones más oscuras, y la eventual búsqueda catártica de sanación para un corazón roto. ¿Qué podría haber lanzado la islandesa luego de Biophilia, que lidiaba conceptualmente con la vastedad e interconexión de nada menos que el universo? Literalmente lo opuesto: una exploración de su propio micro-cosmos privado. El break-up album es algo tan antiguo como ese mismo formato: detractores estarán tentados a hacer acusaciones de vanidad o auto-complacencia, pero el desamor es una temática tan universal como cualquiera de las desarrolladas en Biophilia, y que luzca microscópico es algo enteramente relativo. Demuestra un peso lírico mayor que nunca en el corpus de Björk. Sentarse a escucharlo es una experiencia visceral y emocional, meritoria de todas las lágrimas que suscite: es escritura confesional, es su Blue de Joni Mitchell. La artista logró en éste medio lo que Ingmar Bergman ya hizo en celuloide con Escenas de la vida conyugal: un análisis relacional definitivo basado en el conflicto doméstico. Björk siempre ha anticipado que lanzaría sus mejores discos de adulta, acercándose y pasando los cincuenta años, y Vulnicura sólo respalda esa afirmación. Fue increíblemente gratificante que tan adentrada en su carrera, haya sacado lo que realmente es uno de sus máximos trabajos. La islandesa es vanguardia, y luego de tantos años, siguió en el 2015 empujando los límites de lo posible. Björk es una de las artistas más importantes de la historia. Ella puede estar con el corazón roto, pero volvió a capturar el de todos nosotros con éste clásico instantáneo – Bartolomé Armentano
50. Rihanna – ANTI
2016 – Roc Nation / Westbury Road
A sus 27 años y después de siete discos que no convencían como un todo, sino por algunos singles puntuales, Rihanna lanzó a comienzos de 2016 Anti: su álbum consagratorio como estrella pop, de esas que “hay que tomar en serio”. Su octavo disco le demandó casi dos años de trabajo. El proceso empezó después de terminar su relación con el sello Def Jam, para ingresar a la familia de Roc Nation. La de Barbados convocó a productores como Jeff Bhasker, Boi-1da, DJ Mustard, Hit-Boy, Brian Kennedy, Timbaland y No I.D. para llegar al resultado final de estas trece canciones sobre lo complejo de las relaciones, el amor romántico y el autoestima. Ant– debutó en el número 1 del ranking Billboard a fuerza del hit instantáneo que fue “Work”, su dúo con el canadiense Drake que tiene un memorable video. “Kiss It Better”, “Needed Me”, o el guiño a Tame Impala de “Same Ol’ Mistakes”, son algunas otras joyas que ya no suenan aisladas, sino que construyen un nuevo imaginario de Rihanna: la máquina de hits no suena tan procesada y este es su manifesto pop. – Rodrigo Piedra
49. Diosque – Constante
2014 – Quemasucabeza
Juan Román Diosque es un artista especial. Su búsqueda por momentos puede parecer hiper detallista y sus letras, relacionadas al folk o el pop (¿es necesario catalogar?) romántico, se muestran como geniales conjunciones e imposibles de separar entre sí. Porque cada uno de sus trabajos tuvo su sello distintivo. Constante posicionaba a Diosque finalmente como un artista fuera de lo que era el lo-fi, demostrando que la genialidad y la profundidad en las letras no es cuestión de pocos, que la reflexión y la metáfora pueden ir de la mano de la buena música. Por eso, Constante sigue siendo una cita obligada para cualquier amante de la música. – Mono Rubino
48. LCD Soundsystem – American Dream
2017 – Columbia / DFA
LCD Soundsystem siempre representó a la generación perdida de aquellos geeks que aún no se dieron cuenta que ya pasó la secundaria y es su turno de ser los cancheros. American Dream fue la prueba hecha álbum de que siempre debemos ser nosotros mismos pase lo que pase, sobre todo si lo único que pasa es el tiempo. Así, el arte -en este caso a cargo de la mente poética de James Murphy– se podrá proclamar así debido a su sensatez y no su popularidad. El sonido de la banda en su último disco recuerda a un renacimiento concreto junto a todos los elementos que han hecho de LCD Soundsystem los padres del rock alternativo y sintetizado. Al ritmo de sintetizadores englobantes y acuosos, snares de fiesta al mejor estilo de New Order y sobre todo con el ritmo de los bombos selváticos y cowbells sutilmente jolgoriosos, nos ponen a bailar una vez más en nuestras habitaciones como Tom Cruise en Risky Business. Porque eso es LCD Soundsystem, un poco de los ochentas para todos aquellos quienes hoy tenemos veintialgo. LCD Soundsystem ha sido un padre bondadoso y está en proceso de ser ese abuelo sabio que una generación tan confundida como la millenial tendría que oír con mayor detenimiento. – Paulo Srulevitch
47. Tame Impala – Innerspeaker
2010 – Modular
Hay bandas que hacen futuro, y creo que todos estamos de acuerdo en poner a Tame Impala dentro de esta categoría. Así como los Strokes definieron el sonido de los 2000, estos australianos explotaron la veta más hermosa y delicada de la década siguiente. Seguramente Innerspeaker no tiene delicadeza de Lonerism, pero es un disco tremendamente bello y directo. Me permito ser totalmente subjetivo y autoreferencial. Recuerdo la primera vez que lo escuché. Uno de mis mejores amigos, con quien compartía departamento, lo trajo como quien trae una posta o una revelación. “Escuchate esto, nardo”, podría haber dicho. Escuchar las guitarras y el bajo en el comienzo con “It’s Not Meant to Be” me generó una euforia digna de un coro de cancha. Siempre fui un fanático de la psicodelia, pero todo lo que escuchaba y me sonaba auténtico en general era de hace 40 años (dejando de lado a los Flaming Lips y a The Brian Jonestown Massacre). Esto era distinto. Obvio que conectaba con ese espíritu, pero decididamente sonaba a “ahora”. El modelado de guitarra, los patrones rítmicos, las matices de los sintetizadores, las letras que resultaron ser un manifiesto a la libertad (como en “Lucidity“, “Solitude Is Bliss“, “Alter Ego“). Aunque todo resultaba fresco, Kevin Parker también nos convenció que era algo que podríamos haber hecho en todo momento y no se nos ocurrió. A partir de ahí muchos fueron los que tomaron nota… – Calamar Xig
46. Javiera Mena – Mena
2010 – Unión del sur
Si teníamos alguna duda respecto de que Javiera Mena es (incluso hoy día) una de las cantautoras y melody makers latinoamericanas más interesantes de este último tiempo, Mena, su segundo disco lanzado en 2010 lo reafirma. A lo largo de su extensión el pop sin excesos ni cursilerías de la cantante chilena se sirve de una lírica que habla de amor, esperanza adolescente, desamor e ilusiones. “Hasta la verdad” y “Luz de piedra de Luna” son los puntos fuertes del disco synth-pop que es tanto bailable como reflexivo y remite a un sonido no tan actual, no tan edulcorado y prefabricado. Mena es quizás el trabajo más definitorio en la carrera de Javiera el cual con sus sonidos sigue influyendo y guiando sus trabajos posteriores. – Luis Mendoza
45. Animal Collective – Merriweather Post Pavilion
2009 – Domino
El noveno disco de Animal Collective, donde asumen el formato trío y ya no cuarteto, es un intenso viaje a lo más profundo de la aventura de su música. Pocos adjetivos le encajan tan adecuados como aquello desbordante, porque si hasta este trabajo lo primordial era experimentar con todo lo que sea necesario, ahora tomaban el remolino por sus riendas y lo hicieron girar para otro lado. Quizás sus trabajos anteriores sean más experimentales que Merriweather Post Pavilion, pero ningún disco contemporáneo a este logró combinar con tanta eficacia lo místico y ceremonial del ritual pagano con una inflexión futurista de adoración a las máquinas. Este disco es el más fiel a ese sentimiento caudal donde elementos de la música africana, la psicodelia, el folk y la electrónica conviven perfectamente en una nueva experiencia pop. – Juampa Barbero
44. Dënver – Música, gramática, gimnasia
2010 – Cazador
Ser joven es hermoso, pero a veces la osadía nos puede llevar a sufrir demasiados desencantos. Sobre esa constante lucha por el control de nuestros impulsos al tiempo que intentamos crecer y ser felices es que la pareja conformada por Mariana Montenegro y Milton Mahan nos canta en esta placa. Saben dibujar bien historias llenas de dilemas (“Diane Keaton”), momentos de diversión (“Olas gigantes”) o de un encantador romanticismo (“Lo que quieras” y “En medio de una fiesta”); al tiempo que logran un pop delicado, efectivo y aparentemente naif, pero bastante astuto. Asimismo, existen inesperados arreglos semi-sinfónicos en canciones como “Cartagena” y “Los bikers” que terminan de adornar esta colección; mientras que la fiesta explota en temas como “Los adolescentes” y “Litoral central”. Pocos álbumes de la región retratan con tanta gracia el inevitable y doloroso tránsito a la adultez. – Laura Camargo
43. Vampire Weekend – Contra
2010 – XL Recordings
“La gente va a decir que nuestro nuevo disco también apesta, ya estoy preparado para eso”, se atajaba el bajista de Vampire Weekend en 2010, cuando Contra recién acababa de salir. Pero no hablaba desde el derrotismo, sino todo lo contrario. Aunque venían cosechando elogios desde que lanzaron sus primeros demos, su debut homónimo también les sirvió para ganarse una considerable –y muy injusta- cantidad de haters, a lo que Ezra Koenig y los suyos respondieron con más rebeldía. A estos chicos de la Costa Este que se conocieron mientras estudiaban en la Universidad de Columbia, poco les preocupa su fama de yuppies o que los tilden de pretenciosos; después de todo, tienen con qué, y en ese sentido Contra no es la excepción. Antes muertos que sencillos, en su segundo álbum estos vampiros modernos terminan de encontrarle la vuelta a su pop multicultural haciendo rockear al Paul Simon de Graceland con el Elvis Costello de los ‘70, y aunque el título pueda sugerir un antagonismo con Sandinista, nada más lejos de la realidad; el abanico sonoro de Contra es casi tan amplio como el del emblemático álbum de los Clash y, al igual que éste, manifiesta su amor por los ritmos latinos sin dejar de lado la dimensión política. – Marina Cimerelli
42. Björk – Biophilia
2011 – Nonesuch
Es el séptimo disco de Björk y es uno de sus desafíos más propensos a la abstracción, ya que derrumba toda una estructura pop para empezar a rebuscársela y hacer, del recorrido, un laberinto para quien lo escuche. Un laberinto de espejos, de arbustos o de madera, ya que el interés pasa por apropiarse de distintos soportes y resignificarlos a su forma de expresión vanguardista. Un laberinto unicursal que te lleva directo al círculo, desde donde toda la trasgresión y el vértigo futurista te expulsan por un portal al lado del que entraste. Entrás y salís de la misma forma, pero la hipnosis desbordante es el juego de un péndulo gigante que atropella montones de sonidos. La exploración de sintetizadores con la violencia de una ametralladora y la serenidad del polvo de estrellas. Björk le hace frente a la posmodernidad con un disco minimalista en términos de producción, trabajado con iPod, pero con una complejidad trascendental y trasgresora para toda la historia. – Juampa Barbero
41. Atrás hay truenos – Bronce
2016 – Discos Laptra
El tercer álbum de los neuquinos llegó en 2016 para entregarnos atmósferas ensoñadoras, aunque su sonido también puede resultar por momentos agreste e impredecible. Las canciones de Bronce continúan abordando asuntos relacionados con la compleja relación entre humano y naturaleza de maneras realmente poéticas. Mientras que a nivel musical, las melodías parecen tejidas con un sinfín de capas con sutiles detalles que, gracias a una gran calidad de producción resultan nítidos y atrapantes. Y si bien la influencia del krautrock sigue siendo palpable en la estructura de casi todos los temas, a su vez, y de un modo muy astuto, la banda lejos de sonar fría o robótica lograba reinventarse con este disco y consolidarse como una propuesta cada vez más madura y con vocación de trascendencia. – Laura Camargo
40. St. Vincent – Strange Mercy
2011 – 4AD
Luego de dos obras alineadas con el chamber pop, Annie Clark obtuvo su quiebre crítico y comercial con Strange Mercy. Donde su predecesor, Actor, se servía de sonidos cálidos para tocar temáticas frías, el tercer disco de estudio de St. Vincent optó por hacer exactamente lo contrario: bajo su frialdad sonora subyacía el trabajo más personal de su autora. Encarnando el arquetipo de ama de casa proclive a los psicofármacos, Clark abordó tópicos como la alienación, la opresión patriarcal y la supervivencia en el capitalismo salvaje. La portada del LP sintetiza esta asfixia, pero reconfigurándola también en un contexto erótico. “I spent the summer on my back”, inaugura “Surgeon”, y el mensaje implícito puede sugerir tanto sexo como depresión. Es en esta ambigüedad constante donde existe un disco disidente como Strange Mercy. Principalmente, sin embargo, está el hecho de que tal iconoclasia se extienda a lo sonoro. Fue en este álbum donde Clark le cedió el protagonismo por primera vez a su virtuosismo en la guitarra, definiendo su característico estilo en el proceso. Influenciada por Fripp, St. Vincent mostró su apatía por las reglas del rock subvirtiendo el vernáculo del género entero e interrogando el lugar del instrumento más falocéntrico de todos. Su guitarra está tan filtrada por pedales que deja de sonar como una. No es un cimiento sobre el cual cantar, ni un refuerzo melódico, y menos que menos un amplificador de virilidad en forma de solos. Sus riffs aparecen en lugares inesperados, espaciados por una gran cantidad de aire y aportando millones de texturas. Clark dialoga con su instrumento: su voz emulándolo o viceversa, éste enfatizando o contradiciendo sus letras. La fortaleza del álbum está en su facilidad para encontrar de esta manera coordenadas emocionales: sus partes siempre logran intersecarse para evocar una reacción. Strange Mercy no sólo representó el ascenso de Annie Clark a las ligas mayores: es el disco de guitarra más importante de la década. – Bartolomé Armentano
39. Él mató a un policía motorizado – La síntesis O’Konor
2017 – Discos Laptra
Como a muchos, los himnos de Él mató me traen amigos, lugares, sentimientos y viejas formas de ser a un plano sentimental muy urgente. Ahí, en ese lugar, todo duele más, pero todo también se vuelve más hermoso. De modo inevitable, la operación que prosigue es pensar en cambio, porque, así como con esa adictiva sensación “Chica rutera”, los discos siguen ahí, con los mismos acordes, las mismas palabras, y en el justo devenir de la vida, todo a su alrededor cambió de forma más o menos vertiginosa. En este disco, en el que la banda anticipó un cambio y lo dejo instaurado con una producción bisagra (Violencia, 2015) y un single adelanto, me estimula pensar en este nuevo encuentro entre Él mató y sus seguidores. Gente que, como ellos, cambió en este imborrable tiempo y necesita nuevos sonidos y mantras para capitalizar sus sensaciones. Gente que entre incontables formas de vivir comparte esa única e inexplicable experiencia de encontrar y nutrir sentimientos con discos, de crecer escuchando Él Mató, y transformarse a su par. La síntesis O’Konor cumple con esa demanda y exige una entrega similar. Sus diez canciones invitan a sumergirse en un nuevo plano de emociones, algunas familiares, otras hermosamente desafiantes. Sus líricas empujan a enfrentar esos cambios, retratándolos con poderosas narrativas que con igual facilidad pintan escenarios de dicha y tremenda desolación. Su nueva complejidad composicional enaltece sus demandas emotivas, con joyas instrumentales que generan impactos sensoriales, sorpresas que sacuden al oyente y lo incitan a buscar placer en nuevos lugares y de nuevas maneras. Nuevos instrumentos, nuevos recursos en viejos instrumentos y una distintiva forma de apelar sentimientos que Santiago Motorizado escribe y vocaliza de modo inigualable, hacen de La síntesis O’Konor una aplaudida y necesaria adición en el repertorio de una banda que de a poco se fue animando a apuntar galaxias y transformarlas con sentir. – Agustina Checa
38. Lorde – Melodrama
2017 – Republic / LAVA
A simple vista, el segundo disco de Lorde es engañoso. Por fuera parece un disco de ruptura lleno de canciones que aluden al despecho y a la desorientación que vienen luego de la pérdida del ser amado. No obstante, la neozelandesa utiliza el final de una relación amorosa para expresar su transición a la madurez logrando (tal vez sin proponérselo) una radiografía de una generación que vive en un mundo cada vez mas inestable y cuyos referentes parecen estar desapareciendo. Lo que hace de Melodrama un disco importante y una escucha totalmente enriquecedora es cómo a pesar de tener una narrativa pesimista con letras que aluden a noches interminables de alcohol y drogas se pueden percibir los deseos de supervivencia de una mujer atravesando el camino hacia la adultez. Es perfectamente posible afirmar que hay discos que condensan un contexto histórico y a una generación determinada. Es difícil caracterizar a una juventud esperanzada y liberada como la de los ’60 sin analizar los movimientos cultuales empujados por discos como Sgt. Pepper’s o Pet Sounds, así como también entender el nihilismo de la generación X sin leer entre las lineas de un disco como Nevermind. El tiempo lo dirá, pero Melodrama es una obra que dentro de décadas tranquilamente podría servir perfectamente para responder como fue ser joven durante la era millennial. – Federico Del Val
37. The Radio Dept. – Clinging to a Scheme
2010 – Labrador
El tercer disco de The Radio Dept. es un clásico entre aquellos con corazones difíciles de complacer. Si bien por cuestiones de temporalidad el repertorio precedente de la banda no pudo ser considerado en esta lista, Clinging to a Scheme tiene un poderío sentimental especial. Quizás sea el hecho de que fue el último disco de la banda sueca por un hiato de 6 años, y que mirarlo por el espejo retrovisor nos hacía añorar un tiempo pasado mejor, donde Duncanson y Larsson creían en el mundo tanto como para escribir canciones sobre él. Posiblemente porque fue el punto de partida para muchos hacia los paisajes desoladores, sintéticos y acogedores del imaginario Radio Dept. Hablando en certezas: porque dispone de una de las más underrated canciones de amor de los últimos tiempos (“Heaven’s on Fire”), gemas cautivantes de la calaña de “This Time Around” o “A Token of Gratitude”, composiciones políticamente insurrectas que incitan movimiento corporal (“Never Follow Suit” y “David”) y, claro, por la enorme “The Video Dept.”. ¿Mañana es mejor? – Agustina Checa
36. Yo La Tengo – Fade
2013 – Matador
Fade llegaba en 2013 luego del adelanto del EP Stupid Things y casi cuatro años después del ecléctico y ambicioso Popular Songs. A contraposición de este último, Fade se mantiene conciso, focalizado, fácilmente accesible y con una coherencia interna pocas veces buscada por la banda. Cuarenta y cinco minutos que nos llevan de paseo a mundos interiores y nos devuelven renovados. Un disco íntimo y pequeño, que en su familiar sonido muestra una nueva faceta de la banda: permitirse ciertas limitaciones (como la no inclusión de largos pasajes instrumentales, sean noise o ambientales) para construir una obra precisa, abierta y enteramente disfrutable tanto por los viejos seguidores como por los que quieran acercarse por primera vez al peculiar universo de Yo La Tengo. – Mariano Rosales
35. Prietto viaja al cosmos con Mariano – Le Prièt VAHA-CHOSMOS E-BA CON MAORIAN!!!
2011 – Independiente
La nostalgia y la melancolía son impresiones de algunas postales del barrio o de cualquier lugar donde se pasa caminando y queda impregnado en la mente como gotas de lluvia en la ventana. Este disco representa un montón de sentimientos e impresiones encontradas y dibujadas en un boceto que tiene mucho del rock nacional pero llevado a un clima mucho más psicodélico. Sólo guitarra y batería, con una lírica porteña, casi hasta tanguera, interpretada por la voz de Maxi Prietto cargando un dolor inmenso y visceral, tan diferente a lo que hizo luego con Los Espíritus. Le Prièt VAHA-CHOSMOS E-BA CON MAORIAN!!! tiene veintiocho canciones que levitan entre lo progresivo y la balada, desde un cover en español de Leonard Cohen hasta el cierre desgarrador de “Divagando en el salón cósmico”. Rememoraciones de un pasado que alteran las afecciones y la sumatoria de imágenes casi cinematográficas de los escenarios como de las situaciones damnificadas. – Juampa Barbero
34. MGMT – Congratulations
2010 – Columbia
Congratulations es el enfrentamiento de MGMT con la vida en la Tierra. Después del primer álbum que los llevó a vender más de un millón de copias, esta sería una especie de reflexión y un suspiro aliviante a su experiencia. Desde el título ponen en cuestionamiento al ego artístico y se pasean por un pasillo estrecho donde las paredes se disuelven en distintos tamices y nos hacen entrar en un territorio más onírico en el que es posible encontrar a personajes como Dan Treacy, Brian Eno y Lady Gaga en las palabras. Desde la técnica, se alteran las bases y una balada frente al fuego puede convertirse en una indagación lisérgica. El dúo conformado por Andrew VanWyngarden y Ben Goldwasser presentaba en 2010 un disco de psicodelia con reminiscencias ochenteras: sonaban enfocados en dejar un concepto claro de su obra y no tanto en hacer un montón de canciones exitosas y pegadizas como en Oracular Spectacular (2007). – Juampa Barbero
33. Grimes – Art Angels
2015 – 4AD
Art Angels es el mejor trabajo de la canadiense a la fecha: una sinfonía pop cuya sensibilidad invita al baile ya no en los confines de tus auriculares sino en la magnitud de una discoteca. El LP germinó de cómo ejecutivos llamaban continuamente al sello de Boucher para solicitar al responsable detrás del “sonido de Grimes”, como si su trayectoria no hubiera podido ser mérito de todo su trabajo, talento y esfuerzo. La cantante de “Oblivion” rechaza la idea de que una mujer en el pop es un mero vehículo para los dotes de un productor, por lo que produjo por primera vez enteramente por su cuenta. Art Angels reemplazó así la catarsis y la victimización de todo lo anterior por un sonido más renovado y agresivo que nunca, reflejo más apropiado de quién era ella por 2015. Para continuar evidenciando semejante autonomía, la autodidacta no se limitó a su comando inmaculado en la electrónica, sino que aprendió también a tocar violín, batería y guitarra. Boucher, estandarte de la autogestión, se postuló como la estrella pop menos pensada con uno de los mejores discos del género en los últimos años, pero cierra Art Angels afirmando: “I’ll never be your dream girl”. Tan atravesada por la contradicción, podría ser una digna sucesora tanto de Britney como de Prince según le plazca. – Bartolomé Armentano
32. Luca Bocci – Ahora
2017 – Independiente
El álbum debut de Luca Bocci es una muestra de que los pibes mendocinos no solo están siendo de capaz de generar la música más interesante de esta nueva generación, sino que también lo hacen cerca de la diversidad y de una búsqueda constante, que no se queda a dormir en el término “indie”. Con un sonido que remite al rock nacional más clásico (de la mano de un Charly García post-Serú Girán y las primeras composiciones de Los Abuelos de la Nada), el líder de la banda Alicia lanzó en abril de 2017 un disco que se sirvió de la simpleza para exponer, con fuerza, lo más auténtico de su persona. Ahora que sus canciones ya no son complicadas, el Bocci pisa fuerte y con dulzura, abrazando con su música a les jóvenes de toda Latinoamérica. – Lisandro Ruiz Díaz
31. Anderson .Paak – Malibu
2016 – Empire / Obe / Steel Wool / Art Club
Que el videoclip de “Come Down” parezca una suerte de retrato viviente y aggiornado de aquella suntuosa portada de I Want You, el álbum de Marvin Gaye de 1976, no es un hecho azaroso; y esa es la mejor parte de la historia. Anderson .Paak, ex Breezy Lovejoy, firma con un punto delante de su apellido para recordar la importancia de los detalles, y esa misma minuciosidad se ve reflejada también en el sucesor de Venice, el primero lanzado bajo ese seudónimo. Malibu representa un punto de inflexión en la carrera de este californiano apenas treintañero, que con su sonrisa compradora pareciera querer disimular tanto virtuosismo, y es evidente que aquí ha encontrado su propia voz. Si Venice ya era un excelente disco de hip hop y R&B, este opus de 16 canciones deja la vara aún más alta; el otrora protegido de Dr.Dre se resiste a ser encasillado, y junto a nombres como Madlib, The Game y Kaytranada, moldea una producción impecable donde el futuro que el rap ha señalado para la música americana convive con una mirada cruda y profundamente personal, al tiempo que engrosa el legado que dejaron tótems como Stevie Wonder, el mismo Mavin Gaye o James Brown. – Marina Cimerelli
30. Los espíritus – Gratitud
2015 – Independiente
Luego de su primer disco homónimo, que recibió una gran aceptación de su público, Los Espíritus volvían en 2015 con Gratitud. El álbum está integrado por un puñado de diez canciones que siguen en la senda del sonido tan particular que logró la banda comandada por Maxi Prietto y Santiago Moraes. Gratitud fue grabado en marzo de ese año en solo cuatro días en los que transformaron el Club Plasma en un estudio de grabación recolectando micrófonos, cables, instrumentos y demás para crear uno de los discos del año. Las canciones son marcadas por el beat de un blues del año 2015, dejando atrás cualquier prejuicio del género, entrando en trance con un chamán que consume LSD en Constitución. Si el primer trabajo fue una catapulta para el grupo, este sin dudas los dejaba bien parados para seguir caminando por el cerco de la música viajera del sigo XXI. – Matías Ferreyra
29. Kendrick Lamar – To Pimp a Butterfly
2015 – Interscope / Aftermath / Top Dawg
Kendrick Lamar usó To Pimp A Butterfly, su tercer disco de estudio, en forma de espejo para que la sociedad norteamericana se vea reflejada en él y así poder escupirle en la cara. Lejos de querer retratar la vida de alcohol, drogas y violencia en su barrio de Compton, California, Kendrick toma herramientas del soul, el jazz, el funk y el R&B para despacharse con el disco de hip hop y rap más importante de nuestra década. Desafiante, agresivo, introspectivo y crítico, el autodenominado nuevo rey del rap abre el disco con un funk plástico de la mano de George Clinton (Funkadelic) que indica lo vertiginosa que será la escucha. Por ejemplo, mientras otros artistas afroamericanos hicieron canciones para protestar contra los asesinatos en manos de la policía por motivos raciales (Prince con “Baltimore”, para nombrar uno), en “The Blacker the Berry”, Kendrick dice “So why did I weep when Trayvon Martin was in the street? When gang banging made me kill a nigga blacker than me? Hypocrite!”. De esta forma le pide a la sociedad negra no ser hipócrita y que si bien no debe callar los abusos policiales, también necesita cuestionarse los asesinatos entre pandillas. To Pimp A Butterfly deja hits como “King Kunta”, “These Walls” o “I” y también varios pasajes instrumentales donde Kendrick se recita un mismo poema. La última sorpresa llega al final en “Mortal Man”, cuando Lamar mantiene una conversación con la voz verdadera de 2Pac Shakur. – Juan Facundo
28. Phoenix – Wolfgang Amadeus Phoenix
2009 – Glassnote / Loyaute
Bailar “Lisztomania” con una cerveza en mano, sentirse en una película (dirigida por Sofia Coppola, claro) con “1901”, pensar en alguien que nos gusta con las dos partes de “Love Like a Sunset”, hacer un melancólico viaje imaginario a “Rome” o reflexionar sobre las decisiones que nos cambian la vida con “Lasso”. ¿A cuántos escenarios distintos puede transportarnos un gran disco como Wolfgang Amadeus Phoenix? Los paisajes coloridos y sentimentales de las 10 canciones compuestas por Phoenix pintaron mucho más que las tierras europeas, lo que logró que el álbum no solo fascinara hasta en los más remotos rincones del planeta indie (nosotros como ejemplo) sino que además se expandiera “from a mess to the masses”. Wolfgang Amadeus Phoenix fue el pase definitivo para que los franceses se coronaran dentro de la realeza musical de su país como exponentes cruciales del género y aun hoy funciona como la carta de presentación esencial para todos aquellos que deseen comenzar a explorar los horizontes de sensibilidad emocional que nos propone la banda. – Romina Bedrossian
27. The War on Drugs – Lost in the Dream
2014 – Secretly Canadian
Lost In The Dream dura exactamente 60 minutos. Una hora. Y no es que le sobre: The War On Drugs tenía mucho que decir por 2014. Convirtieron a su tercer disco como la pieza definitiva de su discografía. Sus canciones no son simples y no te aturden de principio. La mayoría de ellas comienzan tranquilas, pero a medida que pasan los minutos, más interesante se pone la cosa, haciéndonos caer en un espiral de guitarras, bruma y teclados de los cuales no podemos escapar ni pasar a la siguiente canción. El disco nos lleva. ¿Quién iba a decir, entonces, que una banda casi maldita y después de un gran éxito como Slave Ambient iba a sacar un disco incluso superior? Lost in the Dream es su disco más cancionero, melancólico, musicalmente obsesivo que compite codo a codo con el disco que le seguiría, A Deeper Understanding. Este tercer disco se consume casi sin tener desperdicio, tan excelente que logra acaparar la atención durante toda su duración. – Rodrigo Piedra
26. Mac DeMarco – Salad Days
2014 – Captured Tracks
Desde que lanzara su disco-bisagra 2, muchos lo han comparado con Jonathan Richman, quizás uno de los personajes más outsiders dentro del mundo outsider. Quizás la comparación llegó después de que el mismo Mac DeMarco (cuyo nombre real es Vernor Winfield McBriare Smith IV) haga un cover de él en vivo, pero efectivamente hay una línea comparable con el líder de los Modern Lovers: la manera de contar las historias y de musicalizarlas. Para Salad Days, DeMarco fue firme y retó a su costado de compositor: no quería seguir escribiendo canciones que no sean de nada, o ambiguas. Convencido de que hacer canciones más “negativas” iba a ahuyentar a un par de seguidores, no le importó mucho y en su estudio de Brooklyn se encerró a componer y grabar todos los instrumentos de éste, su tercer disco de estudio. – Rodrigo Piedra
25. Arcade Fire – The Suburbs
2010 – Merge
Si Funeral, el LP debut de Arcade Fire, ya dejó claro que esta banda iba a marcar un antes y un después en la música alternativa a nivel global, el tercer trabajo, The Suburbs, no fue más que la constatación de que su capacidad de crear himnos era inagotable. 16 pasajes musicales componen este trabajo completo y cuidado que nos transporta a unos suburbios de juventud plagados de recuerdos. Ese fue el punto de partida para un Win Butler en estado de gracia que se inspiró en la infancia con su hermano Will en The Woodlands (Texas), suburbio de Houston en el que crecieron. El tracklist del álbum nuevamente sorprendió por el amplio abanico instrumental que aportan los canadienses, así como por la épica de los temas. El camino de Arcade Fire quedó bien pavimentado en The Suburbs con temazos como “Month of May“, uno de los más trepidantes del álbum musicalmente hablando, con un inicio de vértigo. Lo mismo ocurre con “We Used to Wait“, cuyo lanzamiento vino acompañado por un video interactivo de HTML5 dirigido por Chris Milk en colaboración con Google Creative Lab. Podías introducir la dirección del lugar donde creciste y disfrutar recorriendo tu barrio en una animación mientras escuchabas la canción. Porque como no podía ser de otra manera, Arcade Fire tenían que ser pioneros también en esto de los videos interactivos. Las emociones fuertes de este trabajo culminaron con el merecido premio a Álbum del año en los Grammy de ese año. – Guiomar Fernández Rodríguez
24. Beach House – Teen Dream
2010 – Sub Pop / Bella Union
Con su tercer disco Beach House salieron de la contención y la sutileza para arrojarse a un sonido mas abrasivo, épico y relevante. Con Teen Dream el dúo de Baltimore salió del closet y se alejaron de las influencias marcadas por las bandas sonoras de Twin Peaks y Cocteau Twins y transformaron su identidad sonora llevando su dream pop a terrenos mas cercanos a los Fleetwood Mac más despojados y a la faceta más pop de My Bloody Valentine. En la impresionante coda que cierra “Walk in the Park” Victoria Legrand repite como un mantra “more, you want more” convirtiendo esa ambición en el leit motiv de Teen Dream y respondiendo a ella con una obra maestra. – Federico del Val
23. M83 – Hurry Up, We’re Dreaming
2011 – Mute
Mucho antes de que Stranger Things lograra exorcizar el estigma culposo que existía alrededor de la nostalgia ochentosa, M83 ya se regocijaba en ella. Con Saturdays = Youth abandonaron los guiños a Kevin Shields para convertirse en una propuesta netamente dream pop. Esta supo concitar la atención de una cierta estirpe de jóvenes, que se esforzó por emular al elenco de personajes de su arte de tapa. Pero donde Saturdays = Youth guiñaba a sus influencias, Hurry Up, We’re Dreaming hacía referencia explícita a ellas. Profundizando la línea synth-pop de su predecesor, pero sustituyendo los pasteles de John Hughes por neones urbanos, Hurry Up, We’re Dreaming es un magnum opus de retro-futurismo motorizado por la nostalgia: romanticismo que rinde tributo a los formatos táctiles de antaño, a la juventud y, sobre todo, a sentimientos grandes. Si bien M83 nunca fue sinónimo de mesura, Anthony Gonzalez aspiró con este trabajo a una de las declaraciones artísticas definitivas: el disco doble. Esta clase de lanzamientos suele ser ambicioso y nacer de la convicción de su artista de que se encuentra en su plenitud creativa. A lo largo de 73 minutos de música, Gonzalez justifica esa aserción como cierta. Desde los estribillos coreables de “Reunion” hasta los arreglos suntuosos de “Wait”, pasando, por supuesto, por “Midnight City” (con sus beats del tipo gated reverb y ese ya icónico solo de saxo), Hurry Up, We’re Dreaming es pura grandilocuencia y joie de vivre. El mejor disco de M83 y, pese a su escala, el más accesible también: un universo de sumersión en donde perderse a gusto. – Bartolomé Armentano
22. King Krule – The OOZ
2017 – True Panther / XL
Pocos esperaban que Andy Marshall fuese capaz de entregar esta vez un disco superior a su deslumbrante debut oficial, 6 Feet Beneath The Moon (2013); pero el colorado lo hizo de nuevo, e incluso mejor, con su disco del año pasado. The OOZ es una mágica producción de un poco más de una hora de duración que a lo largo de 19 sólidos temas nos ofrece un tour sonoro que fusiona sin recelos y con gran pericia la nostalgia del jazz, la frescura del R&B, la fiereza del post-punk, la energía del punk rock y hasta el enigma del trip-hop. Y lo mejor es que no se asemeja para nada a su antecesor. El británico demuestra entonces ser un veinteañero que parece haber vivido ya mil años, y que por medio de baladas sofisticadas como “Slush Puppy” y “Lonely Blue” puede erizarnos tanto como una canción de amor de Louis Armstrong de comienzos del siglo pasado; mientras que en “Dum Surfer” nos seduce con un sonido contundente y oscuro; así como en otros momentos teje incluso atmósferas siderales que se mezclan con pasajes de poesía recitada en español y en inglés –léanse los interludios “Bermondsey Bosom (Left)” y “Bermondsey Bosom (Right)”, respectivamente-. Toda una obra maestra por parte de uno de los artífices más aventajados de esta generación. Bowie estaría orgulloso. – Laura Camargo
21. Kendrick Lamar – DAMN.
2017 – Interscope / Top Dawg Entertainment
Charly García dijo una vez que un músico que solo canta sobre las cosas que le pasaron es, más que un músico, un periodista. Sin embargo uno de los atractivos de Kendrick Lamar es su forma de narrar desde su propia carne las intrincadas verdades que lo acompañaron toda su vida. Desde su trono en el género y su lugar de máximo peso en la música contemporánea, Lamar aún se arrodilla ante su historia, su generación y todo aquel que se sienta afectado o motivado por su gracia. Dos años después de To Pimp A Butterfly, nos trae otra ópera hip-hopera versátil y genuina, que gracias a sus virtudes musicales y líricas es capaz de interpelar incluso al más desprevenido. – Lisandro Ruiz Díaz