El fin de año suele ser una mezcla de sentimientos encontrados, una época de nuevos comienzos y balances retrospectivos al mismo tiempo. 2022 no es la excepción. Como cada diciembre, el equipo de Indie Hoy seleccionó los discos que nos acompañaron durante los últimos 12 meses y que, cada uno a su manera, definieron el sonido de la nueva era.
Este año nos sorprendió con grandes obras conceptuales, muchas de ellas atravesadas por un ánimo de liberación y reagrupación luego de los años de aislamiento. Tuvimos regresos de artistas legendarios y también conquistas de las nuevas generaciones; tuvimos discos que tomaron la nostalgia como materia prima para crear algo nuevo, y otros que patearon el tablero para romper los límites entre géneros musicales. Pero en cada uno de los 50 discos de esta selección hay una fuerza imparable por querer contar, más allá de las formas y los estilos, una historia propia.
50. Arctic Monkeys – The Car
Domino
Lejos -muy lejos- quedó aquel jovencito de la stratocaster blanca al pecho y las canciones cáusticas sobre la inercia de la ciudad. Alex Turner maduró y, bajo esa premisa, su música viró hacia lugares impensados. Una prueba evidente de ello es The Car. Siguiendo la línea de Tranquility Base Hotel & Casino, el séptimo álbum de los Arctic Monkeys se tiñe de imágenes retro y vibras cinematográficas. El protagonista indiscutido en la instrumentación resulta ser el piano, aunque esta vez ceñido por varios arreglos de cuerdas suntuosos que no hacen más que azuzar la epicidad de la cuestión (su apoteosis es “Body Paint”). Más allá de que por momentos la banda pareciera someterse a los caprichos de un Turner que busca mimetizarse con su alter ego aun inclasificable, los AM logran sacar adelante un álbum intrépido y arriesgado, que se circunscribe en la etapa más compleja del grupo. – Lucas Santomero
49. Los Planetas – Las canciones del agua
El Ejército Rojo
En su décimo álbum, la icónica banda española desplegó una variedad de lo más notable: poemas musicalizados, flamenco mechado con dream pop, denuncia política, noise rock, humor y hasta estribillos para corear a los gritos. Empieza con “El manantial”, un poema rockero al mejor estilo Patti Smith de 12 minutos, donde a las bases repetitivas clásicas de Los Planetas se les suma el piano de David Montañes. La voz cansina de Juan Rodríguez prueba sabores flamencos en “Alegrías de Graná” y después se toma un avión, va a Estados Unidos para sumarse al Black Lives Matter en “La nueva normalidad”, pero enseguida vuelve a España y busca burlarse del rey con “El rey de España”. Antes de terminar, retoma esa invitación a lo denso, lo poético y conmovedor con “El antiplanetismo”. En Las canciones del agua, la banda logra ser fiel a ese sonido que vienen sosteniendo desde 1993 y, a la vez, buscar novedades tanto en lo musical como en lo lírico. Se trata de un disco sobre el hoy, el ahora, sobre todo lo que está pasando en España y todo el mundo. – Darío Sakkal
48. Red Hot Chili Peppers – Unlimited Love
Warner
Los Red Hot Chili Peppers se propusieron recuperar el tiempo perdido sin John Frusciante publicando dos discos en un mismo año. Sin embargo, más allá de volver a trabajar con el productor Rick Rubin y de los frecuentes guiños al pasado que aparecen en ambos trabajos, hay algo que diferencia a Unlimited Love del resto de su discografía y es el hecho de que en esta ocasión Anthony Kiedis se propuso escribir las canciones sin editar ni censurarse. En una época en donde lo instantáneo y los consumos rápidos predominan en la industria musical, en este disco los Chili Peppers buscan volver a sus inicios con un álbum extenso y rico en variedad. Unlimited Love logra renovar a los Red Hot Chili Peppers de una manera jamás pensada y así dejar atrás el pasado. – Nahuel Guastapaglia
47. Trueno – Bien o mal
Sony Music / Sur Capital Records
En su segundo disco de estudio, el pibe de La Boca se planta con una obra conceptual dividida en dos ejes conductores: el bien, donde aparecen canciones festivas y de corte personal que generan un clima de celebración; y el mal, con temas marcados por la crítica a la injusticia y a la desigualdad social, amplificando aún más el discurso que Trueno había mostrado en su primer disco, Atrevido. Bien o mal es, sobre todo, una carta de amor a Latinoamérica, al orgullo de pertenecer a esta tierra y de ser argentino. Colaboraciones como la de Nathy Peluso, Víctor Heredia, Duki y Pedro Peligro, sumado a los guiños y samples que recorren el disco, hacen que la experiencia de escuchar Bien o mal sea un viaje por varios lugares y sonidos diferentes, donde no faltan el funk, el folclore, ni el trap, siempre acompañados por barras punzantes y al clavo. – Lucas Santomero
46. Muerejoven – Términos & condiciones
Bohemian Groove
“Ya no es trash, ahora es finesse”. La piedra basal de este disco debut hay que buscarla en el tema que Muerejoven publicó a comienzos de 2021 en colaboración con Evar. Como Dillom, su cómplice y cónyuge en la Rip Gang, Nicolás Exequiel de Lorenzo hizo un giro interno para encontrar una nueva piel y superar la dispersión de la lógica del simple. Términos & condiciones es mumble rap en boca de su único exponente porteño: un seductor pillo, que lanza bombas olorosas al establishment del trap con rimas de un pasivo-agresivo adormilado, todavía al resguardo de las luces del estrellato, y que se atreve a la incorrección en las políticas del sexo y el deseo. De la estética blureada con autotune de su sonido del 2019 y el 2020, Muerejoven llegó a este estilo vocal murmurante y casi desanimado, que compacta las palabras y las esconde como un confesante arrepentido. – Luciano Lahiteau
45. Mogue – Parcialmente nublado
Independiente
Parcialmente nublado busca darle nombre a un estado de ánimo, a una atmósfera general de incertidumbre e indefinición, pero también de entrega ciega frente a un presente que por momentos se siente en pausa y otras veces parece estar a punto de estallar. En las canciones de Miguel Canevari, la tristeza invade las fiestas y los protagonistas parecen estar detenidos en alguna encrucijada, contemplando lo que quieren pero no pueden o no entienden. A nivel sonido, la propuesta es liviana, pop y a la vez está teñida por aires folclóricos y del trap. El autotune convive con bongós, un bombo legüero, pianos y guitarras; una búsqueda que encuentra en la mezcla su identidad. – Loreta Neira Ocampo
44. Juan Lopez – No más promesas
Independiente
Luego de cantar En el cielo (2022), Juan Lopez bajó a la tierra con alas de mariposa para develar el peso de su versatilidad. Con una propuesta fresca que rehúsa las etiquetas, el artista cordobés despliega un amplio abanico de géneros que van desde reggaetón, el funk carioca y el drill hasta destellos pop, rock alternativo y R&B. No más promesas es un disco efusivo en el cual la fusión rítmica es esencial para manifestar que el encasillamiento es tan obsoleto como el conformismo estético. Su elocuencia toma fuerza a través de los contrastes -sonoros y emocionales- en una fórmula musical que garantiza subir el ánimo cuando sea necesario. Y cuando no, simplemente mantenerlo en alto y provocar una sensación repentina al escuchar canciones como “No hay otro modo”, “Sin títulos” y “JahJahJah”. No más promesas logra capturar la estela de una estrella fugaz con el propósito de embellecer aquellos vestigios que perduran brillando todas las noches antes de desaparecer. – Juampa Barbero
43. Regina Spektor – Home, Before and After
Warner
Seis años después del lanzamiento de Remember Us to Life –y con una pandemia de por medio-, Regina Spektor se despachó con su octavo disco de estudio. En Home, Before and After, la excelsa cantante y pianista fusiona lo mejor de sus primeros trabajos con un sonido maduro, ambicioso y sofisticado, y vuelve a demostrar por qué es una de las mejores narradoras de la actualidad. En sus 10 canciones conviven las piezas de piano tan características de Spektor (“Raindrops” y “Loveology”, dos temas de principios del 2000 que recién ahora encontraron su lugar), con los arreglos orquestales (“Becoming All Alone”, “Spacetime Fairytaile”), las programaciones (“Up the Mountain”), el soft rock (“One Man’s Prayer”) y las melodías pegadizas (“Sugar Man”). Un álbum en el que Regina reflexiona sobre temas como el tiempo, el espacio, el amor y la pérdida con la dulzura, el humor, la creatividad y la emotividad que la caracterizan. – Josefina Chalde
42. Los Subtítulos – Espectador entra a escena
Independiente
Solo nueve canciones le bastaron a Los Subtítulos para dar forma a un disco debut que estuvo en boca de todos los amantes del rock alternativo. El debut de esta suerte de supergrupo del indie argentino formado por el guitarrista Manuel Larisgoitia y el tecladista Ignacio Kater de Tobogán Andaluz, Pedro Chalen de Mateo de la Luna en batería y Juan Pablo Mareco de Pyramides en bajo y sintetizadores, suena consistente y creíble como un conjunto de canciones con melodías bien elaboradas con sabor a melancolía, guitarras que beben directamente de la escena alternativa de los noventa y letras profundas y pesimistas (“El futuro se olvidó de mí” se les escucha cantar en uno de sus más logrados estribillos o “Si ya estás muerto, amigo, tanto como yo” en otro) que no pasan desapercibidas. Con un sorprendente disco de canciones breves y agridulces, Los Subtítulos busca a su manera la perfección pop melancólica y, en varios momentos, parecen alcanzarla. – Diego Valente
41. Lucrecia Dalt – ¡Ay!
Rvng Intl.
En los últimos años hemos visto cómo el mainstream global le dio un lugar a la música latinoamericana e hispanohablante en sus podios, un espacio que sin embargo pronto amenazó con homogeneizar el discurso de qué significa ser latinx y cómo su música debería sonar. Cayó en manos de Lucrecia Dalt, artista colombiana residente en Berlín, la tarea de demostrar lo compleja e infinita que puede resultar la aventura de crear música utilizando la herencia latinoamericana como materia prima. ¡Ay! es un obra de difícil comparación, un recorrido emotivo y futurista por los extremos más fantasiosos del bolero, la salsa y el merengue, contados desde la perspectiva de una alienígena llamada Preta. Alejándose de la electrónica oscura y abstracta que le había dado un reconocimiento dentro de la escena de música experimental, Dalt regresa a sus orígenes para expandir sus límites hacia adentro. – Eric Olsen
40. Defensa – 7 canciones antes de que nos corten la luz
Yuukii Records
Con una impronta caleidoscópica, el dúo argentino liderado por Furio y Garoto 3000 remarca su orbital inclinación vanguardista combinando destellos de hip hop, dancehall, reggaetón, house e hyperpop en una fluorescente elegía a la noche. Apostando más que nunca al método catártico del trance y al juego de voces dinámico que acrecienta su pulso bailable, el seguidor de Vs (2018) propone exteriorizar una sucesión de intensidades y contingencias en una cadencia casi epistolar mediante un semblante enraizado al imaginario tradicional y a la escena de música club contemporánea. Hay una tonalidad menos afligida y su poética desenfrenada tiene al sigilo como protagonista de una disrupción emocional. En su formato conceptual, 7 canciones antes de que nos corten la luz sería una excusa de capturar la fugacidad de lo incorpóreo entre la euforia y el desconsuelo, un depósito de instantes pasajeros, una maquinaria de pop futurista para almas sensibles. – Juampa Barbero
39. Yeah Yeah Yeahs – Cool It Down
Secretly Canadian
La irrelevancia se inhala cada día y nos va envenenando hasta hacernos desaparecer. Debemos comunicar algo, expresar lo que pensamos porque si no, ¿quiénes somos? Yeah Yeah Yeahs pasó casi diez años sin hacerse sentir -desde su último disco, Mosquito de 2013-, y ahora regresan para mostrarnos que la inmediatez de las redes y nuestro corto tiempo de atención no son enemigos cuando lo que queremos hacer es algo memorable, algo que perdure en el tiempo y algo con lo que seamos recordados. Cada segundo que transcurre de Cool It Down nos sumerge en una realidad que se siente más grande que la vida, en la que no existen filtros y el presente no se dispersa en el pasado o en el futuro. Donde podemos sentir profundamente y pararnos sin miedo frente al océano para descubrir quiénes somos detrás de la máscara que usamos cada día. – Adriana González Olivo
38. Guazuncho – Compost
Fuego Amigo Discos
En su octavo disco de estudio, el correntino Iñaki Zubieta continúa ampliando el universo sonoro de su proyecto Guazuncho. Compost es un disco de maduración que redobla la apuesta de su sorprendente disco anterior, Bordes (2020), en el que había hecho un gran salto como productor. A lo largo de las diez canciones que lo componen, Zubieta se reconcilia con viejos amigos, samplea al percusionista de folclore Domingo Cura, se disuelve en los psicodélicos ambientes del litoral y ofrece sabios consejos spinetteanos a su hijo: “Escucha la tierra, es la sed verdadera”. El resultado es su mejor disco desde su ya clásico Natsuki (2013), el balance justo entre fuertes melodías, una producción innovadora y la afirmación de su singular cancionero electrónico. – Eric Olsen
37. Lucas Martí – La memoria de un kiss
Los Años Luz Discos
El mundo estaba esperando este disco desde que Lucas Martí comenzó su imbatible racha de singles hace dos años con “La memoria de un beso” y más tarde “Basta de Berlín“, entre otros lanzamientos acompañados por hilarantes videoclips. Y sin embargo, La memoria de un kiss no se siente como un mero compilado, sino más bien como uno de los discos más afilados en una discografía sinuosa guiada por la experimentación autoral y la confianza en el formato de la canción. A lo largo de sus diez canciones, el cantautor porteño mantiene intactos su humor y su acercamiento casi artesano a las melodías, creando una obra que tiene tanto de observación social como de corazón e introspección. – Eric Olsen
36. Ex-Colorado – Lo bueno del tiempo y las decisiones
Independiente
Tras formar parte del mítico combo de krautrock local Go-Neko!, José Peta D’Agostino dio inicio a su proyecto solista Ex-Colorado con el disco debut Siete mares (2017), donde se hizo cargo de todos los roles y tareas requeridas para el disco y sus canciones. Luego de una serie de singles adelantos, donde anticipaba el sonido y concepto artístico por venir, en febrero de este año vio finalmente la luz En lo bueno del tiempo y las decisiones, disco para el que sumó a un grupo de músicos dedicados con quien trabajar sus creaciones, y eso se nota en la fuerza dulce y el impulso inevitable de este trabajo. Peta y sus compañeros utilizan una aleación sensible de synthwave, krautrock y dream pop -fusión que él denomina “dreamykraut”- para reflexionar sobre la melancolía y la resiliencia. Un disco para emocionarse, bailar, recordar sin dejar de avanzar y cantar con fervor. – Claudio Kobelt
35. Black Country, New Road – Ants from Up There
Ninja Tune
En un mainstream globalizado y homogeneizado estéticamente, la búsqueda de Black Country, New Road, pareciera centrarse en recuperar y actualizar raíces prehistóricas del rock que van desde el jazz a más actuales como el chamber pop de los noventas. El estilo crooner de Isaac Wood tiene antecedentes frescos en Jarvis Cocker de Pulp o Neil Hannon de The Divine Comedy e históricos en artistas de la talla de Jacques Brel o Burt Bacharach. El juego de nostalgia y musicalidad de la banda inglesa se ampara en una exploración sonora que va del pop barroco a la épica histórica del cancionero pop británico. Canciones como “Concorde”, “Good Will Hunting” o “Chaos Space Marine” (que pareciera referenciar a “Still Ill” de The Smiths), dan cuenta de la atmósfera melancólica y de la necesidad de exiliarse a través del arte frente al salvaje presente corporativo cultural que atraviesa al mundo. De hecho, a semanas de haber publicado este disco, Wood se alejó de la banda debido a serios problemas de depresión mental, algo que hoy en día atraviesa a gran parte de la juventud inglesa menor de treinta años. Ants From Up There es un disco que invita a seguir concibiendo a la música como una forma de elevar el imaginario y al mismo tiempo funciona como una obra de resistencia cultural frente al opaco presente que atraviesa la cultura popular. – Bernardo Diman Menéndez
34. Kendrick Lamar – Mr. Morale & the Big Steppers
pgLang / Top Dawg Entertainment / Aftermath / Interscope
Mr. Morale & The Big Steppers es una declaración de principios muy elevada: esa realidad, esos pies bien hundidos en el barro, se combinan a la perfección con el virtuosismo. Una obra compuesta por dieciocho canciones en las que el diálogo entre el soul, el góspel, el R&B, el jazz y el funk, genera una multiplicación infinita de fronteras sónicas que se apoya en la esencia de la Black Music. Siguiendo el mandato histórico, la voz es el instrumento más versátil y poderoso. Cambios de tono y ritmo al por mayor, anclados en una habilidad cuasi imposible de empatar en los tiempos que corren. – Rodrigo López
33. Valdes – Una vez más
Geiser Discos
A lo largo de Una vez más, hay un sentimiento de reconstrucción -de un vínculo, del mundo, de uno mismo- y una confianza ciega en la canción pop como remedio. Desde que Valdes irrumpió en la escena argentina seis años atrás, la premisa fue clara: su misión es hacer música para bailar. Donde sea y como sea, pero bailar -el primer tema de su disco debut es el imbatible hit “Bailar sola”-. Con el paso de los años y los discos, la dupla cordobesa fue aceitando su motor pop sin perder de vista aquella misión, que cobra fuerza en sus celebrados shows en vivo. Después del pandémico Postal (2020), en el que experimentaron con la fusión de ritmos latinoamericanos, en su cuarto disco Valdes vuelve a las bases houseras con las que se dieron a conocer, esta vez con más instrumentos y una producción sobresaliente -Bernardo Ferrón de Telescopios vuelve a mostrar sus credenciales detrás de la consola- que resulta en su álbum mejor logrado a la fecha. – Rodrigo Piedra
32. Weste – Wish Wish
Independiente
Mística y nostalgia congenian a la perfección en Wish Wish, el nuevo trabajo discográfico de Weste. El dúo de pop experimental compuesto por la artista patagónica Clara Trucco y el productor montevideano Ignacio Pérez despliega una propuesta subyugante con una fuerte presencia orquestal y un abordaje caleidoscópico de géneros musicales. El proyecto desdobla sus raíces y nos adentra en un valle encantado que difumina elementos del funk, el hip-hop lo-fi, el minimalismo, el jazz, el soul, el pop carioca y la balada, sin pudor a los contrastes en pos de explotar el impacto sonoro inherente a la progresión de su relato. Otro punto álgido es su virtud lírica, capaz de aunar las miserias del mundo, la fragilidad subjetiva y las fantasías idílicas en un mismo soliloquio atestado de sensaciones y metáforas. Sumergirnos en el universo interior develado por su poética obliga a flotar contra viento y marea a fin de encontrar la serenidad intrínseca de Wish Wish. Desde el punto de partida, diversos microclimas convergen en una exploración tribal mientras Weste hecha ancla en los enigmas insondables del ser. – Juampa Barbero
31. Cate Le Bon – Pompeii
Mexican Summer
Ciudades construidas sobre la rabia monumental, dice la canción que titula el sexto disco de Cate Le Bon. Pompeii alude a la ciudad romana devastada por la erupción del Vesubio en el año 79, pero también habla del método de la cantante y compositora nacida en Gales. El álbum publicado por el sello neoyorquino Mexican Summer pone de manifiesto, simbólica y materialmente, su filosofía: la música es lava, quema y transforma. Cada canción tiene la vehemencia del volcán, no puede detener su paso, muta, viaja, siguiendo los senderos que encuentran generalmente el bajo y el saxo (o la batería, en “Cry Me Old Trouble”). Pero, algo pasa cuando Cate aparece. Sea visible o latente, única o desdoblada, guiñando a Bowie o a Björk, su voz es un conjunto de puntitos minúsculos que, vistos a cierta distancia, terminan por formar un único cuadro puntillista. – Leonardo Pez
30. Las Sombras – El club de los nostálgicos
Queruza
El club de los nostálgicos es un álbum amoldado dentro un sonido completamente diferente a las obras anteriores de Las Sombras, condicionado por el hormigueo insistente de proyectarse en nuevos lugares antes no experimentados. El cambio es sustancial y palpable. Al carácter austero de la banda pampeana ahora se le incorporan sintetizadores y percusiones que se amalgaman a la perfección con el formato clásico de guitarras, bajo y batería. El humo de cigarrillo de los LP anteriores parece disiparse, dejando entrever colores estridentes, melodías risueñas y la influencia de bandas nacionales de los ochenta. Otro aspecto que evolucionó y se transformó es la narrativa y la forma que el grupo encontró de relatar la historia detrás de cada canción. Si en los primeros discos eran jóvenes arrabaleros perdidos en las siluetas de la ciudad, esputando sus vivencias al son de riffs pegadizos, ahora utilizan el sentimiento de nostalgia y el poder de la canción como forma esencial para transmitir emociones. Una poética tanguera que se baña de melancolía y le canta a tiempos mejores. – Lucas Santomero
29. Ysy A – Ysysmo
Sponsor Dios
Ysy A es uno de esos artistas que son capaces de transformarse de forma constante sin perder su esencia. Año tras año, el 11 de noviembre se ha vuelto un verdadero evento en el que se revela la nueva faceta artística de uno de los pocos alquimistas sonoros que quedan en nuestra música. Y el 2022 lo encontró combinando nostalgia, innovación y experimentación: Ysysmo es una obra ecléctica e integral que condensa todas las etapas de Ysy A y que abre la puerta hacia nuevos horizontes sónicos. Recorriendo las 12 canciones de Ysysmo, sobresale el trap más clásico, el homenaje a nuestras raíces culturales y la introspección profunda. Un trabajo fino de producción que alterna entre la oscuridad, la celebración y la lisergia. El cierre es con dos preguntas de simple respuesta: ¿Un piso más? Sin dudas, la vara sigue elevándose. ¿Quién es el trap? Ysy A. – Rodrigo López
28. The Weeknd – Dawn FM
XO / Republic
Nuestra cultura está obsesionada con su pasado. Solemos pensar en cómo sería haber vivido en el pasado, pero no necesitamos una máquina del tiempo para hacerlo cuando tenemos artistas que lo traen a nuestra realidad de una manera tan emblemática como The Weeknd. Con After Hours, su disco anterior de 2020, el artista canadiense trascendió y se consolidó como ícono pop, uno que no se deja llevar por lo que están haciendo sus colegas, sino que crea su propio camino, misión que se reafirma con la llegada de Dawn FM. Se trata de una obra que captura cómo la muerte nos da miedo, casi no podemos contemplarla como idea porque estamos tan enfocados y preocupados por nuestros problemas, por las cosas que estamos haciendo y dejamos de hacer que no nos damos cuenta de que, al final del día, todas esas preocupaciones simplemente no sirven de nada, sino que debemos dejar ser y crecer. Como dice Jim Carrey hacia el final, debemos desenredar nuestra mente y entrenar nuestro espíritu a alinearse, a bailar hasta encontrar ese divino boogaloo. – Adriana González Olivo
27. Weyes Blood – And in the Darkness, Hearts Aglow
Sub Pop
“Ninguna oscuridad dura para siempre. E incluso allí, hay estrellas”, escribió Ursula K. Leguin. En su nuevo disco, Natalie Mering pareciera tomar aquella frase como premisa para componer la banda sonora de una liturgia para feligreses al borde de la desesperanza. A dos años del arribo de la pandemia y en medio de la actual crisis ambiental, la artista californiana entrega diez baladas embriagadoras que ofrecen una profunda introspección con destellos sutiles de optimismo. A nivel sonoro, destacan los arreglos semiorquestales y los samples de sonidos de la naturaleza que le imprimen un toque experimental a esta obra. Sus letras abordan con elocuencia el amor y la soledad en la posmodernidad; y a su vez bucean de lleno en el mundo espiritual al hablar sobre almas gemelas, el mito de narciso, y la lucha por otra oportunidad para la humanidad. – Laura Camargo
26. Bad Bunny – Un verano sin ti
Rimas
El elogio de la crítica y el monstruoso éxito comercial alcanzados por Un verano sin ti pueden hacernos olvidar que detrás de esta recepción entusiasta, uniforme y generalizada, se esconde un disco complejo, desafiante y paradójico. Si el público esperaba una sucesión de portazos bailables macerados en dembow, lo que este álbum trajo es un caleidoscopio estilístico que va desde el merengue hasta el bossa nova, y aunque esta variedad podría insinuar, en principio, un compendio de música latinoamericana, la influencia de diversos géneros de origen anglo como el house, el trap y el synth pop revelan una ambición fundamentalmente global. Se dice que Un verano sin ti ha cambiado las reglas del juego, llevando “lo latino” al epicentro del pop internacional. Sin embargo, la latinidad de Bad Bunny evade los clichés con que esta identidad suele ser encasillada – ¿alguna vez un verano en el caribe sonó tan melancólico como en el tema que da título a la placa? En resumen, con este disco –su magnum opus– Bad Bunny ha ampliado y transformado el concepto de lo “latino urbano” para un público global, logrando conquistar al mundo en el proceso. – Francisco Melgar Wong
25. Bandalos Chinos – El Big Blue
Independiente
En su nuevo disco, El Big Blue, los Bandalos Chinos se empeñan en volver a sus raíces, regresar al lugar en el cual empezaron, pero con los recursos que han ganado estos últimos años. Todo se piensa desde el punto de vista de propuestas y chistes internos, pero también a partir de una introspección luego de tanta soledad colectiva que se infiltra en la música. Sobre todo, El Big Blue es una puerta abierta. El humor no se ha perdido, el romance tampoco, pero la apertura de tantas emociones, algunas que incluso podrían resultar abrumadoras, hace que la banda oriunda de Beccar pueda indagar de manera más profunda en sus sentimientos, sus miedos, y la melancolía que trajo tanto encierro por tanto tiempo. – Rodrigo Murguia
24. Viagra Boys – Cave World
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Comandados por el cantante Sebastian Murphy, estadounidense radicado en Estocolmo, Viagra Boys ha tenido un ascenso inusual en la industria musical gracias a su post punk irónico, estridente y denso, y una enorme entrega en sus shows en vivo. Rondando las doce canciones que componen su tercer disco, aparece un aire apocalíptico e irónico sobre la sociedad de consumo, los patrones sociales impuestos y los arrebatos violentos de las personas. En canciones como el single “Troglodyte”, la banda relata la historia de una persona que fantasea con un día disparar contra sus compañeros de trabajo, en referencia directa al violento presente de los Estados Unidos. – Marcos Gabarain
23. Saramalacara – Eclips3
Bohemian Groove
Para publicar Eclips3, el día de su cumpleaños 22, Saramalacara no liberó un código QR, ni pensó un NFT, sino algo totalmente anacrónico: una página web a la que se accede desde la PC. 333 hipervínculos recorren su educación sentimental, a la manera de una deepweb propia con la estética del primer internet, cuando se develaba como un mundo misterioso, más salvaje, que ahora parece un paraíso perdido en el ad-block. En las canciones de la joven Sara se puede experimentar realmente la textura de internet. Es decir, es parte de una generación que vive en un tiempo liminal, donde todos los tiempos son el tiempo. Donde se mezcla la desazón de los noventa y la parafernalia del Y2K, el chiptune y el hip-hop, la estética del animé y el VHS, una azotea del Gran Buenos Aires y la arquitectura de la Sagrada Familia de Barcelona (que es la tapa del disco y que tiene tatuada en la pierna). Sara es también la rapera original y existencialista que veníamos deseando: no necesita de la declamación para sintetizar cierto descontento colectivo de época; se cristaliza en su permanente corazón roto. Es la chica genial que arma un cubo rubik mientras habla de sus canciones, la que también entendió que para hablar de zapatillas caras en un mundo que se desintegra se requiere, mínimamente, de sentido del humor. – Andrea Guzmán
22. Big Thief – Dragon New Warm Mountain I Believe in You
4AD
Cuando se mira hacia lo folclórico, ¿qué se ve? ¿Qué se encuentra? ¿Cómo se encuentra? ¿Qué se hace con él? ¿Se interviene, se interactúa, se lo deja ser? ¿A qué conclusión llegamos para liberar el cuerpo celestial? Si la banda Big Thief está enfocada en algo, es en poder aprender, de las formas más intensas posibles, a vivir en la inundación de tanta información y desesperanza. Buscan y buscan, y algo logran encontrar. Acá, de todas formas, hay un salto, y uno pronunciado. Antes, sus juegos con el country y el Americana eran eso: solo juegos. En este disco de 20 canciones que llega a la marca de 80 minutos, las incursiones a distintos géneros son más marcadas y llevaderas. El disco fue producido por el baterista de la banda, James Krivchenia, y el enfoque en la instrumentación que acompaña las composiciones de Adrianne Lenker es clave y pone a Big Thief muy arriba de sus contemporáneos. Hay un diseño de sonido extraño, incluso original, que expande el paladar musical de la banda. – Rodrigo López
21. Cariño – Cariño
Sonido Muchacho / Universal Music Spain
El pop español viene arrasando hace tiempo (Las Bistecs, La Casa Azul, Doble Pletina por mencionar algunas bandas) y las Cariño no se quedan atrás. Después de su primer disco en 2018 y varios singles hiteros -como su cover de “Llorando en la limo” de C. Tangana-, este año presentaron su álbum homónimo. El trío redobló la apuesta de Movidas con media hora de canciones hilarantes en las que incursionan en el terreno de los sintetizadores y las bases rítmicas que le dan rienda suelta a cantarle al amor en tiempos de ghosting, astrología y redes sociales. Algunos temas tienen sus videoclips a modo de una historia contada por partes, “No me convengo” y “Si quieres”, que definitivamente son los nuevos himnos románticos de esta época. – Vera Buendía
20. Wet Leg – Wet Leg
Domino
Con un pie en el mejor indie de los noventa y otro en la escena de New York del 2000, estas chicas inglesas editaron un disco que, a pesar de estar lleno de referencias al pasado, logra sonar refrescante gracias a sus guitarras directas y sus melodías instantáneas. El disco debut de Wet Leg es entonces un ejercicio de indie rock con estribillos pegadizos y sabor a espíritu adolescente. Entre sus doce canciones hay momentos realmente altos como el guiño britpop de “I Don’t Wanna Go Out”, la balada “Loving You” o el post punk nervioso a los B-52’s de “Angelica”. El dúo dio forma a un disco que, incluso pisando terrenos ya transitados en el rock, logra a base de buenas canciones y cierta actitud irreverente descubrir nuevos paisajes para una escena demasiado anclada en su pasado. – Diego Valente
19. Six Sex – Área 69
Dale Play Records
Obstinación, performance y sensualidad son significantes que refuerzan el trazado desbordante de Six Sex, una de las referentes argentinas del neoperreo. A lo largo de 2021, la artista veinteañera liberó una trilogía de singles que incursionaron en el reggaetón, el RKT y la cumbia luego de atravesar su faceta más raver y electropop. A principios de este año, el alter-ego que encarna Francisca Cuello reunió esos últimos lanzamientos –“Duro”, “Culeo” y “Sunshine”– para complementar el repertorio detonante de Área 69 junto a otros tres inéditos. Producido por La Finesse, las seis piezas que conforman el EP sucesor de Fantasy (2019) cristalizan su temperamento efervescente tras fusionar erotismo, ironía y empoderamiento a través de letras punzantes -y al mismo tiempo cute- que se regocijan hacia la erupción glamorosa y electrizante del “recalentamiento en el área 69”. – Juampa Barbero
18. Charli XCX – Crash
Atlantic
Durante la década del 2010, aparecieron cientas de artistas que intentaron conquistarnos. Pero pocas fueron las que lograron quedarse y establecerse en el escenario, sorprendiéndonos constantemente y mostrándonos su lado más auténtico con cada disco. Charli XCX es una de ellas. Desde su colaboración con Iggy Azalea, “Fancy“, su imagen se ha transformado en la de una mujer que constantemente rompe las reglas del pop y no tiene miedo a nada. Crash es el cierre a un ciclo inmerso de referencias automovilísticas que inició con Vroom Vroom, su primera colaboración con la productora Sophie, quien la acercó al sonido hyperpop y a la estética que ahora domina. – Adriana González Olivo
17. Björk – Fossora
One Little Independent
La conclusión del arco de ruptura y recuperación que caracterizó la obra más reciente de Björk dejó al alcance una pregunta que, hasta la publicación de Fossora hace un par de semanas, sostuvo su vigencia durante cinco años: ¿Con qué nos piensa sorprender la próxima? La respuesta ya llegó y Fossora es, en palabras de Björk, su “disco de hongos”, una contestación al idealismo de Utopia y el nihilismo de Vulnicura, asentada en un punto medio más pragmático y con los pies sobre la tierra. Su título, que significa “excavadora”, alude a la experiencia de covacha pandémica que caracterizó a los últimos años y cuya situación de arraigo Björk buscó plasmar, a través de bajos penetrantes, un sexteto de clarinetes y múltiples exabruptos de gabber a cargo del dúo indonesio GMO. Pero por sobre todo lo demás, Fossora es el disco en que Björk se asume matriarca, literal y figurativamente. – Bartolomé Armentano
16. Feli Colina – El valle encantado
Popart Discos
El valle encantado es un disco conceptual que, entre matices folclóricos, silencios, susurros y pulsos de la naturaleza, relata la búsqueda incansable de Feli Colina por encontrarse con la figura que ella llama la Musa, o la Madre, en el medio de un crisol de prosas que conjuran la manifestación de dicha inspiración. En él, ninguna canción se parece a la otra, sino que forman parte de una narración íntima y valerosa que no necesita etiquetas, pero que en su identidad -ahí donde radica la esencia-, le es imposible escapar del brío norteño. – Lucas Santomero
15. Sara Hebe – Sucia estrella
Independiente
Cuando dio a conocer La hija del loco (2009), su álbum debut, la rapera tuvo que quemar una visión a largo plazo mediante denuncias híbridas para que su resistencia no se confunda con resiliencia. No obstante, su más reciente trabajo discográfico renueva su evocación contestataria para ampliar su poética a situaciones cotidianas. Sara Hebe reconoce que el amor, el sexo y la diversión también se ven interrumpidos por la mentira, el sectarismo y la corrupción. Sucia estrella demuestra una versión más fresca de Hebe, sin perder gracia, potencia, ni estilo. De todos modos, su búsqueda parece infinita: desde trap, pop y punk hasta house, techno, hyperpop y dancehall, la rapera patagónica hace de la experimentación sonora el estandarte de su propuesta estética. Su quinto álbum es una feroz muestra de exigencia, en la que su destreza y tesón narran la compostura de un eterno despertar pluripolítico y contracultural. – Juampa Barbero
14. Beach House – Once Twice Melody
Sub Pop
Todo el tiempo buscamos significados, razones y motivos para que lo que llamamos “vida” tenga pies y cabeza. Para no sentir que las cosas malas que no suceden son producto de azar, sino que nos preparan para algo más grande. En Once Twice Melody, Beach House se inspira en la experiencia en la tierra como una oscuridad que esconde misterios, colores e historias. Once Twice Melody es el primer disco producido en su totalidad por Alex Scally y Victoria Legrand, los miembros del grupo, desde que empezaron a trabajar con el productor Chris Coady en Devotion (2008). Sin embargo, eso no es lo único en lo que se iniciaron: este es un álbum doble que posee cuatro partes —o “capítulos”, como ellos le llaman— con casi una hora y media de material musical. No es fácil de crear o de procesar por lo pesado que es su estética oscura. El proyecto es una puerta que se abre en habitaciones que a la vez nos llevan a miles de pasillos más. – Adriana González Olivo
13. Fin del Mundo – La ciudad que dejamos
Anomalía Ediciones
Ya desde el arte de tapa de su nuevo EP, vemos que el paisaje cambia para las Fin del Mundo. La naturaleza -que en su debut homónimo de 2020 contemplaban apaciblemente- se impone y reclama lo que es suyo en medio de un paisaje urbano arrasado. El impulso de escapar es el motor una vez más de la banda patagónica radicada en Buenos Aires: las referencias a viajes y a paisajes naturales son constantes en La ciudad que dejamos, mientras que los arreglos se vuelcan más al shoegaze. Hay guiños al emo (¡el coro de “El próximo verano”!) y un nuevo homenaje a Pizarnik (la letra de “Hacia los bosques” fue extraída del poema “Vida”). Si la transformación no para, las Fin del Mundo son las primeras en avisar que se van. – Rodrigo Piedra
12. Isla Mujeres – Correr adentro
Independiente
Hay una urgente necesidad de transformación que moviliza a Islas Mujeres en el desplazamiento hacia las profundidades de su tercer disco. Correr adentro despliega un estilo tornasol que combina elementos de distintos géneros musicales para eclipsar cualquier tipo de encasillamiento capaz de desvirtuar el aroma a la más lúdica, preciada e insurrecta libertad. El trío platense consigue ampliar los horizontes mediante confluencias sonoras y poéticas que mimetizan la diversificación de su propuesta estética. Entre el éxtasis y la placidez, se condensan los claroscuros de una búsqueda colectiva, de un constante trabajo y de aquellas sensaciones inherentes al concepto del álbum. – Juampa Barbero
11. Beyoncé – Renaissance
Parkwood Entertainment / Columbia
“I’m one of one/ I’m number one/ I’m the only one”, canta Beyoncé en “Alien Superstar”, y bien sabemos que le creemos. Y es que la reina de la escena volvió a darnos un disco increíble. Con una combinación ecléctica de house, pop y su ya tan característico R&B, sumó esta vez las ganas de celebrar la música dance negra de las últimas décadas. Rindiendo homenaje a quienes interrumpieron en la escena queer y afroamericana (¡si hasta la tiene a la mismísima Grace Jones cantando!) este disco rompió el récord histórico al ser nominado en nueve categorías para los próximos Grammys. Y es que Queen B tiene con qué. Si bien tuvimos que esperar seis años para poder disfrutar de todos estos ritmo, esta espera devenida en renacimiento bien valió la pena. – Magy Meyerhoff
10. Buenos Vampiros – Destruya!
Casa del Puente Discos
Buenos Vampiros nos adentra a una atmósfera crepuscular, tan lúgubre como estridente, que desborda cualquier tipo de encasillamiento estético. Destruya! florece sobrecargado de emociones viscerales, agita el cuerpo al borde de la taquicardia, y sombrea paisajes ensoñadores en búsqueda de cierta redención del alma.Con toda la efervescencia de exteriorizar la corriente de sensaciones entre la crudeza y nostalgia, el grupo oriundo de Mar del Plata logra condesar lágrimas de rabia y tristeza en la tempestad de una vorágine sónica. Inspirados por el movimiento riot grrrl, Destruya! es una oda al presente que, sustentando el mismo grado de intensidad, adopta la ciclotimia de las olas tras desatar caos y llorar fabulaciones durante más de veinte minutos plenamente electrizantes. – Juampa Barbero
9. Alvvays – Blue Rev
Polyvinyl / Transgressive
Más que un viaje al pasado, el tercer disco de la banda canadiense podría ser una ucronía: una mirada a un presente paralelo donde tomamos otras decisiones que nos llevaron a lugares distintos. Molly Rankin narra historias inspiradas por los paisajes costeros de Cape Breton como si nunca hubiera dejado la isla en la que creció, retratando la crisis existencial de una generación que atraviesa la segunda mitad de sus 30 años. Con canciones breves que transitan distintos estados de ánimo, puentes catárticos que alteran el sentido de cada pieza, guitarras cada vez más cercanas al shoegaze y palanca de trémolo en mano, Alvvays demuestra que puede seguir explorando sonidos familiares sin alejarse demasiado de los orígenes. Esta sigue siendo la música que más disfrutan escuchar y tocar en vivo, y de eso se trata. – Julieta Heredia
8. Marilina Bertoldi – Mojigata
Pelo Music
Crudo, provocador, y de una impronta rockera ineludible, así es el cuarto disco de estudio de Marilina Bertoldi. Si Prender un fuego -su álbum de 2019 que la llevó a ganar el premio Gardel de Oro-, fue una declaración iracunda marcada por mayormente por el funk y el soul, Mojigata es un disco más austero en el mejor de los sentidos, representado por el rock and roll de los setenta, fiel a las influencias de la artista. Riffs de guitarras distorsionadas y baterías pesadas imprimen la sonoridad del álbum, mientras que en medio se cuela una balada confesional junto a Javiera Mena, “Amuleto”. Conceptualmente, el disco resulta la exorcización de crisis pasadas y presentes, teniendo al pasado como motor para la creación y la liberación. También es un espacio de ocio y diversión, donde aparece el chiste y la seducción nata. Un paso más que firme para la nueva representante del rock argentino. – Lucas Santomero
7. Babasónicos – Trinchera
Popart Discos
En su primer álbum desde 2018, Babasónicos pareciera entregar en esta colección de canciones sus reflexiones, impresiones y aprendizajes acerca de una época donde la vida de la humanidad entera cambió radicalmente y donde el fin del mundo se vivió más próximo que nunca. Cuatro años que se vivieron como diez. Trinchera es un álbum que, desde su título, se pregunta por la muerte. Sin golpes bajos, sin sensiblería, solo haciéndose cargo. Babasónicos sigue rindiendo culto a la evasión y el escapismo, pero más que nunca como válvula de escape, con plena consciencia de que la evasión es una necesidad básica para hacer llevadera la existencia en un mundo sórdido y doloroso como el que vivimos. – Lola Sasturain
6. The Smile – A Light for Attracting Attention
XL
A Light For Attracting Attention de The Smile es un encuentro trascendental entre Thom Yorke y Jonny Greenwood en paralelo a Radiohead, junto a Tom Skinner, baterista de la leyenda de jazz fusión británico Sons of Kemet. El trío da rienda suelta a su sed de experimentar y abarcar una amplia gama de géneros con guitarras al frente, desde math y post rock hasta post punk, creando texturas psicodélicas y algunos riffs de ejecución más fina. Claro que sin dejar de lado su costado electrónico y su talento para crear ambientes envolventes gracias al impactante uso de sintetizadores y programaciones. Como una bocanada de aire fresco, The Smile nos recuerda por qué Yorke se volvió el mayor cantautor de melodías profundas y existencialistas de su generación. – Ariel Andreoli
5. Javiera Mena – Nocturna
Independiente
En su quinto disco, Javiera Mena mantiene una ligazón con sus discos anteriores, pero es desde las imágenes que suscitan sus letras donde la artista chilena se anima a una búsqueda más arriesgada. En Nocturna hay erotismo, romanticismo y un llamado a lo sexo-afectivo, pero que también juega con lo político dentro del afecto. Continúa el ánimo de encuentros festivos, en el bar y en la disco, pero con toda esa otra potencia como protagonista. Ya con su primer tema, “La Isla de Lesbos”, llama a ese erotismo desde lo lésbico sin tapujos, para después permitir que cada oyentx pueda quedarse en esa misma isla o partir a otra. Eso sí: sin jamás abandonar la sensualidad, lo amoroso y los cuestionamientos en torno a los vínculos. “Me gustas tú” es una balada melosa que también envuelve sonora y líricamente de pies a cabeza a quien la escuche. Algo parecido ocurre con “Eclipse total”, bien sentimental solo que con un ritmo house. Con “Sincronización”, abre otra puerta a los vínculos a través de la virtualidad. De esta manera, la mayor referente del pop chileno logra un trabajo muy rico, rotundo y sugerente, que con aires por momentos inocentes se expresa políticamente sobre lesbianismo, sexo, relaciones y enamoramiento. – Silvina Ghiselli
4. Mi Amigo Invencible – Isla de oro
Geiser Discos
Solo hizo falta una pandemia para que Mi Amigo Invencible deje de lado, al menos momentáneamente, la melancolía que enarbolaron como bandera y carta de presentación. Isla de oro es una manifestación despreocupada, un disco menos minucioso que sus trabajos previos al punto que fue grabado en tan solo ocho días de estudio. En esa búsqueda sonora, la paleta de colores del grupo mendocino se torna más optimista, con melodías y ritmos que redondean un pop rock especialmente ameno. “El auto es viejo, pero igual nos va a llevar, aunque no sé qué camino elegir”, plantea la banda en “La araña”. Esa mezcla de convicción e incertidumbre, de duda y optimismo, es el mayor fuerte de un conjunto que se siente más invencible que nunca. – Ignacio Sánchez
3. Lara91k – Como antes
Clix
El debut solista de la ex Coral Casino se adueña de nuestras emociones a partir de veinte canciones que manifiestan cuan anárquico puede resultar el corazón frente al paso del tiempo. Como antes desata una revolución sensible para exhibir a la verdadera Lara Artesi en los diferentes apartados y añadiduras de su propia bitácora confesional. “La nostalgia es básicamente lo que me define, soy una fucking nostálgica”, enfatiza con sencilla modestia en lo que transparentan sus letras. Al igual que la estela de una estrella fugaz, el hilo conductor de Como antes centellea con intensidad una vez finalizada la primera escucha. Porque la preliminar es pura sorpresa, mientras que las próximas vueltas invitan a percibir una frecuencia mayor donde el todo es más que la suma de las partes. Desde “Ego” hasta “Nube”, la huella digital de Lara permanece impresa sin menguar la elegancia y pureza de su estilo. – Juampa Barbero
2. Julieta Venegas – Tu historia
Lolein Music
Siete años después de publicar su último álbum de estudio, Julieta Vengas volvió a la escena musical con Tu historia: un disco fresco, con instrumentales muy presentes y un storytelling que lidera el camino a la introspección. Cada una de las diez canciones que componen a la obra actúa como una cápsula hermética donde errores, miedos y enseñanzas se funden en un mismo mensaje. Fiel a su estilo, Venegas se encarga de atribuir a cada uno de sus relatos un sonido especial y único. “Caminar sola”, por ejemplo, carga con la pesadumbre que amerita el reclamo que presenta. “La nostalgia” es un viaje por el camino de la memoria. Son capítulos de un relato mayor y redondo. Con su inconfundible voz y prosa, la cantautora mexicana establecida en Buenos Aires logra un proyecto sólido para contar, a través de hitos y sueños, su propia historia. – Julia Perata
1. Rosalía – Motomami
Columbia
Después de El mal querer (2018), Rosalía comenzó a publicar colaboraciones con prácticamente cada artista en boga de la escena urbana. Motomami, su tercer disco publicado cuatro años más tarde, es el resultado inevitable de semejante ejercicio de feats. A la catalana le gustó eso de perrear despreocupadamente de tanto juntarse a cantar con J Balvin, Bad Bunny, Daddy Yankee y Ozuna, entre otros, y atrás quedaron esos pesados hilos conceptuales sobre la muerte y el maltrato que hilvanó en sus trabajos en solitario. Atrás quedó también, aunque no del todo, la influencia flamenca para darle lugar a las bases de reggaetón.
Rosalía ahora tiene más ganas de divertirse y pasarla bien. Pero, como estamos hablando de una gran artista, eso no significa que se haya vuelto comercial, simple o banal. Nada más alejado de eso: si bien la producción es bastante minimalista, Motomami es un disco enorme, complejo y digno de minucioso desmenuzamiento, como lo demuestran los numerosos análisis de internautas en cualquier plataforma, soporte o red social existente.
Si bien el reggaetón se apodera de casi la mitad del disco, Motomami se presenta y se siente como un gran collage que se nutre de contrastes y dualidades, cargados de detalles que rompen con las reglas del género. No solo se trata de contrapuntos en arreglos y técnicas de producción que hacen de algunos tracks una especie de juego de muñecas rusas, también se genera un sube y baja emocional muy fuerte, con un tracklist que invita a perrear e instantáneamente a llorar, o las dos cosas al mismo tiempo, como en la hermosísima “Candy” (y ni hablar del video que multiplica la melancolía con una referencia a Perdidos en Tokio, esa gran película de Sofía Coppola). Rosalía continúa usando el recurso de aplicar filtros sobre la base musical para poner bien al frente su voz al desnudo y contar una historia, en este caso de desamor, con resultados abrumadores.
La lista de temas entonces es un torbellino en todo sentido. Hay bachata junto a The Weeknd, quien canta en español y sorprende por su parecido vocal con Romeo Santos en “La fama“, hay flamenco con palmas y autotune en “Bulerías“, una versión del bolero cubano de Justo Betancourt mechado con un sample de rap en “Delirio de grandeza“, y varias baladas de las cuales se destaca “Heitai” por la ocurrencia y el sentido del humor de componer una canción delicada digna de una banda sonora de Disney para cantarla con una letra hípersexual y vulgar a los oídos moralistas de unos cuantos. Y hacia el final y de la nada, drums en modo metralleta para mayor desconcierto.
Más allá de las variedades y reformulaciones estilísticas, Motomami es un collage en términos formales. Apenas dos canciones de las quince superan los cuatro minutos y todo sucede muy rápido. Es un disco moderno, reflejo de estos tiempos en que el consumo cultural es instantáneo y fragmentario al punto de que editar un LP hoy en día cada vez tiene menos sentido. Los cambios de ánimo de canción en canción también pueden ser entendidos como un espejo de lo inestables que pueden ser nuestras rutinas en un mundo frenético y difícil de habitar.
Otro gesto moderno es el bombardeo de referencias globales tan disímiles, dentro y fuera del mundo de la música. Esto genera una dispersión enciclopédica que te lleva a investigar, a googlear para profundizar, abre links por todos lados (el dembow “La combi Versace” junto a Tokischa es el epítome: no hay nombre del mundo de la moda actual sin mencionar). Escuchar Motomami es como scrollear en TikTok. No por nada, hace un mes Rosalía hizo una presentación del disco a través de esa red social, una versión aún más concisa para ajustarse a los formatos de consumo dominantes.
Lo bueno, si breve, dos veces bueno dicen. Aún así, hay tracks como “Saoko“, un reggaetón sucio que muere a los dos minutos sin llegar a explotar y, sobre todo, la formidable deformidad de “CUUUUuuuuuute“, con esa base tecno oscura y arreglos de percusión que alternan entre una samba y –otra vez- la metralleta, que pueden dejar bastante manija deseando una versión extendida, o incluso un remix. Hacia la mitad de la canción se corta el clímax agresivo con un puente en modo balada nostálgica que pide por mariposas y las baja de un hondazo, resumiendo así el espíritu de bipolaridad emocional de todo el disco. Y de paso, deja en claro que Rosalía puede hacer lo que quiere. Ese talento, que también es una actitud, la llenó de reconocimiento pero también recibió –y recibe- hate de lo más virulento. Las letras eme del arte de tapa Motomami forman las alas de una mariposa y se instalan como logotipo. Estos insectos se pasean por varias letras ya desde “Saoko”, el primer tema: “Yo soy muy mía, yo me transformo/ Una mariposa, yo me transformo”. Rosalía se transforma y hace lo que quiere. Y los de afuera son de palo.
Junto a Rosalía, una larga lista de productores pusieron su granito de arena en Motomami: El Guincho, Pharrell Williams, Frank Dukes y The Weeknd, entre otros. Pero es ella la que manda, ningún gran nombre opacó su impronta a lo largo del trabajo y eso demuestra que no es un producto comercial títere de algún hombre de estudio como mucha gente acusa. Con esta nueva producción, a fuerza de osadía y frescura, Rosalía se alza para marcar una generación –ya sea por el revuelo a favor pero también en contra- y abrir moviendo hacia adelante la cancha de juego en el terreno de la música popular moderna, como alguna vez lo hicieran Madonna y Lady Gaga. – Nayla Loza